Es
en
los
detalles de la vida práctica, más allá de los discursos, los
programas y los principios,
donde se ve el sentido de una organización. Si hace tiempo que
renunciaron a la libertad en favor de la igualdad como prioridad,
como muestra el
detalle de la
plantilla de la desescalada parece que también han renunciado a la
igualdad en favor de la distribución. El diferente trato a los
territorios muestra que el objetivo principal de la organización es
el poder, conseguirlo, mantenerlo, y que las políticas están en
función de ese objetivo. Los pactos con los nacionalistas así lo
demuestran. Ya solo les queda la distribución que no se hace con
criterios de igualdad sino en base a las
necesidades
del
poder. Creando una renta mínima se aseguran una población de
fieles. Al rebajar de tal modo los fines políticos, el temor es que
al final su
única guía sea
la redistribución de la pobreza, a falta de plan dinamizador que
reinicie el país:
un territorio en favor de otro, una capa de población en lugar de
otra, a cambio de mantener el poder, que es la verdadera no confesada
prioridad. Si no se genera riqueza, ¿cómo se mantiene, entonces, la estructura de un
partido?, asegurando (mediante dones territoriales y rentas parciales
a la población) que el partido es el único y justo portador de la
Distribución (antes Igualdad). Por tanto, la pregunta que hemos de
hacer a nuestros amigos no es a qué partido votas, sino en qué
iglesia militas. Una iglesia que asegura, y eso es lo que mantiene su
estructura, es
la
guardiana
de
la verdadera fe.
Qué
queda, entonces, de la capacidad de arrastre, de la movilización en
pos de objetivos revolucionarios o, al menos, del reformismo socialdemócrata. La fe es lo queda. Como en
cualquier iglesia, el cemento es la pertenencia a una comunidad y la
evocación de una fe, pero ambas cosas no son más que pálpitos
mentales, ilusiones a las que va unida la supervivencia, el
equilibrio psíquico del militante. El objetivo que
canalizó el entusiasmo y la adhesión
es ahora
un
conjunto vacío, ha desaparecido en el desgaste metafísico (ante la
afirmación racional del hombre libre) e histórico (ante el continuo
progreso de los estándares de vida). Dios, la Igualdad son ecos de
la antigua creencia, como un regüeldo que a veces se somatiza en la
discusión defensiva en forma de alteración vesánica.
Del
mismo modo
que el
sentimiento de pertenencia
es una necesidad que no encuentra forma de realizarse en
un individuo crecientemente aislado y abandonado a su suerte pero
que se mantiene como eco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario