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sábado, 3 de agosto de 2024

La pirámide autoritaria

 



La democracia no solo es un sistema de representación, también lo es de delegación. Los parlamentarios son nuestros representantes, recogen lo que la mayoría de la población piensa y quiere. Convertidos en miembros de la administración, delegamos en los políticos la capacidad ejecutiva, esto es, que tomen decisiones que afectan al conjunto de la población. De ahí deriva nuestro principal problema. Acostumbrados a delegar, inducidos, obligados a ello, eludimos nuestra responsabilidad ciudadana. Si alguien toma decisiones por nosotros, puesto que nos representan y en ellos hemos delegado, podemos aliviar nuestra preocupación por los asuntos públicos, desentendernos de cualquier otra obligación que no sea acatar y cumplir normas. Asumimos la condición de buenos y obedientes ciudadanos, no de sujetos activos de la comunidad política. Nuestra única responsabilidad consiste en emitir una papeleta los días de votación; en las decisivas votaciones legislativas, suele ocurrir cada cuatro años. Tras los comicios, nuestra relación con la política es meramente sentimental; podemos enfadarnos, patalear o elaborar discursos bien razonados, insultar en Twitter o escribir artículos, hablar en público o entre amigos, pero nada de eso tendrá influencia alguna en el estado de las cosas.


Los políticos, nuestro representantes, nuestros delegados, se unen en grupos de interés y, además de hacer leyes, elaboran retóricas para justificar o enmascarar sus intenciones e intereses. La retórica mejor elaborada, combinada con algún tipo de presión sobre nuestro estatus social (jubilados, parados, condición social o sexual) condiciona nuestra respuesta, básicamente emocional en el día a día y, ceremoniosamente seria en el día de las elecciones.


El sistema de delegación elaborado para construir los estados liberales vicia el sistema: delegamos en diputados, que delegan en gobiernos, que delegan en un líder único creando un sistema piramidal que aparentemente va de abajo arriba, pero que en realidad va de arriba abajo: es el líder del partido político quien elige a sus cuadros, que se convierten en candidatos electorales, entre los que no hay posibilidad de discriminar; el votante acepta en bloque la lista presentada por el líder. Por tanto, nuestro sistema no es realmente democrático, su tendencia es hacia la autocracia, puesto que son los grupos políticos (formados alrededor de oligarquías locales), dirigidos por un líder, sustentados en insuficientemente definidas formas de financiación, los que mantienen ordenado el sistema.


Como son los líderes quienes, desde lo más alto de la pirámide, la ordenan, la posibilidad de escoger o controlar al líder es cada vez más difícil porque su posición en la estructura pirámidal solo depende de él. Incluso en los casos más aberrantes de mentira, corrupción o autoritarismo es difícil si no imposible removerlo, la propia forma de la pirámide lo impide. La voluntad de un solo hombre puede torcer un país. Tampoco la militancia o el electorado, porque los partidos están armados con la retórica religiosa de la fe, con bautismo, militancia y excomunión. La conversación política difícilmente puede salir de ese esquema -se produce entre creyentes-; las opiniones adversas se consideran provenientes de enemigos con quienes es imposible conciliar, todos ellos extremistas. Especialmente claro es en los grupos de identidad, donde la condición, ya no social como antaño, sino abstracta, simbólica, es el elemento de cohesión y pertenencia del que tan difícil es escapar, y del que uno no concibe ser excluido.


De acuerdo con esta estructura piramidal de arriba abajo de la política, no son los representantes quienes recogen la opinión de los ciudadanos, sino que estos asumen catequéticamente lo que viene de arriba, conforman su modo de pensar a la retórica de los grupos políticos. Cómo llamar a esto democracia. La mayor parte de la población se conforma con esa simulación.



martes, 30 de julio de 2024

La solución Münchhausen

 



Parece imposible que los venezolanos puedan salir de las tierras pantanosas en que se encuentran tirándose, al modo del barón de Münchhausen, de los cabellos, ¿pero acaso tienen otra opción? He visto pedir en Twitter, por un burgués diletante, que se repartan armas entre la población. En el otro extremo los muy izquierdistas se felicitan del triunfo del régimen de Maduro. En ambos casos la ilusión les mueve. La realidad es un ente ilusorio para ambos, recreada por el ansia de libertad, bondad y justicia.


Repartir armas entre la población es una operación condenada al fracaso. El narcorégimen está parapetado y bien armado. Los muertos serían cuantiosos. ¿Si esa puesta triunfase, a quién beneficiaría? ¿De conseguirlo, quién devolvería la vida a los muertos?


En el segundo, la ceguera (cerca de ocho millones de venezolanos han abandonado el país; el declive económico es evidente, la represión, el encarcelamiento, la muerte), es por una buena causa. Maduro y los suyos aman al pueblo: persigue la justicia social y el derrocamiento de los ricos. El socialismo del siglo XXI.


En ambos casos, desde la distancia se sabe lo que le conviene al pueblo: ofrecer el sacrificio de la propia vida, en un caso, para alcanzar la libertad; arrastrar una vida miserable, en el otro, para construir el socialismo; en ambos una buena causa. El que propone entregar armas al pueblo no irá a Venezuela para ponerse a pecho descubierto al frente de la rebelión; quienes felicitan a Maduro por su grosera victoria no se irán a vivir a Venezuela para degustar las delicias del socialismo del siglo XXI.


En el pasado los jóvenes soñaban con la revolución; pasado el tiempo esos jóvenes, ya instalados, sueñan con que la hagan otros en su lugar, ya sea rebelándose contra el tirano, ya manteniendo la ilusión de la revolución en marcha. En ambos, sigue viva la mística del sacrificio: el precio a pagar por la contradicción entre sus sueños juveniles y su vida de rentistas es la mala vida para las pobres gentes. Dos formas de apuntalar una fe ruinosa. El sueño liberal o el sueño socialista convertidos en pesadilla.


Visto así, parece que la única solución sea la solución Münchhausen, salir de las aguas pantanosas tirándose de la propia coleta. ¿Acaso no ha sido así como todos los pueblos han ido saliendo uno detrás de otro de la vidas miserable? Parecía milagroso, pero es así como ha ido sucediendo.


lunes, 29 de julio de 2024

Sapere aude

 



Todo hombre religioso piensa que su fe es la verdadera. Cómo no lo va a pensar si en los momentos graves de su vida eleva oraciones a su Dios para que le saque de la situación dramática que vive, incluso hace promesas costosas de cumplir a cambio de la intervención divina. Si su fe es la verdadera, todas las demás son falsas. En consecuencia, cómo va a mirar con simpatía a sus enemigos mortales, pues el futuro, la misma eternidad está en juego. Puede ser benevolente con los pobres diablos que creen en supersticiones, pero reserva un odio metafísico a los mandamases que predican la mentira, a quienes sacrifican niños, a quienes ocultan a sus mujeres, a quienes mantienen a sus fieles en la miseria. Si aparece la tolerancia entre la grey hacia los adversarios, ya no enemigos, es porque esa parte ha perdido la fe o está a punto de hacerlo.


Si hasta a los fanáticos de una fe tan mundana como la de un equipo de fútbol se les oye decir que desean que el equipo rival pierda hasta en los entrenamientos, no les importa que los árbitros comentan gruesos errores a su favor, que sus directivos los compren. Y si los periódicos rivales afirman tal cosa, verdad es que mienten.


¿No se escucha tal o cual emisora de radio o televisión, tal o cual periódico porque es de la misma cuerda, porque anima la fe que uno mantiene desde siempre, una fe que requiere una reafirmación diaria para que no germine la duda? ¿Acaso no se tapa los oídos el creyente ante los resultados negativos de su equipo, no hace oídos sordos a las noticias que destapan corrupciones y crímenes de los suyos? No nombres a tu Dios en vano, es el mandato.


Qué fiel aceptará de buen grado que su partido deponga las armas del discurso, los signos del poder, aceptando la derrota en elecciones ante el partido enemigo, si los oficiantes de los medios le han convencido día a día de que ese es el mismo diablo, el mal que traerá consigo la ponzoña, la violación de mujeres y la muerte de los niños. El bien, la verdad y la justicia no pueden perder, prevalecen, están por encima de la mudable opinión. El fraude lo cometen quienes gritan ¡fraude!


La fe es el estado natural de la humanidad. Es el tinglado mental que mantiene la estructura social. Lo extraordinario es el pensamiento libre, la no dependencia de una iglesia, de un partido, de una fe.


"La cuestión profunda de la epistemología social –el verdadero enigma– no es por qué la gente tiene creencias falsas, sino por qué a veces la gente forma creencias verdaderas".


lunes, 24 de junio de 2024

Mal gobierno

 



En estos tiempos, no sé si en todos, buscar un buen gobierno parece un esfuerzo inútil que lleva a la melancolía, me conformaría con una buena oposición. Echa un vistazo alrededor, ¿dónde la ves? Se cumple hoy el segundo aniversario de la atrocidad de Melilla. Ni siquiera se conoce el número de muertos. Parece que hay una cifra oficial que suma 23. Las ONGs lo elevan a más de 70. Utilizar adjetivos para definir la actuación de los gobiernos marroquí y español en el asunto me haría descender al inframundo de su retórica, donde el choque de sus proclamas virtuosas con respecto a la inmigración chocan con la brutalidad de sus prácticas. Por supuesto, han dado carpetazo a la investigación de lo que ocurrió.


Pero ya que no hay gobierno sino prácticas mafiosas que confunden el gobierno con el interés propio, al menos nos quedaría la oposición: que aquel no se salga de los rieles de la ley. Pero no la hay, no hay oposición. El grupo mayoritario piensa qué habría ocurrido si él hubiese estado en el gobierno, qué sucederá sí vuelve a ocurrir algo similar. Y los pequeños grupos coaligados, los que utilizan la retórica populista con más desparpajo, están tan alejados de la realidad y tan apegados a las migajas del poder que se les ha ofrecido que son incapaces de levantar la voz en aquello que se dicen los más defensores: su única obsesión es tapar las voces que pudieran afearles la entrega del Sáhara a Marruecos y la muerte de tantos inmigrantes. Que pase el tiempo, que se hable poco, que se les pregunte sobre el clima y sobre Miley.



domingo, 26 de mayo de 2024

Clasismo

 



Me topo con un acto de Junts junto a la Estació del Nord. Pantallas azules detrás de la tribuna de oradores en las que aparece el rostro de alguien -encabeza la lista para las europeas- al que no se le conoce un discurso propio. Alrededor, unas 150 personas sentadas trajeadas encorbatadas. Detrás de ellas un estrado aún más alto con un montón de cámaras. Hacía tiempo que no veía un mitin político, años. Los oradores jóvenes con barba rasurada pelo bien cortado. Hay un ritmo maquetado de charla sin entusiasmo, aplausos cortos y puesta en pie con algún vítor. Cuando ya me voy comienza una oradora: "Catalans, perquè nosaltres som catalans...". Claramente es una escenificación, una puesta en escena para ser transmitida. En los aledaños la vida sigue indiferente.


El mayor escándalo de la política española, que ya dura muchos años, es el clasismo, su ocultación. No hay ningún partido que lo mencione, que lo ponga en primer plano del discurso para combatirlo. Es más, todos los partidos son clasistas porque sus cuadros viven de la diferencia, pertenecen a las familias de toda la vida que se reparten a izquierda y derecha para cubrir todo el espectro político. Su principal función es ganarse la vida y a ser posible, enriquecerse por medios tolerados o ilícitos. Todo lo demás, el discurso, es retórica. En el discurso se eluden las diferencias sociales, el clasismo, y se ponen por delante otros combates, ideológicos, retóricos.


