martes, 18 de abril de 2017

Delincuentes sexuales



                    Pensaba que el mejor modo de regular la prostitución era una ley que tuviese en cuenta el libre negocio del propio cuerpo, el cuidado de la salud de las prostitutas y el control de los proxenetas, pero como en tantas cosas estaba equivocado. El informe que aparece hoy en el periódico muestra un negocio bárbaro con traficantes de esclavas en vez de mujeres que ejercen libremente el oficio. Pura esclavitud. Si miramos hacia el pasado nos horroriza el tráfico de esclavos, nos indignan los negreros, lo que hacían los propietarios de minas y campos de algodón en las Américas, cómo trataban a otros hombres, de otro continente, de otro color. Hoy, bajo la apariencia de democracia en la sociedad liberal, sucede algo parecido, algo que si viésemos en una película nos conmocionaría. Caben dos cosas que hacer, creo yo, presionar a los legisladores para que sean lo más duros posible con los esclavistas del sexo e introducir una medida que parece extrema pero por la que podría venir la solución: tratar como delincuentes a los clientes del sexo, como ya se hace en los países nórdicos.

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