martes, 3 de enero de 2023

Añoranza de la noche habitada - 1

 


1. El pánico del adolescente, cuando de pronto se siente solo bajo el cielo nocturno, es comparable al de los primeros hombres que se dieron cuenta de que no había nadie más en el cosmos, nadie que pudiese protegerlos, huérfanos de un Padre que nunca existió. ‘La noche es la madre de la religión' (Feuerbach).


2. Cuando llegamos a un punto muerto en nuestras discusiones, tratando de dar respuesta a las grandes preguntas, echamos en falta la teología, el sistema que ordenaba el mundo. Durante siglos los seres humanos convivieron con la buena nueva de la superación de la muerte que les prometía el cristianismo.


3. De ahí la tentación de poner nuestra fe en un hombre divinizado que actualice la promesa.


4. No importa la estatura moral del hombre al que divinizamos sino la emoción profunda que pone en marcha su aparición.


5. Una vez que los dioses se desvanecieron, cualquiera que intente ocupar su lugar resulta risible. Tras su máscara se esconde un corruptor.


6. Durante un tiempo -el instante de la razón-, ingenuamente creímos que la ley podría ocupar el lugar de Dios en los enmarañados interrogantes sin salida.



Hay que partir de la observación histórica según la cual la mayoría de los cultos de revelaciones locales han desaparecido, a pesar de que su concepto implícito habría exigido su validez con independencia del tiempo. ¿Cómo entender que verdades reveladas, y con ellas todas sus celebraciones rituales y sus grupos de prosélitos, aparecieran, florecieran y desaparecieran? ¿En qué criptas, en qué pabellones conmemorativos están depuestas las palabras extinguidas de los dioses? ¿Como imaginar el archivo (en expresión más fuerte: el almacenamiento definitivo) de las innumerables teopoéticas derogadas?”. (Peter Sloterdijk en 'Hacer hablar al cielo')




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