domingo, 29 de octubre de 2017

Manifestación




              Ni siquiera una manifestación bienintencionada añade un gramo de libertad. La libertad es individual, la política sirve para definir las reglas y ensanchar el campo. La manifestación, cualquiera, es una forma de constricción, la reducción de las miles de voces y formas de entender la libertad a un marco restringido. Es duro decirlo, hoy, cuando yo mismo habría ido si hubiese estado en Barcelona. Sé que la vida política convertida en gestión racional y desapasionada de los asuntos públicos, sin más, es ardua, áspera y pertenece al mundo ideal, y que, como ha ocurrido, si se les deja, el vacío sentimental lo llenan rápido los populistas. Creo que la línea divisoria hay que establecerla entre ilustración y reacción, pero la educación es aún insuficiente como para que pueda decirse que todo hombre español o europeo es un ilustrado, ¿quién está listo para comprender que son reaccionarios quienes agitan las pasiones, que están a izquierda y a derecha, que son los nacionalistas y populistas que buscan su suerte estos días? Sin duda esta manifestación era útil y necesaria para arropar a los que se han sentido solos y humillados durante tanto tiempo, quizá a lo largo de toda su vida activa, pero ved cómo aparecen los carroñeros a hacerla suya, aquellos que nunca les atendieron, que les dieron la espalda y que ahora, tras el éxito de la anterior, acuden a recoger los réditos que no son suyos.

sábado, 28 de octubre de 2017

Bill Viola en el Guggenheim



              Me sumergí en Bill Viola en la primera gran retrospectiva que el Guggenheim de Bilbao le dedicó. Fue una experiencia intensa, epifánica. La vi solo, entregándole mi tiempo, dándole a cada uno de sus vídeos todo lo que me pedía: disposición, vacío mental, como un amante que no hace preguntas. Muchos de aquellos vídeos los he vuelto a ver ahora, tres, al menos, quizá cuatro, me sieguen impresionando, siguen conservando su potencia icónica y es posible que mantengan su capacidad reveladora. No he tomado nota de sus títulos, aunque podría describirlos, pero creo que no debo hacerlo. La fuerza del arte consiste en que cada obra se abre de un modo diferente a cada espectador y de un modo diferente en cada ocasión. Y aquí reside mi decepción. Esta segunda vez mi perplejidad no se ha mantenido. He tenido la impresión de que el significado de cada obra estaba acotado, que las pautas de interpretación vienen dadas y que quizá los modos de ver las obras de Viola no admitan tanta variación. Las obras maestras del pasado se renuevan cada vez que las vemos, nos descubren cosas en las que no habíamos reparado. Muchos vídeos me han parecido anodinos, especialmente los nuevos, los que no había visto, quizá porque su potencia creadora ya no sea la misma, quizá porque no me parecen nuevos. Veo en ellos ecos o repeticiones de otras obras, de maestros de la historia del arte, lo que me parece bien, y de las suyas propias, lo que quizá signifique un colapso de la imaginación. Están los elementos, el agua, el fuego, la humanidad cercada por ellos, el agua que nos limpia o nos ahoga, el fuego que nos consume, pero eso ya lo había visto. He echado en falta, en esta retrospectiva, alguna de las obras que más me absorbieron, especialmente las de temática religiosa. Lo que la obra de Bill Viola ha ganado en limpieza tecnológica, en técnica digital, ha perdido en espontaneidad, en novedad, en sorpresa. Aunque estoy seguro de que para el espectador primerizo supondrá una revelación como la que para mí supuso la primera vez. 

jueves, 26 de octubre de 2017

Ronda nocturna, de Mijail Kuráyev



           Mijail Kuráyev es un escritor ruso que se reveló en los últimos años del Estado soviético. Entonces ya se podía reflejar en la literatura la catadura del Estado totalitario. Es lo que hace en esta obra de 1988. El autor dice haberse inspirado en el relato que le hizo el uno de mayo de 1962 un guardia de un estudio de cine en el que Kuráyev había empezado a trabajar. Aquel relato oral dio lugar a seis páginas a partir de las que el autor construyó una novela en dos planos, las detenciones arbitrarias que practica el protagonista, un agente de los órganos represivos del régimen estalinista y las noches blancas de la ciudad de Leningrado. Lo que el protagonista cuenta, entre largas parrafadas poéticas, es el modo en que el Estado totalitario ejercía su inhumana represión, con referencias a la casona (la Lubianka) en la que desaparecen los hombres detenidos, en una época, poco después de acabada la guerra, en torno a 1948, en que se detenía a 500 o 600 personas cada noche. El narrador se dirige a un innominado interlocutor, que pudiera ser el escritor, en una imprecisa fecha en torno a 1966, cuando el sistema ha aflojado tras la desaparición de Stalin.