El discurso nacionalista - sea en Cataluña o en la Qimbambas -es el principal ocultador del clasismo. El nacionalista disimula su esencialismo con otras figuras: del antirracismo al antisexismo, del discurso sobre el clima a la gordofobia. En los barrios de la clase media y de la clase social abandonada, sus vecinos, antes que nada, han de demostrar que no son racistas, que están a favor de la lucha feminista y que siguen todos los protocolos para que la tierra no se convierta en un basurero ni en un horno. El nacionalismo recoge en su discurso todos esos ideologemas y los ordena alrededor de la nación. Eres un ciudadano 'com cal', y serás bien acogido, si cumplas todas los requisitos. Todos los partidos sean de derechas o izquierda en un entorno nacionalista asumen esa retórica. Todos la utilizan para opacar el problema principal y de hecho consiguen que la mayor parte de la población, por maltratada que esté, anteponga esos ideologemas -sin saber que lo son-, a sus necesidades básicas, que asuman como hecho natural la distancia económica, de estatus y de representación política que le separa de las élites, que en todos los rangos de ordenación sepan cómo estar en el mundo.


En el extremo político, como medio de ascenso, los nacionalistas 'sin pelos en la lengua' dan la vuelta a esos ideologemas convirtiendo el malestar social de sus posibles votantes en racismo antinmigración, sexismo o denuncia del discurso climático de las élites a las que quieren sustituir. No lo hacen buscando remedio al clasismo que padecen sus posibles votantes, sino buscando el propio interés, hacerse un hueco en la élite. El nacionalismo, en el periodo franquista o en la actualidad, es el mejor sistema ideológico para mantener y reproducir el clasismo.

Además,

Hay una verdad inapelable, sin nacionalismo en el País Vasco, no se hubieran asesinado a 853 personas, no se hubieran cometido más de 3.500 atentados y no habría más de 7.000 víctimas. Sin nacionalismo en el País Vasco, 22 niños hubieran tenido la oportunidad de convertirse en adultos y decidir en libertad qué era lo mejor para su tierra. Sin nacionalismo decenas de miles de vascos y vascas vivirían todavía en sus casas.


sábado, 27 de abril de 2024

El gran experimento

 


Dudo que haya sido deliberado. Caben dos posibilidades que haya sido forzado por alguien superior a él (no por el cargo, sino por la información disponible) o que haya sido un pronto emocional (una reacción ante algo que le disgusta). La consecuencia es que ha sometido al país a un estrés insólito. Eso sucede por conceder a una sola persona tanto poder. La alternativa son los regímenes parlamentarios donde el Ejecutivo está sometido a la fuerza del Parlamento, un Parlamento donde los escaños pertenecen a los parlamentarios que se presentan en listas abiertas, no a los partidos.


Como si no hubiese bastado con el gran experimento que sufrimos durante la pandemia del Covid-19, estamos viviendo uno nuevo durante 5 días, que los politólogos y sociólogos podrán estudiar. A nivel mundial incluso europeo lo que suceda no tiene mayor importancia porque España es un país de segundo o tercer nivel. Sí lo tiene para comprobar la calidad de nuestra democracia, si resistirán las cuadernas de nuestro sistema, si el edificio constitucional aguanta la intemperancia.


De momento lo que se puede observar es que ante la falta de hombre al timón muchos se sienten náufragos y en vez de esperar a que acabe el experimento se lanzan al mar para llegar a la playa. Otros anhelan que el barco se desencuaderne y con las tablas flotando construir uno nuevo. Hay incluso quién piensa y lo dice a voz queda o gritando que si el barco no tiene timonero necesitamos con urgencia un Hombre fuerte y decidido, el mismo que se ha ido a pensar pero fortalecido (‘Vuelve, Pedro’), para unos, y otro muy diferente, opuesto, para otros. Hombres templados se ven pocos o callan como si el experimento no fuese con ellos.


Las democracias liberales surgidas en el siglo XIX se crearon como réplica o sustitución de los regímenes de origen divino o providenciales, monárquicos o aristocráticos. Su función es resolver los problemas prácticos de las naciones, bajo las premisas de que todos los hombres son libres e iguales -un hombre, un voto- y cuyo fin último es que todos tengan las mismas oportunidades. Por tanto, los hombres providenciales son una anomalía, una distorsión que recupera por otros medios aquello que tanto detestábamos.


martes, 16 de abril de 2024

Oligarquías

 



La patronal catalana, Foment del Treball, visita al huido de la justicia, Puigdemont, para parlamentar con él sobre la seguridad jurídica de las empresas en Cataluña. Sería de chiste si no representase con exactitud el orden real de las cosas: que estamos gobernados por oligarquías. Allá por donde uno mire, si deja de lado las pasarelas donde modistos y modelos exhiben sus colores políticos (campañas electorales, debates en televisión, representaciones en el Parlamento), ve la trama del poder que no se esconde. (Oligarquía. Jeffrey A. Winters: No ha existido nunca en la Historia una sociedad que haya tenido un sistema político estable que no sea oligárquico”).


Cuando los gerifaltes del PP, con Feijóo a la cabeza, visitan Cataluña, antes que nada van a consultar a los empresarios del Foment y después a las oficinas de La vanguardia, su órgano, para dar el visto bueno o para hacer tratos. Cada dos por tres vemos a un grupito de periodistas presentando un nuevo medio de Internet -periodístico le dicen (los hay a cientos, quién los paga, quien los lee)-, apoyados por políticos y empresarios, generando grupos de presión, pequeños círculos de poder que intentan hacerse hueco dentro de las oligarquías: periodistas empresarios políticos.


Hay que hablar de oligarquías en plural porque la España de las autonomías ha generado una en cada una. El juego político que vemos cuando debaten entre ellos, cuando aparentan desgarrarse en las campañas electorales no tiene que ver con proyectos de mejora que afecten a la ciudadanía, o no primordialmente, sino sobre quién se beneficia de los presupuestos públicos, dónde van las partidas de dinero que provienen de los fondos europeos o de los impuestos. Esa lucha, que no se menciona cuando debaten ante nuestros ojos para convencernos de a quién debemos votar, se nos hurta para que participemos y nos comportemos como ciudadanos juiciosos que acuden a la urna con la enorme responsabilidad de ejercer el voto en busca del mejor programa que solucione los problemas del cambio climático, de la inmigración, del envejecimiento, de la fragilidad de Europa.


