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martes, 24 de septiembre de 2013

24 (Ehrengard)


            1. Como avanzo torpemente en la lectura de En la otra orilla, no porque Rafael Chirbes escriba mal, al contrario, lo hace bien, tiene un buen ritmo, la prosa canta, sino porque se demora en exceso, pierde su tiempo y el del lector en describir cosas que no son centrales en la historia y esta no acaba de arrancar, la paciencia del lector durante páginas y páginas de espera se va agotando y piensa en cerrar el libro, abandonarlo, escojo otro libro, uno con apostura, de hermosa edición, como todos los de Reino de Redonda, de Javier Marías -¿sigue editando libros en esa editorial?-, Ehrengard, de Isak Dinesen. Fue su último cuento, un cuento largo, publicado el mismo año de la muerte de Karen Blixen, en 1962. Hermosa edición y hermoso cuento. El libro lo ofrece en traducción del propio Javier Marías y con una nota introductoria donde éste dice cosas muy atinadas sobre el cuento y lo que le diferencia de la novela y sobre la sabiduría de Isak Dinesen que aprendió a contar contando cuentos a los africanos, a somalíes y masai, mientras se empeñaba y fracasaba en una plantación de café, que según ella tenían oído para las historias, cosa que ya no sucede con los europeos que lo han perdido.

            Ehrengard es un prodigio de historia bien contada, la cuenta una “vieja dama” con los trucos de la literatura oral, que comienza de una manera, dibujando un escenario, situando a los personajes y sus rarezas, haciéndonos creer que oiremos un relato sobre una corte de hace siglo y medio con sus intrigas y sus prejuicios morales, su poder y sus flaquezas, pero en el fondo nos está contando otra bien distinta, más moderna sobre la seducción, el arte y la vida, mujeres y hombres, donde aparece, tarde en el relato, quien da nombre al cuento, la doncella teutónica, de estirpe guerrera, Ehrengard, virgen, deseable, lejana, y acabando de un modo que sorprende al oyente, porque al final se juntan los dos relatos, el superficial y el profundo y ocurriendo, como en todo relato oral que se precie, lo que el oyente lector no espera escuchar o leer. Es más, con un final que no sólo nos deja con la boca abierta, sino que nos llena de preguntas para las que no encontramos respuestas porque la vieja dama hace mucho que vivió e Isak Dinesen también ha muerto y aunque no fuera así, no creo que estuviera dispuesta a prolongar su historia porque, como muy bien dice Javier Marías, después del cuento viene el silencio y es en el silencio donde debemos encontrar la continuación del relato.

            2. Sigue septiembre. Mañana de expedientes revocados y reiniciados sobre mi vida laboral, con una dama refunfuñona pero amable, que se queja pero ayuda. La Administración tiene sus normas, unas escritas y otras no, y uno no sabe cuando las contraviene, lo que en otro tiempo servía para echar atrás iniciativas o derechos según el humor del funcionario. Ahora también es así, pero no tanto, hemos atemperado el carácter, estamos más próximos a las necesidades y somos más benignos con las torpezas del prójimo, si es que lo son, en todo caso las arbitrariedades son menos frecuentes.

domingo, 22 de septiembre de 2013

22 (Quietud)


            Comienzan los días dorados del otoño, el sol refulgiendo en las copas de los árboles, las hojas traspasadas antes de caer, tendiendo sobre el césped el ocre tapiz que burbujea bajo los pies. Antes, ahora que el verano acaba, han brotado del suelo los dedos violetas de las quitameriendas bajo los manteles de los excursionistas que quieren prolongar la dulce y despreocupada charla antes de volver al trajín. Si este momento se pudiera detener, cuando no existe nada más que el sol hundiéndose pausadamente en el horizonte, cuando ni una brizna de viento mueve este tiempo estático en el que nada parece suceder más allá de la gente hablando, jugando sobre manteles verdes, acariciando perros amables o viendo correr a niños tras grandes balones de colores, podría conformarme y exclamar: ¡Eso es, esto y nada más!, si ninguna otra cosa me rondase y me hiciese mirar hacia atrás, hacia el tiempo irreversible de la obligación y la responsabilidad. Pero quién puede detenerse en esta caricia dorada, abrir los ojos o cerrarlos, sentir el leve cosquilleo en el cuello o las mejillas, suspender la atención y trocar las voces en mera música de acompañamiento.


            Pero ya la tarde va cayendo, un ligero frescor se levanta entre los árboles cercanos y si pudiera aislarme del movimiento y el ruido de la gente que empieza a recoger podría sumergirme en ese momento único en el que el sol desaparece en el confín y los pájaros enmudecen, cuando la naturaleza al cambiar de piel exige un silencio espectral como si la vida aun no hubiese aparecido o ya estuviese extinta, en ese instante en el que realmente todo se aquieta, que me gustaría prolongar, donde querría permanecer, antes de que la sombra se extienda y entonces prenda de nuevo la agitación y me sienta obligado a planear un nuevo amanecer.


jueves, 19 de septiembre de 2013

19 (Optimismo)

