martes, 4 de marzo de 2025

La segunda mujer


"Le dio asco que la besara. Pensó, cuando se acercó a sus labios, si Gaspar no sería un vampiro, esa clase de tipos que se beben tu vida mientras te dicen que te quieren. Y del asco que le dio le entraron otra vez ganas de hacer el amor".

 

La segunda mujer es una novela que es imposible leer, 20 años después de que fuese publicada y premiada, sin pensar en quién la escribió y su historia personal. Luisa Castro es una poeta y novelista gallega que durante un tiempo vivió con el filósofo y político catalán Xavier Robert de Ventos. Durante el breve periodo de convivencia, que comenzó en 1995, hasta la separación tuvieron una hija que ahora también es escritora Xita Rubert.

 

Cómo separar, por tanto, a la protagonista, Julia Varela, de la escritora, Luisa Castro, y a su antagonista, Gaspar Ferré, del filósofo catalán. Es difícil saber cuánto de autobiográfico hay en la novela; también habría que preguntar al jurado del premio Biblioteca Breve, del 2006, por qué se lo dio y si la leyeron.

 

El libro es una novela de terror, de terror psicológico. El análisis literario debe ceder el paso al psicológico. El punto de vista es confuso desde la técnica narrativa. La mayor parte del tiempo parece un monólogo interior de Julia Varela, la narradora, sin embargo, a veces, la autora adopta un punto de vista omnisciente poniéndose, brevemente, en el lugar de otros personajes. La autora tampoco puso especial cuidado en la estructura, en la construcción de las frases, en el uso del léxico. Varias veces a lo largo de la novela, la narradora se ve a sí misma, con retintín, como la escritora más capaz de su generación.

 

Como documento de época cobra un interés inusitado. La joven, que conoce a un escritor afamado en un congreso y se enamora, entra en una familia de la burguesía catalana, no como hemos visto tantas veces para revolucionarla, sino para verse sometida a un proceso de humillación y destrucción. La familia, con grandes propiedades en la parte alta de Barcelona y en el Ampurdán, costa y montaña, presenta un conjunto de tipos patológicos apegados a la tierra y a una suerte de jerarquía masculina. En la primera comida familiar a la que asiste, Julia ve cómo el patriarca lanza un cuchillo al pecho de su mujer, sin que haya consecuencias. Los miembros se comportan como una tribu, agrupándose alrededor de la casa familiar. Las mujeres que vienen de fuera, y son sustituidas con facilidad, solo están un escalón por encima de la servidumbre, sin embargo, asumen dócilmente un papel subordinado.

 

“El piso de Dolores era muy pequeño apenas 70 metros cuadrados en un edificio de tres plantas en Castelldefels”.

“Comió unos huevos fritos en un bar de obreros, lleno de humo y con el suelo sucio”.

 

Como novela, el tiempo la condenaría a pasar por la trituradora de papel, es en lo psicológico donde se hace interesante. El antagonista, Gaspar Ferré, es un sujeto despreciable desde todo punto de vista: incapaz de autonomía, siempre pendiente de su madre, después de que el padre haya fallecido, y de su hijo, cuyo comportamiento no le deja vivir. El estrés psicológico al que está sometido lo paga Julia Varela.

 

"Gaspar pasó meses haciendo llamadas de teléfono, quedando con Eladi y buscando apoyos entre los amigos del partido para que ascendieran a Frederic".

 

El hijo de Gaspar gana unas oposiciones a un puesto en la Generalitat gracias a que Gaspar obtiene las preguntas de uno de sus conocidos. En ese puesto el hijo provocará un desfalco. Más tarde, quiere ser artista y, gracias otra vez a sus contactos, logrará que exponga su obra en la galería más famosa de la ciudad y logre un premio. En la vida de pareja, Julia no puede vivir con libertad y autonomía, no consigue un espacio propio para escribir y tiene que soportar la presencia de la antigua amante de Gaspar. El hijo de Gaspar la desprecia y humilla, está por casa a pesar de tener su propia familia y provoca un accidente en el que sale herida la niña de la pareja. El propio Gaspar, un hombre que descuida su higiene, se comporta como un desequilibrado cuando azota a su propia niña, dejando marcas en sus nalgas.

 

Para Julia, Gaspar no solo es un hombre atribulado por su posición familiar, es racista, sexista y fundamentalmente, a pesar de su gran cultura, clasista, encerrado en un ónfalos familiar que se cree el centro del mundo pero que está putrefacto.

