Xavier
Corberó: "Si vuelven por esta casa, los mataré".
domingo, 30 de abril de 2017
Una escultura que es una casa que es una escultura
viernes, 28 de abril de 2017
Secta
“La inteligencia está derrotada a partir del momento en que la expresión del pensamiento va precedida, explícita o implícitamente, de la palabra nosotros.Y cuando la luz de la inteligencia se ofusca, al cabo de un tiempo harto breve se extravía el amor al bien”. (Simone Weil)Cuando se haga el documental o la gran película de estos días no faltará este icono como símbolo de lo estrafalario, del despropósito a que ha conducido la política concebida como secta. No es la primera vez, pero quizá sí en la Europa moderna que un gobierno, aunque sea regional, esté copado por una secta.
Cómo
atraer a los castellanohablantes de Cataluña poco interesados en el
procés. Así proceden: “Llach explica que siguen “cursillos con psicólogos”
que prepararon a 200 personas para ir a hablar a barrios de Girona y
Figueres poco receptivos al mensaje independentista. Fue una
estrategia calculada para conocer a la población, mezclarse con ella
y no empezar a hablar de política ni dejar panfletos hasta al cabo
de unos días”.
“Los
independentistas pueden desafiar al Estado y quien desafía puede
ganar o perder, pero no negociar. Si el marco legal es violentado, la
única opción es neutralizar la agresión, sin condiciones ni
contrapartidas, como han hecho otras democracias”. (Antoni Zabalza).
Disidentes. El precio de la discrepancia en la Cataluña nacionalista.
Disidentes. El precio de la discrepancia en la Cataluña nacionalista.
miércoles, 26 de abril de 2017
Como el agua que fluye
“Mas ahora le parecía que los libros que había leído (¿habría que juzgar por ellos a todos los demás libros?) no le habían aportado gran cosa, menos quizá que el entusiasmo o la reflexión que puso al leerlos; pensaba que, en todo caso, lo mejor en aquel momento era abstraerse por completo en la lectura del mundo que tenía ahora, por tan poco tiempo, ante los ojos, y que la suerte, por decirlo así, le había deparado. Leer libros hubiera sido igual que beber aguardiente: una manera de aturdirse para no estar allí.”
Ana
Soror
Admiro
la sabiduría técnica de Marguerite Yourcenar, su erudición, la
elegancia de su prosa, pero de qué le sirve eso al lector. Hay un
cierto placer en la lectura de sus libros que viene del
reconocimiento, como cuando se contempla una escultura magnífica en
su peana y uno se predispone a la alabanza, ¿pero eso basta? El
relato del amor entre Ana y Miguel, su hermano, lo sitúa la autora a
comienzos del siglo XVII, junto al Fuerte de San Telmo, en Nápoles,
en el seno de una familia noble de españoles al servicio del rey.
Yourcenar nos muestra los usos y costumbres de la época, el poderío
constreñido de la monarquía hispana y sus servidores, la psicología
y la moral determinada por la Iglesia contrarreformista y también la
pasión desatada que no conoce límites aún consciente de lo dura
que será la caída. Pero ¿qué diferencia a esta obra de un best
seller de calidad en lo esencial? Sin duda la prosa de la autora
francesa está mejor alimentada, pero fuera del morbo, ¿qué queda
de ese relato para ser leído en la actualidad? Se diría que uno
recorre las páginas de un Playboy ilustrado por la fina pedrería
del lenguaje culto en vez de por fotografías carnales.
Un
hombre oscuro
Es
en el segundo relato de este libro, que caería dentro de lo que se
entiende por nouvelle, donde Marguerite Yourcenar muestra
mejor la eficacia de su estilo. Liberada del afán transgresor de Ana
Soror, de sus afeites y adornos que lo convierten en una historia
cursi, El hombre oscuro es el que en realidad responde al
título general del libro, Como el agua que fluye. La autora
deja que su prosa como el agua en el río lleve la vida natural de su
protagonista Natanael desde el nacimiento a la muerte, un fluir
lineal pero también circular pues el relato comienza con el anuncio
de su muerte y acaba en una isla donde se retira para morir solo.