         
          Sigo numerando, por si acaso. Los días son magníficos, las mañanas algo frescas, pero las tardes son esas tardes que uno quisiera que se prolongaran indefinidamente. Corre una pequeña brisa que no molesta, ni siquiera cuando viene de frente a la bici. Estoy en forma, la bici vuela, hago los recorridos en menor tiempo que durante el resto del año. Me paro delante de algún castillo –la provincia de Valladolid, tierra de castillos, los hay por doquier-, o delante de una iglesia singular, como con la que me topé ayer, en Arroyo de la Encomienda, de la que nadie me había hablado. Fotografío con la mala cámara de mi viejo Nokia y sigo adelante con mi bici recién reparada. En los campos los rastrojos y la paja y los animales que burbujean, crías que salen del nido o de la madriguera, que zigzaguean en la carretera, cuervos enormes y águilas y búhos en el tendido. La burocracia sigue su curso y envía una carta a la dirección de mi instituto, sin tener en cuenta mi aplazamiento, diciendo que a tal fecha dejo de ser profesor. Me encuentro muy a gusto en el aula, como pocas veces, hay alumnos buenos y no tan buenos, pero tengo la maestría, la que el tiempo me ha dado. Es un derroche que tantos buenos profes se vayan antes de tiempo. Sin embargo, tengo un reproche, lo difícil que es hacer amigos por aquí. No sé si es la tierra o es mi carácter o es el haber llegado a estos pagos tan tarde, cuando a esta edad todo el mundo tiene el traje puesto, el uniforme. Tiempos buenos a pesar de todo, como si este fin de verano se aproximase a la primavera y no al otoño. No sé si va a calar el optimismo con tantos problemas como se acumulan, pero necesitamos tenerlo para tomar impulso y que la cosa marche otra vez.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Trece (Espiral de silencio)


1. Los independentistas están eufóricos, cuentan sus fuerzas, el eco en la prensa internacional, pero ellos saben aunque lo disimulen que sólo son una parte, y minoritaria, de la población catalana. Pero, por qué callan, por qué no se movilizan los que no son independentistas.
¿Por qué no se expresan entonces quienes rechazan laruptura? José Juan Toharia, presidente de Metroscopia y catedrático de Sociología, que recalca que la cadena fue un éxito, recuerda que Alexis de Tocqueville, en el siglo XIX, ya defendió que la gente puede preferir “el error al aislamiento”. Y argumenta que existe un fenómeno muy común en sociología, denominado “la espiral del silencio”, acuñado en los años sesenta, que alude al mutismo que prefieren mantener colectivos ante corrientes emocionales muy potentes. “Optan por callar para no parecer aguafiestas y no sentirse bichos raros. Si hay beligerancia y te agreden, contestas. Pero no es el caso”, afirma Toharia, que recuerda que la cadena fue festiva y sin incidentes”.

2. El universo nunca defrauda, ya sea cuando de niños nos abismábamos en su lejanía o cuando descubríamos la magnitud de las estrellas y las galaxias o después al descubrir su inaudita geometría. Ahora, interrogarse sobre su origen y formación y sobre su destino produce una parecida maravilla. 

“La existencia de energía en el espacio vacío –el descubrimiento que sacudió nuestro universo cosmológico y la idea que forma los cimientos de la inflación- sólo refuerza un aspecto del mundo cuántico que, en el contexto de la clase de experimentos de laboratorio que ya he descrito, ya se conocía bien. El espacio vacío es complicado. Es un caldo hirviente de partículas virtuales que existen y dejan de existir en un lapso de tiempo tan breve que no las podemos ver directamente”. (Lawrence M. Krauss).

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Once de setembre



            1. ¿Qué mueve a tanta gente al odio -véanse declaraciones, discursos y pancartas?, ¿qué esperan que les traiga la independencia? ¿Qué les impulsa en su actual locura, una locura que hemos visto en otros periodos de la historia? Decía Nietzsche:

            “Cuando se considera en qué medida la fuerza de los hombres jóvenes necesita estallar, no sorprende verlos decidirse por este o aquel asunto de un modo tan poco selectivo y tan grosero: porque lo que les excita no es el asunto como tal, sino la visión del ardor existente en torno a una cosa y, por así decirlo, la visión de la mecha encendida. De ahí que los seductores más sutiles sean expertos en dejar entrever la explosión, prescindiendo de las razones del asunto: ¡nadie se gana la simpatía de estos barriles de pólvora con razones!”.

            Tomo la cita de Ayer no más, de Andrés Trapiello, en referencia a la guerra civil. Pero como señala el propio Trapiello, a esa tentación iniciada por los jóvenes sucumbieron todas las edades y las profesiones y los géneros, porque cada cual tenía su agravio y cada cual quería su venganza.


            2. Uno de sus mantras, desde la muerte de Franco para acá, era que no había que romper la paz social en Cataluña, que no se había de permitir la creación de dos comunidades en Cataluña. A ello se entregó el PSC en cuerpo y alma. Un diabólico pacto tácito: dirigentes nacionalistas, masa de votantes de las capas medias y bajas indiferentes al nacionalismo. Por ello una parte de Cataluña, más de la mitad, cedió en la cuestión de la lengua, en los cargos relevantes en la Administración, en la cabeza de la representación partidaria. Pero Cataluña está dividida a pesar de todas las cesiones: una parte tiene la representación, el poder y el presupuesto, la otra parte el trabajo, por el que debe de estar agradecida, como así mostraron intelectuales señeros como Francisco Candel o Vázquez Montalbán. Pero ahora ni eso, tampoco el trabajo o sólo trabajo basura. Ahora, ven en qué se han convertido sus benevolentes cesiones: si llegara la independencia, a toda esa gente se le mostrarían dos opciones, aceptar para siempre su papel de ciudadanos de segunda o convertirse en extranjeros. Pero como escribió Stéphane Dion, liberal quebequés, en un Estado donde se ejercen y respetan los derechos y las libertades “no hay argumento moral posible que justifique convertir a nuestros conciudadanos en extranjeros”. Por lo que se ve, anteponen una Cataluña independiente a una democrática.

martes, 10 de septiembre de 2013

Diez (¿Es Cataluña una colonia de España?)


