jueves, 9 de enero de 2020
9. Pospolítica
Se podría pensar y yo lo pienso, y lo mantengo, que es inmoral pactar con los herederos de ETA, del mismo modo que en Alemania con los herederos, o que se reclamen, del nazismo. Allí no lo hacen. También lo es, aunque de otro modo, incongruente, ilógico, ofensivo, la palabra correcta es huidiza, pactar con los condenados por saltarse las leyes constitucionales del Estado Democrático de Derecho. Podría ocurrir, sin embargo, que todo fuese bien, que el actual embrollo catalán se deshiciese por cansancio, porque todo el mundo desea que se acabe sin decirlo abiertamente, con algunas concesiones menores asumibles, dando por descontado que la población que siempre pierde de Cataluña lo seguirá haciendo. Es difícil que ocurra lo contrario, que la situación se exacerbe. No se puede traspasar el callejón sin salida, no se puede ir más allá. Si concediésemos presunción de buena fe a los actores, más allá de su descomunal ambición política, podríamos pensar que todos llevan razón. Podemos y el PSOE laborando por la vuelta a la pacificación y al sentido común. El PP, CS y Vox por su sentido de la dignidad y de la legalidad. Los nacionalistas de las diferentes esquinas del país por encontrar la vía a la normalidad, porque se les dé una salida sin que se note, sin que se vea su derrota. Como digo la ambición enturbia las motivaciones, los intereses y el plan político, si lo hubiera. Estamos en nuestro derecho a desconfiar. También en el de aborrecer a los políticos que llevan la situación al límite. Los filósofos morales no se dedican a la política y cuando lo hacen no suelen acertar. Marco Aurelio la cagó eligiendo a su sucesor. La política es sucia, repugnante, pero es en el barro y en la mierda donde se aseguran los cimientos. Es posible que un gobierno constitucionalista fuese más limpio, más aceptable, más justo, pero que tensase más la situación. El actual como digo es la misma mierda pero justo por eso puede encauzar. Está en una situación mejor porque los indepes pueden ver en él un gancho para reflotarse. O puede ser que no que todo se agrave, que huelan debilidad, que vean ocasión para preparar el definitivo asalto y que en consecuencia las próximas elecciones las gane Vox. Hecatombe, extremistas a un lado y al otro. No ocurrirá. Pero tampoco se logrará una estabilidad duradera, durante un tiempo, nadie sabe cuánto, estamos condenados al tira y afloja, a la apariencia, al espejo deformante de la realidad, a un tiempo de transición, no sólo aquí, en este pequeño territorio, en el planeta entero.
Estamos en la pospolitica, como demuestra el juego teatral entre Kim Jong Un y Trump, entre los USA e Irán, lo mismo sucede aquí, todos simulan para posicionarse, para marcar el territorio, para asegurarse el poder, a tientas, porque este mundo es cada vez más líquido, nebuloso casi. Un poder que es igualmente simulacro. ¿Dónde está el poder de antaño? ¿Quién establece las reglas verdaderas? ¿Donde los cañones y los torpedos? Si se iniciase una guerra, qué armas se utilizarían, dónde estarían las fronteras que defender, con qué aliados contaríamos, a quién habría que matar. Ellos, los ambiciosos, y nosotros, los moralistas, andamos a tientas. Los resortes del dominio son inestables, cómo saber si aguantarán, como los muros de los castillos renacentistas cuando llegó la artillería, como los principios morales y políticos, son del pasado, inadaptados. La mente trabaja a toda pastilla para entender, juzgar, proponer para este tiempo nuevo. Paciencia. Serenidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario