miércoles, 9 de junio de 2021

Emmanuel Carrère y el otro



Dan el premio de Asturias a Emmanuel Carrère, bien está, es un gran escritor, aunque no siempre acierta.


Despachábamos hace poco con excesiva benevolencia la idea de que Emmanuel Carrère tenía derecho a contar su parte de la historia, en Yoga, su último libro, y dimos por fallida la novela por no hacerlo. Pero qué pasaba con su ex, que no contemplábamos que pudiese contar su versión en las mismas condiciones de audiencia. Es el problema que plantea 'la cruda verdad' de los libros autobiográficos, o casi. Por qué hemos de dar crédito al autor 'en nombre de la verdad' sin escuchar a la contraparte. La novela, como género, había salvado hasta ahora ese escollo porque trabajaba con personajes de ficción. En la autoficción o en los libros autobiográficos está permitido decir cosas como 'nunca te quise' o 'nadie quiere ser tu amigo' o ‘mi padre me destrozó la vida’ en nombre de la 'franqueza brutal' que no entiende de compasión. Cuando en la vida de pareja o de amistad, en una conversación, hemos utilizado alguna de esas frases nos hemos sentido mal, al cabo nos hemos arrepentido y desearíamos no haberlas dicho, ¿por qué, entonces, en uno de esos libros que pretenden ser 'verdaderos', sí que estaría permitido ser 'sincero' o paródico o cruel con quienes asisten mudos a la deposición?


Cada cual tiene derecho a mostrar su intimidad, incluso las fantasías de violación y venganza, la literatura lo admite todo, y los lectores a desentendernos. Estamos hablando de literatura de no ficción. Tampoco es cosa del yo contando su historia de autocompasión (Joan Didion Emmanuel Carrere Rosa Montero), historias circulares que al fin aportan poco. Aburren. Nos importan las historias de conflicto entre dos o más personas. Lo que han hecho siempre las novelas. Pero ¿tenía derecho Carrère a meter al otro dentro de su historia de autocompasión para así justificar su indecible dolor y repartir culpas? No, si el otro no da su consentimiento.


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