miércoles, 16 de octubre de 2019

Viento





- Estoy libre de uno que se me ha arrimado.
- Qué significa eso.
- Mira el que me acompaña. Y tras una pausa, Vaya tiempo hace.

El día ha amanecido ventoso, aunque no ha arruinado del todo la mañana. A esta hora del mediodía, el sol se abre paso entre jirones de nubes. Silba el viento entre las tapias, agita las hojas de la fronda en la ribera, el sonoro mugido de los chopos, las cabelleras como cuerdas de los sauces, el leve agitarse de los jóvenes ciruelos. El silencio de un fresno solitario suena como un folio en el aire.

Como dice que tiene frío, la he tapado con la bufanda la boca y la nariz y con la capucha la cabeza. Apenas ve lo que tiene delante pero oye la orquestación del viento. Incluso cuando la destapo delante de una pared protegida para que el sol le de en la cara, protesta. Damos con un campo de almendros resguardado, mudos, el fruto inusualmente grande. Recojo unas cuantas almendras del suelo, las parto con una piedra sobre el pretil que nos separa del campo.

- Quieres probarlas.
- Que buenas están.

Cuando volvemos, la música de Los pajaritos llena las calles. A través de los portones abiertos de la furgoneta de Ascen, las cajas de abadejos, chicharros y sardinas, entre cubos de hielo, se abren a sus escasos clientes.



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