lunes, 25 de noviembre de 2019

Icod el Alto


Que mis pies puestos en marcha me vayan llevando cuesta arriba, aunque en algún momento tenga que abrir Google Maps, la carretera estrecha, sin arcén, siempre en curva, con poco tráfico por ser mañana de domingo, Las Dehesas, Los Realejos y Los Realejos Altos, donde pienso poner límite a la empinada subida, pero al llegar a la Iglesia miro hacia arriba, a un balcón que mira al mar, le pregunto a un paisano, Icod, me dice, ¿Icod de los Vinos?, no, eso está muy lejos, Icod el Alto, ¿Es difícil llegar? Tiene usted que dar mucha vuelta, me dice. ¿Y por camino? Eso sí. Me lo indica, minucioso, detallista, hay que atrevasar el barrio de pequeñas casas de colores vivos que se ve un poco más abajo, y unas huertas, y subir una dura pendiente rocosa. Le hago caso.

Camino por el barrio de Tigaiga entre casas y huertos, la gente está en la calle, alguien celebra el día de su jubilación, hacen bromas. De pronto, la sorpresa, siempre la hay en cuanto te saltas el camino del turista, el bosque de laurisilva de Tigaiga, una zona protegida más, en rigurosa pendiente húmeda, el sendero empedrado y resbaladizo. Entre la vegetación que rezuma y algún que otro drago se entrevé el litoral y los pueblos cercanos y el cono achatado de La Orotava. Subo resbalando a paso quedó y al llegar a la carretera otro regalo, un largo paseo protegido con valla que es un balcón a Los Realejos, al Valle de Orotava, El Puerto y los salientes al océano y al fondo Anaga. Una panorámica inesperada.

Icod el Alto, a 600 msnm, es un barrio que se extiende a lo largo de una carretera, como un pueblo del oeste americano, con la iglesia con pinta de una de esas fundaciones franciscanas que se encuentran en California, de hecho, oigo hablar a la gente y me parece que esté en Venezuela o en el Caribe. Poco a poco se echa la niebla y baja la temperatura. Los altavoces de la iglesia con la voz potente del cura echan el sermón dominical para todo el mundo sea cual sea su fe, aunque aquí no llegan los turistas. Cuando pido una caña en uno de los muchos bares de la carretera me cuesta creer que la chica que me sirve no sea latina. No deja de sorprenderme las variadas fisonomías, los acentos diversos, la gran variedad de lo canario.

No hay comentarios: