lunes, 1 de febrero de 2010

Samuel Boswell contra el Doctor Johnson -I-

Leer un libro de cerca de dos mil páginas puede ser en estos tiempos una empresa en exceso ardua. Pero si se acumulan las fuerzas de un periodo de vacaciones y, sobre todo, si se cuenta con una buena guía, la montaña muestra su pendiente más benigna. Es lo que aconsejo con La vida de Samuel Johnson, la obra de James Boswell, sumar a un periodo de descanso Presuntuoso Afán, la obra de Adam Sisman, algo así como la biografía del libro. La suma de las dos lecturas es un placer que admite pocas comparaciones.

El Dr. Johnson alcanzó gran fama en vida como crítico y hombre de letras, aunque en la suma de sus días contasen más los de penuria y melancolía que los de felicidad, así que a su muerte muchos de los que le conocieron quisieron dejar constancia de sus dichos y anécdotas, en forma de biografías o de recopilación de aforismos, hasta convertir a su autor en el segundo hombre más citado de las letras inglesas. Sin embargo, probablemente, hoy su nombre y obra estarían olvidados de no ser por la laboriosa biografía de James Boswell.

Boswell, que lo conoció durante el último periodo de su vida, no se apresuró a publicar la biografía que con el tiempo se convertiría en la madre canónica de todas las biografías. Boswell tenía por costumbre tomar exhaustivas notas de cuanto oía y observaba, hasta el punto de que la gente terminó huyendo de su compañía por temor a sus indiscreciones. Boswell anotó la rica vida londinense de entonces, desde el club de los amigos de Johnson, The Club contaba con Joshua Reynolds, Edmund Burke, David Garrick, Edward Gibbon, Oliver Goldsmith, hasta los que el mismo Boswell encontró en su camino, Adam Smith, Voltaire, Rousseau, Davis Hume o el general corso Paoli. Las notas no sólo le ayudaron a pergeñar luego la Vida del Doctor Johnson, sino que forman la base de un monumental diario que con el tiempo se haría tan famoso como la propia  biografía.

El problema era que Boswell tenía su propia vida, una vida no demasiado ordenada, al contrario, era un vividor y un bebedor, ya que como tantos no supo conciliar sus expectativas vitales con la dura realidad que siempre las desinfla. Boswell frecuentó al Doctor Johnson durante 19 años, pero sólo unas pocas semanas cada año, pues su principal intento era emular a su padre y convertirse en juez del tribunal supremo inglés, para lo cual debía hacer primero una dura carrera judicial fuera de Londres. Cuando sus expectativas se vinieron abajo ("Ha dejado usted atrás la edad de la ambición", le dice el general Paoli a Boswell) se dedicó a malvivir, a beber y a ordenar sus escritos. El tiempo que le dejaba su vida nocturna, con las consiguientes enfermedades venéreas y alcoholismo (en una anónima necrológica se afirmó que "Boswell estuvo ausente de su domicilio más a menudo que ningún otro hombre de su tiempo"), lo dedicó Boswell a la Vida de Samuel Johnson, con la ayuda de Edmond Malone, obra que siempre estaba en curso de revisión, pues iba añadiendo lo que amigos, conocidos y desconocidos le enviaban de sus recuerdos de Jonhson.

Tras la muerte de James Boswell se le consideró durante más de un siglo como un mediocre grafómano, y hasta como un idiota, que tuvo la suerte de topar con un sabio. Su obra no tenía más valor que el de hacernos llegar el ingenio de un maestro. En las últimas décadas, sin embargo las valoraciones han cambiado, del interés único por Johnson y su vida escrita por el amanuense Boswell, se ha pasado al interés por Boswell sus diarios y correspondencia, al que se le considera un grandísimo autor moderno, pregonado y editado por los estudiosos de Yale, gracias al enorme archivo de escritos que esta universidad ha ido acaparando, mientras que el Doctor Johnson sería un escritor dieciochesco con un estilo ampuloso y ajado que poco dice al lector moderno. Esta historia apasionante la cuenta Adam Sisman en Presuntuoso afán, libro que se lee como una novela de aventuras o como una buena y original biografía.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

usted que es funcionario y puede leer mierdas como estas de dos mil y pico páginas y escribir una mierda de blog...

Toni Santillán dijo...

Comprendo tu estado de ánimo, la rabia que bulle en ti. Piensa que probablemente yo también he pasado por situaciones parecidas o peores. Este no es un blog para masticar mis penas. Sólo para unos pocos la vida es fácil. Hinca los codos, las oportunidades vendrán, prepárate para que la ocasión no pase de largo.

Anónimo dijo...

SOY UN TROLL (http://es.wikipedia.org/wiki/Troll_%28Internet%29) Y SIMPLEMENTE ESTOY PARA TOCARLE LAS NARICES...

Toni Santillán dijo...

Encantado de conocerle.