domingo, 27 de mayo de 2018

El Japón moderno



El desmoronamiento a gran escala del entorno natural y la tradición cultural del este de Asia se considerará, algún día, uno de los acontecimientos más determinantes del siglo XX… Para Japón, como país, el mundo antiguo se ha vuelto irrelevante; todo parece igual de inútil que aquellos chubasqueros de paja y las cestas de bambú abandonadas por los aldeanos de Iya… El cambio llegó a China, a Japón y al sudeste asiático de manera precipitada. Más aún, esos cambios los introdujo una cultura completamente ajena… Aunque los japoneses admiren ciudades antiguas como Kyoto o Nara, y las consideren hermosas, en lo más hondo de su corazón saben que esos lugares no tienen nada que ver con sus vidas modernas. Por decirlo sin cortapisas, esos lugares se han convertido en ciudades ilusorias, parques temáticos históricos. En el este de Asia no existen equivalentes de París o Roma -Kioto, Pekín o Bangkok se han convertido en junglas de hormigón-. Mientras tanto, las zonas rurales se han llenado de carteles publicitarios, tendido eléctrico y casas de aluminio”. (Alex Kerr, Japón perdido)

         A partir de los años 70, en tres décadas, Japón se hizo el país más rico del mundo. Se talaron bosques, se plantaron cedros, se excavaron carreteras en las montañas, la costa y los lechos de los ríos se llenaron de hormigón. La belleza natural de Japón, que ahora se ve en contados lugares como el santuario sintoísta de Ise o en parques como el de Hakune, desapareció. Según Alex Kerr (Japón perdido) hoy día Japón es uno de los países más feos del mundo. Japón es el único país avanzado que no entierra las líneas eléctricas de sus ciudades ni se preocupa por el equilibrio ecológico, por ejemplo, no tiene guardas forestales.
A veces, cuando conduzco por el campo, me encuentro con que están excavando otra montaña o que están echando hormigÓn sobre otro río, y no puedo evitar sentir miedo. Japón se ha convertido en una máquina gigantesca y terrorífica, un Moloch que desgarra su propia tierra con dientes de acero, y nadie puede hacer nada para impedirlo. Basta para que los escalofríos te recorran todo el cuerpo”. (Alex Kerr, Japón perdido)

        Un poeta de la dinastía Tang decía que “Aunque la nación está perdida, quedaban las montañas y los ríos”. Hoy parece más bien lo contrario, Cómo ha llegado hasta ahí. El arquitecto Takayema Sei lo achaca a la capacidad de los japoneses para la concentración, centrar su atención en un punto concreto. Eso les permitió crear el  haiku, en los que el poeta se olvida del resto del universo para concentrarse en una rana que salta en el estanque, esa capacidad permite, dice Alex Kerr, a los japoneses arrobarse ante un hermoso arrozal verde sin percatarse del polígono industrial que lo rodea.

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