jueves, 31 de mayo de 2018

El Pachinko



             "En el campo japonés, el edificio más alto y más ostentoso siempre es un salón de pachinko. Sentarse frente a una máquina de pachinko es la versión moderna de la meditación. La disposición circular de las clavijas de dentro de la máquina es la versión actual del mandala y el antiguo modelo de los pensamientos que fluían de las
circunferencias del mandala hacia su centro se ha convertido en el flujo de bolitas que caen de arriba abajo por la máquina. El abrumador arraigo del pachinko no es exagerado; en algunos distritos rurales representa el veinte por ciento de la renta disponible de una familia. El El pachinko es la industria más potente del país, superando a la automovilística y a la informática, y, según ciertos cálculos, el hombre más rico de Japón es aquel cuya empresa produce más máquinas. El pachinko ha desarrollado su propio estilo, que consiste en salas de colores chillones decoradas con objetos cromados y neones, y gigantescas estatuas de plástico de animales o deidades de la buena suerte. Se ha convertido en el entretenimiento preferido de los japoneses; lo encuentras por todas partes, desde restaurantes y bares a los decorados de los programas de televisión más populares. Influye en la arquitectuva y ha inspirado muchos ostentosos vestíbulos de hotel. La Torre Kioto es muy del estilo del pachinko".
                                                     (Alex Kerr, Japón perdido)


miércoles, 30 de mayo de 2018

El día que Pablo subió al estrado y lloró



            Escenario uno. Mañana. En la larga y abovedada sacristía, la guía, con voz de pito y cruz de San Millán bordada en el traje azul, puntúa las explicaciones sobre las pinturas del antaño refectorio monástico con tono de narcisa sabiduría impostada, mientras en el claustro contiguo la tormenta chorrea, marcial e interminable. Escenario dos. Tarde. En la plaza del santo, en Santo Domingo, tomo un café en los soportales del parador. La lluvia se toma un respiro. Desde mi butaca de mimbre, fotografío el brillo del enlosado húmedo, a mi izquierda la gran portada, a mi derecha el campanario exento. Con el móvil en la mano izquierda, inicio el primer capítulo de Berta Isla. Pinta bien, estilo reconocible, frase enigmática la primera. Van llegando peregrinos, los franceses en grupo que parlotea como picazas, los ingleses en pareja, contenidos, los alemanes solitarios, hoscos. Pero pronto el encanto de esta tarde primaveral con lluvia lo rompen tres españoles que no son peregrinos. Hablan alto, piden café con baylis, tónica con ginebra, güisqui. Se han sentado en la mesa de al lado, dos en la cincuentena pasada, la tercera menor de treinta. Se exhiben, pierdo la concentración.

            A la escucha, un autobús de jubilados navarros, yo y un amigo, JJ, interpolados. Al Uy qué bonito de una navarra, le sigue la sonrisa narcisa y una explicación suficiente de la guía sobre el buen estado de conservación de los cuatro grandes lienzos de las paredes y el decorado al fresco y al temple de la bóveda, nunca, nunca restaurados, gracias el embaldosado de alabastro capaz de absorber la humedad y regular la temperatura. El hombre que invita, agitado, de pie, dice que les va pedir habitación, que se queden hasta las diez, que, quizá, con esas horas les baste, pero no concretan. Hablan con sobrentendidos que voy enhebrando. El más mayor, el que invita, dice que tiene sueños subidos con la suegra, pero, cree, preguntando, que eso no debe estar mal, y ella le absuelve, pues no han pasado de ser sueños.

           Prevalecen los dorados en los filetes de los arcos fajones, en los remates y marcos de las pinturas y en los cobres flamencos sobre la cajonería de nogal, y, al fondo, el retablo barroco donde manda la talla de Nuestra Señora Reina de los Ángeles con cetro y corona. La conversación se enreda, avanza, se enciende, con cada sorbo se van atreviendo a más en una competición de confidencias. La chica cuenta cosas de sus novios, al que dejó primero, cuando conoció a X, que no dejó por conocer a X, sino que ya tenía la intuición de que lo iba a dejar, pues su madre le decía que era más madura que los chicos con los que salía, pero, eso sí, primero lo dejó y luego se encamó con X, porque ella lo tiene claro, uno detrás de otro, nada de al mismo tiempo. El segundo hombre escucha, remolonea enderezando la cabeza, no habla, pero sonríe satisfecho.

           En la bóveda de la sacristía, al fresco y al temple, están representados los doctores marianos, Sam Ildefonso y San Ruperto, San Bernardo y San Anselmo, entre flores, rocallas y estucos alegóricos, con El Espíritu Santo y San Millán venciendo al demonio. El primer hombre se levanta, les va a pedir una habitación, se sienta, les dice que ya conocen lo que él piensa, cuando presenta a su mujer a los demás dice que es su compañera de piso, porque eso es lo que son, compañeros de piso, desde hace muchos años, cada cual con su vida. Luego, hablan de los hijos, el primer hombre no entiende a su hijo, cómo puede ser tan blando con su novia, que lo lleve de un lado al otro. La chica no acaba de entender a su actual novio, X. Cuando sus amigas llegan a casa para las cenas, él se queda en un rincón, toqueteando la pantalla con su videojuego en línea. Y ellas a lo suyo, a darle al carrete. Pero es que un día, en otra cena, vinieron sus amigas, y él trajo a los suyos, el novio de su hermana, que es muy amigo, y otro, amigo del colegio. Y sabes, nosotras hablando, sin móviles, que yo nunca sé dónde lo tengo, pues ellos, cada uno en un rincón jugando, con el mismo videojuego, cada uno a lo suyo, es que no los entiendo. Y de qué habláis. Pues de sexo, esa es nuestra conversación. Yo no sé vosotros, pero las mujeres no tenemos otro tema. Mi amiga L y yo lo decimos claro, nos tocamos, forma parte de lo que entendemos por sexo, nos gusta tocarnos. Las otras dicen que no, que no se tocan, no lo entiendo.

