Si uno mira la primera página todo parece banal, el
mundo agujereado por la irresponsabilidad. Uno tiende a pensar que nunca ha
habido peores líderes, aunque no es cierto, los ha habido mucho peores, pero
ciñámonos al entretenimiento que es lo que da forma a nuestro modo de ver las
cosas. Nunca ha habido tantas opciones de pasar el rato y nunca, tenemos la
impresión, de que todo lo que está a nuestro alcance, al alcance de una simple
pulsación, sea tan prescindible. Y, sin embargo, hay joyas ocultas.
Fremont es una de ellas.
Es una película de 2023 que yace perdida en el fondo de las plataformas
televisivas. La trama es sencilla, una joven afgana que fue traductora del
ejército americano en Kabul y que trabaja en una fábrica de galletas de la
suerte, escribiendo las frases que se esconden en su interior, tiene
dificultades para conciliar el sueño, entre los recuerdos de la gente que dejó
atrás, la dificultad por hacerse a la nueva vida y la falta de una pareja que
comparta su soledad.
La película la dirige un director afgano, Babak
Jalali, y su gracia está en su clasicismo: blanco y negro, encuadres cuidados,
ritmo lento, cámara fija o casi; uno tiene la sensación de volver a los
comienzos del cine. Recuerda a Akis Kaurismaki. La película no es perfecta,
pero es un remanso de paz ante la pérdida de la inocencia que aparece en la primera
página de los boletines de noticias.

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