martes, 12 de mayo de 2020

Contradicciones


En su vida personal Herbert [Marcuse] insistía en un nivel de distanciamiento y de orden burgués que lo protegiera. Yo lo recuerdo hablándome con aprobación de Thomas Mann, quién, según Herbert, se levantaba cada mañana, se ponía traje y corbata y se sentaba en un escritorio a escribir libros sobre personas guiadas por la pasión”. (Osha Neumann según Stuart Jeffries, en Gran Hotel Abismo).

Marcuse fue uno de los apóstoles, si no el mayor de todos, de la liberación sexual en los años 60, o así lo creyeron los jóvenes de entonces. En realidad de lo que hablaba en sus libros era de como la liberación sexual era una forma que utilizaba el capitalismo monopolista para conformar la sociedad, destruyendo la fuerza revolucionaria juvenil, un escapismo, un instrumento de dominación. “Esta sociedad convierte todo lo que toca en fuente potencial de progreso y de explotación, de carga y de satisfacción, de libertad y de opresión; y la sexualidad no es la excepción”, escribía en El hombre unidimensional.

Él mismo, según su hijastro Osha Nuemann, si tenía “alguna atracción sexual, carnal o genital lo ocultaba. Estaba claro que tenía amoríos, pero los ocultaba”. Marcuse viudo se casó con Inge, madre de Osha, que acababa de enviudar en 1954 del también filósofo frankfurtiano Franz Neumann, y a continuación inició un amorío con una estudiante de posgrado.

Hubo quien le echó en cara las contradicciones, como Osha se las echaba en cara a Thomas Mann, pero qué sabemos de la vida sino a través de nuestras experiencias. Es a través de los conflictos que se generan entre nuestras imágenes mentales y nuestro comportamiento como nos damos cuenta de las contradicciones y es poniéndolas en evidencia como aprendemos y podemos armar discursos morales. ¿Quién vive sin contradicciones? Lo importante es aprender de ellas y pelear por alcanzar cierta coherencia.



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