Natanael se topa aquí y allá con personas que le muestran afecto o
se aprovechan de él, sin dejar en nadie una huella que vaya más
allá de un leve recuerdo.
Yourcenar
es hija de su tiempo, de un modo de concebir la literatura tan
atrapado en las expectativas del momento que algunos de sus relatos
se ha hecho viejos demasiado pronto, aquellos escritos para derribar
el muro moral de la sociedad conservadora. Sólo cuando se deja
llevar aparece la gran escritora. Sin embargo, creo que en su modo de
concebir la literatura no tenía demasiado en cuenta al lector, nos
apabulla a menudo con su erudición, con su gran estilo. Los grandes
escritores son aquellos que escriben para conmover al lector y para
incomodarle, para poner en cuestión su edificio mental, no para
darle el placer fugaz de la rápida descarga emocional o peor aun
para el propio lucimiento del autor.
martes, 25 de abril de 2017
The Knick
Esta
es una serie breve, emitida entre 2014 y 2015, con dos temporadas y
20 capítulos, pero original. El escenario principal es un quirófano
donde el cirujano doctor Thackery realiza sus operaciones a modo de
clase para otros médicos y de espectáculo para un público ansioso
por conocer novedades y que se sienta en las gradas que circundan el
teatrillo. El doctor Thackery, el personaje principal -una gran
creación de Clive Owen-, está dispuesto a todo con tal de
adelantarse a su tiempo para salvar vidas. Su actividad estresante le
convierte en un adicto a la cocaína y a la heroína. En el hospital
Knickerbocker pululan un montón de personajes que representan lo
viejo y lo nuevo en el Nueva York de 1900, que es cuando sucede la
acción y que desconoce la penicilina y la anestesia moderna: la
aristocracia de los negocios benefactora del hospital, un gerente a
la espera de un pelotazo que le haga ser admitido en el restringido
club del patriciado local, médicos cuya ambición es la innovación
para evitar las muchas muertes hospitalarias y otros que defienden, y
ponen en práctica, teorías que ahora nos repugnan, como la
eugenesia, pero que entonces contemplaban como progreso y muchas
mujeres asumiendo diferentes roles: ricas altruistas, prostitutas,
enfermeras arribistas y personajes excéntricos para la época como
una monja abortista o un cirujano negro.
En
la serie hay intrigas y pasiones, todo aquello que los guionistas
saben que nos va a atrapar y hacer seguir la serie hasta el final.
Los creadores de ficción experimentan en todas las direcciones, pero
por ahora beben de las fuentes de los modelos de la novela. Incluso
diría yo que están en la etapa infantil o juvenil de esta nueva
forma de contar historias. A muchos nos parece que los episodios que
Cervantes intercala en el Quijote, como la historia de Marcela, la
del curioso impertinente, la del capitán cautivo o la de Ginés de
Pasamonte, ajenas al andar de Don Quijote y Sancho, son un pegote que
el autor nos podía haber ahorrado. Pues bien, las series actuales
están llenas de tramas secundarias y The Knick no es una excepción.
Algunas están bien trabadas, más o menos justificadas en relación
al asunto principal, pero otras solo tienen la función de hacer
durar la serie.
Los
escenarios de época son someros, unos cuantos apuntes de callejeo:
coches de caballos y alguno de combustión, el anuncio de la
construcción del metro y muchos decorados de interior con el
correspondiente vestuario de época.
lunes, 24 de abril de 2017
Je suis le peuple
En
una cosa coinciden Marine Le Pen y Jean-Luc Mélenchon, que son los
representantes del pueblo, mejor, que ellos son el pueblo. "Je
suis la candidate du peuple", afirma la primera; “Nous
le peuple”, se llama la plataforma que apoya a Mélenchon.
El
juez Velasco tiene donde elegir, el pueblo de Le Pen, el pueblo de
Mélenchon o la gente de Pablo.
