Día de inmersión en la India clásica. Siglo XIV. La hoy pequeña ciudad de Hampi -la Ciudad de la Victoria cuando era la capital del Imperio Vijayanagara-, y sus alrededores, está llena de monumentos de temática hinduista, entre ellos el llamado Angkor de la India, el Templo del señor Virupaksha, una forma de Shiva. Dos torres amarillas más que doradas, repletas de divinidades hindúes dominan el paisaje circundante. La perspectiva desde lo alto del cerro cercano impresiona, no sorprende que lo comparen con el Agnkor camboyano. En el interior, alrededor de la gran plaza hay una serie de santuarios dedicados a la epopeya de Shiva.
En uno de ellos un elefante vivo recibe los deseos en forma de caricias de un gentío a la espera. Ganesha era hijo de Shiva y Parvati. Hay un historia cruel de cómo un bebé elefante se convirtió en hijo de Vishnú y Parvati. El Shiva guerrero estaba de gira cuando nació su bebé. Cuando volvió a casa, Shiva y el bebé se vieron como invasores de una casa que no era la suya; en la pelea del extrañamiento el padre le cortó la cabeza al hijo. La madre desconsolada amenazó con destruir el mundo. Los dioses reunidos, asustados por el temor a ver destruida su obra, decidieron darle un bebé sustituto. ¿Cómo saber qué bebé podría ser convertido en dios? Mandaron mensajeros por lo rincones: el escogido habría de ser la criatura que no durmiese en el regazo de su madre sino a su espalda. Resultó ser un bebé elefante, a quien pusieron de nombre Ganesha. Ganesha es la figura más popular del panteón hindú. Se encuentra por doquier, representado con cuerpo de hombre y cabeza de elefante, ante el que se hacen ceremonias en busca de la buena suerte, en cualquier etapa de la vid
El templo Virupaksha, una de las formas de Shiva, fue construido en época de la dinastía Vijayanagarade que gobernó esta región entre 1336 a 1565. Centro de peregrinaje, aún hoy, considerado el santuario más sagrado de la India durante siglos, está en el valle del río Tungabhadra, en Karnataka; el valle de unos 26 kilómetros cuadrados, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1986.
Por cualquier lugar por donde vayas, en una extensa área, se encuentras 1600 restos de templos, complejos reales, murallas, esculturas, pinturas, establos, palacios, jardines, mercados y baños, muestra de la prosperidad de Hampi, rica y grandiosa. La riqueza agrícola y ganadera de la zona está a la vista. Plataneras, cocoteros, campos de arroz. Aún se ven los restos del gran bazar de piedras preciosas, el mayor del mundo, hasta que en el año 1565 Hampi-Vijayanagara, la segunda ciudad más grande del mundo tras Beijing, fue demolida, tras la invasión musulmana
Un poco más allá, atravesando el cuidado césped, a través de una Portilla se accede a un paraje que podría pasar por una plaza renacentista, marcada por una serie de pabellones formando un gran rectángulo, entre ellos los establos de los elefantes. No muy lejos, desde una plataforma elevada, las esposas asistían a los festivales que transcurrían delante.
2 comentarios:
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Gracias por tu relato Toni
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