viernes, 11 de julio de 2025

España no será un país de muertos vivientes

 

 


Durante un tiempo creímos que el mundo estaba encauzado. Tras el horror del nazismo y el estalinismo pensamos que Europa, y después el mundo, había encontrado la vía hacia una vida ordenada. Pero nada se detiene y la vida natural no discurre por autopistas. El periodo europeo de la historia ha sido un breve paréntesis. Grecia, Roma, el mundo hispano, la democracia, el derecho, la UE. El optimismo nos lleva a pensar que si el pensamiento ilustrado tiene fecha de caducidad la comprensión científica del mundo no. La ilustración y el liberalismo se inscriben en ese breve periodo europeo, pero el modo de proceder científico es universal, creemos. Las matemáticas es un lenguaje que todo el mundo puede comprender y las teorías sobre la realidad se someten a prueba en cualquier lugar del mundo. Otra cosa son las derivaciones tecnológicas y su uso.

 

Qué será de esta península asiática que es Europa. De momento podemos constatar que en su suelo ya no se toma las grandes decisiones. Y de España, ¿qué decir de España?

 

Uno de cada cinco de sus ciudadanos ha nacido fuera de España. En Madrid y Barcelona, si tomamos la edad laboral, es decir, la gente activa, es uno de cada tres. En 1998 era uno de cada 34. No está lejos el momento que, en Madrid, Barcelona y la costa mediterránea, los inmigrantes de primera y segunda generación supongan el 50% de la población.

 

En poco tiempo, a España no la reconocerá, si se me permite la expresión, ni la puta que la parió. Así que a dónde irán las ensoñaciones de una España eterna e imperial y el resto de los nacionalismos españoles. Que le dirán a un ex colombiano, a un ex marroquí, ya perfectamente españoles, Isabel la Católica o el Gran capitán. Ocurrirá algo parecido a cuando Bizancio pasó a ser Estambul o Memfis pasó a ser El Cairo o ya puestos cuando España se convirtió en Al-Ándalus, al menos una parte de la península. La vida no está quieta; hay momentos en que cambia vertiginosamente sin que quienes la contemplan se den cuenta de la aceleración.

 

En qué coincidirán el ex colombiano, el ex marroquí y el español viejo para decirse, con los mismos derechos y deberes, españoles. Tendrán que buscar un consenso: dejar al margen ideas, sentimientos y vivencias propios e intransferibles y fijar una base común de convivencia y entendimiento: leyes, instituciones, simbología. Puede que el ex colombiano desee que la selección de Colombia le gane a la española, pero sus hijos no. Puede que el marroquí quiera seguir siendo musulmán, pero sus hijos no. Quién sabe. La afinidad deportiva, la religiosa, la sexual deben quedar en el ámbito privado. En todo caso eso no debe ser lo fundamental, sino la ley común.

 

La inmigración es una oportunidad y un problema. Piénsese qué sería de este país sin inmigrantes. Cuántos millones de habitantes; qué porcentaje de población avejentada. Si la inmigración no fluyera, uno podría pensar perfectamente en una península de muertos vivientes. Hemos pasado en una década de 40 a 50 millones de habitantes. Eso y no otra cosa explica el actual problema de la vivienda.

 


jueves, 10 de julio de 2025

Sarabanda y chacona

 


Qué felicidad, qué rapto no debió sentir Nicola Matteis cuando acabada su composición la interpretó al violín: "Tenía un toque tan dulce que lo hacía hablar como la voz de un hombre y, cuando quería, como un consorte de varios instrumentos, hacía maravillas con una nota", escribió un contemporáneo, un día de noviembre de 1674, o cuando, interpretada por otro, sumido en la pobreza y enfermo, doblado el siglo, oía en la calle lo que llegaba de uno de los salones de la naciente burguesía que ya no frecuentaba, olvidados ya los elogios que le habían dedicado a este napolitano que "había viajado por Alemania a pie con su violín bajo un abrigo a la espalda" antes de llegar a Londres para cambiar el gusto inglés hacia la música italiana, 


una emoción tan grande que escuchada hoy, siglos después, nos conecta con su felicidad y su desdicha: "el exceso de placer lo sumió en la miseria, y así se empobreció. Y murió miserable", escribió otro contemporáneo, en onda no extinguida, si prestas la suficiente atención, aislado de la agitación inútil.


martes, 8 de julio de 2025

Amal

 


La película belga Amal (2023) presenta un instituto de un barrio de Bruselas como un campo de batalla: la libertad de expresión contra la intolerancia. A un lado la profesora de francés y la gran literatura, al otro el profesor de religión y sus textos. Los soldados son los adolescentes. Ambos equipos son musulmanes aunque el terreno de juego lo ofrece la laica Bélgica: la mayor parte de actores, director y guionista hablan desde la cultura musulmana (y en parte árabe), en la que caben los dos equipos. Si hablo de campo de batalla es porque se utilizan todas las armas de combate, las psicológicas y las físicas: las formales de las clases en el instituto y las informales de las asociaciones y grupos de presión; los anónimos y las redes sociales; los insultos, las vejaciones, las amenazas. La tesis de la película es que las guerras que comienzan siendo culturales acaban con sangre.


A un lado estaría la libertad y al otro la coerción grupal. Creíamos que en Europa esa batalla ya se había librado con un claro ganador. Europa se ha construido sobre la libertad de expresión y pensamiento, sobre el ejercicio de la autonomía propia. La historia nos demuestra que no se detiene cuando encuentra un punto de equilibrio. La libertad tiene consecuencias: el parón demográfico europeo está siendo compensado por la llegada de inmigrantes de otras culturas que tardan en comprender el modus vivendi de la sociedad a la que llegan. Es difícil de modificar el modelo de mundo que uno ha adquirido en sus años jóvenes, se necesita tiempo. 


El choque cultural se vive en las periferias, allí donde los europeos viejos no entran y de donde la clase media que ha podido huir lo ha hecho. De momento lo que en ellas sucede llega a las portadas como sucesos. Los radicales encuentran en la degradación de la vida gasolina para sus acciones y control social. El Estado las encapsula con policía y subvenciones, que es la fórmula con la que la vieja socialdemocracia ha intentado durante décadas solucionar los problemas, sin garantizar a los humildes una vida propia. En algún momento será desbordado.

domingo, 6 de julio de 2025

Amplía el foco

 

 




Amplía el círculo. Estás ahí en una terraza soleada tomando el café mañanero. Tú como un universo que lo contiene todo, al menos el todo que conoces y lo que podrías conocer. Un mundo que se basta a sí mismo. Para ti, eres el centro del mundo, no puede ser de otro modo. Si no pensases así la vida carecería de sentido. Observa alrededor. En esta mañana dominical parece que los que se han quedado en la ciudad son los desvalidos, mundos truncos, se acercan al final o necesitan de otros para sobrevivir.

 

Abre el foco. Esta ciudad si la sitúas en el mapa no está en el centro del mundo. Como tampoco ayer lo está, que ya pertenece a otro universo: si hubieses estado pegado a las noticias, todo giraba en torno a Salazar - ¿quién es? -; ya no está, ha desaparecido del foco. Pero ¿acaso Sánchez y Feijóo permanecerán mucho en él? 

 

Si vuelves a ti son otras cosas las que conforman el universo: tus sentimientos; el día, la luz, la temperatura, la tormenta vespertina, el viento actúan sobre tu cuerpo: quizá este no sea el día en que todo cambia para ti; como planetas, aquellas personas que han sido importantes para ti han ido saliendo, ampliando la órbita que giraba en torno a ti hasta escapar y conformar otros sistemas de atracción. 