          Pero no es el arte exquisito el que me llama, los dos lienzos representando a San Braulio escribiendo la vida de San Millán, uno, y San Pedro, San Benito y San Pablo, el otro, sino la representación de la alegoría de las estaciones en los cuatro arcos centrales, cada una, la cabeza de un sátiro que se eleva sobre elementos naturales de la estación y sobre su cabeza, como si fuese un capitel, una muchacha coqueta que descubre brazos y piernas desnudos, turgentes. El hombre mayor se levanta, vuelve a ofrecerles pagar una habitación, vamos, dice, parece arrastrarles, ellos no dicen ni sí, ni no, el segundo hombre parece aceptar, pero la chica termina protestando que no van a llegar. A dónde. Parece que a Valladolid. El primer hombre mienta otra vez a la suegra, reconoce que le gustaría traerla aquí, alquilar una habitación. Ella le explica lo increíble que es Venus, en Valladolid, el hotel de parejas, en Madrid se llama de otra forma, las habitaciones amplias, la iluminación, el espejo en el techo, podrías llevarla allí, el parking individual, nadie se entera, a tu suegra, venga, hazlo, no te cortes, llámala. Es que no sé que piensa ella, nunca hemos hablado, vosotros sí que estáis viviendo un momento único, tenéis sexo, viajáis, estáis aquí viviendo este momento, esto es vida, y lo mejor de todo, sabéis qué es lo mejor, que es ilegal. ¿Ilegal? Sí, estáis los dos aquí, sin vuestras parejas, venga, disfrutad, voy a pediros una habitación, aunque sea para cinco minutos. El segundo hombre se arranca, por fin, de eso nada, necesitamos tiempo, dice, más tiempo, mucho más tiempo, es que no sabes lo que hacemos, piensa en todo lo que sabes de sexo, pues multiplícalo por diez. Tampoco alardees, le corta la chica. Pero, encendido, sigue el hombre, no conoces nuestras técnicas, cómo alargamos el placer. Vale, vale, dice el primero, ahora mismo os alquilo la habitación. Me levanto, esquivo mirarlos, estoy avergonzado. Vuelve a llover, alzo la capucha, JJ ya debe estar terminando la visita a la catedral. En San Millán, chorrea.

martes, 29 de mayo de 2018

Horas en una biblioteca, de Virginia Woolf


           Qué se ha de esperar de un gran escritor, qué escriba bien, qué domine la lengua o hacernos ver aquello que sólo él ve, que está ahí, que es importante para nuestras vidas. Para Virginia Woolf, el mayor novelista que ha existido ha sido Dostoievski. Dostoievski tuvo una vida difícil y desordenada. Su padre era un borracho al que sus siervos ahogaron con un cojín en un carruaje debido a su salvajsmo, sus hermanos acabaron mal, dos alcohólicos y su hermana, cerca de la demencia, fue asesinada. Él mismo sobrevivió a una condena a muerte en Siberia, y le costaba controlar su pasión por el juego. La relación con las mujeres que pasaron por su vida fue complicada, se casó y ambos tuvieron amantes. Se dice de Dostoievski que no dominaba el ruso, debido a su ascendencia lituana, pero escribió extraordinarias novelas que vuelven una y otra vez a desvelarnos el monstruo que habita en nuestro interior. No escribía bien, pero su experiencia le daba una visión sobre la realidad que ningún otro escritor ha mostrado. “A partir del intrincado laberinto de sus emociones construye Dostoievski su propia versión de la vida”.
Entre todos los escritores, solo Dostoievski, posee el poder de reconstruir los maleables y complejos estados de ánimo, de volver a pensar y seguir todo el recorrido a toda velocidad, sea a medida que destella e ilumina, sea a medida que se subsume en la oscuridad, pues tiene plena capacidad no solo de seguir el vívido decurso del pensamiento logrado, sino también de sugerir ese submundo en penumbra, populoso, que confronta el trasfondo de la conciencia, allí donde deseos e impulsos se mueven a ciegas bajo el subsuelo”.
         Por eso se enfada Virginia cuando en una antología de prosa inglesa se dejan de lado a sus principales novelistas en favor de brillantes prosistas, como si al entrar en una cocina alabásemos los brillos del cobre y la blancura de las cerámicas sin mencionar los guisos que de allí salen. Novelistas, pero los también poetas estaban ausentes,
“Viendo caer las hojas muertas en otoño quizá recordemos que Tennyson ha fraguado la frase que buscamos, ‘oro volandero de bosques en ruinas', pero si es el espíritu del otoño lo que ansiamos encontrar recurrimos a Keats. Tiene el estado de ánimo, aunque carezca del detalle… Las mejores descripciones son las menos precisas, y representan lo que vio el poeta con los ojos cerrados al paisaje, cuando este se fundía irremisiblemente con su estado de ánimo”.
         Ese espíritu lo encuentra Virginia en Thoureau, su escritor predilecto, quizá porque en la manera de enfocar la vida del filósofo americano reconocía su propia aspiración, “sencillez, sencillez, sencillez”. Antes ha abordado sin mucho entusiasmo al maestro de Thoureau, Emerson, al que ve como un escritor enfático demasiado pendiente de la posteridad: “Cuando piso el barro con las botas sucias, me envuelve la percepción de mi propia inmortalidad”. En cambio, el discípulo, cuando tuvo que optar entra la vía comunitaria o la vía retirada que proponía el trascendentalismo emersoniano, optó por lo segundo. “Tenía verdadero genio para no moverse de casa”, decía de sí mismo Thoureau, antes de construir su cabaña en Walden, escribir sus diarios y proponer una visión naturalista de la existencia:
afrontar solamente los hechos esenciales de la vida, y ver si no podría aprender qué enseñanzas podrían impartirme, en vez de, cuando me llegara la hora de la muerte, descubrir que no había vivido”.
         Esto y mucho más cuenta Virginia Woolf en el conjunto de ensayos que se recogen en este libro, un escritora de vívida inteligencia y ningún dogmatismo.

lunes, 28 de mayo de 2018

El chalet de Iglesias y Montero




              No juzgaban ayer los militantes de Iglesias la coherencia moral del personaje, sino, a lo sumo, si era compatible ser de izquierdas con comprarse una casa ajardinada de 600.000 euros. Qué importaba que antes afease lo mismo a un ministro del PP, en todo caso este lo hacía para especular y ellos, los Iglesias, para vivir -del caso de la vivienda protegida de Espinar nada comentaron. Los militantes y simpatizantes no han defraudado. Nunca, que yo sepa, se ha dado un caso de condena entre los suyos de un líder de esta cosa populista que ahora se llama izquierda radical y antes de otras maneras. Al ir a votar, a algunos les habrá dolido, los 600.000, no el desajuste moral, para la mayoría por encima de todo está el líder que defiende la Idea. Porque eso es lo único que cabe, la Idea. La Idea no se ajusta a la realidad ni debe ser conformada por ella, la Idea es una cosa abstracta, incontaminada, intangible, tan arraigada en la mente que no puede ser abatida por nada. 