            La metáfora de las noches blancas se refiere a una suerte de espacio ahistórico donde el tiempo se estanca y nada parece que vaya a suceder: “...He notado que en las noches blancas todas las desgracias de la vida parecen aplacarse, no se manifiestan, se esconden, no se las ve, y la paz se cierne sobre la gente y la naturaleza toda...”), un momento para la poesía que parece imposible, como contraste con la ronda nocturna, título de la novela, que es cuando se producen las detenciones y se manifiesta el implacable estado totalitario. Pero esa poesía de las noches blancas, de las gaviotas que remontan el vuelo atravesadas por la luz del crepúsculo, del canto de los ruiseñores que tanto proliferan en la ciudad tras la desaparición de los gatos durante el prolongado sitio de la guerra, de la belleza de la ciudad de la fortalece de Pedro y Pablo, de los hermosos puentes, plazas y palacios, casa mal, es excesivo el contraste, con el relato del guardia que detiene a hombres y mujeres de los que no sabe muy bien qué delito han cometido. La narración se construye pues en dos planos, el poético y frío, en el que brilla la ausencia de humanidad, y el caliente de las detenciones donde el hombre es tratado como un objeto devaluado por el Estado carcelario, aunque señala que la historia de violencia gratuita asociada a la ciudad, comienza antes de la revolución, con las ejecuciones ordenadas por los zares, en cuya fortaleza contabiliza 100.000 muertes.


            Del desapasionado narrador sabemos unos pocos detalles, que es hijo de campesinos y que su carácter se forjó antes de la revolución, en el desprecio y humillación, consentidos por el padre que sufrieron sus seis hermanas. Allí se alimentó el “odio de los lacayos” que le llevó a ejercer de chequista de los órganos, como denomina al aparato represor. “No me avergüenzo de nada. Entregué mi vida. Fui un soldado. Fui una bayoneta afilada”. Entre ruiseñores cantores y gaviotas voladoras va contando casos en los que él ha participado, como si fuese un trabajo normal, sin preguntarse por la justicia de la detención o de torturas como el desgarro de las fosas nasales, aunque en el contexto de la narración se ve la irracionalidad y arbitrariedad de las detenciones. Los detenidos no tienen nombre, aunque sí alguna característica especial que hace que les recuerde, el modo de vestir o moverse, su conversación, sus conocimientos sobre algún tema específico como aquel hombre que sabía tanto de la vida de las aves: “Si los hombres consideran que los nidos son las casas de las aves es porque las ven como si se vieran a sí mismos”. A un individuo se le detiene porque pretendía a la hija de un gerifalte. Un mariscal pasa tres años de cárcel, aunque no completa la condena de 20 porque antes muere el dictador, porque en un entierro menciona la posible muerte de Stalin. A un ingeniero se le detiene por visitar Finlandia y a a una bibliotecaria porque no ha encontrado algunos de los libros que una ordenanza prohibía, A unas chicas se les hace esperar en la sala de detención por llamar por teléfono sin motivo a la sala de los guardias: durante unas horas esperan a ser interrogadas, para que en la espera piensen y se aterroricen. Todo el mundo teme la llegada de la emochka, el vehículo de la detención. Dos casos paradigmáticos: un guardia que colabora en su propia detención firmando como testigo, porque era necesario que en toda detención hubiese un testigo, y además da consejos al primerizo narrador, y una mujer culta que es encerrada en un compartimento de la emochka para que no la toqueteen el resto de los muy apretados presos, y el narrador se extraña de que no le de las gracias. En un momento del relato el narrador afirma cínicamente: “No hay sitio en la tierra para los justos”.

lunes, 23 de octubre de 2017

Handia


"A la verdad se llega no sólo por la razón, sino también por el corazón." (Blaise Pascal)


Hay verdades de la razón y verdades del corazón. Llevamos un par de siglos donde la ciencia se ha apoderado del pensamiento y está, gracias a la tecnología, modelando nuestra percepción. Estamos empezando a comprender que hay un desfase entre ambas, que no evolucionan al mismo tiempo. Las verdades del corazón atañen a la vida y su sentido, a los afectos entre los hombres, a la felicidad e infelicidad. Hay que volver a buscar el hilo perdido que algunos hombres del pasado trenzaron, el camino al corazón y sus querencias. La tecnología llena de ruido el mundo y la mente, fosiliza las relaciones humanas, nos convierte en guiñapos movidos por hilos externos a nosotros. Si miramos el cine y las películas de gran presupuesto, los best sellers de la literatura, la comida basura, la publicidad, la televisión y sus series, las redes de comunicación social echamos en falta la poesía y si esta aparece es puro camelo lacrimógeno. La poesía es vertical, atiende a la verdad profunda. Ha habido épocas más poéticas que esta, podemos volver al gran arte, a los filósofos que miraban la almendra del ser. También ahora los hay y están empezando a emerger de las catacumbas. La poesía, de nuevo, va a tratar de responder o al menos de volver a hacer las preguntas adecuadas que la ciencia no puede hacer. No sé si “la poesía es el centro mismo de la existencia humana”, pero tenemos necesidad de vivir una vida auténtica donde las sensaciones sean reales y no virtuales, donde los afectos sean transmitidos por la piel y no por una pantalla evanescente.


Handia juega en el terreno de la poesía, algo tan poco común en el cine actual. Sus imágenes son bellas, así como la atmósfera que quiere crear junto con la música, el ritmo pausado, la voz en off, los paisajes brumosos, la nostalgia del tiempo ido. Durante buena parte lo consigue, te absorbe en la cadencia del lento discurrir, en la mínima historia de este gigante guipuzcoano que sale del caserío para mostrar su anomalía y sacar a la familia de la necesidad. No es sólo su historia la que nos conmueve, también la de su hermano herido en la guerra, con una ilusión que nunca se cumple, obligado a permanecer junto a su hermano. Acercarse a la verdad profunda no es nada fácil, es huidiza, está llena de trampantojos en los que a menudo caemos, requiere frialdad y desapego por las cosas del mundo. La poesía es escurridiza y su retórica sirve a lo peor, a las falsificaciones de la historia y de la religión, al encantamiento de los populismos. Handia intenta ser una obra honesta y poética, pero para ser una obra perfecta y llegar aún más adentro del corazón del espectador debería haber reducido su metraje, no haber abusado de la retórica de la belleza de los paisajes y haber ahondado algo más en el gigantón condenado a una vida de feria, un hombre al que su circunstancia vital, como a cualquiera de nosotros, le condena a una vida subordinada, inauténtica.

sábado, 21 de octubre de 2017

Un día triste



                “Me parece un día muy triste”, me dice una amiga. Yo no lo he visto así, sino como la afirmación del derecho, fuente de la libertad y la convivencia, pero probablemente mi amiga tiene razón. A partir de hoy vamos a vivir peor, al menos durante un tiempo: seremos menos libres, por supuesto, porque nuestros actos y nuestros pensamientos estarán teñidos de odio, de rencor, de desconfianza hacia una parte de los ciudadanos de este país, y al revés, de ellos hacia nosotros. Los sucesos de estos días afectan a la economía, al empleo pero también al tejido sentimental. Se ha producido aquello que nunca debería haberse producido, llevar los sentimientos al campo de la política. La política debería ser como el arbitraje dentro de un campo de fútbol, un conjunto de reglas, una delimitación del espacio de juego, una vigilancia para que los dos equipos jueguen en igualdad de condiciones. El árbitro no puede ser un fan de uno de los equipos. La emoción, los sentimientos, el libre desarrollo de las sensaciones debe quedar en el ámbito privado sin afectar al conjunto de los ciudadanos si no lo desean. Estamos en un momento delicado en el mundo con la aparición de los populismos, entre ellos el nacionalismo, que introducen las emociones en el ámbito público. Una parte de nuestro cerebro estará ocupada en asuntos de los que deberíamos estar liberados por los profesionales a los que pagamos para que los resuelvan. El populismo, el nacionalismo, es una desgracia porque corrompe la vida pública, trastoca los valores, nos devuelve a una época en que la religión se confundía con el Estado. Se achicará el espacio para ser felices.

               Tras lo sucedido hoy costará que nos volvamos a mirar a los ojos con respeto. La desconfianza se ha instalado en el terreno de juego común. Cómo hemos llegado hasta aquí. Las nacionalistas han roto las reglas de juego, eso está claro. Ellos son los causantes del destrozo. Pero eso viene de lejos. Si lo han hecho es porque han creído que podían romperlas. Los gobiernos del PP y del PSOE les han hecho concesiones imprudentes, durante todo estos años, les han dejado el terreno libre, el Estado ha desaparecido en Cataluña. Los nacionalistas han creído, con el agravante de la crisis económica, que el Estado era débil y debían aprovechar la circunstancia, que ahora o nunca. Pero a pesar de su cuidada política de imagen, el mundo les ha vuelto la espalda, la parte no nacionalista de Cataluña se ha sublevado, el gobierno de Rajoy, por fin, ha actuado. Si se transgreden las reglas hay que restaurarlas para que la convivencia entre gente que piensa distinto pueda volver a ser posible. Sin duda es un día triste, pero hace mucho tiempo que todo el mundo sabía que íbamos a llegar hasta aquí.

viernes, 20 de octubre de 2017

Blade Runner 2049



 
           Nada nuevo en esta faraónica producción. No sé lo que ha costado ni me interesa. Pero por lo que voy viendo de las grandes películas del año, hay un montón de remakes y me da pereza enumerarlos, la imaginación escasea, ni un ápice de emoción o de inteligencia. Y lo siento por Denis Villeneuve que es capaz de hacer muy buenas películas como La llegada, por ejemplo, y por el Christopher Nolan de la insípida Dunkerque, que fue capaz de dejarnos la magnífica Interstellar. Quizá el dinero les ciegue o la confianza en sus habilidades les haga tan prepotentes que pierdan la perspectiva de lo realmente importante. Este Blade Runner 2049 quiere seguir la magia y el lirismo de la peli de Ridley Scott pero no hay nada de eso. La historia es plana, vista mil veces, la criatura (aquí un androide) en busca del padre para hallar la propia identidad y de paso salvaguardar la humanidad, no aporta nada novedoso. Ni las música ni los actores ni los escenarios me dicen nada, hasta el cartel publicitario es tópico. La larga duración me hace bostezar con fuerza y deseo que el aburrimiento cese cuanto antes.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Pagar un precio


                Esta es una historia dedicada a las almas bellas que sostienen que hay que ceder al chantaje de los delincuentes. Son muchos, llenan las calles, hay que contentarles, dicen. Hay que pagar un precio.

                Es una historia de esta misma mañana. Mi hija trabaja en una oficina de Valencia. La limpiadora tenía ganas de hablar, necesitaba desfogarse. Quizá no tanto, tan solo ventilar su humillación. Ha vivido años en Barcelona. Su madre y su hermano aún viven allí. Son humildes, no se pueden permitir marcharse de la región, tanto que necesitan ayuda, viven en una vivienda social. Ante la locura colectiva de estos días, se les ocurrió un gesto al que nunca antes se hubiesen atrevido. Pusieron una bandera española comprada en los chinos en el balcón. No duró mucho. Enseguida apareció la trabajadora social: “O quitas la bandera o te quitamos la ayuda”. No tenían opción. A quién acudir para hacer frente a tal afrenta. ¿A los partidos de izquierda del ayuntamiento? Ja.


               Quién paga el precio. Los de siempre, aquellos a los que los peronistas del ayuntamiento no defenderán si no levantan la bandera que ellos les digan. Los que siempre han pagado en Cataluña, a los que nadie ha defendido ni nadie defenderá. No el gobierno central de Aznar o Zapatero, no los tripartitos de Maragall o Montilla. Qué decir de los nacionalistas cuyo poder se basa en la exacción de los más pobres en favor de las capas medias nacionalistas. Hay algo peor que la pobreza, la humillación. ¡Pagar un precio!

lunes, 16 de octubre de 2017

Ponte a reír



              Distancia. Se necesita distancia para que la inteligencia y la cordura prosperen. En la cercanía se amortiguan o desvarían. República Islámica, Turkmenistán, Uzbekistán. Cataluña. Hay que educar la mirada, enfocar, aislar, seleccionar lo significativo para comprender y no caer en la fácil tentación del camuflaje. Mira la tertulia de la tele, quítale el sonido, esa pandilla de presumidos sin causa; dale la espalda cuando sale el Papa Francisco y escucha lo que dice, el cura Paco; combina las imágenes del partido sin voz y el estrépito de la transmisión radiofónica, una jaula de grillos histéricos. Házle hablar al rey pero no le des la voz, mira al presidente del tribunal como si fuese Ronaldo y a Messi como si fuese Rufián; piensa en Rajoy como una costurera y en Puigdemont como un niño al que le han castigado sin cenar.

             He visto el drama desde lejos, y una comedia con muy malos guionistas (Aquí uno que asume con seriedad ese papel, ¡y la jueza le hace caso!, aunque luego rectifica). Todo es risible, los indepes y Rajoy. Fijaos cómo las fechas del drama se han ido aplazando, las amenazas posponiéndose, el climax diluyéndose, cómo a los actores se les ha corrido el rímel y la lengua se les ha vuelto de trapo. La vice pidiéndole al catalán una de por favor, por favor. Dan por supuesto que nuestra ingenuidad es inagotable. Y no les falta razón. Lo resolverán entre bambalinas, haciendo burla de las instituciones que con tanta seriedad dicen defender. La cosa se irá apaciguando, pero la tensión seguirá como siempre en Cataluña, porque es así como el nacionalismo detenta el poder. Tensión y xenofobia. Los perjudicados serán los de siempre, los no nacionalistas de Cataluña. Oíd cómo se expresan cuando les ponen delante un micrófono, por su boca hablan décadas de humillación consentida. Si al menos Boadella retuviese algo de su antigua agudeza para convertir el ridículo de estos días en comedia bufa que nos hiciese reír.

             La política es necesaria, el Estado es necesario, la ley es necesaria. Gracias a ella hemos dejado de matarnos, hemos dejado atrás la esclavitud, las guerras y la humillación (aunque no del todo). Gracias a ella la sociedad es más justa, podemos amar, follar, reír y perdernos en la pasión. La política es teatro, a veces muy mal representado: véase la comedia catalana. El Estado es un artificio, a veces muy mal edificado: véase Venezuela. La ley es un acuerdo temporal surgido de la necesidad, a veces monstruosa: véase las de Núremberg. Pero lo vamos perfeccionando. Y funciona. Pero no hay que tomárselo en serio, hay que respetarlo, sí, cumplir y aplicar la ley, pero sabiendo que es una construcción temporal hecha por gente ridícula a la que pagamos para que no se avergüence de sí misma.

            Para que todo funcione se necesita mucha tontería. Cómo podría uno dedicarse a la judicatura, a la política o ser locutor de televisión sin un grado de tontería. Sólo alguien un poco tonto piensa y actúa como si la cosa fuese en serio. Fijaos en las togas, en las medallas que se conceden, en la pompa de sus protocolos, pasado ya el tiempo de las sotanas (salvo en la República Islámica) y de los engallados militares (salvo en la República Bolivariana).  Algunos se lo toman tan a la tremenda que hacen de su tontería un acto criminal. La República Islámica es un Estado gobernado por tontos que no saben que lo son, y Turkmenistán, una cárcel poscomunista del tamaño de España y Uzbekistan, un Estado en construcción con mucha gente de buena fe y algunos pillos. ¿Y Cataluña? Se necesitan muchos tontos para poner un millón de personas en la calle, para poner tantas banderas en los balcones o para disfrazarse con ellas, pero el mundo está lleno de tontos, tantos que en ocasiones nos joden la vida. ¿No nos trata la publicidad, salvo raras excepciones, como a inocentes estúpidos? Hay que ser conscientes de ello, si no no podremos defendernos cuando tomen (en Cataluña) o vuelvan a tomar el poder (en otros sitios). Lo que más les jode es que les apuntemos con el índice y empecemos a reír. Nadie soporta ver reflejada su ridícula estatura en una mirada risueña.

