Como el adolescente catalán que, en clase de sociales, juega con el mapa de Cataluña en su carpeta, añadiéndole un trozo del sur de Francia y otro del este de Aragón y luego Valencia entera y las islas baleáricas, todas, y separa el mapa nuevo, de España, enfilado hacia el Mediterráneo, el mar de los sueños, y corona su obra clavando un palillo con cuatro manchitas de color a modo de bandera, así el presidente ZP sobre su organigrama de gobierno, algunos ministros, pocos, ningún gay, al menos no declarado, casi todas ministras, la más joven de la democracia, llamativa, guapa, que viene de
Así que no es extraño pues que la nueva ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, diga: "Es una oportunidad muy bonita para que podáis conocerme", y otro, el político mejor pagado con insultante diferencia, de España, durante los últimos cuatro años, encargado de Inmigración, diga, quizá como un escrúpulo, “nunca voy a dejar de ser municipalista”, o Cristina Garmendia, ministra de Ciencia e Innovación, que España "siga estando en la vanguardia de los países de
"¡José Luis, sonríe! Tienes una sonrisa muy limpia que te favorece", le dijo Bibiana Aido a ZP. "Te quiero como ministra", le respondió, éste. A seguir ese flechazo, en un gobierno que antepone sus cuitas sentimentales a la política.
"Aplicaré políticas que respeten los derechos individuales, aunque la ciudad no puede ser para el último que llegue"
"La inmigración está creando una realidad nueva que nos hace estar más inseguros"
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