             La Idea tiene avatares diferentes en el mundo fragmentario y deleznable de lo material, hasta contradictorios, puede posarse en la Cuba de Castro, y antes en el Mao de la Revolución Cultural -que bendijo aquella inteligencia heideggeriana llamada Jean Paul Sartre, ¡cuántas condenas, por lo mismo, al rector de Friburgo y que pocas al filósofo del Sena!-, en la Venezuela chavista, en los Kichner peronistas, hasta en la guerrilla islámica si de algún modo se acerca a lo palestino, hasta puede decirse, no muy alto, eso sí, que en la Corea de Kim Jong-un, puede hacer incluso saltos metonímicos extravagantes para posarse en Putin por el hecho de ser un descendiente de la antigua URSS. 

           Por eso se parece tanto esta izquierda radical al radicalismo de los nacionalistas, a los que muy a menudo apoyan, como lo hicieron con ETA, a ambos la Idea les mueve, les obceca, deforma su visión de la realidad. Son muchos, son irredimibles. Con unos y otros sólo cabe la conllevanza. Ya lo dice esta columnista inasequible, un español del futuro que hiciese una tesis sobre este tiempo no se ocupará del chalet de Iglesias y Montero. Su ineficiencia histórica, el fracaso continuado de la materialización de la Idea, con el acompañamiento de muertes, hambrunas e infelicidad, no se debe a las equivocaciones de su política sino a su radical inmoralidad.

domingo, 27 de mayo de 2018

El Japón moderno



El desmoronamiento a gran escala del entorno natural y la tradición cultural del este de Asia se considerará, algún día, uno de los acontecimientos más determinantes del siglo XX… Para Japón, como país, el mundo antiguo se ha vuelto irrelevante; todo parece igual de inútil que aquellos chubasqueros de paja y las cestas de bambú abandonadas por los aldeanos de Iya… El cambio llegó a China, a Japón y al sudeste asiático de manera precipitada. Más aún, esos cambios los introdujo una cultura completamente ajena… Aunque los japoneses admiren ciudades antiguas como Kyoto o Nara, y las consideren hermosas, en lo más hondo de su corazón saben que esos lugares no tienen nada que ver con sus vidas modernas. Por decirlo sin cortapisas, esos lugares se han convertido en ciudades ilusorias, parques temáticos históricos. En el este de Asia no existen equivalentes de París o Roma -Kioto, Pekín o Bangkok se han convertido en junglas de hormigón-. Mientras tanto, las zonas rurales se han llenado de carteles publicitarios, tendido eléctrico y casas de aluminio”. (Alex Kerr, Japón perdido)

         A partir de los años 70, en tres décadas, Japón se hizo el país más rico del mundo. Se talaron bosques, se plantaron cedros, se excavaron carreteras en las montañas, la costa y los lechos de los ríos se llenaron de hormigón. La belleza natural de Japón, que ahora se ve en contados lugares como el santuario sintoísta de Ise o en parques como el de Hakune, desapareció. Según Alex Kerr (Japón perdido) hoy día Japón es uno de los países más feos del mundo. Japón es el único país avanzado que no entierra las líneas eléctricas de sus ciudades ni se preocupa por el equilibrio ecológico, por ejemplo, no tiene guardas forestales.
A veces, cuando conduzco por el campo, me encuentro con que están excavando otra montaña o que están echando hormigÓn sobre otro río, y no puedo evitar sentir miedo. Japón se ha convertido en una máquina gigantesca y terrorífica, un Moloch que desgarra su propia tierra con dientes de acero, y nadie puede hacer nada para impedirlo. Basta para que los escalofríos te recorran todo el cuerpo”. (Alex Kerr, Japón perdido)

        Un poeta de la dinastía Tang decía que “Aunque la nación está perdida, quedaban las montañas y los ríos”. Hoy parece más bien lo contrario, Cómo ha llegado hasta ahí. El arquitecto Takayema Sei lo achaca a la capacidad de los japoneses para la concentración, centrar su atención en un punto concreto. Eso les permitió crear el  haiku, en los que el poeta se olvida del resto del universo para concentrarse en una rana que salta en el estanque, esa capacidad permite, dice Alex Kerr, a los japoneses arrobarse ante un hermoso arrozal verde sin percatarse del polígono industrial que lo rodea.

sábado, 26 de mayo de 2018

La filosofía de Japón



         Japón es un país sin filósofos. ¿Dónde están los Confucio, Mencio o Zhu Xi? ¿Es que en Japón no hay pensamiento, se pregunta Alex Kerr en Japón perdido? Y responde, Japón tiene su propia filosofía, tan profunda y compleja como pueda ser la china, pero no está expresada con palabras sino que fluye en sus artes tradicionales. El poeta Teika, Zeami, el creador del teatro nō, o Sen no Rikyu, fundador de la ceremonia del té, son los filósofos de Japón.
“Los monumentos religiosos, la escultura, la cerámica y la literatura pueden encontrarse en cualquier país, pero las sofisticadas artes tradicionales de Japón, refinadas y elaboradas a lo largo de los siglos, no tienen parangón en todo el mundo. La ceremonia del matcha (té al estilo japonés),del sencha (ceremonia del té al estilo chino), el teatro y la danza del noh, las artes marciales (judo, karate, kendo, aikido y muchas otras), la ceremonia del incienso, la caligrafía, la danza japonesa (docenas de variedades, entre ellas la del kabuki, la de las geishas y los bailes populares), el arte floral (ikebana, flores de té, arte floral de mesa moderno, paisajes en los bonsáis), la música (flauta, koto, tambor), la poesía (el haiku, de diecisiete sílabas; el waka, de treinta y una; el verso unido, la declamación de poemas chinos)… La lista es infinita. Cuando uno se da cuenta de que cada uno de esos campos se subdivide,a su vez, en infinitas escuelas, siento vértigo”.

         Desde que se instauró el sogunato, a finales del siglo XII, la sociedad japonesa se llenó de reglas y de categorías sociales. El reglamentismo ahogó el individualismo, una estructura piramidal que ha perdurado hasta hoy. Los japoneses tienden a actuar según les dicten las normas. Pero, entonces, dónde está su peculiaridad. Cuál es la esencia del arte japonés, indistinguible, pues, de su filosofía. Kerr la encuentra en el ritmo que atraviesa las artes tradicionales, en la ceremonia del te, pero también en el movimiento del pie, en el abanico en el teatro noh, las artes marciales o la caligrafía, un ritmo “que define los designios de los seres humanos, el curso de las eras y hasta el crecimiento de las galaxias y reflujo del universo”, es el ja, ha, kyu, zanshin o despacio, más rápido, rápido, pausa. Es el modo de entender la vida de un japonés. Hasta en el sistema educativo, no desarrollado para las élites, sino para promover la media: ser feliz viviendo en la media, se ve, una sociedad que no busca la excelencia sino mejorar el promedio. “las artes tradicionales con la verdadera puerta de entrada a la cultura del país”.


jueves, 24 de mayo de 2018

Proyectos del pasado, de Ana Blandiana




            No ayuda el formato cuadradote de la edición, el color, la austera portada, los tipos desfilando en formación como un ejército en marcha hacia la derrota, los escasos o nulos puntos y aparte, la falta de diálogos. Nada alegra la mirada del lector, y cuando, por fin, entra en este jardín de plantas secas, y avanza por los surcos resquebrajados tiene que hacer enormes esfuerzos para permanecer en ellos y vencer la tentación de saltar a otros jardines en busca de la humedad y los aromas de la vida. Sé que el libro fue publicado en origen en 1982, y sus cuentos escritos antes, sé, al comenzarlo, que el lienzo sobre el que han corrido sus historias es el de la inhóspita dictadura de Ceaucescu, que todas las dictaduras entregan a sus gentes terrenos baldíos para que vivan en ellos, que no hay alegría en ellas y que cada una es una afrenta a la dignidad humana, pero un escritor es un artista y no debe conformarse, su mirada debe prolongarse en el tiempo y en el espacio.

             La mayor parte de las historias que relata Ana Blandina parecen como tiradas de dados, donde se describen con detalle los prolegómenos del juego, con abundantes interpolaciones que parecen no venir a cuento, donde se dicen pocas cosas de los jugadores, apenas sabemos de ellos, y se alargan en descripciones, enumeraciones, fraseos que ponen a prueba los nervios del lector, esperando a ver que sale del cubilete de la escritura. Algunos finales son graciosos, un delfín que parecía de plástico pero que un niño muestra que es auténtico, unos ángeles, doce, que salen de los huevos empollados por una gallina, una isla en medio del Danubio sostenida a hombros por soldados vivos y muertos, unos gorriones que elevan en el aire una Iglesia antigua, pero apenas producen efecto en la somnolencia del lector (yo). El efecto buscado es como un alfilerazo en las nalgas del dormido, pues la dictadura a la que se pretendía irritar no podía hacer nada, no se podía esperar de ella una reacción porque estaba muerta antes de que se proclamase su defunción en aquel sainete de los últimos días de diciembre de 1989, cuando el dictatoru cayó en Târgoviște. Quiero decir que estas historias están demasiado apegadas al tiempo histórico y a su geografía como para convertirse en historias kafkianas, es decir, universales.

             Quizá la única con valor de verdad es la que da título al volumen, Proyectos del pasado, en la que se imagina una retroutopía, un comenzar de nuevo exitoso: a nueve individuos se les condena durante once años a desaparecer de la vida social abandonándolos en medio de un paraje inhóspito, allí, en esa isla habrán de empezar a vivir de nuevo, como si en el mundo no hubiese más habitantes que ellos. Es tan esquemática como las demás historias, los personajes solo tienen nombre y algún detalle, apenas ocurre nada, pero al menos hay las trazas como para que el lector la levante con su imaginación.




miércoles, 23 de mayo de 2018

Kioto y la técnica de no decir nunca nada



               "Tras siglos de intrigas políticas y de incesante escrutinio por parte de los maestros de la ceremonia del té, la gente de Kioto ha desarrollado la técnica de no decir nunca nada. En una conversación, el auténtico kiotense espera pacientemente a que el otro se imagine por su cuenta la respuesta. Una vez, me había quedado a pasar la noche en un templo y traté de preguntar al abad cuánto me costaría. Recibían huéspedes todo el tiempo, así que sabia que había una tarifa estándar. "Oh, bueno, pague lo que quiera», me dijo el abad. Se me cayó el alma a los pies y no miento cuando digo que me costó casi dos horas de estar bebiendo té con él arrancarle una respuesta. En realidad nunca me lo dijo. Se limitó a darme pistas hasta que yo mismo le di la respuesta”.

             "Kioto está lleno de pequeños signos peligrosos que los no iniciados pueden pasar por alto muy fácilmente. Todo el mundo en Japón conoce la legendaria historia de bubuzuke (‘te sobre arroz’). “¿Por qué no te quedas a tomar un poco más de bubuzuke?”, te pregunta tu anfitrión kiotense, y lo que realmente significa que es hora de que te vayas".

             "La ceremonia del té dice todo lo que has de hacer: dónde poner las flores, qué piezas artísticas deberías exponer y cómo emplear hasta la franja de espacio más pequeña. Eso es algo que tranquiliza mucho a las personas que nunca se han planteado esas cosas y que no tienen ni idea de cómo hacerlas por su cuenta".

martes, 22 de mayo de 2018

Reputación




                  Qué trampas más sofisticadas podrían haber ideado sus enemigos políticos para hundirlos. No se me ocurren. Ellos solos, sin ayuda de nadie, han creado la suya, horadando la sima de su desprestigio. ¿Cómo es posible que Pablo no midiese las consecuencias de sus actos, no ya firmar una hipoteca de esas características, sino comprar una propiedad que contradecía los principios que él había enarbolado como distintivo ético de su política? ¿Y que decir de Puigdemont, que frente a la pureza republicana que prometía escoge como valido a un individuo que ha ido dejando un rastro tan documentado de su racismo? ¿No eran tan listos aquellos jóvenes de la Complutense que iban a asaltar los cielos, tan inteligentemente montado, paso a paso, el proceso hacia la independencia? Los dos han demostrado poca sabiduría política, que por tanto no merecían alcanzar sus metas. Ambos han arruinado su reputación.

lunes, 21 de mayo de 2018

Sentimentalismo abanderado




           Un partido es como una goma elástica, se estira cuanto puede para abarcar espacio a derecha y a izquierda, cuánto más se estire su elasticidad será menor, con el riesgo de romperse. Proponer ideas sencillas y claras es difícil en tiempos convulsos, sobre todo si se piensa que el poder está al alcance. La tentación de meter los sentimientos en política siempre ha estado ahí y pocos políticos han sido inmunes a ella. A eso se le llama populismo. Si la ciudadanía está crecientemente infantilizada, mayor es el motivo para hablarle con claridad, esperando que se comporte como un adulto al que se reclama cordura. Si se requiere tiempo para educar a la población, démosle tiempo, vayamos de coalición en coalición pero sin renunciar a una forma de hacer política racional y honrada, sin competir con los demás partidos en ganarse el corazón de la gente. Si durante un tiempo el partido es minoritario, pues que sea así. Hay que introducir la racionalidad en la política. Con el nacimiento de un partido como C’s parecían posibles ambas cosas, la claridad en las propuestas y el asentimentalismo. Pero ayer cruzaron una frontera. Los símbolos constitucionales, la bandera, el himno, la constitución, deben ser neutros, como el decorado de fondo donde discurre la vida pública. Nadie debe apropiárselos y si lo hace debe ser castigado. Además ese partido nació como reacción al sentimentalismo abanderado del nacionalismo, que él caiga en ese defecto es una enorme decepción.