Por
lo que se ha visto, el pueblo, esa entidad, no ganó ayer ni ganará
en la vuelta definitiva de las presidenciales francesas. Y si el
pueblo no ha ganado, ¿quién ha ganado entonces?
domingo, 23 de abril de 2017
Habla el pueblo
“Los jueces tenemos que interpretar la ley conforme al pueblo. Somos gente del pueblo y el pueblo no perdona apropiaciones económicas o desfalcos como los perdonábamos antes... Vamos creando nuevas necesidades penales que responden a que el pueblo las quiere y por lo tanto los jueces tenemos que interpretar las leyes conforme al contexto actual”.
El
periodista no le pregunta por su acceso privilegiado al pueblo. Esa
entidad. ¿Cómo logra una comunicación tan directa? ¿Se lo dice al
oído? ¿Es por la nariz como barrunta lo que el pueblo quiere? ¿O
es un sarpullido que le sale e interpreta?
- Michel Onfray, un filósofo que sigo pero que me desconcierta. Me da la impresión que su forma de decir es la contradicción. Es como si disparase contra sí mismo:
“Pregunta. ¿Por qué no votará?
Respuesta. En 2005 hubo un golpe de Estado en Francia. Los franceses votaron contra el tratado europeo, que era liberal. Pero el Partido Socialista y la UMP de la época [el gran partido de la derecha, antecedente de Los Republicanos de François Fillon] apelaron a la Asamblea Nacional y al Senado para saltarse esta expresión popular. Remodelado sólo en el plano cosmético, este tratado se convirtió en el Tratado de Lisboa. En 2008 la Cámara impuso al pueblo lo que éste había rechazado en referéndum tres años antes. Supuso una ruptura clara del contrato social. La clase política se burló de los electores. De otro lado, las Cámaras no son representativas de la sociología francesa. Algunos partidos están infrarrespresentados y otros al contrario. El Frente Nacional (FN) tiene una intención de voto del 25% [en el momento de la entrevista], pero tiene dos diputados, mientras que los ecologistas, con un 2%, tienen 18 escaños y una vicepresidencia de la Cámara. Las dos Cámaras congregan muchos funcionarios, profesores, notarios, médicos, pero casi no hay obreros o agricultores. Hoy la democracia es formal. Ocurra lo que ocurra, el futuro presidente de la República defenderá el euro, Europa, el liberalismo y el sistema que garantiza su funcionamiento”.3. Un artículo que sí merece la pena.
viernes, 21 de abril de 2017
La flor que envenena nuestra cultura europea
"Ésta es, a mi juicio, la función de la ficción. No dar noticia de unos hechos, sino dar vida a lo que, de otro modo, acabaría convertido en mero dato, en prototipo y en estadística. Por eso la novela cuenta las cosas de un modo ameno, aunque no necesariamente fácil: para que las personas, a lo largo del tiempo, la consuman y la recuerden sin pensar, como los insectos que polinizan sin saber que lo hacen". (Eduardo Mendoza: Discurso de aceptación del premio Cervantes)
Dar
vida a los hechos para que sean algo más que mero dato, es el papel
que Eduardo Mendoza asigna a la ficción. Pero ¿qué ocurre cuando
la ficción es presentada como hecho, una y otra vez, año tras año?
Que entramos en el terreno del delirio. Don Quijote, al menos era un
loco que tenía conciencia de serlo, cosa que no ocurre con ese
amplio grupo de la foto (Gobierno
de Cataluña en pleno firmando el compromiso de celebrar un
referéndum): se desgañitan como locos y creen que están
cuerdos. A casi todos nos ocurre lo mismo que a Eduardo Mendoza,
“Yo creo ser un modelo de sensatez y creo que los demás están como una regadera, y por este motivo vivo perplejo, atemorizado y descontento de cómo va el mundo”.