"Las democracias eligen a unos líderes, mientras los oligarcas y las élites pactan las reglas del juego".


¿Son las leyes más fuertes que los oligarcas? En democracia, esa es la cuestión. En realidad todos lo sabemos, dónde está el poder y a qué se juega, pero hacemos como que no vemos, nos hacemos los tontos porque asumimos que el orden del poder es un mal menor, aunque hay quien cree, cuando aparecen políticos jóvenes o partidos nuevos, que esta vez sí, sin darse cuenta, ingenuos, que no es más que un nuevo 'procés' de renovación oligárquica, hacerse hueco, que no han cambiado las cosas en siglos, que poco podemos hacer y que empeñarnos en hacer que cambien es un esfuerzo juvenil -los soldados que las élites necesitan-, una pasión inútil que con el tiempo lleva a la melancolía.



Este periodista, por ejemplo, muestra un entramado oligárquico regional como si fuese algo deseable. Describe con exactitud los canales verticales de distribución decreciente de poder y riqueza, y, sin embargo, afirma que es horizontal. En democracia, sin la legitimación recursiva que aportan los periodistas y líderes de opinión, el sistema no sería duradero ni viable


domingo, 25 de febrero de 2024

Señales




Putin ha olido la cobardía de una Europa sin líderes, distraída en guerras culturales en su interior. Las señales están ahí, pero hacemos lo posible por no verlas.


Sabemos casi todo lo ocurrido a Alexéi Navalni en una lejana prisión siberiana. Por un rincón de los informativos se cuela lo que le ocurrió a Maxim Kuzmínov: le descerrajaron varios tiros en Villajoyosa, Alicante, como antes habían matado a una familia rusa en Lloret de Mar. ¿Qué reacción ha habido por parte del Estado español ante un crimen cometido en su suelo?


Europa ofrece al mundo su modelo de vida. El mundo lo admira. Los inmigrantes africanos llegan por miles. ¿Lo defiende? Su mayor enemigo está a punto de dar el gran zarpazo sobre Ucrania y quizá más allá. Europa no se ha comprometido plenamente en su defensa, frente a un estado terrorista que no solo acecha en sus fronteras sino que mata impunemente en su interior sin encontrar una respuesta firme.


Navalni, la Rusia que no pudo ser


El Parlamento catalán acepta un nuevo proyecto de ley de desconexión, el paso previo para una nueva declaración de independencia. El gobierno, sin embargo, acepta los votos de los independentistas para mantenerse en el poder. El servicio secreto que ha matado a Kuzmínov estuvo detrás de las operaciones del golpe de estado de los independentistas catalanes.


Los republicanos tienen la oportunidad de elegir a una mujer competente, Nikki Haley, como candidato presidencial, sin embargo, elegirán a Trump. ¿Qué será de Europa entre Trump y Putin?


La respuesta a todas esas señales es la retórica enfática de nuestros líderes. Escogemos líderes íntegros y clarividentes para solventar el problema de la ceguera de la multitud. Ironía.


***


Musik. Allways on my mind.



miércoles, 13 de diciembre de 2023

Suplantación

 


Se ha banalizado tanto la opinión que ya nada vale, ninguna vale. Los hechos a los que la opinión se refiere vagan por el mundo como tablas a la deriva en el océano. Ocurra lo que ocurra nada parece engarzado en una continuidad que le dé sentido. Ni los hechos que producimos aparecen dirigidos hacia un punto al que se quiera llegar. Porque no hay dirección, sino mera flotabilidad, sustentarse sobre la tabla a la deriva. Si todas las opiniones valen lo mismo, es decir nada, es porque no hay una figura de autoridad, alguien que diga la palabra justa, sin sobrantes, sin escoria, alguien en quien creer porque tiene claro adónde ir.


Un día de esta semana, un hombre reunió a toda su gente, los que se dicen principales del país, quienes están a cargo de los asuntos, quienes deben hacer cosas para llevarnos a un sitio mejor (decir que nos saquen del pestilante pozo en que nos encontramos sería inapropiado) y quiénes deben contárnoslas, es decir, opinar sobre su bondad o maldad; reunió a todos ellos en una sala importante de la capital, limpia, bien iluminada, con las cámaras emitiendo en directo, los rostros sonrientes, chistosos. Lucía el hombre un traje para la ocasión, bien cortado, brillante, reflectante mejor, cegador casi; llegaba luciéndolo, luciendo ese porte inigualable, los rostros girados hacia el sol, las palmas haciéndose eco del momento.


¿Qué? La excusa para la concentración era un libro, en cuya portada aparece su nombre, un libro que él no ha leído ni nadie leerá. Sentado en el centro del escenario con los focos refulgiendo sobre él, abrió la boca y emitió, hubo risas sincronizadas y aplausos sincronizados; a su lado, el hombre que más empeño puso en vaciar de contenido la televisión: hacía como que preguntaba para que él pudiese hacer como que respondía. El lugar el día la hora exacta en que el sentido se fundió. Las palabras rompieron el último lazo que las conectaba con las cosas. Lo que sucedía ante los ojos de quienes quisieron mirar era nada.


Es penoso traducir, tratar de ver un significado oculto cuando no lo hay. El rey de las monarquías europeas es un significante vacío de contenido. Solo tiene valor como símbolo o emblema. La persona que ocupa el puesto de rey es indiferente que sea hombre o mujer, viejo o joven. Lo único que importa es que esté. No decide no fija no orienta, simplemente está, como conector entre una época y otra, entre una legislatura y otra, entre un presidente ejecutivo y otro. Ese lugar sin lugar ya está ocupado en España. Lo que ocurrió el otro día en ese salón de la capital fue una simulación, la voluntad de ocupar ese no lugar, de suplantar -alguien podía haberlo estado esperando con una capa de armiño y una corona-, por eso, ayer, cuando se discutía la ley más importante de la legislatura, él no sé presentó para defenderla. Se ausentó. Cómo se ausentaría un rey.





lunes, 13 de noviembre de 2023

Los pedazos rotos

 

