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miércoles, 15 de febrero de 2023

Filosofías indias. V Liberación

 


Cuando tu alma haya pasado más allá de la

selva de la ilusión, ya no se tendrá en cuenta

lo que se enseñará ni lo que se ha enseñado…

cuando abandones la enseñanza tradicional tu

ser permanecerá constante y firme en la visión

del Ser, entonces alcanzarás la unión con Él

Bhagavad Gita, VI: 34-35 y II 52-53.


Ni siquiera hay que mirar hacia el Kiril de Moscú, el patriarca cleptócrata y ofensor de Ucrania, no ha florecido lo mejor de la humanidad en la cátedra de san Pedro, apestan los predicadores evangelistas, un fondo negro el corazón del islam, para detestar la religión. La religión histórica se condena a sí misma. Y, sin embargo, es admirable su persistencia en la atención de los humildes. Era un viernes, a las siete de la mañana, cuando me llegaba un canto alegre de voces juveniles de una iglesia cristiana, imponiéndose ligeramente al ruido de la ciudad. Sí, en partes de la India florece el cristianismo. Era en uno de los canales de Cochin, en Kerala, me detuve y me dejé llevar por un sonido que tenía la consistencia del espejismo, raptado por la música. Qué es el arte, la música, dónde nace la poesía. Por qué lo separamos del resto de la obra humana, por qué nos detenemos y escuchamos. Sabemos distinguirlo y admitimos que hay un núcleo de misterio en lo que cautiva nuestra atención hasta abandonarnos. Sí, es cierto que cuando la vemos repetida, copiada, la obra pierde su aura, pero seguimos mirando en otro lugar porque queremos que la experiencia se repita, o volvemos al lugar donde fuimos tocados. ¿No existe un parecido misterio, un aura de incomprensión, un hechizo del que no nos apartamos en la religión, del que deseamos participar?






Si el karma ha sido bueno, a los indios atrapados en el samsara, el ciclo de nacimientos y renacimientos, les espera la moksa, la liberación de las cadenas de la vida en el mundo, el bien supremo. Ahí vuelven a coincidir los diferentes sistemas de la filosofía hindú, el budismo y el jainismo. En las escuelas vedanta, la moksa es el resultado del conocimiento de la identidad entre el Brahman, el principio divino, y el atman, el yo individual, superando la falsa identificación del purusa, el yo perdurable, con el cuerpo. La tradición budista lo denomina el Nirvana. En general, la salvación procede de la iluminación. En primer lugar nos liberamos de la visión errónea del mundo, lo que conduce al perfeccionamiento moral hasta llegar a la inacción absoluta que impide el renacimiento y, por ende, también el dolor y el sufrimiento. En sánscrito, nirvana significa literalmente ‘apagar’. El sabio iluminado se compara a veces con una llama apagada por el viento. Paradójicamente la salvación es asimismo la extinción: "El nirvana es, pero no el hombre que lo busca. El sendero existe, pero no el viajero que lo recorre". Lo que se extingue cuando logramos la iluminación no es el yo, sino la ilusión del yo.


El subcontinente indio ha sido modelado por su filosofía que parece indistinguible de la religión revelada en los Vedas: la percepción intuitiva, las escrituras reveladas, una lógica altamente desarrollada, la tradición y la observación. Por encima de la razón está la percepción directa de la realidad, pratyaksa. Ver de ese modo solo unos pocos grandes maestros -rishis- lo pueden hacer, de ahí una cultura de la deferencia hacia el maestro o iluminado. Los filósofos no crean ideas nuevas sino que explican mejor las viejas con ingenio y creatividad. El objetivo de la filosofía india, como la cristiana, es la salvación y cómo alcanzarla. Vivimos un mundo de apariencias, nuestros sentidos nos engañan. Mediante la meditación podemos serenar nuestra mente, silenciar nuestros sentidos, aguzar nuestra atención y ver las cosas como realmente son. Se requiere disciplina corporal e intelectual, una postura y una respiración adecuadas.