Y
es que, como
recuerda Maria Schraeder, directora de la reciente película
Stefan Zweig: Adiós a Europa, Stefan Zweig dejó escrito en El mundo
de ayer:
“Por mi vida han galopado todos los corceles amarillentos del Apocalipsis, la revolución y el hambre, la inflación y el terror, las epidemias y la emigración; he visto nacer y expandirse ante mis propios ojos, las grandes ideologías de masas: el fascismo en Italia, el nacionalsocialismo en Alemania, el bolchevismo en Rusia y, sobre todo, la peor de todas las pestes: el nacionalismo, que envenena la flor de nuestra cultura europea”.
jueves, 20 de abril de 2017
Serviles, valientes y rufianes
En
el juego mediático que se ha abierto estos días para gozo de
desocupados y pesca de populistas se reparten cartas de todos los
palos. Están los corruptos, claro está. No hay tiempo histórico
que los desconozca, nada nuevo. Los seguirá habiendo pasado mañana
cuando el poder cambie de manos. Es la naturaleza humana. Hay figuras
viejas pero con hábitos nuevos: jueces que quieren hacerse un
nombre, políticos pancarteros -o autobuseros-, tertulianos que ya se
lo barruntaban o lo sabían de hace tiempo. Pero a mí me llaman la
atención dos tipos, opuestos pero que alegran el juego: los serviles
y los valientes. La del servil es una carta despreciable: aquel que
hace una carrera sirviendo a sus jefes sucesivos, ofreciéndose como
moqueta para que el jefe limpie sus zapatos embarrados. Llega muy
alto pero cuando se despeña es un espectáculo patético. Y luego
está el valiente que contra pronóstico se toma en serio su cargo y
hace política de la buena aún a riesgo de perderlo.
En el juego del
día los corruptos, los serviles y los valientes están en el mismo
campo ideológico, en el mismo partido incluso. Quien ha descubierto
las cartas ha sido la presidenta de la Comunidad de Madrid que ha
puesto en aprieto a su propio partido. Los serviles, el
fiscal anticorrupción y el
director y presidente del periódico del partido. Toda
generalización es mema: el PP es un partido corrupto. Hacerla
muestra la tosquedad de quien la hace, su cortedad mental o su estilo
rufianesco. A muchos les complace el estilo grueso, con eso también
hay que contar en el juego. No hay países o sociedades de una pieza.
miércoles, 19 de abril de 2017
Mi madre, de Richard Ford
Hay
una conversación, al final del relato, que define la relación entre
la madre y el hijo. Ella vive sus últimos días. Sale la posibilidad
de que se vaya a vivir con él. A ella parece que se le iluminan
los ojos, pero el hijo dice algo de lo que se va a arrepentir:
“Bien,
espera -dije. Y eso es lo que, más que ninguna otra cosa en mi vida,
quisiera no haber dicho nunca. Palabras que no hubiera querido oír
nunca-. No hagas planes todavía. Quizá para entonces te sientas
mejor. Tal vez no sea necesario que vengas a Princeton”. El
narrador aclara que el brillo de los ojos de la madre desapare. Poco
después murió.
Quizá
Richard Ford haya escrito el relato, haya sido tan escueto, tan
abstracto, para escribir esas palabras.
En
las últimas líneas del libro se pregunta: “¿Alguna vez se tiene
una “relación” con la madre?”. Y se responde: “No. Pienso
que no”. Antes había recordado otra conversación, poco después
de la muerte del padre. Ella le decía: “Richard -decía- nunca
conoceré la felicidad plena. No está en mi naturaleza. Concéntrate
en tu vida. Déjame sola. Yo me ocuparé de mí”.
“Y,
aún juntos, estábamos solos”, concluye.
Todo relato es una selección, una depuración, una destilación. Tratar de buscar el sentido de una vida en 80 páginas es un empeño literario para complacer al escritor y al lector. La vida es mucho más que eso y mucho menos. Lo es todo para quien vive y nada para quien ya se ha ido.
Todo relato es una selección, una depuración, una destilación. Tratar de buscar el sentido de una vida en 80 páginas es un empeño literario para complacer al escritor y al lector. La vida es mucho más que eso y mucho menos. Lo es todo para quien vive y nada para quien ya se ha ido.