          Vive la vida, ponte a reír.


sábado, 14 de octubre de 2017

22. Patria



Cuando lleguemos a la patria
y pongamos el pie sobre baldosas deslizantes
habremos perdido el mundo que estaba a nuestro alcance
la luz del seco otoño nos deslumbra por igual
hay una semejanza en la forma en que la filtramos
incluso en los ruidos y los aromas
hablamos una historia común
no paramos hasta que las imágenes almacenadas
sean rastros del pensamiento
es una maravilla decimos
es una maravilla decimos antes de que se apaguen
yo soy el hombre del caftán decimos
es un mundo decimos
antes de cerrar lo ojos
y volver a las sombras del pensamiento

en algún rincón están los vivos colores
de los pañuelo de seda
de las alfombras de algodón
hubo un estallido de luz
fuimos conscientes
durante un instante nos quedamos desnudos
ahora es un espejismo y aceptamos la condena
envejecemos juntos
aliviados por la ilusoria hermandad

viernes, 13 de octubre de 2017

21. Taskent



Cuando la noche se cerraba
salíamos de la ciudad como coyotes
los bolsillos llenos de fruslerías
me marcho sin haber hundido
los dedos en la tierra roja
del karakum en la tierra negra
sin haberme sumergido en las aguas arenosas
de los ríos famosos el Amu Daria
el Yaxartes el Zeravshan

soltáis el dinero sin freno
dice el guía
los billetes de poco valor los dejamos
caer en una mano extendida
que dice adiós y adiós
sus ojos sonríen tristes
el cristal de la ventana devuelve
su rostro acusador
el perfil de las montañas Tian Shan
la ciudad estravagante
el desierto de arenas rojas
la multitud de la fe
el hosco calor nervioso de los bazares
absorbidos por las sombras

ahora pasados todos los controles
el día amanece como una tormenta de luz
abajo la ciudad es historia y es geografía
su nombre es tan pesado
que no la puedo decir
sin un escalofrío de insignificancia
todos los que estamos aquí
300 500 incluso tú y yo
en este cacharro volador
de la turkish airlines
decimos adiós con una mueca
que no quedará registrada



miércoles, 11 de octubre de 2017

20. Samarcanda



El bus se desliza con sobresaltos
sobre el asfalto cuarteado
por la extensa llanura
los troncos de los árboles tintados de blanco
para sobrevivir a la sal
campos arados
pueblos ocres bajo los montes resecos
rebaños de vacas escuálidas
ahondan los hocicos en la tierra
buscando la raíz de la hierba
el sol aplasta lo viviente
invitando a la sombra
albaricoques acacias olmos
brindan al otoño
los colores de la muda
ovejas negras sin rabo
de tanto en tanto
hombres y mujeres a la espera
con bolsas repletas en busca de trueque

salgo de Samarcanda almacenando acentos
amplifico los que ya traía
dibujados ahora rellenos de color
azules amarillos turquesa
mezquitas madrasas mausoleos

tocada por la gracia de Timur el cojo
la ciudad ha reconstruido el siglo XIV
ese tiempo imaginado lleno de turistas
y la amable gente del comercio
de él me alejo
querría volver para pegar mis pies
en el territorio de los sueños
tan ingratamente roto
por el espanto del ruido y el venenoso
polvo de los coches
al color del pasado desde la grisura de hoy

martes, 10 de octubre de 2017

19. Alisher Navoi (1441-1501)


Bujara

           Alisher Navoi (1441-1501) es el poeta nacional de Uzbekistán. Nació en Herat pero vivió en Samarcanda. Creía que las lenguas túrquicas eran superiores al persa desde el punto de vista literario, por ello escribió principalmente en lengua chagatai, que, gracias a él, se convirtió en una lengua prestigiosa, aunque también escribió en persa. Cuando Mehmed II entró en Constantinopla, en 1943, pronunció estos versos:
La araña teje las cortinas en el palacio de los césares;
          la lechuza da las horas en las torres Afrasiab.

Un poema de Alisher Navoi

Yo pregunto a mi alma: ¿Cuál es la causa de mi muerte?
Ella responde: " La fuerza del mal que hay en ti."

Yo pregunto a mi cuerpo:
¿Cuál es la causa de mi mal?
Responde: " El ardor de tu llama interior."

Pregunto a mi llama interior y responde
Que este fuego
Que me consume no es más que el reflejo
De las brasas de amor en mi corazón.

Pregunto a mi corazón que responde: "Tus ojos
provocan la desdicha,
Si no miraras no podrías ser desdichado."

Pregunto a mis ojos:
¿Por qué tenéis lágrimas negras,
Por qué esa desdicha del corazón?

Ellos respondieron llorando: "Sólo tenemos voluntad
Cuando la llama solar vence a la luna."

Escucha, Navoi, siempre encuentras excusas,
¡arde hasta morir!:
El fuego del amor es la última flecha de la eternidad.

(Alisher Navoi, traducción: Antonio J. del Puig)

lunes, 9 de octubre de 2017

18. Caravasares



              El bus se desliza por la carretera bacheada como por la vida, con alguna parada para comer, beber y aliviarse. Los viajeros son hombres que crean un mundo sobre la tierra. Seguimos el programa en esta estación intermedia, por el desierto, junto al Amu Daria, por la pista gris por la que avanzamos, el sueño de la gente mecido por el ruido monocorde del motor y su traqueteo. Tierras de regadío, melones, granadas, uvas, sandía, provincia del oro y uranio. El oro con el que probablemente se hiciera la máscara de Tutankhamón. Provincia cerrada a los propios uzbekos en tiempos comunistas de la colonización rusa.

             Las caravanas hacían 40 km en invierno y 20 en verano, viajando cuando el sol no abrasa, hasta buscar el refugio en el palacio de las caravanas, caravasar o caravansarai. Tamerlán construyó en ellas 14 aljibes, cada uno separado del anterior por dos jornadas, 4 funcionan todavía. Hasta diez mil camellos llegaron a incorporar algunas caravanas, según el viajero Ibn Battuta, en la época clásica. Sobre la ruta ha crecido una autovía o una carretera de doble dirección, ambas con firme cuarteado y notables socavones, con tráfico animado por camiones, sin llegar al atasco. A ambos lados, grandes extensiones de desierto y breves zonas de regadío, donde se canaliza el agua del Amu Daria: algodón, frutos secos, moreras y zonas donde la tierra se lava para eliminar la sal. La sal se filtra por la pérdida de los sistemas de filtración y arruina las cosechas.

domingo, 8 de octubre de 2017

17. Bujara



La tarde se ha escurrido tras el horizonte,
la luna decreciente baña con luz azulada
cúpulas y minaretes
el ruido se sume de golpe
tras las mortecinas luces de restaurantes y hoteles
unos pocos clientes entreabren sus puertas
los vendedores que quedan reclaman
poco convencidos al turista tardío
me alejo solitario del Lyab-i Hauz
el centro con estanque que por la tarde
con su música y terrazas era ciudad europea
un enlosado nuevo sobre el que reposan
radiales medio abandonadas
extiende la ciudad horizontal
impolutos edificios de adobe y ladrillo
recuerdan la urbe imaginada
y aún más allá entre sombras tintadas
emerge la masa de una mezquita enorme
y enfrente una madrasa
y más allá todavía otra y otra más
pero ya están cerrando y el hombre
me dice que vuelva mañana
un hermosísimo minarete coronado
con focos de luz pálida
expande una claridad fantasmagórica
que me absorbe y trastorna
elevándome a un tiempo de poetas
cuyo pálpito quisiera conocer

sábado, 7 de octubre de 2017

16. Jiva



         Jiva, la primera ciudad de Uzbekistán, es pequeña pero conserva su arquitectura de barro. Desde el adarve de sus murallas se puede mirar al interior o si se tercia la puesta de sol. Las casas semihundidas, en medio de un entorno seco y árido, buscan sombra y confort, los minaretes son elegantes como jirafas aladas. La cercanía del Amu Daria le permitió un sistema de irrigación gracias al cual se convirtió, a partir del siglo XVI, en una importante ciudad de la ruta de la seda. Volcada al turismo, un reguero de tiendecillas a pie de calle ofrecen objetos vistosos, coloridos, que atraen la atención del turista caprichoso que suelta billetes con la delectación de quien de pronto por la magia del cambio de moneda se ha hecho millonario. Paseando por el recinto amurallado se pueden ver los bellos edificios islámicos y los magníficos palacios de principios del XIX. Una ciudad que, por desgracia, pronto será invadida por los nuevos tártaros, los turistas chinos, hasta perder el ajado misterio de los azulejos azul cobalto y turquesa de sus mezquitas, mausoleos y madrasas. Aunque sin olvidar que la bella Jiva oculta lo que fue la mayor fuente de su riqueza hasta bien entrado el XIX, el mercado de esclavos. Ahora es un gran bazar que vive de la atracción de sus ruinas. Aquí nacieron dos sabios, el matemático al-Juarismi y al-Biruni.

viernes, 6 de octubre de 2017

15. Países del desierto



            Turkmenistán, Uzbekistán, territorios enormes dejados de la mano de Marx, pero sin olvidar del todo a Lenin y al padrecito Stalin, cada uno casi la superficie de España, asentados sobre un desierto que ocupa entre el 80 y el 60 % de su superficie. Bolsas de plástico, botellas, residuos de la bestia sapiens hasta donde alcanza la vista. Clima extremo, días y noches de frío, calor humeante sobre el asfalto en el verano caliginoso. El agua es la riqueza huidiza de siempre, la que construye ciudades y caravasares; hoy el petróleo y el gas enriquece a quien manda. Turkmenistán es una hueco en el desierto, enorme, despoblado, con una ciudad de otro planeta y carreteras arrugadas llenas de muertos, los vimos, doy fe, sin control de velocidad, para los pocos que pueden tener un vehículo tan poderoso como el infame privilegio de su poder, una nueva nomenclatura que sucede a la vieja nomenclatura criminal.