domingo, 20 de mayo de 2018

Conficianismo y taoísmo


Tao

         "Las raíces de la tradición japonesa se remontaban a los literatos chinos, que eran un híbrido entre confucianismo y taoísmo. Por la parte del confucianismo les venia el lado serio. Cuya base era el amor por el aprendizaje. ejemplificado en la primera línea de las Analectas: “¿No es sin duda placentero adquirir conocimientos y ejercitarse constantemente en ellos?" Del erudito confucianista se esperaba que
estudiase la sabiduría del pasado y que, en el proceso, adquiriese una virtud. misteriosa que influiría en todo lo que estuviese a su alrededor. La virtud se irradiaba y, según las antiguas enseñanzas, bastaba con su mera posesión para transformar el mundo. Aquella era la lógica que subyacía en el texto que vi la primera vez que abrí un libro de filosofía china en el mercado de Randa: "Si deseas gobernar el esta-
do, pacifica primero a tu familia. Si quieres pacificar a tu familia, primero disciplinate. Si quieres disciplinarte, primero endereza tu corazón».
El primer paso era saber cómo enderezar el corazón: la respuesta. según se desarrolla en China, es la práctica de las artes. Además de un vasto conocimiento sobre la literatura. se esperaba que los literatos dominasen las Tres Perfecciones de la poesía, la pintura y la caligrafia. Con el tiempo, esto acabó abarcando todas las bellas artes relacionadas con el estudio académico: el trabajo del bambú, de la cerámica, del metal, la talla de piedra, el papel, la tinta, los pinceles, las piedras de tinta y mucho más.
No obstante, la desventaja del confucianismo era el fuerte hincapié que se hacía en la virtud. Aunque se nos enseña que «la virtud no mora sola», una vida dedicada únicamente a la virtud no parece muy atractiva. Ahí es donde entre el taoísmo".

        "El taoísmo era el mundo de sabios sin ataduras caminando por las montañas. “El sabio da paseos, dijo el filósofo taoísta Zhuangzi—; para él el conocimiento es una ramificación”. Los taoístas veían la vida como algo tan libre como el agua o el viento, ¿a quién le importaba la virtud? Amaban tanto las montañas. las cascadas y la luna que el poeta Li BO se ahogó una noche de fiesta en un barco porque se acercó al agua para abrazar la luna. Eran eremitas que no querían nada más que alejarse del polvo del mundo y disfrutar de la «conversación pura» con sus amigos.
Con el tiempo, aquellas dos imágenes opuestas —la del erudito cultivado y la del amante de la naturaleza de espíritu libre— se aunaron en un solo ideal: el literato".
                            (Alex Kerr, Japón perdido)



sábado, 19 de mayo de 2018

La Edad de los Dioses



“Una costumbre que hundía sus raíces en aquel pasado lejano era el yobai, literalmente, ‘deslizarse de noche’, cuando los muchachos de los pueblos cortejaban a sus doncellas. El chico entraba en la habitación de la muchacha de noche, a gatas, y si ella no le rechazaba dormían juntos. Al amanecer se tenía que haber marchado ya, y si las cosas habían ido bien, entonces visitaba a la chica regularmente por la noche hasta que se casaban. Algunos pueblos extendieron el principio del yobai a los viajeros, quizá para evitar que hubiese demasiada endogamia en las zonas más remotas”.

        Antes de que Japón se transformara en una sociedad industrial, en el periodo Meiji, ya había sufrido otra importante transformación. Fue a finales del XII, cuando los Genji se impusieron a los Heike, que dieron lugar al largo periodo del sogunado, durante seiscientos años. Sólo a través de la literatura, del arte y de algunos restos arqueológicos, los pueblecitos perdidos del valle de Iya (Shikoku), por ejemplo, con casas de madera, teja, bambú y paja, podemos hacernos una idea del paisaje natural japonés y de cómo era aquella sociedad a la que los japoneses aluden como La Edad de los Dioses, quizá porque de ella viene la religión sintoísta. Los japoneses suelen decir que al santuario sintoísta se va a cuidar el alma y al budista a resolver los problemas materiales.

          Sin duda, la historia del yobai recuerda el mito de Eros y Psique griego, por lo que tiene cierta verosimilitud la influencia griega a través de China, en todo caso, conocemos aquel mundo si visitamos un santuario sintoísta o si leemos La Historia de Genji o la poesía conservada en la recopilación del Man'yōshū, como este Ariake no tsuki, donde el enamorado se lamenta por tener que abandonar a la chica con la que ha pasado la noche.

Asaborake
ariake no tsuki no
miru made ni
yoshino no sato ni
fureru shira-yuki
Toda la noche
hasta la misma madrugada
la blanca nieve y la luna llena
hacían brillar
el monte Yoshino


viernes, 18 de mayo de 2018

Palabras y deshechos




              Una muestra de la falta de vigor de nuestra época es la confusión entre palabras y hechos. En la representación de los políticos se igualan ambos, las palabras son hechos difereridos, un contrato que el político establece con sus votantes: Haré esto. A muchos de los votantes les basta con la promesa y muy raramente piden cuentas. Para esos votantes la realidad es un mundo onírico donde la confusión va más allá de las palabras/hechos. Los deseos, las creencias, el dibujo de un mundo soñado tangencial al mundo real son la única realidad que les merece la pena, basta imaginarlo para que aparezca ante sus ojos con un colorido seductor al que entregarían la vida, la vida onírica, claro está. Aunque la realidad suele vengarse, no tanto de los votantes ilusos que no están dispuestos a apearse de su satisfactorio mundo flotante como de los políticos, porque otros votantes y otros políticos desconsiderados son capaces de mostrarles la fea realidad, de charles en cara lo sucio agazapado, lo que no se deja conducir por el camino de la promesa, lo que acaba rompiendo la hermosa simetría entre palabras y hechos.