            1. Los independentistas, que no atienden a razones –de nada valen los argumentos frente a sus sentimientos- enarbolan cuatro asuntos, cuatro supuestas injusticias, contra España: la supuesta anexión de Cataluña por España, que desde comienzos del siglo XVIII, tras la Guerra de Sucesión, vendría siendo tratada como colonia; la violación actual de derechos y libertades básicas; el expolio fiscal y la humillación a que Cataluña fue sometida al no aceptar el Tribunal Constitucional el texto del Estatut aprobado en referéndum. Mantener una discusión al respecto es inútil porque para ellos son verdades de fe. ¿Qué se puede hacer entonces? Argumentar con datos, no para convencerlos a ellos, sino para que los conozcan el resto de catalanes y españoles y hacer que la ley prevalezca. Por supuesto, dialogar con los independentistas razonables.


            2. Comienza la segunda temporada de Isabel. Me sorprendió la calidad de la primera parte, sin embargo en este primer capítulo de la segunda, centrado en la Concordia de Segovia de 1475, veo demasiados pasillos y salas, conspiraciones e intrigas, banquetes y alcobas, mucho diálogo y poca acción. Supongo que es una cuestión de presupuesto. Qué sería una serie como esta en manos inglesas o americanas. Echo en falta a dos grandes personajes y dos grandes actores de la primera, Juan Pacheco (Ginés García Millán) y Enrique IV (Pablo Derqui). Menos mal que se mantienen el turbio arzobispo Carrillo (Pedro Casablanc) y Bárbara Lennie como Juana de Portugal, la madre de la Beltraneja, una actriz que me parece muy guapa. Michelle Jenner y Rodolfo Sancho como Isabel y Fernando no me acaban de convencer. Veremos.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Nueve (Multiversos)


            1. Día intenso. He decidido quedarme un año más en Valladolid, pese a todas las pegas con la ciudad. Me ha costado mucho comunicarlo, volverme atrás de mi decisión. Quizá la ciudad, y su gente, sea menos inhóspita que otras. Espero que este año me sucedan cosas, cosas importantes. Aunque el destino es inescrutable e inmanejable. Mientras tanto he vuelto a mi cubículo, como el personaje de Dostoievski.


            2. ¿Por qué no se pueden ver los universos posibles? Bien porque las distancias que nos separan son virtualmente infinitas, bien porque los apartan de nosotros distancias microscópicas en posibles dimensiones adicionales. En la locura de los teóricos, algunos han calculado que podrían obtenerse hasta 10500 universos cuatridimensionales posibles. “Tal vez nuestro universo se parece más a una lágrima perdida en un inmenso océano multiversal de posibilidades”. (Lawrence M. Krauss, Un universo de la nada).

domingo, 8 de septiembre de 2013

Ocho (The Place Beyond the Pines)

            

            1. Si fijásemos una escala de ciudades, unas pueden dominarse a pie, en pocos minutos se las puede abarcar, tal es el caso de Burgos, aunque se ha extendido y tiene su extrarradio, para otras necesitamos la bici, tal es el caso de Valladolid, lo suficientemente amplia como para que un paseo de minutos no baste, para otras, por fin, necesitamos el metro o incluso el tren, tal el caso de Barcelona. En ningún caso contemplo el coche, esa máquina desfasada del siglo XX, que en algún momento habrá de desaparecer –ya hay algunos síntomas- o transformarse. Cada uno de nosotros se adapta a un tipo de vehículo por encima de los otros y probablemente por eso elige una ciudad y no otra para vivir.

            2. Que el equipo olímpico de Madrid –no la ciudad ni el país- merecía perder lo demuestra la reacción a la derrota de su líder, la alcaldesa Botella, a la que no se le ocurre otra reacción que esta: “Es un horror”. Para la euforia, sobre todo sin causa, cualquiera sirve, para las dificultades muy pocos, no sirvió Zapatero, tampoco sirve Botella.

            3. ¿Demasiada ambición o un guión mal trabajado? Para empezar no me gusta el titulo que le han dado aquí a esta muy larga peli, Cruce de caminos, en lugar del poético The Place Beyond the Pines. La estructura en tres capítulos escalonados en el tiempo me parece poco funcional para una peli –sí lo sería en una novela o en una serie-, le resta unidad. Primera parte: un chico del arroyo, Ryan Gosling, que aprovecha sus habilidades de motorista para atracar bancos y poder redimirse ante su ex y un hijo recién nacido. Segunda: el hijo de un juez, Bradley Cooper, en labores de policía, que tras un tiroteo contra el chico del arroyo lo convierten en héroe y él lo aprovecha para escalar en la política. También tiene un hijo recién nacido. Tercera: el encuentro casual entre los hijos desnortados de ambos y la regla de la desigualdad de oportunidades por la que sabemos quién sale adelante y quién no. Esa estructura tripartita hace que en realidad veamos tres películas diferentes con una ligera conexión entre ellas. El director y guionista Derek Cianfrance opta por la narración, y creo que sólo en la primera de las tres partes acierta, por encima del desarrollo temático, aunque quiera hacer las dos cosas. Hay que reconocerle, sin embargo, la desmesurada ambición, lo que hace que esta peli salga de los parámetros convencionales.