martes, 18 de abril de 2017
Delincuentes sexuales
Pensaba que el mejor modo de regular la prostitución era una ley
que tuviese en cuenta el libre negocio del propio cuerpo, el cuidado de la salud de las
prostitutas y el control de los proxenetas, pero como en tantas cosas
estaba equivocado. El
informe que aparece hoy en el periódico muestra un negocio
bárbaro con traficantes de esclavas en vez de mujeres que
ejercen libremente el oficio. Pura esclavitud. Si miramos hacia el
pasado nos horroriza el tráfico de esclavos, nos indignan los negreros, lo que
hacían los propietarios de minas y campos de algodón en las
Américas, cómo trataban a otros hombres, de otro continente, de
otro color. Hoy, bajo la apariencia de democracia en la sociedad
liberal, sucede algo parecido, algo que si viésemos en una película
nos conmocionaría. Caben dos cosas que hacer, creo yo, presionar a los
legisladores para que sean lo más duros posible con los esclavistas
del sexo e introducir una medida que parece extrema pero por la que
podría venir la solución: tratar
como delincuentes a los clientes del sexo, como ya se hace en los
países nórdicos.
lunes, 17 de abril de 2017
La España vacía
“Lloramos por los pueblos abandonados y por ese desierto demográfico que parece irrecuperable. Pero ese desierto tan raro, tan antieuropeo, y esa conciencia del abandono que gobierna tantos salones y tantos álbumes de fotos, han hecho de España un país más tranquilo. Aunque el tópico pinte a los peninsulares como gritones, chulos, prestos a la violencia y amigos de las soluciones directas y tajantes, la historia de los últimos cuarenta años demuestra que también sabemos ser un pueblo pacífico y paciente. Incluso valiente. Un pueblo que deja las cosas reposar, que no se precipita, que ha aprendido a no matarse. Y eso quizá tenga que ver con el escarmiento del franquismo, que nos ha librado de la fiebre chovinista y patriotera, pero también con el tiempo que hemos tenido para asimilar en el sistema nervioso la pertenencia a un espacio de ficción del que venimos pero al que no podemos regresar. La España de la que proceden millones de españoles ya no existe. Puede decirse que el país se ha refundado. En muchos aspectos, el país del que nos hablan los mitos es otro país tan inverosímil y fantasioso como el de las maravillas de Alicia”. (Sergio del Molino)

Del Molino va desmitificando esas miradas antiguas, su
indagación es literaria y por ello los textos que examina son
literarios, desde el Cid al Quijote, desde los amantes de Teruel a
Don Juan, desde el Bécquer del Moncayo al Azorín de La Mancha,
desde el Giner de los Ríos de las Misiones pedagógicas a la mirada
llena de exotismo de los viajeros extranjeros, del carlismo de donde
venía el moderno Joaquín Luqui de los Cuarenta principales al
pijoaparte de Juan Marsé. Las citas de libros y películas son
abrumadoras, a veces, con asuntos alejados del tema central. Se detiene
en una peli como Surcos,
en un libro como El disputado voto del señor Cayo, en
documentales como Las Hurdes
o en crímenes famosos como el de Fago como muletas para describir la
despoblación, la pérdida léxica, la creación de mitos o el
aburrimiento en que terminan por caer los neorrurales. Incluso cuando
habla de historia, de las guerras que ese territorio ha padecido: la
napoleónica, las carlistas, la guerra civil, habla de las ideas o
mitos que los personajes a ellas asociados manejaban para guerrear.
Su paisaje es mental, de ese paisaje reniega. Se podría decir que el
autor ha alanceado a un moro muerto. El país que examina ya no
existe o nunca fue, como señala en el subtítulo, el país del
Quijote, el del carlismo, aquel por el que se lamentaban los del 98.
Sergio
del Molino ha escrito este libro para tratar de encontrar sus propias
metáforas, para comprender a su país, unas metáforas más amables
que le alejen de la historia triste y trágica, pero metáforas al
fin. Pero el lector, yo, aunque agradecido por el libro, aunque
amable y escrito sin acritud y bien informado, se siente decepcionado
porque no ha encontrado el ensayo que esperaba. España tiene un
enorme problema con la despoblación de su interior y debería
encontrar soluciones. “Un español tiene que intervenir porque le
ha tocado un paisaje que no es un paisaje, sino un problema a
resolver”, escribe el autor, pero no se refiere al problema real de
las gentes que siguen viviendo ahí, a la despoblación, al
vaciamiento, sino a “una especie de enigma esotérico” que
crearon sus escritores. Dice el autor que su literatura trata sobre
el silencio, el silencio que habita la España interior, sin embargo,
ha poblado su libro de voces, de la cháchara que generación tras
generación de escritores superpuso a ese silencio.
domingo, 16 de abril de 2017
Subasta en el domingo de resurrección
No
era muchedumbre pero sí un amplio corro de gente la que llenaba la
plaza no muy grande de Salas de los Infantes, tan coqueta como la de cualquier
capital comarcal de la vieja Castilla. Hombres y mujeres vestidos de
forma cuidada aunque ya no de domingo como se solía. Yo tomaba el
sol en un cómodo sillón de enea, con un café y el periódico en la
mano, absorto en este endiablado presente tan difícil de
interpretar: con políticos salidos del arroyo y peligrosos botones
al alcance de sus dedos, con hombres blancos cuyo futuro es tan incierto que no desdeñan la muerte como opción, con la ciencia en su mejor
momento: no hay día sin algo que descubrir. Me han devuelto a la
poesía las bocinas de los instrumentos que anunciaban la entrada de
la Dolorosa en la plaza, y luego una voz, tras un breve silencio, que
reclamaba atención: una subasta para quitar el manto negro a la
Virgen. La gente en corro alrededor ha ido pujando hasta alcanzar los
750 euros que ha ofrecido un hombre de mediana edad, camisa a finos
cuadros y pelo entrecano. Debajo del manto negro la Virgen lucía una
esplendente túnica blanca por la alegría de la resurrección. (La cámara me ha jugado una mala pasada, por eso muestro la plaza vacía).
viernes, 14 de abril de 2017
El ignorante, el gordo, el gimnasta y el cuerdo
Qué
obsceno el salivar de los presentadores de las televisiones
anunciando el lanzamiento de lo que llaman la madre de todas las
bombas. Como si el mundo por entero se hubiese convertido en una
pantalla donde desplegar el videojuego definitivo. Una guerra sin
verdaderos enemigos: un pepino brutal y mortífero contra la guarida
de hombres prehistóricos. Un gordo loco pinchando en las nalgas del
gran ignorante que está al mando de los botones. Un gimnasta
psicópata armando al oftalmólogo que mata con todos los métodos en
una guerra real con cientos de miles de muertos, invadiendo y
bombardeando países él mismo. Y el que parece más cuerdo, el jefe
del país más poblado, ejecutando a tantos miles de chinos al cabo
de un año que su número es secreto de Estado. Y con espectadores
ansiosos por salir del aburrimiento en que la tecnología digital ha
convertido sus vidas. ¡Por fin acción de la buena!
sábado, 8 de abril de 2017
Cómo llamarlo
Hay
algo peor que hacer el ridículo, perseverar en ello. Es lo que les
sucede a los indepes catalanes cuando una y otra vez suplican
por medio mundo una pose con algún personaje, aunque sea del pasado
remoto (Carter, por ejemplo), para hacerse una foto. Saben que hacen
el ridículo, pero se ven obligados a perseverar por la inercia del
procès en seguir pedaleando en la rueda del hámster.
Artesanos
de la paz. Así llama lo que sigue denominándose ETA a una pandilla
de observadores internacionales a quienes tampoco importa caer en la
cursilería con tal de que alguien en el mundo les tenga en mínima
consideración. Entre ellos un profesor Mannikalingam, un alcalde de
Bayona, un arzobispo de Bolonia y un representante de la iglesia
metodista de Irlanda. Todo por la entrega de ¡120 armas de fuego!
Como ridícula es la campaña de algunos ex próceres ingleses por mantener la gloria del imperio en el reducto de Gibraltar.
Espiritualidad progresista.
Como ridícula es la campaña de algunos ex próceres ingleses por mantener la gloria del imperio en el reducto de Gibraltar.
Espiritualidad progresista.
viernes, 7 de abril de 2017
Los límites del mundo
“Nuestraposición política sesga incluso nuestras lecturas más científicas. Los lectores progresistas y liberales (los que compran libros políticos de esa cuerda) tienden a leer también libros de ciencia básica (física, biología, astronomía, antropología), mientras que los conservadores prefieren la ciencia aplicada (geofísica, química orgánica, medicina, criminología)”.
Nuestra
posición ante las cosas está prejuzgada por el entramado mental
heredado que, sin embargo, se va reconfigurando ante algunos
acontecimientos vitales (ser madre, por ejemplo). Somos conservadores
o progresistas, tristes o alegres, venturosos o patéticos. Nuestra
vitalidad está comprometida de antemano. Pero ¿cómo se conforman
esas ideas y sentimientos en una u otra dirección? ¿Podemos
liberarnos del yugo de la predisposición?
¿El
mundo sigue su camino o sólo existe en tanto que lo vemos?, ¿está
determinado por los límites de nuestra mente, de nuestro
pensamiento, de nuestro lenguaje? Si estamos tan inseguros sobre la
robustez de nuestras proposiciones sobre el mundo, entonces, ¿tiene
sentido empeñarse en defender una particular visión del mundo?, ¿la
pasión política, una posición política, por ejemplo?
Si
hay una determinación lingüística, social, local, psicológica de
la razón, e históricamente la ha habido, el empeño de los
filósofos (aquellos que están dominados por la pasión de saber) y
de los científicos ha sido de superarla, de pasar por encima de toda
determinación. El relativismo se niega a sí mismo.
Una
verdad no es simplemente un consenso temporal sobre un asunto: muy a
menudo la verdad que establece la ciencia ha tenido que abrirse
camino en contra del consenso de la época (Galileo, Colón). No es
que nuestro lenguaje limite nuestro mundo sino que comprobamos que no
es adecuado a lo nuevo que vamos descubriendo. Colón no tenía una
palabra para describir lo que veía (las nuevas tierras), ni siquiera
para denominar lo que estaba haciendo (descubrirlas).
martes, 4 de abril de 2017
En defensa de la intolerancia
Pero
cuando se cree comprender algo, no está claro que sus propuestas
sean liberadoras. Tiene cierta lógica su crítica de la pospolítica
que practica lo que el llama el capitalismo multicultural: la
tolerancia hacia las minorías, hacia los grupos separados por
identidades es, en realidad, una forma de reacomodación del
liberalismo, una reclasificación por medio de la cual integra la
protesta y el malestar ("El multiculturalismo es un racismo que mantiene las distancias"). Parece evidente, y está en la naturaleza del
capitalismo maximizar económicamente, por ejemplo, las diferencias
étnicas o sexuales como “estilos de vida”, lo que, al mismo
tiempo, rebaja su potencial transgresor. La alternativa sería la
repolitización, el reconocimiento del otro en toda su crudeza, dar la palabra a lo que llama la parte
sin parte, aquellos que como el inmigrante “no tienen sitio adecuado en la jerarquía”. “La democracia es el derecho fundamental a ser escuchado
y reconocido como iguales en la discusión” (Rancière). Si así
sucediese, en el acto de reconocimiento del otro, del extraño, ("El inmigrante contradicción viviente"), el
sistema sería puesto gravemente en cuestión.
Lo mismo sucede en
cuanto al cambio del sujeto libre y reflexivo que alcanzaba su
autonomía en el seno de la unidad familiar, durante la primera
ilustración, por el actual sujeto narcisista, libre de
responsabilidad y vaciado de sí mismo, en la segunda ilustración,
atrapado en el sueño del otro, como el enamorado puede estar
atrapado por el amor de quien lo ama: los gadgets tecnológicos, el
deporte retransmitido, la serieadicción, las redes sociales. Žižek
cree que ese zombi que camina por las redes como un sujeto que emerge
después del trauma (Lacan) tiene una oportunidad, que está listo
para renacer. ¿Cómo? El proceso liberador sería un acto
individual, libre de determinaciones, liberado del contexto,
convertido en acto único de carácter ético, que genera su propia
norma. Un acto de intransigente reivindicación de la
libertad-igualdad (Balibar). Un ideal utópico que Žižek no dice
como implementar, aunque pone algún ejemplo. El elemento liberador
sería un acontecimiento en lo público (la caída del muro, el 15.M, por ejemplo) y un
acto transgresor en lo privado (Mary Kay. aquella profesora con una
relación ilegal con su alumno de 14 años, que no cede ante
los jueces o la opinión pública). El gesto convertido en acto
revolucionario. Aunque no parece tener mucha fe en su propuesta: “Las
muy dignas muchedumbres germano-orientales que se reunían en torno a
las iglesias protestando y que heroicamente desafiaban el terror de
la Stasi, se convirtieron de repente en vulgares consumidores de
plátanos y de pornografía barata”.