               Barcelona, esa ciudad onírica, es el ejemplo preclaro como en tantas otras cosas. Cuánto tiempo lleva la alcaldesa en el cargo, cómo se dio a conocer, cuál fue la plataforma que la aupó a la alcaldía. Vivienda y pobreza, he ahí dos promesas fallidas, donde la venganza de la realidad ha sido más cruel. Qué puede haber más devastador para un político que el reconocimiento de su impotencia: Los profesionales [del ayuntamiento] alertan de que los pisos y pensiones están llenos y piden no asistir a los desahucios porque no pueden dar una "respuesta adecuada". Y Barcelona contabiliza más de 3.500 sin techo en una noche).


jueves, 17 de mayo de 2018

Total paqué




                Paqué vamos a verificar datos, a pensar con frialdad, a ver qué razones pueden tener los que dicen que no es como nos cuentan, paqué complicarse la vida dejando de lado los sentimientos propios, el pensamiento visceral, dicen, lo que me viene de forma instintiva a la cabeza, lo auténtico, paqué ocultar o disimular lo que realmente pensamos, qué ganas de complicarse la vida haciéndole un feo a la mujer, o a los hijos, a los amigos del bar o a los compañeros del trabajo, incluso a los periodistas que suelo escuchar cada mañana, o tarde en la noche viendo lo que han escrito, tantos no podemos estar equivocados, qué ganas de leer libros que hablen de otra historia, de otra forma de verla, tan diferente de la que he estudiado, qué gano con pararme a pensar lo que pueda haber de verdad en las noticias sobre el viejo líder al que he votado toda la vida, que si se ha llevado el dinero a casa, que si ha enriquecido a los hijos, que si no pagaba a Hacienda, hombre, hombre, lo que todos hubiésemos hecho si hubiésemos podido, por qué iba a ser verdad, y aunque lo fuera, es que los otros no hacen lo mismo, anda que no hay escándalos allí, de todos los colores, en todos los escalafones, y mira que les han seguido votando como si nada, por qué habrían de exigirme a mí lo que ellos no hacen, y dicen que es estrafalario el otro, el que nos ha metido en esto, el exiliado, anda que esto es una novedad, mira el mundo, abre los ojos, en todos los países los hay, hasta en el más grande, y que el nuevo es un racista, total porque ha escrito cosas que todos pensamos, y decimos en familia, entre amigos, pues si es la verdad, qué más da, son cosas que uno escribe en la juventud, ya se callará la boca ahora, con el cargo tendrá que disimular, decir lo que no piensa de verdad, pero las verdades ya están dichas, se tenían que decir, además por qué tendríamos que arrepentirnos, para dar munición a quienes nos han amargado la vida durante siglos, a quienes nos siguen insultando cada vez que abren la boca, llamándonos de todo, gente que ha venido de otros pagos para faltarnos al respeto, a quienes hemos dado de comer, racistas nosotros, es que no ven a nuestros diputados, no ven a esa mujer con velo en el Parlamento, hasta negros tenemos, no ven a los que hemos acogido viniendo de América, ellos sí con ganas de integrarse, hablando un idioma que han tenido que aprender de cero, ellos sí, agradecidos, a la mierda, hombre, que se vayan a la mierda

martes, 15 de mayo de 2018

Los placeres de la literatura japonesa, de Donald Keene


             Nada fue igual para Japón después de la revolución Meiji, de 1863, la llegada de las costumbres y usos de Occidente modificó la cultura del país, su tradición milenaria, algo que se acentuó tras la derrota de la 2ª GM. Hasta entonces el arte y la literatura se había movido en unos estrechos márgenes codificados en la muy antigua Edad Media. Así, por ejemplo, el Kojiki, una primitiva recopilación de poesía, en la que el japonés está bajo la influencia muy directa del chino, es del 712. El más sofisticado Man'yōshū, donde el waka, la forma poética tradicional de la poesía japonesa, con poetas como Hitomaro y Okura, es de tan solo 50 años después. Aunque será el Kokinshū, la primera recopilación imperial de poesía waka (905), la que estableció las formas definitivas de la poesía japonesa que durarían hasta el siglo XIX. Las mujeres no solían aprender chino, la lengua culta de la clase alta, por lo que los poetas que cultivaban la poesía amorosa para dirigirse a ellas utilizaron el japonés. Así se extendió el waka o tanka (treinta y una sílabas en cinco veros) como forma poética y la belleza se asoció a los estados emocionales relacionados con el amor y la percepción poética de la naturaleza, desechando en general, los temas intelectuales y sociales. El otro elemento decisivo en la conformación del espíritu japonés fue la filosofía derivada del budismo y del confucianismo. Esto se aprecia en la antología del Keikokushū, del siglo IX, poemas cuyo objeto es el buen gobierno, donde la poesía aparece como instrumento (hoben) para comprender la doctrina (Donald Keene la compara con la idea de Lucrecio: la poesía es como la miel en el borde de una copa de ajenjo), y que ayudaría a entender la permanencia de determinados tópicos de la tradición. Así el crepúsculo sería una alusión al miedo de los japoneses al ocaso y los pájaros se verían como mensajeros del mundo de los muertos, ambas interpretaciones derivadas de la cultura china.

                 Quizá fuese el monje budista Kenkō en los Ensayos sobre la pereza (1330 – 1333) quien mejor haya explicado en qué consiste la estética japonesa. Kenkō definió el gusto japonés por la sencillez frente a la ostentación, la sugestión de los comienzos y los finales frente al ideal occidental por el clímax (“¿O es que el amor entre el hombre y la mujer solo existe en el momento en que se poseen?”), la irregularidad de lo incompleto frente a lo simétrico y lo ordenado y el carácter perecedero, el deseo de sugerir en vez de afirmar con rotundidad, frente a la búsqueda de la permanencia o incluso de la inmortalidad. Las cosas son bellas porque son frágiles e inconsistentes. La perfección se elogia solo con condescendencia,

                Formas como el renga, una forma utilitaria de versos encadenados, que busca los favores de los dioses y el éxito en las apuestas, aparece en los siglos XIV – XV, y el haiku, del XVII y el XVIII, son tardías. Los poetas de estos siglos vivían de corregir los poemas que hacían los samuráis. Basho quizá era el único que vivía de sus caligrafías y de los regalos de sus discípulos. Poco a poco la poesía tradicional fue decayendo, y tras la guerra se la consideró una diversión educada sin valor literario alguno.

                 Aunque los capítulos más interesantes del libro de Donald Keene son los dedicados a la poesía, no son desdeñables los que dedica a la narrativa y el teatro. Repasa las recopilaciones de cuentos (Ise monogatari, Heike monogatari), como El cuento del cortador de bambú, el texto japonés más antiguo (siglo X), donde se explica que el monte Fuji se llama monte inmortal porque allí se quemó el elixir de la inmortalidad que portaba la princesa que desde allí ascendió a la Luna, de ahí el humo (nubes) que coronan su cima, o La historia de Genji, o las hazañas amatorias del vividor Saikaku (1682) el héroe que se embarca en un barco llamado Lascivia hacia una isla habitada sólo por mujeres. En el capítulo dedicado al teatro, Keene explica las diferencias entre el teatro, el Kabuki, el teatro de marionetas y el bugaku, para concluir que el teatro japonés es una de las maravillas del mundo. 

lunes, 14 de mayo de 2018

ETA, mátalos



Buscaban el daño máximo. Descomponer nuestra sociedad con dolor y miedo. Eran un grupo de fanáticos con una ideología supremacista que justificaba todo tipo de crímenes: asesinato, secuestro o extorsión”. (Ana Merino)

         Durante muchos años, décadas incluso, el juego trágico de ETA con las armas no mereció los honores de portada. Sus asesinatos eran relegados a breves notas en las páginas basura de los periódicos. Filósofos, escritores, periodistas, cineastas se mostraban comprensivos y arguían razones. No sé si la sociedad española estaba dormida o anestesiada. Todavía hoy, algunos aparecen en tertulias hablando de otras cosas sin contrición alguna por el mal que hicieron, hasta ha habido quien ha acudido a un lugar de Francia para participar en la liturgia del final de la cosa. La opinión de la sociedad no es la suma de lo que piensan los individuos, no es estadística, sino la de sus élites (Cómo va a ser opinión el grito de la masa estudiantil, aunque esta sí alcance el honor de las portadas: "Grita por las que no pueden", "Nosotras somos la manada", "Si no nos matan no nos creen", "A ese magistrado no lo han violado"). Y la élite española durante ese periodo fue infame. Sólo una minoría alzó su voz, notablemente Basta ya, la voz moral de una minoría que tardó en imponerse, pero que nos salvó a todos. Ahora, falsariamente, muchos dicen.

          Tardó en encimarse la idea de que ETA era el mal. Porque el mal existe, y no es la desgracia natural ni su origen es metafísico, ni siquiera el que proviene del error genético o las disfunciones de personalidad, el mal es el que viene de la voluntad de causarlo, busca legitimidad en ideologías ponzoñosas y se organiza en grupos criminales. ETA era todo eso. La sociedad vasca lo consintió, lo comprendió, lo apoyó. Aún hoy lo hace: véanse los resultados electorales y las manifestaciones infames (Alsasua). Eso sucedió durante las décadas horribles de nuestro pasado reciente. Eso sucede en sordina en Cataluña. De momento en el terreno de la opinión, en la presión mediática y educativa, en ciertos alborotos en la convivencia. La sociedad española ha mostrado una fragilidad moral impropia (por cierto una debilidad comparable a la de Europa entera, incapaz de hacer frente al peligroso americano), incapaz de cercar y desnudar el mal. Qué hace ahora antes de que la ominosa nube se interponga otra vez ante el sol. No puede volver a ocurrir. Y con la sola literatura no basta.
"El candidato a president, Quim Torra, admira a los líderes de Estat Català y asiste a sus homenajes: los hermanos Badia son “los mejores ejemplos del independentismo”, dijo en 2011. Daniel Cardona, uno de los “pioneros de la independencia”, ensalzó en 2014". (Xavier Vidal-Folch)

domingo, 13 de mayo de 2018

Una habitación propia, de Virginia Woolf



Esta manifestación marca un antes y un después en el feminismo; estamos ante un cambio de paradigma. He visto mucha ilusión en las caras; muchas mujeres jóvenes, indignadas, con mucha fuerza”. Lola Carrión (veterana dirigente de la Coordinadora Feminista en los años de la transición).

Uno de los más patéticos -y peligrosos- signos de nuestros tiempos es el creciente número de individuos y grupos que creen que nadie puede estar en desacuerdo con ellos por una razón honesta”. Thomas Sowell. ¿Paradigma de género?

         La idea de la mujer como ente autónomo, como otro humano cualquiera, está incluida en las consideraciones de los filósofos ilustrados y en la proclamación de los derechos del hombre y del ciudadano, donde no se hacen distingos. Podría decirse que la idea de que ha de liberarse de un yugo de siglos, familiar, social, es más reciente, de la época de las sufragistas. Sólo ahora se está convirtiendo en un fenómeno de masas, arrastradas por una ideología con nombre propio, el feminismo. Y es cuando cualquier idea baja a las masas cuando empieza a ser peligrosa. 

        Virginia Woolf abordó el tema en Una habitación propia, publicada en 1928, ensayo novelado a partir de charlas a jóvenes mujeres sobre el asunto. Con humor, ironía y agudeza, la autora aborda cuestiones que entonces no eran evidentes pero que ahora están a la orden del día: ¿Qué sabemos de las mujeres antes del siglo XVIII? ¿Dónde están las mujeres escritoras, pintoras, compositoras, científicas de la historia? Si Shakespeare hubiera tenido una hermana tan dotada como él, ¿habría podido recurrir a un teatro, el londinense, donde sólo los hombres podían ser actores? Las mujeres, hasta bien entrado el XIX, no tenían bienes materiales, ya que sólo el marido podía disponer de ellos legalmente, ¿cómo era posible? ¿A qué oficios podía aspirar una mujer? ¿Y el sufragio? Un empresario, un político, un juez, un militar, un obispo hasta hace muy poco solo podía ser hombre. ¿Qué necesita una mujer para ser escritora, se preguntaba Virginia Woolf. Dinero y una habitación propia, respondía a las jóvenes oyentes de sus conferencias, lo mismo que dice ahora, en la voz de Clara Sanchis desde el escenario. Eso vale, sin duda, para cualquier mujer que quiere ser libre, también para cualquier hombre. La libertad de pensar en las cosas tal como son, es la mayor liberación de todas, escribió, un proyecto que vale para cualquier ser humano. La autora aborda el estado de la cuestión en 1928 y en Gran Bretaña. Si hubiese sido española, el lamento podría haber sido peor, también la burla. 

       Clara Sanchis, como actriz, y María Ruiz, en la versión y dirección, llevan el texto a la escena con claridad e inteligencia. La versión es dinámica, el texto suena como la obra literaria que es, reflexiva y brillante, dirigida a un público adulto. El monólogo se sigue sin desfallecer.


viernes, 11 de mayo de 2018

Música a toda pastilla




            Los primeros temas son una gozada, la música eslava tiene sonoridades que por estos pagos no se acostumbra, enseguida los pies y las manos se ponen en movimiento, aunque la gente de aquí se mueve poco o nada, mira, escucha y luego aplaude, pero mientras los músicos tocan está quieta y muda. Estos Vołosi me recuerdan a aquella banda rumana que hizo furor hace unos años, la Fanfare Ciocărlia, especializada en bodas y banquetes, o eso decían, por su velocidad, por su timbre, aunque estos VOŁOSI, polacos, de Silesia, dos violines, un chelo, una viola y un contrabajo, tocan mejor, pero el repertorio es exiguo, los temas pronto se parecen unos a otros, las melodías no varían mucho, tampoco la armonía y al final todo parece reducirse a ritmo y contrastes tímbricos. A melodías tradicionales unen algunas improvisaciones donde el chelo y el primer violín se hacen valer. Eso, música a toda velocidad.