 

Si vuelves a Salazar, a Sánchez y a Feijóo los ves como algo inesencial. La política ya no se ocupa del bien común, es una rama seriada del entretenimiento, como el fútbol, como el corazón. Nada de lo que hagan o digan formara parte de la centralidad. No sientes que vayan a mejorar tu vida. Ninguno de ellos va a mejorar tu vida, sino, con toda probabilidad, la empeorarán. Lo que dicen desde la tribuna no contribuye a que se alce en ti un gramo de ilusión. Aún les quedan restos de poder para amargarte la vida, pero ni una sola palanca para ilusionarte. Ni siquiera Van der Leyden - ¿quién es? -, como si una inteligencia exterior que manejase los hilos hubiese sacado del baúl a los peores, a quienes solo tienen poder destructor: Trump, Putin, Xi. Tiempos oscuros.

 

Paseas por el centro de la ciudad - lleno de turistas - tan ordenadito, tan limpio el suelo bonitamente embaldosado ¿Lo percibes? ¿No lo oyes? Un diablillo te dice al oído: El mundo que conocías y en el que confiabas se está desmoronando. ¿Te convenía que te dejases engañar? ¿Creíste que la utopía era posible? ¿No la viste como tal?

 


Se amplías algo más el foco y te sitúas en el mapa, ves la pequeñez del país en el que vives, la península europea en la masa euroasiática. Europa tuvo peso durante un breve periodo, en los siglos que van del XV al XX. El mundo recupera la forma que tuvo antes de eso. Solo tienes que comparar el mapa que te enseñaron en la escuela con el mapa que enseñan a los niños chinos en la suya. ¿Dónde está la distorsión? Piensa en la demografía, en el intercambio comercial, en la acumulación de riqueza, en la tecnología, en las disputas. La palabra china para China fusiona dos caracteres, (zhōng), que significa medio o central, y (guó), que significa reino o país. Juntos, esos caracteres forman 中国: Reino Medio. Ellos siempre han creído que eran el centro del mundo.

 

Trump es un hombre malo, pero quizá por ello tiene una visión más realista de las cosas: piensa en masas continentales y en cómo se está reconfigurando el mundo: Europa es una península cuyo peso en el mundo se ha diluido frente a América del Norte, a Rusia, a China y a la India. 

 

Como consuelo, puedes pensar que tampoco aquí en nuestro entero mundo está el centro, esa motita azul que apenas se vería desde cualquier otro lugar del universo si alguien mirara. "Simplemente mejórate a ti mismo. Eso es todo lo que puedes hacer para mejorar el mundo" (Ludwig Wittgenstein).

 


sábado, 5 de julio de 2025

Aflicción

 


 

Wade Whitehouse se gana la vida como policía - agente de tráfico más bien - en una pequeña localidad del noreste de Estados Unidos. Como su salario es misérrimo acepta otro tipo de trabajos, como aplanar la nieve, para llegar a fin de mes. Está divorciado y de vez en cuando se ocupa de su hija, aunque no sabe muy bien cómo tratarla. El desorden, la incompetencia y la inhabilidad social son las marcas de su carácter. Solo Margie (Sissy Spacek), su novia, ayuda un poco a atemperarlo. 

 

En una personalidad siempre al borde de la implosión, el momento llega cuando un sindicalista muere por accidente en una partida de caza. Wade cree que un compañero suyo está implicado en la muerte, que ha habido una conjura para eliminarlo en la que están implicadas personas poderosas del pueblo. Esa idea crece en su cabeza cuando la comenta por teléfono con su hermano (Willem Dafoe), profesor en la Universidad de Boston, quien lo alienta para que siga con esos pensamientos.

 

El hermano es el narrador en off que va punteando la película en pasado. Ambos han sufrido el maltrato de un padre borracho (James Coburn en su mejor papel). Wade recuerda escenas de su infancia cuando el padre lo maltrataba tanto a él como a su madre. El hermano parapetado detrás de Wade pudo salir adelante y convertirse en profesor, mientras Wade se quedaba para asistir a la ruina de sus padres. 

 

Que Wade Whitehouse sea un personaje complejo y Aflicción una película memorable al estilo de los grandes dramas clásicos se debe a que escapan a las convenciones del género. El guion se basa en la novela homónima de Russell Banks y en la propia experiencia vital de Paul Schrader, criado por un estricto padre calvinista que no le dejaba ver películas mientras vivió con él. La tercera pata para que se mantenga en pie la película es la interpretación de Nick Nolte: compone un personaje desgarrador cuyo patetismo espanta, un desahuciado por el que nadie va a mover un dedo. No solo el resto de los personajes huye de él, el propio espectador.

 

No hay redención posible para Wade Whitehouse. Naturaleza y circunstancia le han conducido a un callejón. Por ahí se emparenta a otros personajes salidos de la pluma de Schrader, los protagonistas de Taxi Driver y Toro salvaje. En las películas posteriores buscó algún tipo de salida a los personajes torturados de sus películas, en esta está condenado desde el principio, sin posibilidad de salir a flote.

 

Aflicción es de 1997. Es la mejor película de Paul Schrader. Ha quedado como un clásico, no a la manera de Hollywood, sino en la tradición occidental de los grandes dramas que se revisitan de vez en cuando para no olvidar cuál es la materia de la que estamos hechos. La tienes en Prime Video y en Filmin.

 


viernes, 4 de julio de 2025

Paul Schrader

 


Paul Schrader nos propinó un puñetazo en el ojo el día que fuimos a ver Taxi Driver. Con el ojo amoratado, a la salida del cine, tardamos en saber quién nos lo había propinado. Algunos se quedaron con el nombre del protagonista, Robert de Niro, otros, más tarde, con el del director, Martín Scorsese. Todavía hay quien recuerda la película, pero nunca se ha fijado que quien la imaginó fue este guionista que luego se metió a director, Paul Schrader.

 

Después de hacer guiones para películas se animó a dirigirlas, combinando guion y dirección. Trabajó con Martín Scorsese y Brian de Palma: Fascinación, Toro salvaje, La última tentación de Cristo

 

Sus personajes dejan una huella inconfundible. Personajes torturados, comprometidos con un tema hasta la locura, obsesivos, con sentimiento de culpa en busca de redención, de venganza si la justicia no llega: los tres trabajadores contra la mafia de Blue Collar (1978), su primera película como director; el American gigoló de Richard Gere - (1980); Mishima (1970); el hombre - Nick Nolte - que pugna por salir a flote achantado por un padre violento en Aflicción (1997), su película más clásica y también más redonda; el don nadie envuelto en un escándalo que le supera, Woody Harrelson en The Walker (2007). Y unas cuantas más.

 


Cualquier momento es bueno para volver a sus películas. Así que busco las tres últimas para entretener las noches tórridas de este inicio de verano. Si no sabes cómo hacerlo la plataforma Stremio te las busca. Simplemente añade complementos a la app, incluido el de subtítulos.

 

En El reverendo (2017), Ethan Hawke es uno de esos hombres heridos que cree encontrar el remedio para su insondable dolor. Es un ministro del señor que ha conocido el horror de la guerra, en la que perdió a un hijo. En su humilde iglesia, que celebra el aniversario de su fundación, conoce a una pareja obsesionada con el cambio climático y la degradación ambiental. La pareja se pregunta si no sería mejor deshacerse del hijo que esperan. En el hombre, activismo y terrorismo se confunden hasta inmolarse. El reverendo hereda la misión de la lucha contra los poderosos culpables.