 

lunes, 3 de marzo de 2025

Madre e hija novelan

 


 

Dos generaciones distintas, madre e hija, con años de diferencia, han obtenido sendos premios con eco relativo en la prensa cultural. Relatan la historia íntima, con nombres cambiados, de una saga familiar cuyo protagonista fue un prócer de renombre. El personaje es reconocible. Xavier Rubert de Ventós fue en su juventud un filósofo de la sensibilidad, al que mi yo joven leyó y subrayó con admiración, y en su edad provecta senador y europarlamentario, primero en las filas del PSC y en su última etapa entregado irracionalmente al independentismo, aunque se justificaba diciendo que era independentista no nacionalista. Fue catedrático, escribió y conferenció a un lado y al otro del Atlántico. De su etapa catalana, escribe su segunda ex, la poetisa Luisa Castro en La segunda mujer. De un breve periodo en los cayos de Florida, escribe la hija de ambos, Xita Rubert en Los Hechos de Key Biscayne, y de otra aventura con el padre en Mis días con los Kopp. De su etapa como senador el mismo escribió un libro con título algo pomposo, El cortesano y su fantasma, y uno más íntimo que no he leído, Demonios íntimos. No sé si alguien alguna vez completará la saga: otra amante despechada, el hijo artista o algún biógrafo entretenido en la vida muelle y algo excéntrica de uno de los miembros de la burguesía catalana.

 

No es de extrañar que el premio Biblioteca Breve (2006) se lo concediese a la madre una burguesía a la que, aunque no sale indemne de la novela, le gusta figurar y no le importa que se revelen sus cuitas porque forman parte del hecho diferencial: diletantes y despectivos, tan engreídos como distantes, y fundamentalmente clasistas, a quienes nunca se les acaba de pagar lo que se les debe. El premio Herralde (2024) a la hija se lo concede una burguesía más reciente, los hijos o nietos, que, en nombre de aquellos, se colocaron en casi todos los partidos del espectro para seguir secuestrando el espacio público con intimidaciones en las que sustentar su poder, mediante una alianza frágil, pero duradera con los restos del socialismo madrileño y andaluz y seguir bebiendo del bote.

 

En la novela de la madre se describen los lugares de la burguesía posfranquista en la zona alta de Barcelona y el Ampurdán, una burguesía que se benefició de Franco y de la transición, y, recientemente, del amago independentista, que nunca vio la independencia como un acto a realizar, sino como amenaza para obtener más rápidamente los beneficios que de cualquier modo esperaba obtener, una burguesía en pantuflas y boatiné, que se imaginaba en la misma liga que la de París o la Toscana y que mira con desprecio a todo lo que hay más allá del Ebro. En los libros de la hija, aquella burguesía se pone al día, es viajera y presuntamente cosmopolita, se codea con los grandes de este mundo y se desvelan sus miserias.

Si el libro de la madre podría servir para componer un ensayo sociológico sobre el ecosistema del Ampurdán, en el de la hija se bosquejan tipos psicológicos de su descendencia.

 


domingo, 2 de marzo de 2025

Los finales del mundo

 

 


Leyendo en Los finales del mundo los ciclos de vida y extinción, seis grandes extinciones a las que siguieron brotes extraordinarios de vida, uno se admira de que la Tierra, la vida en la Tierra, haya tenido una racha tan inexplicable y casi milagrosa de buena suerte.

En 1997 el Hale-Bopp, un cometa, atravesó la tierra. Cuadruplicaba el que cayó en Chicxulub - el K-T,  y con una ligera variación en su trayectoria, si hubiese impactado sobre la tierra, ahora mismo ni tú ni yo estaríamos aquí. Pudo ser un asteroide, un episodio de vulcanismo exacerbado una explosión de supernova o una descarga de rayos gamma, en todo caso subestimamos la frecuencia de una catástrofe con capacidad de extinguir la vida por completo. Cuza los dedos.

Sólo empezó a haber vida compleja - organismos pluricelulares - en la tierra hace unos 550 millones de años. Durante la mayor de la historia anterior, antes del Cámbrico, no hubo, durante 3.000 millones de años, más que bacterias y arqueas. Cien años después, tras la llamada explosión de vida del Cámbrico, se produjo la primera extinción, la de finales del Ordovícico (hace unos 443 millones de años), causada por una combinación de factores: una glaciación masiva, la Tierra como una Gran Bola de Nieve, que provocó una disminución del nivel del mar, seguida de un rápido calentamiento global, en cuyas aguas someras vivían el 85% de las especies que desaparecieron: trilobites, braquiópodos y graptolites.