De
lo que no hay duda, a pesar de su logomaquia, es que es un fino
analista de lo que él y Byung-Chul Han denominan pospolítica, esa
realidad fantasmática que el capitalismo ha creado como forma
sustitutoria de la realidad. De individuos libres y reflexivos hemos
devenido neuróticos obsesivos que, mediante una actividad incesante
en la realidad virtual, absorbidos por las redes sociales, buscamos
satisfacer nuestras necesidades simbólicas (creadas, irreales,
innecesarias) con likes, firmas de apoyo, reenvíos de vídeos,
enlaces y chistes, una adhesión interpasiva, en sus palabras, que
nos evita el compromiso con lo real real. Nuestro compromiso virtual
“nos permite satisfacer nuestra necesidad de amar al prójimo”,
sin tener que molestar de verdad al borracho que duerme entre
cartones o al refugiado rescatado en las islas griegas, sin tener que
tocar sus pústulas con nuestra agobiante compasión (Refugees
Welcome). Se comprende el furor de Žižek contra las formas
posmodernas de politización, desde las políticas de identidad de
las minorías étnicas, de género, de naciones oprimidas, de derechos de los gays, al rescate de nichos ecológicos,”toda esa
incesante actividad de las identidades fluidas... todo eso tiene algo
de profundamente inauténtico y nos remite, en definitiva, al
neurótico obsesivo que o bien habla sin cesar o bien está en
permanente actividad, precisamente con el propósito de asegurarse de
que algo -lo que importa de verdad- no sea molestado y siga
inmutable”.
lunes, 3 de abril de 2017
Palabras muertas
Una
tarde de noviembre de 1572 a Tycho Brahe, mirando al cielo, le
sorprendió un cuerpo brillante que no había visto antes. Más
luminoso que Venus y visible durante el día. Aquel cuerpo no debía
estar allí. Según Aristételes no podía haber cambios en el cielo.
Brahe hizo cálculos y vio que no podía estar en la esfera sublunar,
en la alta atmósfera, así que se atrevió a pensar y, ayudado por
la hipótesis copernicana, negó el sistema aristotélico que hasta
entonces ordenaba el cielo. Tycho Brahe había visto una supernova,
que fue visible durante unos meses, y que aún sigue en la
constelación de Casiopea. Los hombres cultos aprendieron a mirar
las cosas liberados del prejuicio de la autoridad, dando paso a la
revolución científica y luego, como consecuencia, a la industrial,
revolución en la que estamos, aunque hubo muchos que prefirieron
seguir comentando los textos antiguos. Una doble cultura separó la
evolución del saber desde entonces, a un lado los que buscaban
conocer haciéndose preguntas sobre lo que veían, al otro quienes
creían que las respuestas estaban en lo que los sabios de la
antigüedad habían establecido.
Sergio
del Molino ha puesto en el aire el asunto del estancamiento y caída
demográfica de lo que él llama la España vacía y otros Serranía
Celtibérica o Laponia española. Julio Llamazares y Paco Cerdà han
escrito también sobre ello. Los escritores e incluso los
procuradores dicen estar preocupados. Sin embargo el punto de vista
dominante es literario, buscan en los autores del pasado afianzar su
melancolía, el contento morboso de constatar la defunción de la
mitad de España. Pero no veo balances, una reflexión material sobre
posibilidades y cómo rellenar ese inmenso hueco.
Veo en esta entrevista otro reflejo. La filosofía como logomaquia, un
mero amontonamiento de palabras muertas.
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