El País

Ves su jeta sombría, sus maneras torpes, su fosca y trémula voz buscando la palabra que no delate su descomposición; busca banderas símbolos emblemas que le haga creer que aún está en el lado justo y bueno como cuando hace ya tantos años se ponía contra el padre; algunos han dado el paso hace poco porque oían el rumor de los caballos, es posible que aún tenga la oportunidad, tiene amigos y conocidos a uno y otro lado, pero intuye que no, que ya es demasiado tarde;


el abuelo fue franquista de la UCD, él del PSOE, atisba el momento de la reconciliación con el padre ("Ya te lo decía yo"), pero ambos son viejos, es el nieto quién sigue la senda del abuelo, la honra de la familia, siempre con el cambio;


aunque quizá no, el nieto se codea con todos esos protestantes, el Estado de Derecho es la garantía de los débiles contra la arbitrariedad del poder, grita, defender la desigualdad no es ser progresista, repite como un eco, no le gusta la compañía pero es donde hay que estar, les ayudará a auparse al poder, pero al día siguiente, cuando ya lo hayan tomado, se apartará del nepotismo y la corrupción que siempre siempre acompaña a quien ejerce el poder y estará otra vez en la calle protestando;


aunque el padre sabe que no será así, cada generación de la familia olisqueaba la dirección del viento, las partículas gomosas que llevaba, y el miembro escogido se sentaba para mandar o para hacer negocios a la sombra del poder;


o puede que está vez sí, que el nieto piense, llegados a este punto, cómo construimos un país en el que quepan todos, si uno mira desde la derecha ve la mitad del país, desde algunos lugares de la periferia se quiere parcelar, y, en este momento, si uno mira desde la izquierda, qué ve, se pregunta, en todo caso el nieto no ve a un hombre con estatura para mirar desde lo alto y recomponer los pedazos rotos




domingo, 12 de noviembre de 2023

Leiza/Leitza

 



Cómo resumir lo ocurrido hoy. Con esta foto me basta. Ya sé que con esos desvalidos no se construye una nación -o quizás sí- pero su gesto es tan o más valioso que las multitudinarias manifestaciones de hoy. El estado de derecho es la garantía de los débiles frente a la arbitrariedad del poder.


En Leiza fue asesinado Gregorio Hernández Corchete, calderero salmantino, con 27 años, casado y con tres hijos; trabajaba en una empresa de Tolosa. El 15 de octubre de 1982 acudió al cuartel de la Guardia Civil de Leiza para renovar el permiso de armas de su escopeta de caza. Desde el monte próximo dispararon contra la casa-cuartel y lanzaron una granada. Gregorio fue alcanzado en la yugular y en la pierna, muriendo en el acto.


El 14 de julio de 2001 ETA asesinó a José Javier Múgica Astibia. De 48 años de edad, y padre de tres hijos, era concejal por UPN en Leiza. Murió cuando arrancó su furgoneta y estalló la carga explosiva que habían colocado en los bajos.


Juan Carlos Beiro, guardia civil asturiano, fue asesinado cuando acudió a inspeccionar una pancarta que escondía, en un talud de Leiza, la bomba que acabó con su vida. Otros tres agentes más resultaron heridos. El crimen no se ha resuelto. Era el el 24 de septiembre de 2002.


domingo, 24 de septiembre de 2023

El extraño caso de los votos mutantes

 


Unos pocos ciudadanos en el momento de votar dudan y a menudo cambian de partido. En democracia siempre ha habido un reducido grupo de votantes que basculaba hacia un lado o hacia el otro corrigiendo el rumbo torcido de la política española, mejorándola, centrándola, atenuando los defectos del sistema. Algo había hecho mal el equipo de gobierno para que estos ciudadanos mestizos, fronterizos, migrantes inclinasen su voto en otra dirección. Todo el mundo sabía que había líneas rojas que no debían cruzarse.


Ese grupo dejó de ser útil cuando se forjó la Coalición Frankenstein entre el 31 de mayo y el 1 de junio de 2018, cruzando líneas rojas que han desestabilizado el sistema. Alguien urdió una alianza diabólica y un partido que hasta entonces jugaba en el centro político decidió desplazarse hacia los extremos, aceptando los votos de diputados que hasta entonces no se consideraban democráticos. Se formó un bloque que hizo inútiles los votos mestizos. Esto ha dividido a la ciudadanía en dos mitades aparentemente inconciliables, en dos placas tectónicas cuyo movimiento es difícil de prever.


Todos tenemos amigos inasequibles que siempre votan en la misma dirección, fieles a un partido o a un bloque. Cuando hablamos con ellos son razonables en muchos aspectos y parece que puedan contemplar opiniones diferentes sobre un asunto. Pueden aceptar que haya un problema económico grave, una disfunción, temas sociales mal resueltos, pero nunca aceptarán que el partido del gobierno si es el suyo tenga algo que ver en el asunto. En la definición de su fe lo principal es el amor a su iglesia y el odio a la de enfrente.


Si sale el asunto político en la conversación, y sale a menudo, somos los que cambiamos el voto quienes tenemos que justificar por qué lo hacemos ante la mirada escéptica si no de reproche de quienes votan a piñón fijo. Ellos raramente se ponen en la situación de explicar por qué siempre votan en la misma dirección. También hay quienes habiendo cambiado el voto se callan o lo dan a entender pero sin dar razones, probablemente por respeto o miedo a sus amigos que no comprenderían su actitud cambiante.



sábado, 9 de septiembre de 2023

Carta a un amigo (supuestamente) socialista

 


Me pide un amigo que vive en otra ciudad que charlemos sobre la difícil situación política. No me atrae una discusión que pronto derivaría en disputa de trincheras. Él siempre ha votado a la izquierda (no sé si ahora al PSOE o a Sumar). Yo hace tiempo que no voto en esa dirección. Tampoco voto a la derecha: esta vez lo hubiese hecho sí hubiese visto una idea de país, una concreción, una afirmación de los principios básicos de la democracia, los previos a cualquier política: libertad, igualdad legalidad, pero soplan y sorben al mismo tiempo.