El yo convencional es ilusorio, un flujo de experiencias, un haz de percepciones que carece de esencia perdurable. Lo verdadero es el Brahman, el yo universal del que somos parte. Los budistas, por contra, creen que tampoco existe ningún Brahman. La filosofía india es cosmogónica, señala Julian Baggini, ofrece una visión holística de la realidad en la que la ética, la metafísica y la epistemología se combinan en un sistema explicativo integral. El karma, las acciones y los pensamientos generan buenas o malas consecuencias para la gente. La creencia en la reencarnación está generalizada. La creencia en la elusión del mundo material y en una liberación posterior fomenta una ética del desapego. Nunca es bueno otorgar excesiva importancia a la riqueza o los placeres efímeros. Quiénes alcanzan la moksa o el nirvana trascienden tales preocupaciones.



¿Cree el indio de a pie en esas cosas, como el cristiano en la resurrección de los muertos? Cuando visitaba el impresionante Templo Brihadisvara, en Thanjavur (Tingore), una de las maravillas de la arquitectura chola junto a los templos Gangaikonda Cholapuram y Airavatesvara, construido en solo siete años por el emperador chola Rajaraja, I, entre 1003 y 1010 e. c. tuve la sensación de amplitud y profundidad, moteada por el color de los hindúes que lo visitaban, no la de una iglesia humilde sino la de una gran catedral o la basílica del Vaticano, obras humanas que quieren sobrepasar los límites, manifestaciones del poder sin duda alguna, pero también del intento del hombre por alcanzar algún tipo de trascendencia. ¿Qué sienten los hindúes cuando acuden en familia a recibir la huella de ceniza en la frente y la unción del fuego en el cuerpo, con sus vestidos más lujosos y una alegría espontánea, que no se ve en la calle, de la que quieren hacerte partícipe?




martes, 14 de febrero de 2023

Filosofías indias. IV Dharma y karma

 


Ve y zambúllete en el sereno mar de la unidad espiritual,

Ve y lava tu alma en la transparencia de la meditación.

Sumérgete en la profundidad de la Unidad, Aléjate de las

súbitas olas del mundo dual y de las aguas salobres de la diversidad.

Vasishtha- Yoga


El principio del karma surgió en la tradición brahmánica hacia el siglo V a.n.e. Su significado se refería a ejecutar bien la mecánica de los rituales a fin de que estos funcionasen. Evolucionó hacia la idea de que todas las acciones tienen consecuencias morales, lo que significa que las personas ven correspondidas sus acciones, el bien con el bien el mal con el mal. Los budistas extienden su significado: el karma es resultado del pensamiento no solo de la acción. Las intenciones, la pureza mental y espiritual son más importantes que los actos. La rectitud del karma determina la naturaleza de tu reencarnación.



¿Cómo afecta el pensar del hinduismo a la vida cotidiana de los indios? Hay dos aspectos que afectan a la vida de las personas, las reglas impuestas o aceptadas que afectan al orden social y cósmico y el margen de vida interior que conquistamos o preservamos para tener una vida propia. En la India hay dos conceptos que ilustran esos dos aspectos, dharma y karma.


He de admitir, si soy sincero, que desconozco si existe una vida interior en la vida de los indios. Puede que no exista o es impenetrable. Aunque podría decir lo mismo de la vida interior de un occidental. Qué sé yo de mis congéneres, qué poco sé de mí mismo sino que voy borrando lo que no me gusta. En la religión, en el arte y en la poesía detectamos la vida interior. Visitamos templos llenos de gente, vemos imposiciones de cenizas en la frente, bendiciones de fuego, procesiones de vivos y muertos. En cada caso, todo parece exterioridad; imposible atisbar algo más que la rutina de los rituales. Tampoco en las conversaciones con los indios se adivina otra cosa que repetición y comentario. Visitamos un ashram, recibimos un masaje ayurveda, oímos explicaciones en una cooperativa de esencias naturales. No puedo distanciarme de mi mirada curiosa y foránea. Los meditantes del ashram me parecen de cartón piedra. Este comentario tendría valor si yo mismo hubiese pasado una temporada en uno de ellos, pero no siento la necesidad, no me atrae. He pasado largas temporadas en monasterios, una en uno benedictino en los Alpes. Escruté en la apariencia la vida interior de los monjes, mi propio proceso, lo fácil que es autosugestionarse. Sé que existe el despojamiento y la escalada hacia cumbres insospechadas pero contarlo es una perversión, un indicio cierto de que no ha ocurrido lo que se cuenta. Así que cuando se habla de espiritualidad, las palabras vuelan hacia la nada. Tienen razón los gurús que imponen silencio.