           Uzbekistán es un país poblado, más antiguo que cualquier país europeo, en el centro de la ruta de la seda, la gente bulle en los mercados, 32 millones y creciendo, absorbiendo la modernidad. Un país con nombres eufónicos, cantarines, con la rica agricultura del Amu Daria y del Sil Daria, algodón, arroz, frutales jugosos y secos. Las caravanas tejieron la red de ciudades y caravasares hace milenios: Jiva, Bujara, Samarcanda.

jueves, 5 de octubre de 2017

14. Turkmenistán, desierto, noche



             En medio del desierto de Karakum, en el centro de Turkmenistán, el cráter de Darvaza. En 1970, geólogos soviéticos en busca de gas y petróleo, provocaron un derrumbamiento que dejó un cráter de 70 metros de diámetro, del que comenzó a salir gas. Hay otros, aunque no tan espectaculares. Como no era apto para su explotación decidieron prenderle fuego. 47 años después sigue ardiendo. Aproximarse al cráter desde el desierto es toda una experiencia, sobre todo de noche, el resplandor se ve a lo lejos como una gran boca de fuego. De cerca el viento extiende su calor en ráfagas. Algunos plantan sus tiendas alrededor, como si quisiesen estar cerca de la puerta del averno.

La luna llena se abría entre las nubes
iluminando las dunas
yo caminaba sobre ellas
en el campamento
en una hondonada
pequeñas tiendas de dos plazas
junto al rescoldo de la hoguera
dormitaban en ángulo recto
frente a la gran carpa de las alfombras
a voz queda charlaban
los mozos de los cuatro por cuatro

dejé caer la capucha puse el oído
al silencio que atendió Zoroastro
el que Maniqueo interpretó
el que hollaron Gengis Kan y su hijo
del que Timur el cojo hizo ciudad
no muy lejos del cráter de fuego
oí el gañido quejumbroso de una pareja de animales
que venía y se alejaba
y luego en un instante
tan breve como un guiño de la imaginación
oí el zumbido del cosmos
la música que oyen los profetas
un instante solo
roto por una motocicleta que venía de lejos
y lejos se iba con su ruido mortal
y poco después quizá un tren
de interminables convoyes

en la tienda de dos plazas el frío
era un despertador inyectando
conciencia en mi frustrado deseo
de hacerme desierto.

miércoles, 4 de octubre de 2017

13. Ashgabat



           Tenemos un guía del país, uno en cada ciudad. Por su boca contraída, llena de prohibiciones, salen los datos ampulosos y las mentiras del régimen. Anuncia que el país tiene 8 millones de habitantes, aunque la wikipedia asegura que son 5 y el guía de la vecina Uzbekistán que sobrepasan en poco los 2. El país es grande en tamaño, pero también es el primero en coleccionar un montón de récords que recoge el libro Guiness, de los que el más significativos es la de exhibir en su capital el mayor número de edificios de mármol del planeta, a los que, en su mayoría, está prohibido fotografiar. 700 asegura el guía, entre ellos un extravagante Palacio de las bodas. 15 millones de pinos están siendo plantados en el país. Cada uno de los presidentes extranjeros que lo han visitado tiene el suyo propio en la plaza de la paz o de la neutralidad o acaso sea de la independencia. Apenas se ven vehículos en las calles, tampoco autobuses urbanos, pero las paradas de espera son edificios acristalados con un televisor encendido en su interior, sin nadie que los esté mirando. Una ciudad, la capital, donde el único movimiento humano es de los guardias que vigilan un tráfico inexistente o las puertas de los edificios oficiales y el de una legión de limpiadoras barriendo las autovías sin coches o las escaleras que conducen a un monumento donde en los días siguientes se celebra el día de la independencia.



Una pareja no mas
en las largas rectilíneas avenidas
impolutas marmóreas impladas de luz
maquetas neoclásicas los edificios blancos
la arquitectura postsoviética
una débil lámpara en una ventana
de la quinta planta

los hombres y mujeres de una civilización sin atributos
han desaparecido de aquí un indeterminado día
o acaso el día de su llegada esté por determinar
en estas avenidas con ministerios
en las avenidas de los palacios de gobierno
en la avenida de los museos y universidades
en la avenida de las tiendas sin gente
en las plazas cuya cualidad es la desmesura
en los obeliscos que celebran fechas
cuyo giro histórico no ha acontecido
en las plazas de sabios de ignota sabiduría
en los parques del tamaño de una ciudad
en el barrio que es un campo de golf
en la cima del monte donde el hotel
de turistas es una nave espacial

junto al monumentos a la paz y a la neutralidad
hay un mundo en la cornamenta de un toro
en cuya cresta se mece una figurita dorada
que es el primer presidente salvado del terremoto
Sapurmurat Niyázov
y en cada edificio sobre la rejería de la fachada
joven impasible sonriente
el gran retrato del actual presidente
Gurbanguly Berdimuhamedov

no es una ciudad es su escenario
pero ahora el presidente descansa
la comitiva de Putin se ha ido
a las cuatro de la mañana se interrumpe el tráfico
y a las siete de la tarde se vuelve a interrumpir
cuando el presidente concluye su jornada
el negro ha sido erradicado
solo hay breve color en los rótulos
no hay hombres tampoco mujeres
no hay perros tampoco bicis no hay motos
solo algunos guardias en mitad de la autovía
deteniendo coches solitarios


