domingo, 26 de mayo de 2024

Clasismo

 



Me topo con un acto de Junts junto a la Estació del Nord. Pantallas azules detrás de la tribuna de oradores en las que aparece el rostro de alguien -encabeza la lista para las europeas- al que no se le conoce un discurso propio. Alrededor, unas 150 personas sentadas trajeadas encorbatadas. Detrás de ellas un estrado aún más alto con un montón de cámaras. Hacía tiempo que no veía un mitin político, años. Los oradores jóvenes con barba rasurada pelo bien cortado. Hay un ritmo maquetado de charla sin entusiasmo, aplausos cortos y puesta en pie con algún vítor. Cuando ya me voy comienza una oradora: "Catalans, perquè nosaltres som catalans...". Claramente es una escenificación, una puesta en escena para ser transmitida. En los aledaños la vida sigue indiferente.


El mayor escándalo de la política española, que ya dura muchos años, es el clasismo, su ocultación. No hay ningún partido que lo mencione, que lo ponga en primer plano del discurso para combatirlo. Es más, todos los partidos son clasistas porque sus cuadros viven de la diferencia, pertenecen a las familias de toda la vida que se reparten a izquierda y derecha para cubrir todo el espectro político. Su principal función es ganarse la vida y a ser posible, enriquecerse por medios tolerados o ilícitos. Todo lo demás, el discurso, es retórica. En el discurso se eluden las diferencias sociales, el clasismo, y se ponen por delante otros combates, ideológicos, retóricos.


El discurso nacionalista - sea en Cataluña o en la Qimbambas -es el principal ocultador del clasismo. El nacionalista disimula su esencialismo con otras figuras: del antirracismo al antisexismo, del discurso sobre el clima a la gordofobia. En los barrios de la clase media y de la clase social abandonada, sus vecinos, antes que nada, han de demostrar que no son racistas, que están a favor de la lucha feminista y que siguen todos los protocolos para que la tierra no se convierta en un basurero ni en un horno. El nacionalismo recoge en su discurso todos esos ideologemas y los ordena alrededor de la nación. Eres un ciudadano 'com cal', y serás bien acogido, si cumplas todas los requisitos. Todos los partidos sean de derechas o izquierda en un entorno nacionalista asumen esa retórica. Todos la utilizan para opacar el problema principal y de hecho consiguen que la mayor parte de la población, por maltratada que esté, anteponga esos ideologemas -sin saber que lo son-, a sus necesidades básicas, que asuman como hecho natural la distancia económica, de estatus y de representación política que le separa de las élites, que en todos los rangos de ordenación sepan cómo estar en el mundo.


En el extremo político, como medio de ascenso, los nacionalistas 'sin pelos en la lengua' dan la vuelta a esos ideologemas convirtiendo el malestar social de sus posibles votantes en racismo antinmigración, sexismo o denuncia del discurso climático de las élites a las que quieren sustituir. No lo hacen buscando remedio al clasismo que padecen sus posibles votantes, sino buscando el propio interés, hacerse un hueco en la élite. El nacionalismo, en el periodo franquista o en la actualidad, es el mejor sistema ideológico para mantener y reproducir el clasismo.

Además,

Hay una verdad inapelable, sin nacionalismo en el País Vasco, no se hubieran asesinado a 853 personas, no se hubieran cometido más de 3.500 atentados y no habría más de 7.000 víctimas. Sin nacionalismo en el País Vasco, 22 niños hubieran tenido la oportunidad de convertirse en adultos y decidir en libertad qué era lo mejor para su tierra. Sin nacionalismo decenas de miles de vascos y vascas vivirían todavía en sus casas.


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