Entonces, ¿qué son el dharma y el karma? A pie de calle, uno tiene la impresión de que será atropellado si intenta cruzar al otro lado, que los semáforos, sí existen, no se respetan, que cada uno circula por donde le da la gana, el aparente desorden y la falta de reglas en la circulación. Una tarde, cuando las pocas luces de la ciudad india se estaban encendiendo, desde lo alto del quinto piso de un hotel, contemplé atónito durante varios minutos la circulación en un cruce de varias calles: el orden que subyacía al aparente caos. Coches motos bicis personas atravesaban el centro de una rotonda que no existía, en direcciones que no debían haber tomado, pero eran esquivados, rodeados, incluso el grueso de los vehículos se detenía en una calle para dejar paso al grueso de vehículos que venía de otra calle, turnándose, efectivamente, en un caos ordenado.


El dharma es la manifestación del orden cósmico en nuestras vidas. Todo está interrelacionado. Nuestras acciones son relevantes en todos los aspectos, individual, social e incluso cósmico para que el mundo mantenga un correcto orden. Los individuos eligen obedecer al dharma en cada acto que realizan en el camino que lleva a la perfección y a la felicidad porque de ello depende el buen o el mal karma que influye en los ciclos de vida de cada individuo. Seguir el dharma es una necesidad para que el karma sea positivo y haya recompensas futuras. Si hay algo que unifica a las religiones de la India es el dharma: palabra sánscrita que significa “religión”, “ley natural”, “orden social”, “conducta adecuada” o “virtud”.



Uno estaría tentado de pensar que la religión hindú surgió como necesidad para ordenar la complejidad social, para ordenar el caos, al mismo tiempo que se establecían las castas. El dharma y el karma se confunden en la vida ordinaria, en una suerte de fatalismo resignado: uno va al médico porque cree que se trata del karma; si alguien sufre es solo el karma; el estereotipo del indio espiritual, pobre pero feliz. El fatalismo, señala Julian Baggini en Cómo pensar el mundo, supone un obstáculo para el incremento de la justicia social. El efecto más pernicioso de la cosmovisión kármica es la forma en que ha sido utilizada para apoyar el rígido sistema de castas en la India. Los Vedas hablan de cuatro varnas (la palabra casta no es un término indio): brahman o sacerdote, vaisya o gobernante, ksatriya o artesano, sudras u obreros; está implícita una quinta varna, los que no encajan en las otras cuatro, los dalit o intocables. Hacia el siglo VI d.n.e, siguiendo una interpretación rigorista de las escrituras se puso fin a la mezcla y cruce entre castas con la prohibición del matrimonio entre ellas. ¿Idealizamos la espiritualidad India tratando de superar el materialismo occidental que no nos gusta? ¿Perderán los indios su sesgo fatalista a medida que abracen la idea de poder realizar su potencial individual en este mundo, no en el siguiente? Tengo la impresión de que la religión y la vida para un indio están tan intrincadas que son indiferenciables. 



domingo, 12 de febrero de 2023

La tradición filosófica india. Darsanas. III

 


En la tradición india, la palabra utilizada para filosofía es darsana, punto de vista o perspectiva, de la raíz sánscrita drish: 'ver, experimentar'. El hinduismo es un sistema pluralista con diferentes enfoques e interpretaciones de la realidad, de algún modo complementarias, como lo son los sistemas filosóficos de Occidente. Se habla al menos de seis sistemas filosóficos o darsanas (Samkhya, Yoga, Nyaya, Vaisesika, Mimamsa, y el Vedanta) o tradiciones astika (teístas) u ortodoxas. Todas ellas aceptan los Vedas como fuente de conocimiento autorizada y como definitivas en la identidad hindú. Como en casi todas las religiones la ortodoxia consiste en la interpretación de antiguos textos que se consideran revelaciones. El budismo, el Jainismo, el Lokayata y el Ajivika son sistemas heterodoxos (nāstika) porque no aceptan la autoridad de los Vedas. Aunque el Budismo y el Jainismo afirman el principio del karma, el ciclo de la reencarnación y la búsqueda de la moksa -la liberación del ciclo-, el sistema Lokayata, creada por el filósofo y escritor Chárvaka del siglo VII aec, una forma de materialismo, rechaza ambos: la autoridad védica y la cosmología del karma, reencarnación y liberación, así como la existencia del Isvara -el Ser Supremo. Chárvaka consideraba que la meta de la humanidad es la búsqueda de la felicidad y la supresión pragmática del sufrimiento. Renunciar al placer para evitar el dolor era un ‘razonamiento de tontos’. El Ājīvika es una suerte de determinismo: todo lo que ha sucedido, sucede y sucederá está predestinado en función principios cósmicos; no hay libre albedrío, según este darsana heterodoxo.