martes, 3 de octubre de 2017

12. Merv



           Merv, el antiguo oasis de la ruta de la seda, en el límite del Karakum, fue un lugar codiciado por los viejos imperios, hasta cinco ciudades yacen bajo sus extensísimas ruinas, entre ellas la Alejandría helena o la Margiana de los seléucidas. Alejandro, Antioco, partos, sasánidas y árabes construyeron aquí ciudades imponentes, cuya ubicación iba cambiando según lo hacía el curso de los ríos que regaban el oasis, hasta que en 1221 el hijo de Gengis Khan arrasó la más próspera, acabando con el medio millón de habitantes que en esa época tenía, dice el guía, la ciudad más extensa del planeta, la ciudad más poblada, y donde, como no, nació el zoroastrismo. 



           Poco queda visible del antiguo esplendor, pues el 75% está por excavar. Apenas un palacio en el que se habrían refugiado las mujeres ante el terror mongol, antes de arrojarse por sus muros. Y también algunos mausoleos preservados por la superstición de Gengis khan, entre ellos el del erudito sufí Yusuf Hamadany, que hizo 38 veces el viaje a La Meca, y que, según nos asegura el guía, si se dan tres veces la vuelta alrededor se cumple tu deseo. Yo estoy por asegurar que el mío se ha cumplido. El más sorprendente y bello es el del sultán de origen turco Ahmad Sanjar, un gran prisma de ladrillo, coronado por una cúpula de 18 metros, con bellas decoraciones y una claraboya en el centro por la que la amada fallecida del sultán volvía de vez en cuando a visitarlo.

lunes, 2 de octubre de 2017

11. Turkmenistán, una república burocrática



           Cinco horas contadas para pasar la frontera entre Irán y Turkmenistán. Controles y más controles. Anotaciones, sellos, láser en el iris, ni una sola sonrisa entre los numerosos burócratas que han de acreditar la bondad de los documentos de entrada. Porteadoras con túnicas largas y tocados floridos, de elegante porte, cargadas con bolsas negras llenas de paquetes de polvos de lavadora, esperan con una paciencia infinita, incorporada a sus movimientos. Desde la frontera a Mary, el extenso desierto de la estepa vacía: algunos núcleos rurales, mujeres dobladas recogiendo algodón, casitas ocres e iguales camufladas en el anodino paisaje, casetas de vigilantes y controles policiales en la carretera. A la llegada a Mary, edificios pomposos de estilo antiguo, con blanco marmóreo, banderas y vidrio. Muchos de ellos iluminados y tras los ventanales, el vacío interior. En el centro de Mary, escenografía de Aida o Nabuco: el parlamento regional, la biblioteca, la mezquita, los hoteles, el museo de construcción reciente, con mármol, cristal y ornamentos ostentosos. El hotel con interiores de satrapía, alfombras, butacones, copia de pinturas pretenciosas. Debajo del cartón piedra la inconsistencia de lo fungible, la comida de plástico. 


           En una pantalla en el hall, a primera hora de la mañana, el presidente distribuye tareas para los gobernantes regionales que, centrados, ensimismados y algo temblorosos, toman nota en sus libretas. Tras lo cual, se trasmite la visita de Estado de Putin, el gran patrón del país y de las repúblicas centroasiáticas: la pompa oriental con maneras ceremoniosas y lentas, arropados, es un decir, por todos los ministros de una y otra nación, periodistas y cámaras, todos trajeados, apuntando, de nuevo, en libretas, nerviosos y cabeza hundida. No puedo, acompañado de algunos empleados del hotel, apartar la vista de un espectáculo que parece sacado del protocolo conservado en alcanfor de algún viejo imperio.


domingo, 1 de octubre de 2017

10. La República Islámica



         Sierras de piedras rotas, ocres arenas, crestas de roca fragmentada, el desierto separa a Irán de sus vecinos, Afganistán, Turkmenistán. Salgo de la república islámica, dejo atrás los diez días del Muharram, que celebra la muerte de Husáin. El islam se extiende por el país como un velo opaco con algunos rotos por los que entra la luz. La gente lo ha aceptado como un accidente natural, como entra un mes y sale del calendario, no parece necesaria la policía de costumbres, aunque se manifieste en las mezquitas. Los hombres no tienen restricciones, las mujeres nacen con su condición subalterna incorporada, la ley las somete al varón. La población es joven, las chicas han encontrado el modo de ser elegantes bajo los ropajes y el velo negro. Destapan el pelo, lo hacen caer hasta el moño, añaden una viserilla azul, las más atrevidas con velo rojo, lucen luminosas sonrisas buscando la simpatía del extranjero. Ahora está de moda arreglarse la nariz y algunos portan un esparadrapo blanco, huella de la operación. Muchos se acercan curiosos para oír la sonoridad del idioma desconocido y preguntan sonrientes, te hablan en farsi, aunque acabas adivinando la pregunta porque siempre es la misma, de dónde eres, si eres musulmán y si te gusta Irán.