            4. Hubo un momento en que el universo, al comienzo de su historia, se desbocó, movido por una energía descomunal, tanta que con el espacio arrastraba cuanto contenía. Se produjo una aceleración por encima incluso de la velocidad de la luz. En algunas regiones se enfrío y se desaceleró, dando lugar a colapsos, que de todos modos eran arrastrados por la expansión general, como las piedras enfriadas y solidificadas arrastradas por la lava caliente. Así surgió el universo, con sus galaxias, estrellas y planetas. Es posible que en otras regiones, se produjese el mismo fenómeno, dando lugar a la formación de otros universos. El todo, por tanto no sería un universo, sino un multiverso. Los distintos universos serían opacos o inobservables unos con respecto de otros.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Siete (Nacimos literalmente de la nada)


            1. Cuántos días de retórica huera por tierra, mar y aire. Madrid y su candidatura. No sé si es bueno para el país la obtención de los JJ OO, supongo que sí, que lo revitalizará, que ayudará a la dinámica económica, pero que desagradable la fanfarria, los ojos brillantes, las efusiones. Y esa caspa en los dirigentes, ¿no tienen a nadie mejor para que los represente? Aquellos chicos de Barcelona’92 parecían más limpios, más modernos, aunque posteriormente muchos fueran infectados por el virus del nacionalismo. Parece que lo peor del PP, lo más rancio, esté dentro de la candidatura. Cómo van a contrarrestar el dinero de Tokio?

           2. Para que hubiese algo, materia visible, estrellas, planetas, galaxias, vida, tuvo que producirse un cambio de estado en la fase inicial del nacimiento del universo, un salto de un estado a otro, como cuando el agua se convierte en hielo por ejemplo. De otro modo no se habrían producido las singularidades, que en ciertas regiones se produjese un colapso de la energía para producir estrellas y galaxias. El universo al enfriarse experimentó alguna fase de transición. Un calor remanente de la fase anterior habría acelerado increíblemente la expansión del universo, de hecho más rápido que la velocidad de la luz, en una fracción de segundo, en el llamado universo inflacionario, dando lugar a nuestro universo observable.


            En ese punto, durante el periodo inflacionario, a escalas muy pequeñas, microscópicas, las leyes de la mecánica cuántica implican, durante periodos muy breves, que “el espacio vacío puede parecer un hirviente y burbujeante caldo de partículas virtuales y de campos cuya magnitud fluctúa violentamente. Estas ‘fluctuaciones cuánticas’ pueden ser importantes para determinar el carácter de los protones y los átomos, pero en general son invisibles a escalas mayores, la cual es una de las razones por las que nos parecen tan poco naturales”. “Estas ‘fluctuaciones cuánticas’, que de otro modo habrían sido completamente invisibles, quedan congeladas por la inflación y emergen después como fluctuaciones de densidad ¡que producen todo cuanto podemos ver! Si todos somos polvo de estrellas, como he escrito, también es cierto –si la inflación tuvo lugar- que todos nosotros, literalmente, salimos de una nada cuántica”. (Lawrwnce M. Krauss, Un universo de la nada).

viernes, 6 de septiembre de 2013

Seis (Energía oscura)

          
           Muchos de los grandes descubrimientos científicos se han hecho en contra de las expectativas, incluso se han hecho cálculos erróneos por estar concebidos sobre la base del pensamiento asentado. Ya no se lleva a nadie a la hoguera por hacer proposiciones extemporáneas. Lo debemos a la libertad de pensamiento, pero también al rigor experimental que mantiene dentro de los límites a la ocurrencia. Una de las proposiciones más sorprendentes de la ciencia reciente es la de la energía oscura. Existiría una constante cosmológica, una energía constante en el universo que no tiene que ver con la materia visible y tampoco con la materia oscura, una energía que aparece y desaparece en tiempos infinitesimales en el espacio vacío, que se ha deducido experimentalmente, pero para la que todavía no hay una ecuación matemática que la demuestre. Esa energía supone el 70 % del total de la masa del universo. Esa proposición ha cambiado radicalmente la concepción del universo. Cuando se propuso por primera vez apenas encontró crédito. La consecuencia más llamativa de esa proposición es la de que el universo no es cerrado ni abierto, el universo es plano y se está acelerando. Hasta hace poco se pensaba que el universo desde el principio se estaba desacelerando y por tanto se pensaba que en algún momento colapsaría. Pero no es así, al contrario, la energía oscura es una fuerza repulsiva que contrarresta la fuerza de la gravedad. Vamos hacia un universo donde los objetos, los cúmulos, las estrellas, la materia, se aleja, se disgrega. Si solemos decir que estamos solos en el cosmos, en el futuro, si la humanidad perviviese eso sería más evidente. Lo curioso del caso es que durante miles de millones de años la fuerza de la gravedad era superior y el universo se estaba desacelerando, pero en un momento del pasado, hace 5.000 millones de años, las cosas cambiaron, la energía oscura comenzó a ser más poderosa, acelerando el universo.


