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martes, 28 de mayo de 2024

Reina el instante

 



Este exacto momento de mayo a media tarde, el cielo cubierto de nubes pero con luz, ha llovido pero ya no. Miro por la ventana, del castillo apenas aprecio la silueta tapado por el gran pino, patriarcal y conmovedor en su aparente fortaleza, pienso en Z y en Z, la filiación y el amor. Y pienso en los años que vendrán cuando este momento ya no exista. Ni siquiera los que me quieren lo recordarán. No viviré, quizá ellos tampoco, y si viviesen no podrán saber que yo pensaba en ellos, que ni siquiera el amor intenso permanece. Yo amé a Z -y a X, tan difícil- y amé a Z, y no sabían que los amaba; cuánto cuesta expresar los sentimientos, qué tontería me digo, cuando son flor del instante y amar no deja huella; la misma vergüenza es pasajera.


"Hasta donde alcanza la vista aquí reina el instante. Uno de esos terrenales instantes a los que se pide que duren". Wislawa Szymborska.


No. Veo el campo de tenis cubierto de pelotas grandes, copos amarillos, instructores y chicos y chicas jóvenes, el clima es agradable, una ligera brisa cálida me envuelve, estoy solo, alzo la vista y todo es verde, qué imagen de felicidad podría ser superior a esta, pero es tan singularmente breve; no la puedo prolongar, para que la cadencia rutinaria no la absorba y destruya.




domingo, 19 de mayo de 2024

La patinadora

 

La mañana desbordaba la vitalidad de estos días únicos que solo se encuentran en el mes de mayo. Yo acababa de dar la vuelta al final del paseo, cuando de frente he visto acercarse veloz la silueta oscura de una patinadora, poderosa, dueña del arte de patinar, mostrando orgullosa el contorno de sus músculos bien trabajados, se acuclillaba y luego expandía sus brazos hacia lo alto estirando el cuerpo. Ocupaba la parte central del paseo, dejándole paso los caminantes y yo mismo apartándome a la orilla. Me ha mirado insistente mientras duraba nuestro breve cruce, una mirada vertiginosa por la que fluía el poder de una mujer dueña de sí, en la cuarentena. No se la he aguantado y por eso ahora escribo esto avergonzado. Me pregunto por qué.


Por contra, cuando circulaba por la carretera de Vilanova, ya de vuelta, buscando la salida de Sitges, me he puesto detras de una madre que pedaleaba detrás de uno de esos cochecitos encapotados que llevan un bebé dentro, a la espera de adelantarla en el momento en que la circulación me lo permitiese, Era una madre joven, quizá menos vigorosa, celebrando con el mundo su orgullo de madre. Cuando la he adelantado he mirado dentro del cochecito: no era un bebé lo que había dentro, sino una mascota.