La grave crisis actual está en manos de los votantes del PSOE, si son capaces de separar vísceras y razón. Hay entre ellos gente que dice cosas correctas aunque insuficientes y tardías; son pocos y viejos, pero alguno hay. Han tardado en comprender que está en juego el primer artículo de su fe: la igualdad. No puede haber igualdad para todos, para los desfavorecidos en primer lugar, si no hay legalidad, si se entra en un proceso de corrosión de las instituciones. Le diría a mi amigo si ha votado a Sumar, que poco puedo hacer por él porque estaría entre los extraviados de la razón. Como en el cuento del Barón de Münchhausen, solo él tirándose de los pelos podría salir de su extravío.


Aunque podría ser peor. Qué le podría decir yo si hubiese votado al viejo partido de la derecha curil y del privilegio, aquel cuyos oficiantes se negaban a dirigir la ceremonia de despedida de los asesinados, cuando ese pedazo de tierra era pasto del crimen político. ¿Tanto voto nativo hay como para que durante tantos años el partido del laburu dominase la comunidad encastillada? Y aún podría ser peor si hubiese votado a los nativistas violentos, ¿de dónde sale el creciente voto a los herederos del hacha y la serpiente? Qué podría decirle yo, si hubiese caído en la tentación de votar antisistema sino que la benevolente tierra abra un agujero a sus pies y le haga desaparecer con quienes piensan y actúan como él para que dejen de hacer daño. Cuánta muerte ahorrada, cuánta paz de espíritu ganada, qué buen negocio sí, al modo de La balsa de piedra de Saramago, el irregular triángulo del norte, antiguamente llamado Vascongadas, se hubiese desgajado de la península y perdido en el Cantábrico. Como Andorra. Nada de Confederación llamada con otro nombre. Separación negociada. Que paguen ellos su decadencia. Pocos ciudadanos quedarían desamparados porque pocos votan a quienes defienden la igualdad entre españoles. Viento fresco.


La izquierda tiene un grave problema, más moral que político, aspavientos ante Vox y mudez interesada ante la extrema derecha nacionalista: Vox de momento no ha hecho nada irreversible, los nacionalistas gobiernan, han hecho leyes, discriminan, han dado un golpe de Estado. Además tienen la desvergüenza de llamar progresista a sus políticas de privilegio de la burguesía y la clase media funcionarial frente a las capas bajas mal educadas y humilladas.


Y qué me podría decir a mí ese votante, lo que siempre me ha dicho: es que Aznar, es que Rajoy, es que Casado; ya con Feijóo ni se molesta porque lo ve tan desteñido, tan viejo como el pasado siglo XX, nicotina que se vapea; en eso coincidimos. Ahora una sola palabra le bastaría para deshacer el sortilegio: Vox, la palabra Vox.


Hay medio país consciente del grave problema. Es inútil entrar en discusión con los que han votado socialista. Ni siquiera han considerado la posibilidad de la gran coalición. Agua y aceite. Así que la discusión queda entre ellos. Pero sí que hay una solución en manos de los otros votantes, pueden hacer algo, además de salir a la calle a protestar enérgicamente, pedir a sus representantes, no que gasten energía y dignidad pidiendo a unos pocos diputados socialistas que voten a favor de la investidura de Feijóo, no, que no se rebajen hasta ese punto, sino que le presten a Sánchez los votos que necesite para su investidura, ya sea votando sí o absteniéndose, de modo que no ceda al chantaje de los nativistas catalanes. Si aún así persiste en aceptar el chantaje allá él. Probablemente nunca ha sucedido una cosa así, que el partido mayoritario vote al segundo partido para que gobierne, pero la situación es excepcional. Está en sus manos (Feijóo coge el teléfono de la Esperanza) para que el país no se suicide.



domingo, 27 de agosto de 2023

A garrotazos

 


Dos perspectivas sobre el asunto de estos días. Resulta llamativo que Rubiales no viese lo que se le venía encima. Que no estuviese al tanto de la revolución en los usos y costumbres en relación al trato entre hombres y mujeres que la segunda revolución feminista ha impuesto. El aislamiento en la torre de indiferencia y soberbia que permite el poder absoluto aunque sea en un ambiente chiquito como la cosa del fútbol puede permitir explicar su conducta. Debería ser suficiente que alguien de su entorno le hiciese comprender que ha sobrepasado los límites y que le toca dimitir en un gesto de dignidad. Por sí mismo, el endiosado dirigente, es incapaz de comprender.


La segunda perspectiva me parece mucho más grave y es la que merece un debate. En la historia pública de este personaje ha habido momentos y asuntos en los que el reproche moral y político era más urgente y necesario: corrupción, nepotismo, prevaricación, uso del dinero público para asuntos personales, por los que debería haber sido denunciado, encausado, condenado y dado al olvido. Seguramente para quien tiene más poder que él no convenía hacerlo, tendría sus razones. Hasta ahora le era útil.


Si hubiese compañías teatrales de rápida intervención como en los años 70 y 80 del siglo pasado, el asunto debería convertirse en tema de sainete o, mejor, de la comedia del arte, los personajes convertidos en monigotes: el Calvo echándose al hombro a una chica vestida de rojo y azul convertida en niña, encimándose sobre la Jenni, dándole el pico y esta sonriendo, luego, cuando el cielo se oscureció, a garrotazos con ella y, siguiéndole, el Vilda y el Delafuente con más garrotazos entre aplausos de la concurrencia, y más tarde, cuando la bola de hizo muy grande, la Yoli, el periodista y el locutor y el conjunto de chicas a garrotazos contra el Calvo, y ya al final, cuando cada maniobra se convertía en burla con muchas risas, el Vilda y el Delafuente cambiando de bando, excusándose, señalando a su jefe, el Calvo, muy a destiempo. Y en último lugar, la inocente doncella tomando conciencia de su sobrevenida humillación descargando los golpes más fuertes.