         Si Mas y Rajoy se reunieron el pasado 29 de agosto, aunque fuese en secreto, algo acordarían. Que algo acordaron lo confirma la espantá de Artur Mas que se baja del referéndum en pro del dret a decidir para 2014 en favor de unas inconcretas elecciones plebiscitarias para 2016. Aunque la burguesía catalana es acomodaticia –hay adjetivos peores- y en algún momento había de bajarse del radicalismo independentista, Rajoy algo ha debido de ofrecer a cambio. Y ese algo que la burguesía catalana obtiene gracias a la presión de la amenaza independentista va en contra del equilibrio del conjunto del país, pues lo que obtenga de más de algún otro lugar se ha de restar.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Cinco (De la nada a la nada)

    
        Leo dos novelas de escritores españoles con fondo histórico. La primera relata linealmente, aunque bifurcándose en dos caminos, la vida de un anarquista que se llamaba igual que el escritor. El anarquista que se llamaba como yo. Un anarquista que se vio implicado en una intentona contra la dictadura de Primo de Rivera. La segunda desde la actualidad intenta indagar en la memoria de la guerra civil. Ayer no más. Pablo Martín Sánchez; Andrés Trapiello. En la primera un narrador omnisciente lo sabe todo de los personajes, en la segunda, como el escritor sabe que eso no puede ser, da la voz a varios de ellos para que narren desde su punto de vista. Los dos caminos de la primera nos conducen a un destino inexorable que conocemos al empezar a leer. La segunda parte de un encuentro fortuito entre dos personajes que vivieron un momento decisivo en 1936. Es testigo de la escena el hijo de uno de ellos, es el narrador principal. Es decir, el escritor por más que intente borrarse siempre está ahí.


            Pero me resulta más emocionante ver cómo los científicos intentan saber cómo es la geografía del universo, si es cerrado, si es abierto, si es plano. Un universo de la nada. Cómo calculan su peso, algo decisivo para saber su forma. Las observaciones parecen haberlos llevado a la convicción de que vivimos en un universo plano. Pero es sorprendente, de la materia necesaria para que eso sea así, lo visible apenas representa el 1 % del total y un 30 % la materia oscura, entonces, ¿dónde está el 70 % restante? Sorpresa, sorpresa, de energía que proviene de partículas virtuales que nacen y desaparecen en el espacio vacío, surgiendo de la propia nada. ¿Pudo haber surgido así el universo, de la propia nada? Los científicos lo han descubierto sobre la marcha, han topado con ello. Han descubierto lo que ignoraban que ignoraban.


            La misma profesora del otro día, referido a otro compañero, ha vuelto a soltar lo de que creía que ya estaba retirado de la circulación. Una sensación muy desagradable. Como si el profesor que se jubila debiese fundirse en la nada de la que surgió.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Cuatro (Principios y finales)


            1. Hoy me han sucedido cosas, pero casi todas mentales. Seguramente siempre es así, aunque no reparemos en ello. Quiero decir, he estado más concentrado que de costumbre.

            Tomar decisiones importantes me estresa, las retardo, doy vueltas sin llegar a nada, decido en una dirección y luego en otra. Como a todo quisque, supongo.

            Así que he llamado a N., después de tanto tiempo, confiando en su claridad analítica. Ella tiene claridad, yo emociones. Me ha hecho dudar de la decisión que yo creía firme, en realidad me aconseja que haga lo contrario. Sigo dudando.

            2. Antes y después de los cincuenta pensaba que los treintañeros eran gente extraña, inestable, insustancial, perdidos en una segunda adolescencia, abrumados por los hijos o por su falta, antes de asentarse en la costumbre. Yo también pasé por esa etapa, pero, claro, no me veía. Y sin embargo, las mujeres de las que me he enamorado y con las que he convivido estaban en esa edad. Así me ha ido.


            3. Pensar en el principio, en un principio, nada nos cuestiona. Nacemos, terminamos por saber que el mundo ya estaba ahí. Creímos que Dios había creado el mundo, después, ahora, damos crédito al Bing Bang, estamos dispuestos a aceptar las pruebas. Pero, ¿y el final? Del mismo modo que nos cuesta aceptar un final para nosotros –cuánto cuesta pronunciar la palabra muerte- nos resulta inimaginable un final para el universo. Tanto dispendio para que todo termine. Y sin embargo, así podría ser, dicen los cosmólogos.


            En el medio, entre el principio y el final, queda algo extraordinario: la vida, una vida de privilegio. Sólo nosotros, la humanidad, vemos las estrellas, en este momento privilegiado; como están en expansión continua, alejándose las galaxias unas de otras, dentro de un tiempo no las podremos ver, estaremos –estaríamos- muy lejos de cualquier región del universo, solos, sin nada encima.

martes, 3 de septiembre de 2013

Tres (La cúpula)


            Misterios de la mecánica, o de la electrónica, una avería real se convierte en inexistente cuando el coche es sometido a test. Así que me devuelve a Burgos como si tal cosa, después de haberme amargado la mañana. Ya veremos mañana, hoy me tomo el día libre.

            El prestigio de Steven Spielberg, zarandeado en la publicidad de la cadena que emite La cúpula, no salva esta producción del tedio. Una especie de barrera transparente, entre cristal y tamiz, cubre a un pueblo americano dejándolo aislado. Ese era el atractivo de esta miniserie, como una secuela de aquella Twlight zone alguno de cuyos episodios me sedujo por su originalidad. Apenas algunos golpes de efecto en estos dos primeros episodios: las llamas de un avión que choca en el aire contra la cúpula, la cabina de un camión aplastada y el marcapasos que le explota a un policía en el pecho, poca cosa. Lo demás, tedio. Las vidas entrelazadas de los habitantes del pueblo, historias cien, mil veces vistas, sin asomo de originalidad, redundantes, alargadas, un bucle interminable de cuentos sin interés. Las historias llevan la marca de Stephen King que nunca ha brillado en la narración de la vida que corre, aunque era esperable un desarrollo más atractivo de la idea base, del elemento fantástico que introduce en la vida de la pequeña población.

            Por fin un día sereno que me permite recorrer el páramo burgalés, subir y bajar por las vaguadas donde se asientan pueblos fantasma, donde a las nueve o las diez de la mañana es difícil ver un alma. Parecen deshabitados, pero hay indicios de vida tras una ventana abierta con sábanas y almohadones oreando, en los coches al pie de la puerta o en el ruido de un tractor que no veo. Los aerogeneradores, inmóviles, el rastrojo amarillo, las cabezas de los campos de girasol no demasiado grandes, secándose en los últimos días del verano. El asfalto agrietado, lleno de baches, no se repara. Durante kilómetros voy solo, esporádicos ciclistas, los coches aparecen cuando me acerco a la ciudad. Un paisaje más fantástico que el de Stephen King y Steven Spielberg.


lunes, 2 de septiembre de 2013

Dos (Mud)


                Qué sorpresa la avalancha de alumnos en los exámenes de septiembre. Inédito. Hemos tenido que habilitar aulas para atender a tanta gente. Otra cosa son los exámenes. En bachillerato, bien, por encima de la costumbre. En ESO, más o menos. Es probable que la crisis esté afectando a las actitudes, a la conciencia.
                Quería ir y volver a Valladolid con el coche cada día esta primera semana, pero los planes son sólo eso promesas que se pueden truncar. El coche me ha jugado una mala pasada.


                En los saludos de bienvenida una profesora: “Creía que ya estabas retirado de la circulación”. No le debe haber sentado bien lo que oía en su propia voz porque ha intentado rectificar, disculparse. Farfullaba.

                Mud. Cuando uno entra en la sala a oscuras lo primero que espera es sorpresa, novedad, riesgo, a veces incomodidad y autodescubrimiento. El niño que llevamos dentro. Como esos niños de esta película cuando descubren en una isla a un hombre solo. Su vida en los márgenes del  Mississippi es extraña para nosotros, una geografía inhóspita, eso nos parece, aunque a ellos no les desagrada, quizá porque es lo único que conocen. Unas cuantas pinceladas nos muestran a sus familias: inexistentes o medio rotas. Uno vive con un tío que se dedica a rescatar  cosas perdidas en el fondo del río; el otro asiste a la ruptura inminente del matrimonio de sus padres. 

                El hombre que encuentran en la isla es el misterio, la aventura, a medio camino entre el temor y la atracción de lo desconocido. Lo experimentamos al mismo tiempo que los niños. Una historia de amor frágil, eterno y temporal, intenso y fraudulento. Alrededor, unos matones que persiguen al hombre de la isla. La peli se parece a otras pelis de otro tiempo, que quedaron en nuestra memoria, que nos incitan con su eco a buscar otras que nos llenen de emoción y de sorpresa.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Uno de septiembre


            Es casi imposible en esta ciudad, Burgos, encontrar un día sereno. Amanece cubierto y con un viento persistente que no cesa en todo el día. Hay momentos, temprano en la mañana, que las rachas de viento parece que me vayan a tirar de la bici. Pocos ciclistas en la carretera, la afición a la bici en la ciudad es mayoritariamente urbana, poco que ver con la invasión de ciclistas en los alrededores de Barcelona, o de Valencia, por donde me he movido este verano. Sí que hay santiagueros, muchos, la mayoría extranjeros, franceses, ingleses, americanos de mediana edad. Encuentro a un anglosajón en bici mirando un mapa extraviado, muy lejos del camino.

            En los bares de tapas tampoco hay mucha gente, apuran las últimas horas antes de  volver, ni siquiera hay gente mirando el partido de la tele -Madrid Atletic-, aunque a hora muy intempestiva, las doce de la mañana.

            Veo Behind the candelabra, un exceso de película realizada por Steven Soderbergh para un canal de televisión y pasada aquí en canal +. Narra una historia de amor gay, a finales de los setenta, entre Liberace un famosísimo y virtuoso pianista pop al estilo de Elvis y un chico de la calle al que conoce casi por casualidad. La peli está bien hecha y mejor interpretada por Michael Douglas y Matt Damon –¡qué increíble capacidad de transformación!-, con la suficiente distancia como para que veamos a los personajes como a peces en una pecera. Lujo, derroche, la versión del triunfo en América, empalagosamente superficial, como una gran tarta de merengue. Sería interesante saber por qué no ha merecido los honores de la pantalla grande.


            Pospongo mi vuelta a Valladolid unos días. Prefiero ir y volver esta primera semana de exámenes y evaluaciones. Ligero estremecimiento cuando pienso en el final del mes.

viernes, 5 de julio de 2013

De vuelta a la ciudad

            1. “Mi error ha sido mezclarme en un mundo al que no pertenezco”, oigo casi gritar a una chica a través del móvil, en medio del Paseo de Gracia. No parece que le importe que la escuchen. En el viaje en tren o paseando por el centro de la ciudad sólo oigo hablar en castellano, con algunos islotes en italiano, en alemán, en inglés o en catalán. ¿Con estos ladrillos piensa construir Artur Mas la independencia de Cataluña?

            En la librería de viejo que visito casi todos los libros están es español, apenas un puñado de libros en catalán sobre una mesa. Lo mismo sucede en la gran librería del Corte Inglés en el Portal de l’Àngel: una estantería de títulos en catalán, todo lo demás en español. Eso sí, los epígrafes que encabezan las estanterías alternan los dos idiomas.

