domingo, 13 de abril de 2008

"Papá, me van a nombrar ministra"

Como el adolescente catalán que, en clase de sociales, juega con el mapa de Cataluña en su carpeta, añadiéndole un trozo del sur de Francia y otro del este de Aragón y luego Valencia entera y las islas baleáricas, todas, y separa el mapa nuevo, de España, enfilado hacia el Mediterráneo, el mar de los sueños, y corona su obra clavando un palillo con cuatro manchitas de color a modo de bandera, así el presidente ZP sobre su organigrama de gobierno, algunos ministros, pocos, ningún gay, al menos no declarado, casi todas ministras, la más joven de la democracia, llamativa, guapa, que viene de la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco (sic), otra, embarazada, en el ministerio de los muy machos, ¿machos aún, los militares?, la de Fomento, todavía ahí en su sitio, porque, ya se sabe, no ha habido ningún desastre en infraestructuras, ¿y en la propia Presidencia?, todavía no ha llegado el momento, pero quizá en la próxima legislatura, él mismo, ZP, pueda transformarse en la primera presidenta de la democracia.

Así que no es extraño pues que la nueva ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, diga: "Es una oportunidad muy bonita para que podáis conocerme", y otro, el político mejor pagado con insultante diferencia, de España, durante los últimos cuatro años, encargado de Inmigración, diga, quizá como un escrúpulo, “nunca voy a dejar de ser municipalista”, o Cristina Garmendia, ministra de Ciencia e Innovación, que España "siga estando en la vanguardia de los países de la Unión Europea", como si alguna vez lo hubiera estado, o que la recién estrenada ministra de Igualdad, Bibiana Aído, haya definido el nuevo departamento como "el valor más noble de la democracia". ¿Y los problemas? Bueno, la solución de los problemas puede esperar. Los españoles son pacientes como han demostrado en las últimas elecciones.

"¡José Luis, sonríe! Tienes una sonrisa muy limpia que te favorece", le dijo Bibiana Aido a ZP. "Te quiero como ministra", le respondió, éste. A seguir ese flechazo, en un gobierno que antepone sus cuitas sentimentales a la política.

Este hombre dice :

"Aplicaré políticas que respeten los derechos individuales, aunque la ciudad no puede ser para el último que llegue"

"La inmigración está creando una realidad nueva que nos hace estar más inseguros"

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