domingo, 10 de enero de 2021

“La mayor pifia que cometí”

 



Muchos poderosos cuando dejan de serlo se sienten obligados a hacer un balance moral de su acción pública. Se lamentan de lo que pudiendo hacer no hicieron, con el consiguiente daño colectivo. En el libro El hijo del chófer, de Jordi Amat, hay muchas referencia al asunto Banca Catalana, capital en la genealogía del régimen catalán: Jordi Pujol se sintió vencedor. Echó las masas a la calle, él y Cataluña eran la misma cosa, y ganó: ganó el pulso a los fiscales, al gobierno de Felipe González, al Estado. Todos se achantaron, el procedimiento mafioso del chantaje funcionó. Las masas, la clave de bóveda del régimen catalán, repetido hasta la parodia en el procès. No sólo fue un procedimiento para conseguir y mantener el poder, también, como en los asuntos de la mafia, fue un modo de entrecruzar lo personal y lo político hacia el enriquecimiento personal. De aquel achantarse hasta aquí.


La batalla política está ganada. La judicial, prácticamente también. Todo depende de lo que decidan cuarenta y un jueces de la Audiencia Territorial de Barcelona. El pleno está convocado para el día 21 de noviembre. El 18 Salvador Alsius entrevista a Pujol en TV3 y en prime time . El periodista le pregunta si el caso Banca Catalana ha sido para él una pesadilla. Pujol responde que no y que, en cualquier caso, era una pesadilla que había gravitado sobre toda Cataluña. Mientras se emite la entrevista, el abogado Piqué Vidal llama a Prenafeta. Puede confirmarle ya que veintinueve de los cuarenta y un jueces votarán en contra del procesamiento. Muchos de ellos ni se han leído el sumario. Es probable que algunos, discretamente, hubieran cenado en el restaurante Gorría con Prenafeta y Piqué Vidal. Poderes cruzados. Pero es que además pesa el entorno. La verdad social es una. Incluso el socialista Obiols declaró que condenar a Pujol sería colectivamente traumático. La noche anterior al pleno Prenafeta amplía el número de los que votarán en contra del procesamiento. No es que quieran absolverlo. No es que quieran condenarlo. No lo quieren ni juzgar. El viernes 21 se resuelve. No habrá verdad judicial sobre el caso Banca Catalana. La querella llega a su fin”. (El hijo del chófer, de Jordi Amat).


Poco después de que el corresponsal de entonces en Cataluña, Alfons Quintà, publicara la primera entrega de una serie sobre Banca Catalana, Cebrián y Jesús de Polanco fueron convocados a un almuerzo con dirigentes nacionalistas. Y cuenta Cebrián: "Defendieron abiertamente la tesis de que el caso era una invención destinada a minar el crédito político del molt honorable y perjudicar la causa nacionalista. Entre amenazas y lisonjas pidieron que no continuara la publicación de la serie. La presión, a la que se sumó sin reparos el propio Polanco, fue tal que me vi obligado a ceder. (...) Esta es, creo, la mayor pifia que cometí durante mis años al frente del diario y constituyó un crimen de leso periodismo". (Así lo recuerda Arcadi Espada)


 

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