martes, 16 de abril de 2024

Oligarquías

 



La patronal catalana, Foment del Treball, visita al huido de la justicia, Puigdemont, para parlamentar con él sobre la seguridad jurídica de las empresas en Cataluña. Sería de chiste si no representase con exactitud el orden real de las cosas: que estamos gobernados por oligarquías. Allá por donde uno mire, si deja de lado las pasarelas donde modistos y modelos exhiben sus colores políticos (campañas electorales, debates en televisión, representaciones en el Parlamento), ve la trama del poder que no se esconde. (Oligarquía. Jeffrey A. Winters: No ha existido nunca en la Historia una sociedad que haya tenido un sistema político estable que no sea oligárquico”).


Cuando los gerifaltes del PP, con Feijóo a la cabeza, visitan Cataluña, antes que nada van a consultar a los empresarios del Foment y después a las oficinas de La vanguardia, su órgano, para dar el visto bueno o para hacer tratos. Cada dos por tres vemos a un grupito de periodistas presentando un nuevo medio de Internet -periodístico le dicen (los hay a cientos, quién los paga, quien los lee)-, apoyados por políticos y empresarios, generando grupos de presión, pequeños círculos de poder que intentan hacerse hueco dentro de las oligarquías: periodistas empresarios políticos.


Hay que hablar de oligarquías en plural porque la España de las autonomías ha generado una en cada una. El juego político que vemos cuando debaten entre ellos, cuando aparentan desgarrarse en las campañas electorales no tiene que ver con proyectos de mejora que afecten a la ciudadanía, o no primordialmente, sino sobre quién se beneficia de los presupuestos públicos, dónde van las partidas de dinero que provienen de los fondos europeos o de los impuestos. Esa lucha, que no se menciona cuando debaten ante nuestros ojos para convencernos de a quién debemos votar, se nos hurta para que participemos y nos comportemos como ciudadanos juiciosos que acuden a la urna con la enorme responsabilidad de ejercer el voto en busca del mejor programa que solucione los problemas del cambio climático, de la inmigración, del envejecimiento, de la fragilidad de Europa.


"Las democracias eligen a unos líderes, mientras los oligarcas y las élites pactan las reglas del juego".


¿Son las leyes más fuertes que los oligarcas? En democracia, esa es la cuestión. En realidad todos lo sabemos, dónde está el poder y a qué se juega, pero hacemos como que no vemos, nos hacemos los tontos porque asumimos que el orden del poder es un mal menor, aunque hay quien cree, cuando aparecen políticos jóvenes o partidos nuevos, que esta vez sí, sin darse cuenta, ingenuos, que no es más que un nuevo 'procés' de renovación oligárquica, hacerse hueco, que no han cambiado las cosas en siglos, que poco podemos hacer y que empeñarnos en hacer que cambien es un esfuerzo juvenil -los soldados que las élites necesitan-, una pasión inútil que con el tiempo lleva a la melancolía.



Este periodista, por ejemplo, muestra un entramado oligárquico regional como si fuese algo deseable. Describe con exactitud los canales verticales de distribución decreciente de poder y riqueza, y, sin embargo, afirma que es horizontal. En democracia, sin la legitimación recursiva que aportan los periodistas y líderes de opinión, el sistema no sería duradero ni viable


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