“Primero la parsimonia. Sentado en un sofá anchuroso y sabiéndose dueño de su casa, Valente Montaño miraba a través de un ventanal las dispersiones del campo”.
Joder, me
digo, estos mejicanos, así comienza Daniel Sada, que no le tienen miedo al lenguaje y se
ponen a inventar, a recrear las palabras, cosa que no hacemos aquí. Así que con
dolor tengo que dejar, después de varios días y muchas páginas de paciencia, En la otra orilla,
de Rafael Chirbes, eso que su anterior, Crematorio, mereció la pena,
hasta el punto de convertirse en interesantísima serie televisiva. Aún así me
sigo preguntando, al releer alguna de las adjetivas críticas recogidas por su
editorial, si no habré tenido la suficiente paciencia .
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