Los seis sistemas filosóficos podrían reducirse a tres parejas: Samkhya con Yoga, Nyaya con Vaisesika, y Mimamsa con Vedanta, en una relación de teoría, en el primer miembro, con práctica, en el segundo.


Nunca ha nacido y nunca muere el Ser Uno.

Al no haber existido, nunca cesará de existir.

No tiene origen, es eterno, imperecedero,

ancestral, y no muere cuando el cuerpo

muere. Bhagavad Gita


1. El Samkhya, el sistema de pensamiento más antiguo, se remonta a los siglos VIII y VII aec. Es dualista, afirma que hay dos tipos de cosas que crean la realidad: el purusa, conciencia o espíritu¸ y el prakrti, naturaleza o materia, incluidas la mente y las emociones humanas. Hay tantos purusas como seres vivientes. Su naturaleza, sin embargo, es única: es pura consciencia. El purusa es absoluto, independiente, libre, más allá de la percepción, por encima de cualquier experiencia de la mente o de los sentidos e imposible de describir con palabras. Jiva ('un ser vivo') es el estado en el que purusa está unido a prakrti. Purusa observa pasivamente las operaciones del prakrti activo, o naturaleza material. El Prakrti está en movimiento constante y oscila a través de tres modos de ser, tendencias innatas o gunas: sattva, rajas y tamas. Rajas es la cualidad activa, el dinamismo. Tamas es inercia. Sattva es un estado de equilibrio entre los dos. Ser tamásico es no tener interés por progresar espiritualmente. En el raja predomina la agitación, la actividad en el mundo. Pero es el estado en calma del sattva el que mejor percibe la realidad, aunque se necesita un paso más, porque el objetivo final de la filosofía Samkhya es la liberación del purusa, que ha quedado atrapado en las actividades de prakrti. Si aceptamos la analogía y volvemos la mirada a nuestros místicos, el cuerpo físico -prakrti- es un fardo para el espíritu -purusa, del que ha de liberarse. El final de la atadura del purusa al prakrti se llama liberación o kaivalya (aislamiento).


2. El Yoga con respecto al Samkhya aporta dos cosas: la existencia del Isvara, o ser supremo, un purusa que nunca ha sido atado al prakrti, y, por tanto, es siempre libre, y las prácticas para la contemplación del Isvara en ocho pasos u ocho miembros (astanga) con el propósito de liberar a purusa de prakrti. Estos son los ocho pasos, enumerados por el sabio Patanjali -de difícil cronología histórica, en todo caso siglos antes de nuestra era- en su Yoga Sutra: yama, niyama, asana, pranayama, pratyahara, dharana, dhyana y samadhi. Yama y Niyama son los pasos previos que hay que dominar antes de iniciar la meditación: la no-violencia o ahimsa, decir la verdad o satya (‘decir las cosas tal como son’), no robar o asteya, moderar los sentidos o brahmacarya (‘caminar en la conciencia de Dios’), especialmente la sexualidad, y no codiciar o aparigrapha (‘Todas las cosas del mundo son tuyas para usar, pero no para poseer’). Los niyamas son la autodisciplina: la limpieza o pureza (sauca), la satisfacción (santosa), el ascetismo (tapas), el autoestudio (svadhyaya), y la entrega a la contemplación del Isvara (Isvarapranidhana).


