El mayor defecto del cómic, aparte del género en sí -se necesita ser un genio para producir una genialidad en este medio-, es que se ciñe a la persona de Lorca y no a su obra, cuando lo exigible de un cómic cuyo tema es Poeta en Nueva York habría sido mostrar que Lorca gracias a su visita a la ciudad de los rascacielos produjo la obra poética más importante del siglo XX en español. Y explicarlo y ayudar a entenderlo y seducir al lector de cómics para que vaya a la fuente. Ya sé que muchas de las imágenes surrealistas que Lorca utiliza son intraducibles a otros idiomas e intraducibles a otros géneros, quizá no tanto al cómic, pero para eso está empeñarse y proponérselo. En Lorca, un poeta en Nueva York aparece la ciudad su paisaje Harlem Wall Street la humanidad de blancos y negros pero no capta el espíritu de la obra o no como uno esperaría. Junto a los dibujos, el autor escribe cosas así:
"No tuvo más remedio que abrazar el misterio y el ardor afectuoso de la embriaguez.
Tenemos que seguir escribiendo, dibujando. Pues podemos hacer más daño con nuestras plumas que ellos con sus pistolas".
La cuestión era si una época tan adocenada como la nuestra es capaz de hacer una traducción a lenguaje actual de una obra como Poeta Nueva York. Las grandes obras son islotes de luz en medio de la oscuridad de una época, y no tienen continuidad. Y eso creo de Poeta en Nueva York, no creó una escuela poética. El espíritu español se jibarizó en 1936. Y en esas estamos.
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