Taleb II






          Claro que entre tanto aforismo hay bastantes que yo hubiese firmado. Algunos ejemplos:

La persona a la que más tenes contradecir es a ti mismo”

Una idea empieza a ser interesante cuando te asusta llevarla a su conclusión lógica”.

Evita llamar héroes a quienes no han tenido otra opción”.

Los deportes son aleatoriedad mercantilizada y, por desgracia, prostituida”.

"Si quieres fastidiar a un poeta, explica su poesía".

Cuando zurras a alguien físicamente haces ejercicio y alivias el estrés; cuando le agredes verbalmente en Internet, sólo te dañas a ti mismo”.

Fragilidad: hemos ido separando paulatinamente el valor humano de la guerra; permitiendo que pusilánimes con aptitud para la informática maten gente sin el menor riesgo para su vida”.

Serás civilizado el día que puedas pasar un largo periodo de tiempo sin hacer nada, sin aprender nada y sin mejorar nada sin sentir la más mínima culpa”.

La claridad mental es hija del coraje, no al revés”.

          Algunos pueden aplicarse a la más rabiosa actualidad (Apócrifos):

Lo que más daña tu reputación es lo que dices para defenderla” (Cifuentes)
El único sistema político válido es el que puede manejar a un imbécil en el poder sin sufrir por ello” (Trump)

El Estado nación: apartheid sin incorrección política” (Puigdemont)

En un conflicto, el punto medio es el que menos tiende a ser correcto” (Tercerista o equidistante)

La amenaza verbal es el certificado de impotencia más auténtico” (Forista de Internet)

          Lo más valioso que he encontrado en su libro no tiene forma de aforismo, está en el epílogo final, su último párrafo:


Cuando te liberas totalmente de limitaciones, de pensamientos, de esta actividad debilitante llamada trabajo, del esfuerzo, empiezan a mirarte de frente elementos oscuros ocultos en la textura de la realidad; entonces aparecen ante tus ojos unos misterios que nunca habías pensado que existían”.


jueves, 10 de mayo de 2018

El lecho de Procusto, de Nassim Nicholas Taleb



En los escritores de aforismos, a poco que uno rasque, se ve el exhibicionismo, cuando no la arrogancia, ya estén extraídos de otros libros, exentos de laboriosas argumentaciones o cadenas lógicas, o concebidos ex novo, como pildorillas de sabiduría y en forma de consejos morales irrefutables. Suelen predicar la humildad, algo que no se aplican, porque cada uno de los aforismos está concebido para que destelle la inteligencia del autor y al lector no le quede otra que la debida reverencia. Uno tiende a leerlos con curiosidad, apreciando el ingenio, pero la lectura no suele dejar el poso prolongado del autor reflexivo realmente comprometido con la realidad. Cuanto más efectista sea el enunciado menor valor de verdad.

Taleb no es una excepción, más bien parece encantado de haberse conocido y de dispensar generosamente su sabiduría, incluso aconseja no leer más de cuatro de una sentada, seguro de la distancia que le separa del lector. No obstante leer un libro de aforismos, de máximas, de proverbios, de epigramas o de dichos es como resbalar por la cresta de la ola en que el tiempo se balancea, con sus brillos y sus opacidades, sus hechizos intelectuales y sus diabluras retóricas, es informativo, pero no hay que dejar de atender al viejo consejo del charlatán, presta atención a lo que digo, pero no tomes en consideración lo que hago.

He aquí algunos ejemplos:

Arrogante: “En ciencia necesitas entender el mundo; en los negocios necesitas que no lo entiendan los demás”.

Humorístico:

“El doble castigo de la modernidad es hacernos envejecer prematuramente y vivir más”.
“No hay un estado intermedio entre el hielo y el agua, pero hay uno entre la vida y la muerte: un empleo”.
“Igual que comer carne de vaca no te convierte en una vaca, estudiar filosofía no te hace más sabio”.

Moralista: “Una prostituta que vende su cuerpo (temporalmente) es muchísimo más honorable que alguien que vende su opinión para ascender o mantener su trabajo”.

Provocador: “Quienes piensan que la religión trata de 'creencias' ni entienden la religión ni entienden las creencias”.

Estupefaciente: “El problema del conocimiento es que hay muchos más libros sobre aves escritos por ornitólogos que libros sobre aves escritos por aves y libros sobre ornitólogos escritos por aves”.

Contrafáctico: “La economía no puede asimilar la idea de que lo colectivo (y el conjunto) son desproporcionadamente menos previsibles que los individuos”.

Gurú: “Si por la mañana sabes cómo será tu día con cierta precisión, es que estás un poco muerto: cuanta más precisión, más muerto estás”.

Elitista: “En una multitud de cien, el 50% de la riqueza, el 90%de la imaginación y el 100% del coraje intelectual residirán en una sola persona, no necesariamente la misma”.

Displicente: “La mayoría de la gente tiene que esperar a que otra persona diga 'esto es arte del bueno' para decir 'esto es arte del bueno'; algunos han de esperar a que lo digan dos personas o más”.

Liberal: “La justicia distributiva no es quitarle a alguien que se ha arriesgado y ha ganado honradamente: es mantener muy elevada la probabilidad de que pierda su fortuna”.

Reduccionista: “Típicamente, la mitad inferior ha sido fastidiada por la clase media. Así es toda la historia de Roma”:

Apodíctico: “A los Estados nación les gusta la guerra; a las ciudades-estado les gusta el comercio; a las familias les gusta la estabilidad; y a los individuos les gusta el entretenimiento”.

Chulapo: “El racionalismo imagina una sociedad sin imbéciles; el empirista una a prueba de imbéciles o, mejor aún, a prueba de racionalistas”.

¿Resentido?: “Los académicos sólo son útiles cuando tratan de ser inútiles (por ejemplo, en matemáticas y filosofía), y son peligrosos cuando intentan ser útiles”.

Cabalístico: “Si un piloto estrella un avión, n=1 no es anécota; si no lo estrella, n=100 lo es”.

Catequista: “Erudición sin sandeces, intelecto sin cobardía, matemáticas sin frikismo, saber sin academia, inteligencia sin sagacidad, religiosidad sin intolerancia, elegancia sin blandura, sociabilidad sin dependencia, placer sin adicción, religión sin tolerancia y, sobre todo, nada sin jugarse algo”.