El asana re refiere a las posturas de la meditación. Para Patanjali lo más importante era que el lugar esté limpio y mantener recta la espalda para ayudar a respirar. El pranayama es el control de la respiración por la que se vehicula el prana o energía vital. El pratyahara es el control sobre las influencias externas, liberándose del prakrti y dirigiéndose hacia purusa. El dharana es la concentración en un único punto, el paso previo a la meditación. El dhyana es el estado contemplativo en el que la mente observa su propio comportamiento. En el samadhi cesa la actividad de la mente, se disuelve la percepción del yo y se funde en un estado de unidad con el objeto de concentración; la persona siente que se está fundiendo con el universo. El practicante es ahora completamente uno con el purusa.


Desde las grandes Upanishads la ecuación Atman = Brahman (el yo personal es igual al yo omnipresente, que es eterno y todo lo abarca) fue considerada en el pensamiento hindú como representativa de la quintaesencia de la penetración más profunda de los acontecimientos del mundo (…) Sólo hay una cosa y lo que parece una pluralidad es meramente una serie de aspectos diversos de lo mismo, producida por un engaño, la llamada Maya en el pensamiento hindú. (Erwin Schrödinger)




3. La mejor forma de rebatir la objeción de Hegel de que no hay una filosofía india es estudiar la siguiente pareja: Nyaya/Vaisesika. El Nyaya ofrece un sistema lógico y una teoría del conocimiento (una epistemología); el Vaisesika es una versión realista de la naturaleza del universo revelada a nuestra experiencia común. Desarrollado por el sabio Gautama (Akshapada Gótama, hacia el siglo II ac; no confundir con Siddhartha Gautama, el Buda) en los Nyāya Sūtras, el Nyaya busca establecer una base sólida para el conocimiento correcto y la moksha o liberación, pues el sufrimiento humano surge de la ignorancia y el engaño. Cómo proceder para un recto conocimiento. Hay cuatro pramāṇas o medios fiables para obtener conocimiento: Pratyakṣa (la percepción sensorial), Anumāṇa (la inferencia lógica), Upamāṇa (la comparación y analogía) y Śabda (la palabra, el discurso de un sabio o texto autorizados (como los Vedas).


4. El Vaisesika es su sistema cosmológico que parte de una suerte de atomismo. Todos los objetos del universo físico son reducibles a átomos (paramāṇu); las cualidades surgen de agregados de átomos; la agregación y su naturaleza están predeterminadas por fuerzas cósmicas. Las entidades que produce el mundo son reveladas en la experiencia común. Los tipos de entidades o categorías (padartha) son seis en total: la sustancia (la realidad se compone de cinco sustancias o dravya: la tierra, el agua, el aire, el fuego y el espacio), la cualidad (guna), la actividad (karma), la universalidad o generalidad (samanya), la particularidad (visesa), y la inherencia (samavaya) o relación entre una cualidad y una sustancia. A veces, se agrega una séptima llamada ausencia o no ser (abhava). En su detalle, la cosmología india tiene una sorprendente similitud con la física moderna occidental.




5. Por fin, los últimas dos darsanas o perspectivas filosóficas, el Mimamsa y el Vedanta, (o Purva Mimamsa y Uttara Mimamsa, es decir, ‘interpretación anterior’ e ‘interpretación posterior’ de los Vedas) están enfocados al hinduismo como religión védica con finalidad ritual. El Purva Mimamsa es una hermenéutica o interpretación de los cuatro vedas para un uso correcto del sánscrito en la práctica védica. En su estudio filológico desarrolló teorías sobre el lenguaje afirmando que su propósito es prescribir las acciones y rituales correctos, y corregir el dharma (deber o virtud). Los vedas son infalibles y eternos y por tanto los mandamientos y mantras védicos son acciones prescriptivas. Es comprensible, por tanto, que acabasen en un nominalismo en el que los dioses nombrados en los Vedas no tienen existencia real, su poder se sustenta en los propios nombres y mantras.


6. El Vedanta (o Uttara Mimamsa) se centró en la interpretación de la última parte de los Vedas, los Upanishads, la culminación del pensamiento védico, que se ocupa del conocimiento de Brahman, o la Suprema Realidad. El nombre Vedanta se refiere tanto al hecho de que los Upanishads son literalmente el ‘fin del Veda’ como a que el conocimiento de Brahman es el último objetivo o fin de la práctica y pensamiento Vaidika o Védico. El Vedanta, el más conocido de los darsanas; se compone de diversas escuelas de pensamiento, con una concepción diferente de la relación entre Brahman, el yo y el mundo. El Vedanta Advaita, del maestro Sankara, la más antigua, afirmaba que el yo individual es completamente idéntico a Brahman (monista): solo Brahman es real, mientras que el mundo fenoménico es una apariencia ilusoria (maya). El Visistadvaita Vedanta, desarrollado por Ramanuja, afirma la identidad de Brahman con toda la existencia, sin establecer distinción entre yo, mundo e Isvara, que no son mera apariencia, o maya, sino el reflejo de la verdadera diferencia en el interior de Brahman, algo así como la unidad en la diversidad. El Dvaita Vedanta, fundado por Madhva, adopta, por el contrario, un dualismo realista al afirmar la distinción entre Isvara, los seres vivientes (jivas), y el mundo (maya, la materia) como entidades independientes. El Bhedabheda, por fin, enseña que el yo individual (jīvātman) es a la vez diferente y no diferente de la realidad última conocida como Brahman. La tradición Vedanta, en sus muchas escuelas, contiene extensas discusiones sobre ontología, soteriología y epistemología.


Cuando nos preguntamos cómo conocemos el mundo, las distintas tradiciones filosóficas hacen preguntas diferentes: para unos significa ¿cómo sabemos lo que necesitamos saber para vivir bien?, Para otros ¿cómo podemos comprender mejor lo que sabemos que es verdadero mediante las revelaciones de los dioses o los rishi -el sacerdote que canta los himnos sagrados o un poeta inspirado o un sabio? Y para otros, ¿cómo podemos establecer dichos objetivos? Unos asumen que el conocimiento es siempre efable -que se puede explicar- y otros que es inefable -que no se puede explicar con palabras. Lo que vale tanto para el pensamiento indio como para el occidental.



viernes, 10 de febrero de 2023

Filosofías de la India II Los textos sagrados

 



Nunca ha nacido y nunca muere el Ser Uno.

Al no haber existido, nunca cesará de existir.

No tiene origen, es eterno, imperecedero,

ancestral, y no muere cuando el cuerpo

muere. Bhagavad Gita.


Se necesita una potente brújula para orientarse en la maraña del pensamiento indio, una potente sonda para medir su profundidad y un barómetro y un anemómetro para precisar su peso, caudal y orientación en la larga y complicada historia del país, invadido muchas veces y resistente en cada ocasión. Quizá, para empezar, nos ayude una breve cronología y unos pocos conceptos.


La mayor parte del pensamiento indio se remite al periodo védico, entre 1500 y 600 a.e.c: una era de tanteos entre religión y filosofía, entre superstición y pensamiento. Transmitidos oralmente y luego escritos en sánscrito, lengua indoeuropea como el latín y el griego, hay cuatro Vedas fundamentales o escrituras reveladas: Rig Veda (Veda de Himnos o Alabanzas a los dioses); Sama Veda (Veda del Soma y de los cantos o melodías); Yajur Veda (Veda de Adoración) y Atharva Veda (Veda del brahman Atharvan). La primera constatación es que lo importante para la India sucedió mucho antes de que los griegos se pusiesen a pensar y de que el cristianismo tomara cuerpo.


En el segundo periodo, el épico, entre el 500 y el 200 a.e.c, se escribieron las Upanishad (‘sentado junto al maestro’), los poemas épicos Mahabarata y Ramayana, las historias antiguas (Puranas) y los códigos legales y éticos (dharmashastras) que establecieron las interpretaciones y normativas que componen el Vedanta. El Bhagavad Gita (escrito dentro del Mahabarata), los Upanishad y los Brahma Sutras forman el triple canon prasthana-traya de la filosofía ortodoxa India, las doctrinas que han determinado desde entonces el tono, la pauta precisa del desarrollo filosófico indio. Las primeras ideas a tener en cuenta son


La realidad suprema es el Brahman, un alma infinita, inmutable y universal.

El yo individual, atman, tiene la ilusión de independencia pero no existe como tal.

La finalidad última de cualquier vida es disolver el ego y retornar al Brahman.


Las escuelas ortodoxas o astika son las que mantienen la validez de los Vedas, las escuelas heterodoxas o nāstika son las que no los reconocen como fuente de conocimiento: budismo, jainismo, Chárvaka o lokayata y Ajivika.


