No hay uno sino dos grandes centros monásticos en el estado de Maharastra. El segundo está a unos 120 kilómetros de Aurangabad. Las mal llamadas cuevas de Ajanta (traducción del 'caves' inglés) son veintinueve contados monumentos de origen budista excavados en roca. Datan de entre el siglo II ac hasta el 480, de temática budista. Pinturas y esculturas que la Unesco señala como lo mejor del arte indio antiguo. A quien desconozca el arte de estas regiones le sorprenderá ver lo expresivos que son los artistas orientales, contemporáneos de los artistas helenos o romano imperiales, por no comparar con el románico medieval. Quizá las grandes estatuas de Buda, a tono con lo que se quiere representar, sean algo estáticas y quietistas pero no lo son en ningún caso las figuras los gestos las poses las formas de quienes le acompañan. No solo los relieves y las pinturas, la propia arquitectura es impresionante: salas de culto que se sustentan sin columnas, templos basilicales de culto budista de gran tamaño que no tienen que envidiar a los romanos, portadas solemnes con un programa icónico muy elaborado.
Las sorprendentes pinturas murales de vívidos colores representan los renacimientos de Buda y cuentos pictóricos del Jatakamala de Aryasura y esculturas excavadas en la roca de deidades budistas forman el corpus más grande de pintura mural india antigua que ha sobrevivido.
Durante siglos, estos monumentos que en la lejanía no se adivinan sino como orificios en la pared rocosa estuvieron cubiertos por la jungla hasta que un cazador inglés del XIX vio entrar en una de las cuevas a un tigre que perseguía. Fue en 1819; el oficial colonial británico que las 'descubrió', John Smith. Están en el norte de la garganta en forma de U del río Waghur, en la meseta de Deccan. La geografía del lugar tiene un cierto parecido con Orbaneja del Castillo, en Burgos. En época del monzón el desfiladero se llena de cascadas, audibles desde el exterior de las cuevas. Algún día los europeos se darán cuenta que el canon del arte que hemos confeccionado no tiene valor universal y que habrá que hacer un canon que abarque a otras culturas tan valiosas o más que las europeas.
Este enorme monumento de Ajanta hubiese valido el día, y una semana entera, pero ha habido más. Antes de llegar a Ajanta, nos ha sorprendido el colorido y el movimiento que había en un lugar junto a la carretera. Colegiales y maestros celebraban una festividad de un héroe local. Música, danza, alegría y fotos. Nos han invitado y hemos bailado con ellos. Los trajes de fiesta de niños y niñas y de algunas madres son de un colorido que maravilla. Y la simpatía y espontaneidad que nosotros occidentales hemos perdido en algún recodo de la historia.
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