Claro que podríamos sustituir el sainete por el drama estilo las Brujas de Salem. Un individuo señalado por la sociedad entera (España entera: véase la portada del periódico de hoy), convertido en cabeza de turco para satisfacer los intereses espurios de la propaganda política. Una caza de brujas en toda regla. Pocas veces en un plazo tan breve se ha creado una atmósfera tan densa, tan irrespirable, para que toda la sociedad absorba el aire sucio que expele quien tiene el poder. Una presión que ha hecho cambiar de conducta a los personajes del drama y que del primer locutor al último espectador una corriente que señala y denuncia haga que la sociedad entera sienta y se pronuncie en la misma dirección, a garrotazos contra el chivo. Recuerda ominosos episodios del pasado: la Inquisición y la caza de brujas, las campañas propagandísticas del fascismo, la delación en el régimen estalinista, el macartismo.


domingo, 6 de agosto de 2023

Apuntes de julio

 

I


- Con todo lo que está lloviendo, ¿cómo es que te dedicas a la política?

- Por mis ideales

- ¿Cuán grandes son esos ideales? Convénceme

- Te lo diré con una cifra

- ¿Son cuantificables, los ideales?

- "La política es, con mucha diferencia, la industria más importante de todas porque consiste en controlar lo público. Y lo público mueve cada año más de 600.000 millones de euros"

- Por fin lo he comprendido.


II


- En ese océano de dinero, la compra de votos por correo es una menudencia.

- Llámalo, trampantojo

- Quieres decir, que desvía la atención sobre lo importante

- Una campaña electoral es una campaña de compra masiva de votos.

- Una operación de marketing

- 15.000 millones de euros va a costarnos en 2023 la revalorización del 8,5% de las pensiones.

- Una operación masiva de compra de votos perfectamente legal

- Haz la lista de todos los anzuelos lanzados a diferentes sectores sociales

- La calderilla de dos euros para que vayan al cine los viejos

- Una tómbola


III – A un amigo


Es sorprendente que tus ideas y tus necesidades coincidan siempre con Pedro Sánchez

Que tu piel, elección tras elección, absorba la marca PSOE,

Que te sientas cómodo en una coalición donde antes estuvo Iglesias y ahora los populistas de Sumar

Que no te ofenda sacarle la cartera a un extremeño y a un andaluz para pagar las exigencias del PNV, y del PSC en nombre de los nacionalistas

Quizá no la última vez, pero ahora ya sabías que ibas a coincidir con Bildu y ERC

Quizá no lo pensabas cuando fuiste a votar pero además vas a estar en el mismo barco que el pirata Puigdemont


¿No estarías más cómodo compartiendo asiento con los votantes del PP?

¿Son más las diferencias que te separan de ellos que de los anteriores partidos?

¿No te has dado cuenta que juntos votantes de PSOE y votantes del PP sois mayoría?

Hay que tener en cuenta los derechos de las minorías, ¿pero los de las mayorías no?


IV - El hombre sin atributos


Qué razones podía haber para votar a ese hombre. Qué razón podría tener yo para votarle. Ni siquiera en su rostro impasible neutro se reflejaba la necesidad, la necesidad del cambio. Quizá por eso perdió el debate, el único debate, su contrincante narcisista. Vio su reflejo, la inanidad, nada que oponer. Para eso ya estaba él. Vio lo único que importaba, el mismo deseo, la misma voluntad: la silla en disputa. Todo lo que siguió tras el vano intercambio reforzaba la impresión: uno de sus asesores fundiéndose en un abrazo con el jefe de la emisora de televisión que transmitía el espectáculo, como si ya hubiesen ganado, ganado los dos, el de Planeta y el del PP; luego la campaña, nada que ofrecer a sus posibles votantes, ni un poco de entusiasmo, ni una pieza de construcción; y la falta de respeto al votante y a sus adversarios: la atribución de cargos de gobierno antes de ganar; y cuando venían a Cataluña, rendir pleitesía a La Vanguardia, a los círculos de empresarios, como si ellos estuviesen en disposición de acumular los votos que necesitaba, ni una referencia a la parte desarmada, ahora sin representación, ni un guiño que les impulsase a votarle. Perdió en Cataluña. Qué le den. Así pasan los años, pasan los partidos y ese agujero no se cubre, nadie tiende un puente, una escalera para que la población sin nombre pueda salir del pozo y cruzar a donde brille la luz.



jueves, 20 de julio de 2023

No se ven cuando se miran en el espejo

 

Acción/reacción. Hubo un breve momento, encuestas mediante, en el que pareció posible que el centro se hiciese con el poder político en España, justo después del instante en que la cordura pareció irse al traste. La reacción a la crisis del 2008 y la desconfianza en los dos grandes partidos impulsó tras el 15M el resentimiento que suele anidar en muchos corazones en forma de movimiento antisistema: destruir para comenzar de nuevo. Sus teóricos hablaron de proceso constituyente. En paralelo impulsado por intelectuales apareció otro movimiento moderado luego convertido en partido que se apoyaba en dos patas, libertad e igualdad, para sostener el sistema constitucional frente a los ataques de los nacionalistas convertidos en independentistas y el movimiento antisistema que pugnaba por asaltar el Congreso. La crisis amainó y el independentismo se desinfló, sin embargo los restos del naufragio se concertaron para formar un gobierno que poco antes parecía inverosímil. El personalismo no es desdeñable en política, las salidas personales en busca de fortuna.