La palabra para filosofía en la India es darsana, que significa tanto ‘filosofía’ como ‘ver o mirar’ -los filósofos son videntes-, pues visión y conocimiento son idénticos. La percepción intuitiva como experiencia directa de la realidad suprema sigue siendo dominante en la cultura india. Solo por medio de la meditación se contempla a Isvara, algo así como el ser supremo, el que carece de partes.


Radhakrishnan (1888 - 1975), filósofo moderno y segundo presidente de la India, ha contribuido como pocos a la formación de la identidad contemporánea de los indios, también a una mejor comprensión del hinduismo en Occidente. Perteneciente a la corriente Advaita Vedanta, que subordina la razón a la intuición, defendía que la vida no puede comprenderse en su plenitud mediante la razón lógica. La cultura basada en la mera lógica o ciencia puede ser eficiente, pero no inspiradora. La filosofía nos lleva hasta las puertas de la tierra prometida, pero no puede permitirnos entrar en ella; es necesaria la percepción intuitiva, concebida como ‘experiencia religiosa’. La fuente de conocimiento no son los sentidos ni la razón ni la intuición sino el hombre en su totalidad.


¿Cómo conocemos? En la jerarquía de las fuentes del conocimiento, el testimonio de los grandes videntes (Aptavakya) suele imponerse a la percepción (Pratyaksa), incluso de las grandes mentes, que a su vez supera al más impresionante argumento racional (Anumana). Cualquiera que se juzgue que ha alcanzado un grado elevado de percepción intuitiva es tratado con gran deferencia y respeto. Hay cuatro tipos de percepciones válidas: la percepción sensorial, la percepción mental, la autoconciencia y la intuición súper normal, que se obtiene tras eliminar las impurezas que cubren al yo inteligente. ¿Cómo se alcanza la Pratyaksa o percepción? A veces sobreviene como una suerte de don, que llega de ninguna parte; otras escuelas suelen hacer hincapié en la necesidad de una larga práctica espiritual. Clave en estas prácticas es la meditación que posibilita una clase de comprensión que excede la cognición ordinaria:


"un estado mental posee en su interior energías extraordinarias. Si limpias tu proceso de pensamiento, esto produce un florecimiento de la intuición en tu mente y deviene una fuente para conocerlo todo".


En los Upanishad, la percepción intuitiva que estamos buscando es nuestra unidad con el Braman, el yo supremo. Para alcanzarla propugna el yoga sextuple: control de la respiración, retracción de los sentidos, meditación, concentración, contemplación y absorción.




¿Hay una sabiduría que se nos escapa porque la hemos descartado en nuestro pensar occidental? La frónesis aristotélica, en la ética a Nicómaco, traducible como filosofía de la experiencia o filosofía práctica se le acerca, una iluminación más basada en la atención que en el raciocinio. En Japón, Nishida escribió "Es el artista no el erudito quién accede a la naturaleza auténtica de la realidad” y “La conciencia plena y verdadera no es meramente intelectual, sino activamente experiencial”.


Para la perspectiva India hay una íntima relación entre filosofía y vida, las verdades buscadas se relacionan en todo momento con la forma en que deberíamos vivir. las prácticas yóguicas son en parte algoritmos espirituales que garantizan resultados si se siguen. Que la filosofía debiera estar libre de todo compromiso teológico es una peculiaridad del Occidente moderno, apunta Julian Baggini en su Cómo piensa el mundo. Los seres humanos se distinguen por la racionalidad hemos repetido con Aristóteles, el centro del pensamiento indio es el dharma, la facultad de distinguir lo correcto de lo incorrecto y vivir en consecuencia. Alguien definió esa diferencia como los buscadores de la verdad y los buscadores del camino.



jueves, 9 de febrero de 2023

Filosofías del hinduismo I

 


Le pido a un bot de IA que me dé una brevísima definición de la filosofía hindú. Me da esto:


"La filosofía del hinduismo se centra en el concepto de Dharma, una palabra sánscrita que hace referencia a las responsabilidades, códigos de ética y prácticas religiosas. También aborda la reencarnación, la liberación de la rueda de reencarnación -la moksa- a través de la iluminación espiritual, y el karma, el destino creado por tus acciones en la vida".


