Antes que nada esta es una película hermosa. Hacía falta en este tiempo de restricciones su poesía. Planos largos y panorámicas del paisaje americano, las grandes llanuras las montañas nevadas el desierto la cinta de asfalto que se pierde en el horizonte. Hombres y mujeres que se ponen en marcha y que convierten la furgoneta en su casa, que rompen lazos estables y encuentran conocidos y amigos durante una breve temporada. Es un canto a la libertad y al individualismo americano, mediante un género, la road movie, que tiene muchos antecedentes en ese cine. Un tipo de mirada que es difícil ver en el cine europeo. Emancipación personal frente al seguro comunitario, American Way of Life frente a sociedad de bienestar. Dos modelos.
La protagonista de la película, magnífica Frances McDormand, se ve obligada a lanzarse a la carretera porque se queda sin trabajo y sin hogar. Hace trabajos temporales y estacionales aquí y allá y se relaciona con gente que como ella hace de la aventura un modo de vida. Solitarios melancólicos envejecidos con algunas pocas alegrías. No se quejan de su relativa mala vida, si acaso se ve pesadumbre y tristeza en su mirada muda cuando se pierde en el paisaje profundo.
La poesía es una forma de encantamiento, funciona mejor envuelta en una nube de tristeza o melancolía y mal cuando quiere expresar una alegría radiante o un dolor insoportable. Aquí, la música de Einaudi, las bellas imágenes del paisaje americano, el rostro templado y sereno de Frances McDormand, el rítmico montaje que surfea la realidad de las cosas y no se detiene, como lo haría un europeo, en la soledad profunda, en la injusticia estructural, en la devastación de la edad, estimula el gozo que produce una película bien hecha, en torno al orgullo de la independencia, aceptando el precio de la soledad y hasta las lágrimas. Esta película, sin duda, el mayor logro cinematográfico de los últimos tiempos, es hermana de la que quizá sea la mejor película española del 2020, El año del descubrimiento. Contraponen ambos modelos: ante la pérdida de trabajo y la falta de expectativas, la primera ofrece la poesía de la soledad del hombre o mujer que acepta su suerte, la segunda, el reproche social de los desposeídos por un abandono que no creen merecer.
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