miércoles, 26 de abril de 2017

Como el agua que fluye


“Mas ahora le parecía que los libros que había leído (¿habría que juzgar por ellos a todos los demás libros?) no le habían aportado gran cosa, menos quizá que el entusiasmo o la reflexión que puso al leerlos; pensaba que, en todo caso, lo mejor en aquel momento era abstraerse por completo en la lectura del mundo que tenía ahora, por tan poco tiempo, ante los ojos, y que la suerte, por decirlo así, le había deparado. Leer libros hubiera sido igual que beber aguardiente: una manera de aturdirse para no estar allí.”

Ana Soror

          Admiro la sabiduría técnica de Marguerite Yourcenar, su erudición, la elegancia de su prosa, pero de qué le sirve eso al lector. Hay un cierto placer en la lectura de sus libros que viene del reconocimiento, como cuando se contempla una escultura magnífica en su peana y uno se predispone a la alabanza, ¿pero eso basta? El relato del amor entre Ana y Miguel, su hermano, lo sitúa la autora a comienzos del siglo XVII, junto al Fuerte de San Telmo, en Nápoles, en el seno de una familia noble de españoles al servicio del rey. Yourcenar nos muestra los usos y costumbres de la época, el poderío constreñido de la monarquía hispana y sus servidores, la psicología y la moral determinada por la Iglesia contrarreformista y también la pasión desatada que no conoce límites aún consciente de lo dura que será la caída. Pero ¿qué diferencia a esta obra de un best seller de calidad en lo esencial? Sin duda la prosa de la autora francesa está mejor alimentada, pero fuera del morbo, ¿qué queda de ese relato para ser leído en la actualidad? Se diría que uno recorre las páginas de un Playboy ilustrado por la fina pedrería del lenguaje culto en vez de por fotografías carnales.

Un hombre oscuro

          Es en el segundo relato de este libro, que caería dentro de lo que se entiende por nouvelle, donde Marguerite Yourcenar muestra mejor la eficacia de su estilo. Liberada del afán transgresor de Ana Soror, de sus afeites y adornos que lo convierten en una historia cursi, El hombre oscuro es el que en realidad responde al título general del libro, Como el agua que fluye. La autora deja que su prosa como el agua en el río lleve la vida natural de su protagonista Natanael desde el nacimiento a la muerte, un fluir lineal pero también circular pues el relato comienza con el anuncio de su muerte y acaba en una isla donde se retira para morir solo. Natanael se topa aquí y allá con personas que le muestran afecto o se aprovechan de él, sin dejar en nadie una huella que vaya más allá de un leve recuerdo.


          Yourcenar es hija de su tiempo, de un modo de concebir la literatura tan atrapado en las expectativas del momento que algunos de sus relatos se ha hecho viejos demasiado pronto, aquellos escritos para derribar el muro moral de la sociedad conservadora. Sólo cuando se deja llevar aparece la gran escritora. Sin embargo, creo que en su modo de concebir la literatura no tenía demasiado en cuenta al lector, nos apabulla a menudo con su erudición, con su gran estilo. Los grandes escritores son aquellos que escriben para conmover al lector y para incomodarle, para poner en cuestión su edificio mental, no para darle el placer fugaz de la rápida descarga emocional o peor aun para el propio lucimiento del autor.

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