Algo menos de otros cien millones años después se produjo la segunda gran extinción, la del Devónico (hace unos 359 millones de años), por otra combinación de factores: de nuevo una glaciación y una anoxia oceánica (falta de oxígeno en los océanos) debida a la diversificación de las plantas terrestres, que pudo haber alterado la química de los océanos. Volvió a desaparecer casi toda la vida marina, el 82% de las especies: corales, braquiópodos, placodermos (peces acorazados), peces con aletas lobuladas y los primeros anfibios que salían a tierra.

Otros cien millones de años después (hace unos 252 millones de años) llegó la extinción del Pérmico, llamada "La Gran Mortandad", la mayor extinción de la historia. Una suma de erupciones volcánicas masivas que liberaron grandes cantidades de gases de efecto invernadero, y quizá el impacto de un meteorito, acabó con el 96% de las especies marinas y el 70% de las terrestres: Los terápsidos (reptiles parecidos a mamíferos) y los sinápsidos dominaban la tierra. Tiburones y peces óseos, arrecifes de coral y braquiópodos y anfibios en tierra. La vida tardó millones de años en recuperarse. 

 


La extinción de finales del Triásico (hace unos 201 millones de años) parece que se debió a erupciones volcánicas masivas asociadas a la fragmentación del supercontinente Pangea, con cambios climáticos y acidificación de los océanos. Se extinguieron alrededor del 76% de las especies: arcosaurios no dinosaurios y grandes anfibios terrestres; y en los océanos: reptiles marinos, como los ictiosaurios y los plesiosaurios.

Hace solo 66 millones de años se produjo la última gran extinción la del Cretácico. Cuando los dinosaurios dominaban la tierra y los reptiles marinos los océanos, cuando las plantas con flores se diversificaban y el clima era relativamente cálido, un gran asteroide, conocido como K-T, impactó en la península de Yucatán, México, provocando un invierno global y la extinción de los dinosaurios no aviares, entre muchas otras especies. Probablemente, en el mismo periodo hubo grandes erupciones volcánicas. Se extinguieron alrededor del 76% de las especies. La extinción de los dinosaurios dio paso a la diversificación de los mamíferos.




Peter Brannen añade un último evento de extinción entre hace 50.000 y 10.000 años, al final del Pleistoceno, que afectó a la megafauna terrestre, grandes mamíferos como mamuts, mastodontes, gliptodontes y tigres dientes de sable. Brannen apunta dos hipótesis, las fluctuaciones climáticas tras la última glaciación y la caza tras la expansión del Homo sapiens por todo el planeta. Lo que ocurrió en el Pleistoceno es una advertencia sobre lo que puede estar ocurriendo en la actual crisis de biodiversidad.

Escribe Peter Brannen que solo que la Tierra Bola de Nieve hubiese sido un poco más extrema, que la actividad volcánica del Pérmico hubiera sido un poco más intensa o el meteorito del K-T hubiese sido un poco mayor no estaríamos aquí para contarlo. Cada vez hemos escapado por los pelos. Sin embargo, no será siempre así, a medida que el CO2 se vaya hundiendo como caliza en el océano y el sol aumente su brillo la superficie de la Tierra irá convirtiéndose en un lugar inhóspito y estéril, en un proceso inverso a como la vida apareció en la tierra, desapareciendo los organismos pluricelulares, los eucariontes y los procariontes, sin que ningún signo de vida quede en la tierra.

No sé si esto se llama esperanza, pero en la inmensidad del universo habrá planetas, unos pocos, con mucha suerte en los que se habrá desarrollado la vida. Serán excepcionales, rarísimos, existirán, aunque nunca sabremos de ellos ni ellos de nosotros. 

 

 

jueves, 27 de febrero de 2025

Volveréis

 

 


El padre del director les había dicho más de una vez que lo que habría que celebrar sería la separación y no las uniones, las bodas. Así que el hijo recoge la broma, reúne a sus compinches, la pareja que ha ido creciendo en el cine, Itsaso Arana y Vito Sanz, y entre los tres montan el guion y hacen la película. Una película sobre la idea de hacer una película, una película que se hace mientras se discute cómo hacer una película, con la pareja de siempre en las películas de Jonás Trueba, que ahora hace como que se separa dentro de la película y para ello asumen la idea de celebrar una fiesta, anunciando, de paso, a los cuatro vientos bidimensionales de la pantalla, que volverán, que les volveremos a ver en esta historia que continuará, en la que el director pretende reflejar los ritmos circadianos de su generación.

 

La película es una comedia sobre el cine y la amistad, una excusa para atraer a los amigos del trío, ponerles delante de la cámara y hacerles hablar sobre la broma del padre, la película que se está haciendo y sobre el cine en general. Rizan el rizo del cine dentro del cine cuando filman una escena, que se está rodando en las calles de Madrid, de una serie que ahora mismo se pasa en Movistar, Los años nuevos, en la que sale uno de sus amigos, Francisco Carril, que poco después se incorporará a la película que Jonás Trueba rueda. En las escenas centrales, en su núcleo, está el padre mismo. El propio Fernando Trueba en bata, en su casa, con las arrugas de la edad y en primerísimo plano, dejando constancia de que él está en el centro de todo. Discute su propia idea, la de celebrar la separación, y habla de cine, ofreciendo dos recomendaciones: el libro La repetición de Soren Kierkegaard y un par de libros más de Stanley Cavell, en uno de los cuales se interroga sobre si El cine, ¿puede hacernos mejores?

 

Es legítimo preguntarse si con todo eso bastaba para montar una película. El hecho es que sí, que Jonás Trueba la ha hecho. Tiene ritmo y se ve bien. El fondo es el de siempre, Madrid y sus alrededores, los personajes los mismos. La comedia agradable, para hacer que brote en ti un par de sonrisas, no más; llena de luz, con ligerísimas sombras, en las antípodas del filósofo danés. Se nota que todo el equipo se lo ha pasado bien haciendo la película. Me gustan las películas de Jonás Trueba, aunque creo que esta no es la mejor. Sus personajes, como su generación, no acaban de madurar, aunque lo harán. Y lo veremos. Volverán.


miércoles, 26 de febrero de 2025

El mundo tendrá un fin

 

 


Leo al mismo tiempo, combinando la lectura, Breve historia de los agujeros negros, de Rebecca Smethurst, y Los finales del mundo de Peter Brannen. El primero sobre la extinción del universo y el otro sobre el origen y la extinción de la vida. Y yo aquí, como lector, en este instante, como si 'instante' tuviese consistencia, pero sí, será un soplo, un soplo con autoconciencia.

 

El agujero negro en el centro de nuestra galaxia, Sagitario A*, tiene una masa de 4 millones de soles, un peso pluma si lo comparamos con el de M87, ni más ni menos que 6.500 millones de veces el sol, de quién tenemos, por ahora, la única fotografía de un agujero negro, pero es que el llamado TON 618, el más grande conocido, llega a 66.000 millones de veces la masa del sol. Monstruos inimaginables. Lo curioso es que pueden haber llegado al límite de su tamaño, por encima del cual no crecerán porque ya no queda materia a su alrededor que cruce el llamado horizonte de sucesos. Entonces, si no hay material a su alrededor, no hay luz que podamos observar y saber que existen. Se dice negros porque no dejan escapar la luz. El universo está lleno de esos monstruos que nunca llegaremos a conocer.

 

Si ya no hay materia que los acreciente, entonces comenzaría lo que se llama la radiación de Hawking: comenzarían a desvanecerse en un lento proceso, mucho más lento que los 13.800 millones de años que lleva de existencia el universo, y que se asemejaría a la eternidad, hacia un universo frío, algo así como una muerte energética. Eso si el llamado parámetro de densidad no es superior a uno, porque si lo es, entonces, al final de los tiempos, muy muy lejanos, el universo se contraerá en un Big Crunch dando lugar al mayor de los agujeros negros imaginables, una singularidad que contendría todo el universo y que podría dar lugar a un nuevo Big Bang.

 

Un agujero negro es una singularidad, donde las leyes físicas conocidas dejan de operar. No sabemos qué ocurre en él. No sabemos qué ocurrió, qué puso en marcha el Big Bang. Los físicos solo pueden teorizar sobre él una vez ya ha comenzado. Si te interesa el tema de estos monstruos astronómicos, el libro de Rebecca Smethurst es tu libro.

 


martes, 25 de febrero de 2025

Cuéntame un cuento

 



El lector es ese niño que de noche en la cama antes de dormir oye con atención el cuento que su madre le está contando. Una historia que le introduce en la noche y en el sueño donde suceden las cosas más sorprendentes por verdaderas, pues piensa que solo es verdad lo que se cuenta. Desconoce qué hay más allá de su habitación y de su casa, cuando las luces se apagan y él es arropado por manos amorosas antes de cerrar los ojos.

 

El lector, es decir el niño, sabe que las historias son incontables de tantas como hay, tan grande es la experiencia y la imaginación humana. Sabe que todo el mundo tiene algo que contar y que si no lo cuenta bien es porque no le han enseñado cómo hacerlo o porque no ha tenido el sosiego y la paz para que repose lo suficiente. La mayoría de quienes tienen algo que contar están en desventaja.

 

Se publica tanto y se repite tanto lo que antes se ha oído o se ha leído. El niño le dice a la madre que aquella historia ya se la sabe, que la ha oído otras veces. La madre después de tantas noches hace variaciones sobre el relato o llama al padre para que cuente alguno de los suyos o al abuelo si está disponible. No decía Borges que los cuentos giraban en torno a unos pocos casos. Y, sin embargo, la experiencia humana es inagotable. Solo hace falta darle voz a quien nunca ha sido escuchado, darle voz y tiento.

 

Al niño, al lector, le fastidian los papagayos. Todo ese papel gastado en las bibliotecas, todos esos cuentistas que se suben al estrado y hablan para que nadie más lo haga en su lugar. Desprecia a quienes le dicen qué tiene que leer y, por encima de todos, a quienes dan premios, porque está convencido de que no han leído a quienes han premiado y que los buenos cuentos no encuentran quien les ponga voz.

 

Cuando el niño abre los ojos, camina y crece no pierde el gusto por las historias, quiere más, camina para hacer de su jornada un relato. Quisiera contar o que cuenten de él, lo mismo da, pues qué vale una vida sin cuento.

 


lunes, 24 de febrero de 2025

La semilla de la higuera salvaje

 



Es el momento de las revueltas feministas contra el régimen de los ayatolás justo después de la muerte de Mahsa Amini. La joven kurda fue arrestada por llevar el velo mal puesto; murió en las dependencias policiales. El caso sacudió al mundo. La película se centra en una familia de clase media. El padre se convierte en instructor judicial, un paso antes de ser nombrado juez. Para ello se le exige que firme expedientes que conllevan la pena de muerte. Tras dudas iniciales, acepta ser un fiel servidor del régimen criminal a cambio de las promesas de ascenso social. Las dos hijas de la familia están al tanto de lo que ocurre en las calles. Una amiga suya ha perdido un ojo por la violencia policial. La madre atempera, teme que el padre entre en las listas que corren de los inhumanos servidores del régimen. Poco a poco la división social penetra en el interior de la familia y la rompe.


El director y guionista convierte a la familia en una alegoría de Irán. El padre un creyente convencido, que reza y sigue las reglas, unifica en un todo religión y política, y somete a la familia a un asfixiante control que va de la sospecha y el interrogatorio al encierro y la tortura. El padre para salvar su posición se convierte en enemigo de la madre y las hijas. La sociedad iraní no solo está sometida a un loco régimen teocrático, también a uno machista. 


La película es alemana, es decir, las productoras son europeas, pero todo lo demás es iraní: el director y guionista, los actores y los técnicos. No es lo mismo hacer una película en Irán sobre el tema iraní que hacerlo libremente en Europa. Eso pesa sobre la película, la sensación de artificio. El interesante comienzo, el afán documental con los vídeos que se van mostrando en el teléfono de las hijas de la familia, sobre lo que ocurre en las calles, la violencia de la Policía contra las mujeres, la rebelión en los colegios y universidades, la sensación de que aquello puede estallar, de que al régimen islamista le queda poco tiempo, se va diluyendo y el metraje en la parte final se va alargando innecesariamente.


Que la idea sobre la que se monta la película sea buena, que la denuncia del régimen de los ayatolás sea necesaria, que haya que mantener la llama contra el escándalo de un régimen que brutaliza a la población, especialmente a la femenina, desde hace 46 años no hace que la película sea buena. Lo es mientras documenta lo que ocurrió en los días posteriores a la muerte de Mahsa Amini, pero va perdiendo interés cuando se centra en una floja intriga familiar y se hace ridícula, desde mi punto de vista, cuando lleva a la familia a una persecución hitchcockiana en el tercio final.