Botero, el artista complaciente

Esta cara de hombre enfadado, dice que dominado por "una ira profunda", comenzó a esbozar "lo que imaginaba que pasaba allí". El “allí” se refiere a la prisión de Abu Ghraib. Y continúa hablando de su esfuerzo por retratar "la injusticia y la monstruosidad, la hipocresía de un país que alardea de ser el modelo del respeto a los derechos humanos en todo el mundo".

La poderosa imaginación. Este hombre no hace retratos, imagina, es decir, convierte en iconos su ira antiamericana, sus prejuicios. Pero si se miran los frutos de su imaginación, su frío efecto es incomparable con la repugnancia moral que producen las fotos de esa tragedia. Las 24 pinturas y 22 dibujos que presenta en el IVAM valenciano son un éxito seguro, casan bien con la atmósfera dominante, complacen al espectador que como él está lleno de ira. No tendrá ningún problema para colocar su obra en el mercado.

El estilo agradablemente decorativo de Botero queda bien en las plazas públicas. Un montón de ciudades tienen boteros en sus calles. Pero ninguna de esas obras habrá provocado un mohín de disgusto en cualquiera que las haya mirado. Lo mismo sucede con las pinturas que ha dedicado a la violencia en su país, Colombia. Los mismos pinceles incontaminados, decorativos, indoloros.

La muestra del IVAM se completa con otras 25 pinturas y 24 dibujos inspirados en un circo, "un circo pobre, con animales famélicos y artistas melancólicos". Unas y otras pinturas muestran un mestizaje de felicidad y drama, la cara y cruz de la vida. No se puede ser más bueno y más acorde con los gustos y los prejuicios de la época. Lo contrario que hicieron los grandes artistas de siempre.

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Es curioso cómo, para el mismo periódico, las mujeres de ZP son signo progresista de los tiempos y, en cambio, las mujeres de Berlusconi son ministras de pasarela.

"Si no estuviera ya casado me casaría con usted inmediatamente". Le dijo, Berlusconi a Veronica Lario.

"¡José Luis, sonríe! Tienes una sonrisa muy limpia que te favorece", le dijo Bibiana Aido a ZP. "Te quiero como ministra", le respondió, éste.