Es poco y mucho a la vez. Así de simple es nuestra idea de cualquier capítulo del mundo. Y nos basta. Unas cuantas ideas y unos pocos principios morales nos sirven de brújula ante la complejidad. Serían suficientes si verificásemos su autenticidad. Se diría que tenemos un déficit de atención y de perseverancia. No todos. Hay a quien no le basta con el mero discurrir fisiológico y busca experiencias propias, y de hombres del pasado, para dotar de sentido a lo que parece no tenerlo. El hinduismo en parte es una cadena a la que están atadas todas las formas de vida en un proceso de mejora continua, con el objetivo final de la liberación del ciclo de las reencarnaciones, el más alto de los purusarthas u objetivos de la existencia humana.


En Occidente hace tiempo que rompimos esa cadena para dejar al hombre solo ante la singularidad de la muerte -es común a todos, no es por tanto singular, pero pensamos que con nosotros hará un excepción. En la India que ritualiza el pensar, con todas sus contradicciones, es la porfiada voluntad de no dejar a nadie al margen.


Se diría que Occidente, desde 1492 está abocado al progreso, a la idea de progreso más bien, a un futuro cuyos límites están más allá de la imaginación. La idea del progreso en la historia es un mito creado por la necesidad de sentido, escribió John Gray, una forma de pensar por defecto en la historia del Occidente moderno, dominado por el sentido de la superioridad del tiempo presente. La India, sin desdeñar la tecnología, toma un camino de vuelta constante hacia lo experimentado, lo conocido, lo que los maestros del pasado con su experiencia mostraron. La línea recta y el círculo son metáforas poderosas, pero una no progresa indefinidamente y el otro no deja de avanzar para intentar escapar al eterno retorno de lo mismo. Es la fuerza de la tradición lo que define a ambas civilizaciones, en un caso para romperla, en el otro para repetirla. 




No puede haber choque de civilizaciones entre dos civilizaciones tan poderosas como son la liberal judíocristiana y el hinduismo, porque son tan autónomas y autosuficientes que no se ven como enemigas, simplemente coexisten indiferentes. Tanto que, desdeñosamente, Hegel afirmó que no existía una filosofía india. Civilizaciones tan autosuficientes no se necesitan, cada una construye su narrativa indiferente a la otra. Hay una filosofía una moral un arte propio: trazan caminos diferentes, apoyadas en tecnologías parecidas. No valoramos el arte indio -tan potente como el occidental- porque lo desconocemos o porque estamos ahormados por patrones diferentes. El choque se da entre ramas del mismo tronco: fascismo contra comunismo o ambos contra el liberalismo, como ejemplo. Incluso el Islam, que ahora no es lo que fue ni lo que será, es una excrecencia del mismo árbol. El Islam no ha generado un corpus filosófico moral como el hinduismo; se nutre del árbol judeocristiano. Alguien me dirá que estoy equivocado y tendrá razón; mi brújula es poco precisa, lo sé. Si el islamismo y el partido monopolista chino se ven como amenazas, lo son porque forman parte de la misma tradición: un rumor del pasado, a caballo, con capa negra y un dalle en la mano, en un caso, en lo otro la amenaza totalitaria de lo digital. El hinduismo y el judeocristianismo no se ven como amenazas mutuas porque ambas tradiciones viven autónomamente indiferentes. ¿Es posible una síntesis? "Las ideas son partes de ecosistemas vivientes y, cuando tratamos de trasladarlas a un contexto extraño, pueden marchitarse y morir. Los conceptos pueden viajar de una sociedades a otras, pero no intactos", afirma Julian Baggini en Cómo piensa el mundo. Las culturas tienen raíces profundas y a veces los cambios más evidentes son también los más superficiales.


Podría pensarse que el hinduismo es más una teología que una filosofía, una darsana -una reflexión sobre la naturaleza de la divinidad desde la práctica vivida-, pero acaso ¿podríamos separar en Occidente una filosofía pura de la experiencia humana generada en el vivir? Filosofar para los antiguos griegos no era sumar un conjunto abstracto de reflexiones, sino un pensar que ocurre dentro de una vida dirigida a la realización del bien último.