            2. En la turbamulta que abarrota el centro de la ciudad, casi todo el mundo se mueve entre los veinticinco y los cuarenta años. Los años del movimiento y del consumo. La masa social. No me siento a disgusto, pero se diría que comienzo a estar desplazado.

            3. Vengo de una ciudad donde no sucede nada. Aquí basta con montar en el tren o salir a la calle, ver y mirar, para palpar cómo corre el mundo.


            4. A una mujer que se sienta frente a mí en el tren de vuelta le brillan los ojos, restos de lágrimas mudas. Luego los cierra y se ausenta. Otra chica se estira en los asientos de al lado como si fuera una cama, no parece que le baste el chico que la acompaña.

domingo, 5 de mayo de 2013

Una mañana de domingo por el Canal de Castilla



             Domingo plenamente primaveral, por fin. Marcho con la bici de montaña junto a Etienne por el Canal de Castilla, uno de los accidentes geográficos que la historia ha legado a esta ciudad. El camino que sigue al canal es liso y rectilíneo. No exige gran esfuerzo seguirlo, sólo dejarse llevar en esta mañana en que no hay una mota de viento. Además, a primera hora de la mañana casi está vacío de gente.


                La primavera bulle en los márgenes del canal, en la riquísima vida que desde que se creo lo ha colonizado, conejos que cruzan de lado a lado, patos en el agua y en los bordes, alguna pareja con sus crías recientes, picazas, águilas al acecho, aves insectívoras y hasta una culebra extendida de parte a parte en el camino a la que no hemos aplastado de pura chiripa.


               Al canal lo bordean la autovía con su runrún omnipresente, la vía del tren que une a Palencia con Valladolid y un tramo del Pisuerga cuyo trazado sinuoso se acerca hasta casi tocarlo para luego alejarse hasta encontrarse de nuevo en Valladolid, donde el canal le devuelve las aguas tomadas en Alar del Rey. El camino salpicado de árboles y arbustos, no de tanta variedad como la plantada por los ilustrados que lo construyeron, por la tala que se hizo en los setenta del siglo pasado. Álamos, chopos, sauces, también espinos, endrinos, madreselvas o saúcos.


                 Junto al canal hay edificaciones y obras de ingeniería, harineras y esclusas, algunas en buen estado, otras, regular y algunos edificios en ruina. Y cerca de Corcos, a 200 metros, lo que queda del monasterio gótico de Santa María de Palazuelos, del siglo XIII, con su iglesia recién restaurada.

                 Nos acercamos a Dueñas y en la plaza nos sentamos para tomar un café. Pero hay que ir a la barra para que un hombre adusto, propio de la tierra, pregunte qué queremos. El sol da de pleno, pero se esta divinamente sentados en las sillas de plástico, mientras la señora del bar limpia las deposiciones de las palomas.

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                Ah y optimismo para esta mañana. A veces conviene leer lo que no dicen nuestros periódicos y sí los extranjeros. Por ejemplo: 
"Europe is having a terrible time – except compared with probably every other continent and any time in history. Look at crisis-stricken Spain, for instance. The average Spaniard now lives to 82, seven years longer than in 1980. (Most countries where people can expect to reach 82 are European, says the World Health Organisation.) Today that average Spaniard’s income, despite years of crisis, is still nearly double what it was in 1980. And across Europe, daily life has tended to get gradually more pleasant. For instance, crime rates have kept falling in most western countries despite the crisis. British streets haven’t been this safe in more than 30 years, according to the UK’s Office of National Statistics".
Y realismo: 
"Tenemos que reconciliarnos con la imperfección, y con la democracia y sus instituciones. No renunciar al ideal ni dejar de estar alerta para denunciar las desviaciones y las corrupciones del sistema. Pero a veces proyectamos sobre las instituciones un anhelo de perfeccionismo que sólo puede llevar a la frustración y que un corazón más instruido sabe que no debe proyectar. Hemos vivido la épica de la democracia en la Transición . Después, en los 80 y 90 llega la lírica. Y tenemos que acostumbrarnos a aceptar la prosa de la democracia".

domingo, 28 de abril de 2013

Carpa del Milenio



He tenido suerte de salir muy temprano. Cielo azul, despejado, aunque mañana fría, muy fría: -4º de sensación térmica. Me costaba avanzar con la bici en dirección norte, dedos entumecidos, nariz grifo, pies helados. Ruta de rutina: Fuensaldaña, Mucientes, Corcos. De vuelta, el viento me ha llevado mientras el sol desaparecía y las nubes iban cubriendo el cielo.

He leído los dos periódicos de costumbre con un cabreo de fondo, como el que creo acomete a la mayoría de la población. Las cosas empeoran sin esperanza de alivio. No hay nadie capaz de galvanizar a la gente para que arrime el hombro y se empeñe en volver a levantar el país. La impresión es que la depresión va para largo, si es que en algún momento la mayoría de la gente sin empleo consigue ponerse a trabajar. Otro dato para el cabreo: el afán del periódico con sus jueguecitos por ocultar o manipular o sesgar la información en una dirección, salvando a un partido, condenando a otro, como si eso le interesase a alguien, salvo a la franja fanatizada. No aprenden.

Entre los cientos de páginas sólo consigo rescatar esta cita de Octavio Paz, parece que concebida como epitafio para Ptolomeo:  
“Soy hombre: duro poco
y es enorme la noche.
Pero miro hacia arriba:
las estrellas escriben.
Sin entender comprendo:
también soy escritura
y en este mismo instante
alguien me deletrea”. 
Bueno, también se podría rescatar una entrevista pesimista con Lamo de Espinosa en El Mundo, y otra, antitaurina, con Mosterín en la última página de El País. No hay más cera.

La ciudad a esta hora está deshabitada. En el bar, sólo otro lector de periódicos como yo. En la calle, almas solitarias, bien abrigadas. Solitaria la estación de trenes, solitario el Campo Grande, solitaria la llamada Carpa del Milenio que acoge a la feria del libro. Deambulo entre paradas y no hay nada, nada que me llame la atención. No hay apenas editoriales, sólo de best sellers. En una de ellas, el autor sonríe tras sus libros de tapa dura a un público inexistente. Supongo que habrá alguna concordancia entre sonrisa y ventas. Tendrá la sonrisa puesta para mejores horas. No he visto ni una editorial literaria. Muchas institucionales: Ministerio de Defensa, Ayuntamiento, Junta, Arzobispado.

domingo, 14 de abril de 2013

Impulso


Ayer, Valle de Viarce, con los Picos de Europa al fondo

             “Abril, por supuesto. ¿Recordáis cómo era abril cuando éramos jóvenes, esa sensación de líquida impetuosidad y el viento extrayendo cucharadas azules del aire y los pájaros fuera de sí en los árboles que ya habían echado brotes?” (Antigua luz, John Banville).

           En parte tenía razón el poeta cuando señaló que “abril es el mes más cruel”. Lo venía pensando esta mañana cuando me alejaba de la ciudad en bici y veía el campo encelado, los pájaros con sus trinos nerviosos y los ánades bramando con voz áspera y profunda junto al río. Ayer y hoy todo es luz, luz lujuriosa en rededor de la ciudad, con la fuerza agregada de las lluvias intensas del pasado mes de marzo. Los muñones se abren de una hora a otra. Podría detener los ojos en un árbol y contemplar la violencia de la vida. Podríamos decir que ayer se inauguró la primavera. No es sólo que la naturaleza se desparrame o que la gente salga decidida a la calle y ofrezcan sus brazos desnudos al sol, todo en el aire es impulso. Así que es comprensible que los débiles, los enfermos, los deprimidos piensen en un día como hoy: “Comienza la vida, la gran fiesta anual, y yo no estoy invitado, por qué seguir”. No hay más que mirar los periódicos para ver cuántos famosos se despiden de este mundo en estos días, lo mismo que ocurre en noviembre cuando la luz se apaga y se entra en las tinieblas. Cada cual puede hacer recuento de sus muertos, conocidos y allegados. El cambio estacional tiene esa doble cara, los henchidos de vida que comienzan a bailar y los que se apagan, que deciden que ya no pueden más.

sábado, 30 de marzo de 2013

Pintura de niños en el Cordón




            La mañana de claroscuros me arrastra por caminos de tristeza. Parto del interior del antiguo Monasterio de San Juan, donde nació la ciudad, desmochado, abierto de par en par al cielo, porque las autoridades creen que los viejos monumentos han de mostrar su ruina. Atravieso el río de aguas revueltas, bravas diría, algo que no cuadra con los usos y modos de esta ciudad conservadora. El caminar pensando no se me da bien, la mente se me desboca como el río, ningún pensamiento se me detiene, no puedo forzar su quietud, su silencio sonoro. Prefiero el ritmo de la bici. Siempre he querido marchar rápido, adelantarme, para llegar a ningún sitio. La iglesia de Santa Clara está cerrada. Era ahí donde quería llegar para aquietarme y reposar. He dado la vuelta alrededor, intentando atraparla, hacerme con sus huellas románicas. He seguido por el bulevar, un deseo de modernidad no cumplido, desangelado, vacío, de momento no vertebra la ciudad como ellos, las autoridades, decían que iba a hacer. He rodeado el severo Hospital de la Concepción, ahora en obras, cedido a la universidad. El viejo palacio del Cardenal Mendoza, el restaurado Palacio de Justicia al que han afeado la fachada con un pegote de puertas doradas.

Retrato de un niño con fusta llevando una cabra con correa.

            He acabado en una exposición de pinturas de niños, en la Casa del Cordón donde la tristeza indefinida, inasible, se ha adensado en los cuadros de niños que allí hay. Niños atrapados en trajes de adulto, niños vestidos de niña como parece que era la costumbre de la época, hasta los siete años, niños en casaca o con capas de armiño, con un cetro en la mano o, en el siglo XIX, con raros juguetes que eran signo de estatus. Agrupados en las salas de los dos pisos de la Casa del Cordón, sin otros cuadros, otros géneros, que alivien la opresión, me parecía asistir a un tipo de terror que venía de la historia, aunque todos ellos eran hijos de la aristocracia o de la burguesía, niños ricos a los que se ahormaba para hacer de ellos adultos sin tacha. Contribuía a ello la compañía en que se les mostraba, animales inverosímilmente desproporcionados, con las cabezas enormes o las patas delanteras rígidas, con más cuerpo que el de los niños a los que hacían compañía. Estos los tienen con unas riendas inútiles porque ninguno hace ademán de escapar o de inquietarse. Rígidos como los propios niños, asistiendo ambos a una sesión de tortura que consistía en abandonar su naturaleza para posar delante de un pintor que había de sacar de ellos lo que habían de ser en el futuro, lo que de ninguna manera podían ser mientras posaban. Cuadros horribles en los que se puede seguir la traza de la época, el paisaje holandés, la moda inglesa, los interiores burgueses, cuyo valor principal es ser signo de un tiempo pasado.

Después se ha echado a llover con fuerza, largamente, sin descanso.