lunes, 8 de febrero de 2021

Películas de negros con negros ¿para negros?

 



Hay quien se siente a gusto con la identidad, su identidad, proclama su diferencia, la afirma con arrogancia, reclama su deuda, lo que la sociedad le debe. Algunos hemos nacido blancos, hombres, europeos, y españoles (y hasta nos da vergüenza por el pasado y por el presente. Hay identidades salvíficas y otras condenatorias). También podríamos decir: hemos nacido pobres, lo tuvimos difícil para hacer hueco, sin conexiones sociales. tímidos, hasta apocados, con un carácter desmañado difícil para triunfar con las chicas, crecimos en una época sin libertad, donde la igualdad no estaba en los programas. Es verdad que nuestros padres no fueron esclavos, sí campesinos muy pobres, y antes siervos. ¿Adónde nos lleva todo eso?


Cuando leo un libro o veo una película o escucho una canción quiero que me entusiasme. Esa es mi línea de separación.


Acabo de ver tres películas de negros, con negros. Una mala, muy mala, hasta el punto de que no aguanté más de quince minutos, One Night in Miami(Amazón). El asunto podría haber sido interesante: el encuentro en una habitación de motel, la noche de la victoria de Cassius Clay sobre Sonny Liston, en 1964, en Miami Beach, de Cassius Clay con Malcolm X, Sam Cooke y el deportista Jim Brown, pero allí no había nada de interés. Los periódicos le han dado cancha, informando, entrevistando a su directora, pero en ningún momento advirtieron de que era muy mala. Bueno, veo ahora, en la página donde busco información, los puntos verdes positivos de los comentaristas. ¿Se ven obligados por el estresante ambiente? ¿Ha desaparecido, en ciertos temas, una mínima crítica?


Las otras dos películas forman parte de una serie de cinco (Small Axe. Movistar) del director caribeño y británico Steve McQueen. De él había visto la oscarizada 12 años de esclavitud que me pareció pomposa y aburrida. La primera de la serie, Mangrove, es algo más entretenida porque muestra la vida de un barrio londinense en los 70, con policías racistas, marchas por los derechos y, lo que le da más interés, un cierto suspense con detenciones y juicio. No deja de ser maniquea.


La buena de las tres es Lovers Rock. Su historia es fílmica, es decir lo que sucede nos lo cuentan las imágenes, la música, el movimiento, el colorido, el ritmo, el montaje, no las palabras de los diálogos ni los subrayados enfáticos. Todo sucede alrededor de una fiesta caribeña en una casa particular: los preparativos, chicos y chicas, caracteres flotantes, riñas, una pareja que se enamora, el calor y el erotismo. Cuando el cine lo logra es incomparable: sensaciones frente a razonamientos, cuerpo frente a mente, comunión, empatía. No hace falta ser negro para ello. Quizá en este caso, sí. Magnífica.


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