 

En El contador de cartas (2021), Óscar Isaac ha convertido su vida en una meticulosa y obsesiva rutina. En su conciencia pesa el haber sido un soldado obligado a torturar a los presos en Abu Ghraib. Encarcelado por haber participado en las torturas, hace de su proceder obsesivo una habilidad: llevar las cuentas en los juegos de cartas. Así se gana la vida de solitario excarcelado, recorriendo casinos, ganando lo justo para vivir, hasta que le viene a ver un joven que trama vengar a su padre, compañero del protagonista en Abu Ghraib, esperando matar a quien les obligó a torturar. Cuando muera el inhábil joven, heredará la misión.

 


En El maestro jardinero (2022) el pasado que atormenta al protagonista es su participación violenta en un grupo del white power. La primera noticia que nos llega es cuando vemos su cuerpo tatuado con símbolos nazis. Aquí, la habilidad rutinaria que enmascara ese pasado es su afición a la jardinería. El elemento que pone en marcha el drama es la llegada al jardín que cuida de una joven aprendiz. Una joven con problemas de adicción y maltratada por sus proveedores. El amor y la protección del débil despiertan en él el instinto violento que había soterrado, con el que cree que podrá redimirse.

 

Las tres películas responden al mismo esquema. Paul Schrader crea personajes que observan los males de nuestro tiempo desde esquinas en las que el hombre común no acostumbra a situarse. Ese es al mismo tiempo su virtud y su fracaso: en las películas de Schrader nos vemos obligados a mirar la realidad más desagradable, realidad de la que quizá no querríamos saber. Sin embargo, ese punto de vista tan particular de desarrapados hace que lo tomemos como una enfermedad de individuos locos que pensemos no nos concierne. Tampoco ayuda la falta de humor – Paul Schrader es un hombre dramáticamente serio -, no creo que haya sonreído una sola vez viendo sus películas.

 


miércoles, 2 de julio de 2025

Pecios

 

 


Y si solo hay tiempo. Sentados, miramos hacia fuera o hacia adentro, no estamos quietos. Nos ponemos de pie, hacia la ventana. Caminamos fuera mientras la mente va dibujando el paisaje cambiante según giramos a izquierda o derecha o damos la vuelta atrás. Las hojas se mueven. Los árboles no están quietos. Las sombras que huyen y vuelven. Ponte un poco más acá, un poco más allá, debajo de la rama del árbol o en la zona despejada. Todo va cambiando a medida que te mueves. Y cómo cambia si te subes a una bici a una moto o un coche a un tren a un avión, si es de madrugada o en la plenitud del día, en el crepúsculo o en la anochecida. El paisaje es un lienzo que vas pintando. Qué lienzo es ese. Estamos aprendiendo. Qué diferente es todo cuando nos movemos. No dejamos de hacerlo. Tú mismo eres lienzo. ¡Mira tus manos! ¿Acaso no son diferentes de la última vez que te fijaste en ellas? No tienes más que mirarte en las superficies reflectantes. Ayer por la tarde, esta mañana. No existe el instante, esa ilusión, pues ya ha pasado, tampoco el presente. El tiempo es la materia que nos constituye, el lienzo. 

 

Somos estados de tiempo. La historia del universo se repite en nosotros. Hubo un comienzo gobernado por el azar. Cualquier momento en el que giramos es distinto, aunque lancemos anclas para fijarlo. Tendremos un final que no gobernamos.

 

Aquello en lo que más confiamos, la consistencia de las cosas a través de las que nos movemos, es lo más incierto pues no es más que un dibujo cambiante, ya te digo, basta que te gires un cuarto para que cambie la superficie del lienzo o que pases unos segundos después sobre el mismo suelo para que veas que ya no es el mismo. Solo hay una cosa fiable, el transcurrir. Creíamos que era el espacio, es el tiempo

 



Veo un gurriato a mi paso más quieto que yo. Cuando era niño otros de mi edad tenían carabina y disparaban. Yo no la tenía, ya nadie lo hace. Ves esta flor tan ufana tan amiga del viento. Ahí están los restos de la verbena de anoche, ya no los cuerpos, ya no el fragor. Pecios.