Así se desbarató la posibilidad de una España política centrada. En su lugar emergió el miedo como réplica al resentimiento. La España polarizada. Millones de personas listas para llenar su cabeza con ideas de otro, y hacia los extremos la 'ardorosa disposición para el odio' como dijera Sebastián Haffner del volk alemán de entreguerras. Por un lado el resentimiento de quienes no habían logrado el sueño que parecía al alcance: la nación de los independentistas y la nueva Constitución de quienes querían rehacer el mundo, el sarpullido del 15M. Por el otro el miedo a la destrucción y al desorden. El espacio centrista fue ocupado por la negra España del miedo (Si pergeñásemos una película de terror político podríamos reproducir fácilmente el carácter de Stalin o el de Eichmann mirando la fisonomía de determinados políticos actuales. Qué clase de alma tienen cuando no se ven al mirarse en el espejo. Simplemente no se ven porque la idea que tienen de sí mismos no coincide con la nuestra). Los dos viejos partidos en su necesidad de socios se ven escorados hacia el resentimiento y hacia el miedo dejando un gran vacío en el centro. Ni siquiera queda la posibilidad de que sus votantes puedan ejercer el derecho al voto al retirarse el partido del centro de las próximas elecciones. Queda la melancolía de lo que pudo haber sido. También el alivio de lo que no ha sido. Sin embargo, aunque uno querría lavarse las manos con gesto displicente: 'que os den', no queda otra que escoger entre lo malo y lo peor.




martes, 11 de julio de 2023

Espectáculo


1. Cada vez me interesa menos la política como espectáculo. Esa degradación

2. Ni siquiera se pusieron de acuerdo en no interrumpirse mientras hablaban. Esa falta de respeto a los espectadores

3. El antes y el después. Toda la gente que vive de comentar el espectáculo del debate, un espectáculo menguante pues tan poca gente lo vio. 

4. Para mí el momento cumbre de la noche fue cuando acabado el debate los directivos del grupo atresmedia esperaban al que suponen vencedor para fundirse con él en un abrazo. Esa colusión entre políticos financieros y medios contra el ciudadano para exprimir lo mejor.


lunes, 3 de julio de 2023

Percepción

 



Discriminar. ¿No discriminar entre niveles económicos, entre clases, entre necesitados y ricos, es ser de izquierdas o la nueva izquierda es otra cosa, por ejemplo, ofrecer 20.000 euros a TODOS los jóvenes que cumplan 18 años? La nueva izquierda es reaccionaria sin saberlo.


Pactar con el diablo. La gran roca que han de levantar los dos partidos con posibilidad de gobernar: haber pactado con Bildu, ERC y Podemos; pactar con Vox. Como si no pudiesen pactar entre ellos. Los intereses de los ciudadanos no coinciden la mayor parte de las veces con los de los políticos.


El componente racial. ¿En qué espejo de belleza, poder y representación pueden mirarse los jóvenes negros y musulmanes franceses? ¿Donde esta el Sunak o la Kamala Harris francesa? Los jóvenes de la banlieu son reaccionarios sin saberlo. ¿Alguien les dice cómo no serlo?


Espejos. Tener un presidente negro o una presidenta musulmana no hará que se disipen las diferencias sociales o raciales pero les ofrecería un espejo donde mirarse.


También en España necesitamos espejos en los que un peruano, un subsahariano, un magrebí puedan mirarse. No, por supuesto, para hacer políticas discriminatorias sino para hacer la mejor política.


El mundo es imperfecto. No se adapta a nuestra imagen de cómo debería ser. La buena política trata de acercar la 'fea realidad' a los principios del común o al revés. La política es el difícil arte de combinar los principios -angelicales- con la realidad -tan desagradable.





viernes, 23 de junio de 2023

Irracional

 



En perspectiva podría decirse que era imposible que Alemania ganase la guerra abriendo dos frentes, uno en el este contra Stalin y otro en el oeste contra americanos y británicos. A su favor tenía el fanático entusiasmo de la población, un fanatismo que se derrumbó un instante después de la muerte del Führer. La Alemania del 8 de mayo de 1945 en nada se parecía a la Alemania del día anterior. Dos Alemanias increíblemente opuestas. ¿Qué misteriosa transformación es esa? Una evaluación racional de la situación geopolítica y económica del momento hubiese desaconsejado iniciar una guerra. Sin embargo la voluntad ciega de un líder sin oposición y la fe de un pueblo fanatizado la inició: una energía que estaba condenada a consumirse en la realidad de cientos de miles de soldados muertos, en la imposibilidad de restituir el armamento destruido, en la falta de recursos económicos.


¿No puede decirse lo mismo de la operación de Putin en Ucrania, atacar a un país de 41 millones de habitantes respaldado por las dinámicas economías de Occidente, sin contar además con el entusiasmo fanático con que contaba Hitler? Putin no tiene una economía que lo respalde, tampoco un pueblo que crea en él hasta el punto de inmolarse.


De todo ello podría deducirse que a las guerras las mueve la sinrazón, que solo la barbarie puede explicarlas. No hay mentes racionales detrás de quienes las analizan diseñan y mantienen: sus operarios, por decirlo así, pueden ser mentes brillantes en un aspecto: el militar, el logístico, el geopolítico, el propagandistico, genios incluso en su esfera de acción (un Rommel, un Goebbels), pero incompetentes para la visión de conjunto, no porque les falte empatía o compasión, sino porque su misma especialización les impide ver el conjunto de factores y su dinámica. ¿Cómo podía ganar Hitler contra el resto del mundo? ¿Cómo puede ganar Putin con una economía desfalleciente contra la poderosa tecnología occidental?


El espíritu humano es incapaz de desprenderse de su doble faz: ángel/bestia, determinado quizá por nuestra mitología originaria (Caín/Abel, lo emocional) más que por el progreso de la razón ilustrada. Hay algo que resulta incomprensible: la información y el análisis de lo que sucede en Ucrania no lleva a la conmoción; lo que sucedió en Europa, y en Alemania en particular, a mediados del siglo XX, parece olvidado. ¿Estamos condenados a que se repita?


Lo irracional está en el sustrato de buena parte de nuestras creencias y comportamientos. Es una fuerza determinante que no somos capaces de controlar. Hay una serie de restricciones mentales debidas a la ideología que nos hacen ciegos a la realidad: el asesinato político, la violencia machista o familiar, el drama de la inmigración, la pobreza extrema, la desigualdad.


Toda guerra es un fracaso político y de la sociedad. A Hitler había que haberle parado los pies mucho antes de que invadiese Polonia. A Putin mucho antes de que atacase Kiev el 24 de febrero del 2022. Ucrania tiene derecho a defenderse como lo tenía Europa después de septiembre de 1939. El fracaso consiste en haber llegado a ese punto. La civilización no ha llegado al punto de la imposibilidad de la Guerra.