viernes, 12 de septiembre de 2025

Wittgenstein: "Dígales que mi vida fue maravillosa"

 



Mientras hablaban de filosofía, él – Carnap - y los demás, observaron la agonía y la lucha de Wittgenstein en su búsqueda de iluminación: “Su punto de vista y actitud hacia las personas y los problemas , incluso los problemas teóricos , se parecían mucho más a los de un artista que a los de un científico; incluso se puede decir que se parecían a los de un profeta, un religioso, un vidente, cuando finalmente, a veces después de un largo y arduo esfuerzo , apareció su respuesta , la declaración apareció ante nosotros como una obra de arte, recién creada, una revelación divina. [...] la impresión que causaba en nosotros era como si una intuición le llegara mediante una inspiración divina". Rudolph Carnap, en David Edmonds.


Quién era Ludwig Wittgenstein. Qué tenía de particular para impactar tanto en el mundo del pensamiento y la cultura del siglo XX. Para empezar era hijo de una familia muy rica. Nunca tuvo que preocuparse a lo largo de su vida por solventar problemas de subsistencia. La mayor parte de la humanidad sí lo hace. Eso es una enorme diferencia. En algunos momentos, jugó a ser pobre. a valerse por sí mismo: cuando su padre murió, renunció a su herencia, dejando su parte a sus hermanas. Para ser justos, durante la Primera Guerra Mundial, en el frente, Ludwig se entregó con temeridad más que con valor, exponiendo su vida, y donó una parte de su capital para el sustento de poetas. Rilke y Trakl se beneficiaron. Se construyó una casa en Noruega para aislarse y demostrarse que era capaz de vivir por sí mismo. Dejando la espuma elitista de Cambridge, donde había pastoreado al mismo nivel que Bertrand Russell, dedicó unos seis años de su vida (de 1920 a 1926) a enseñar a niños de primaria en pueblos de la montaña austriaca. Lo hizo, pero no le fue bien. No tenía la personalidad adecuada ni la paciencia de un buen maestro. "El multimillonario como maestro de pueblo es ciertamente un capricho", dejó dicho Thomas Bernhard. Luego se dedicó a la jardinería y estuvo tentado de entrar en un monasterio.


Le dije que imaginarlo como un maestro de primaria , con la mente entrenada en filosofía , era para mí como imaginarme a una persona usando un instrumento de precisión para abrir un cráter. A lo que Ludwig respondió con una comparación que me hizo callar: "Me haces pensar en una persona que mira por una ventana cerrada y no puede explicarse los extraños movimientos de un transeúnte . No sabe la tormenta que está cayendo afuera. Tampoco que esa persona está teniendo que hacer un gran esfuerzo para estar de pie " . Fue entonces cuando comprendí su estado de ánimo. Hermine Wittgenstein.




En realidad, se podría decir que todo para él era juego: desprenderse de la riqueza, demostrar su superioridad, encimarse a Russell, mostrar que nadie era superior, que sus puntos de vista eran los correctos. Sus clases eran monólogos, se irritaba si alguien le interrumpía. Decía detestar Cambridge, pero se iba y volvía. Se comportaba como el aristócrata que era. Wittgenstein concluyó modestamente que con el Tractatus había resuelto todos los problemas esenciales de la filosofía. El mismo espíritu aristocrático - coraje y lealtad - por cierto, que le llevó a exigir combatir en el frente en la Primera Guerra mundial, y en la Segunda en la retaguardia hospitalaria. Su familia, sin embargo, siempre estaba ahí por si la necesitaba. Cuando le diagnosticaron cáncer en 1949, escribió a su hermana Helene: "Mi salud es muy mala, por tanto no puedo trabajar . En Viena espero encontrar paz... Me gustaría tener mi antigua habitación de la Alleegasse - con luz cenital”. Su filosofía la enfocó del mismo modo, como un juego, el juego del lenguaje. Bastaba ordenarlo lógicamente - dar forma lógica general a la proposición – y, simplificarlo, para resolver los llamados problemas filosóficos. O ponerlo en el contexto de su uso - algunos han hablado del giro pragmático de la filosofía para la segunda parte de su vida: " Una expresión solo tiene significado en el flujo de la vida".




Tenía una personalidad absorbente, entusiasmaba. Los estudiantes caían rendidos ante él. Esa cualidad que solo algunos hombres poseen: cuando llegan a un lugar, la sala se parte en dos para dejarle pasar, enmudece. Quienes lo conocieron hablaban de mística, personalidad mística. Wittgenstein distinguía entre ‘decir’ y ‘mostrar’, entre el lenguaje proposicional y el fluir de la vida. Hay cosas que se pueden ‘decir’, proposiciones que hacer, ordenar y limpiar el lenguaje, pero hay una parte de la vida que solo se puede ‘mostrar’. El círculo de Viena se quedó con la primera parte, pasó por encima de la segunda. Si no se puede decir es que carece de sentido, interpretaron: las proposiciones de la metafísica carecen de significado. El Wittgenstein II fue virando hacia la complejidad de la expresión humana.


" La impresión que dejó en nosotros fue la de una persona cuya vida se consumía en la pasión por la búsqueda , por el descubrimiento , para la excavación intelectual, y que también era profundamente honesto y sencillo en su estilo de vida . Era un hombre difícil, porque su honestidad y franqueza eran incómodas para la gente común " . Sir John Vinelott.


Tras la Primera Guerra mundial se volvió obsesivamente austero con una pasión por el orden y la limpieza. En su obituario, The Times registró que Wittgenstein exhibió las características de un religioso contemplativo del tipo ermitaño, con un extremo desinterés y aislamiento. Wittgenstein es de esos individuos que se toman la vida en serio. Filosofía y vida eran la misma cosa. "Simplemente mejórate a ti mismo. Eso es todo lo que puedes hacer para mejorar el mundo", dijo. Cómo señala Monk, "mientras vivió, quiso vivir como un filósofo". La coherencia aplicada a la lógica del lenguaje valía para su vida. Así se entenderían mejor sus renuncias y autoexigencia. En la personalidad de Ludwig se cruzan los grandes dilemas: un hombre que busca la integridad y se topa con la sucia realidad, la imposibilidad de ser santo, la implacable lucha contra sí mismo. Si hurgásemos en la vida de santa Teresa o San Juan, si tuviésemos toda la información veríamos lo mismo.


" El comportamiento de Wittgenstein fue una manifestación de ese atributo esencial que uno no podía dejar de advertir cuando estaba largo tiempo con él: la cualidad del genio: una intensidad de concentración que aparecía ante las personas como desconexión". Leavis.




Wittgenstein ejercía fascinación en quienes lo trataron. En las cosas en las que aplicó su interés destacó por su originalidad y excelencia: joven estudiante de ingeniería en Manchester, en 1910, patentó un nuevo motor de aviación que anticipó el motor a reacción y que fue reinventado y probado con éxito en 1943.

Fue laureado como combatiente en la Primera Guerra mundial, donde vivió duras experiencias: "Hoy duermo en fuego de infantería, probablemente perezca". "Nos disparan". "¡Dios sea conmigo!", escribió en su diario personal. Cuando fue maestro de escuela compiló un diccionario innovador para niños de primaria.

Arquitecto modernista de la casa para su hermana Grtel. Como asistente de laboratorio en un equipo médico, durante la Segunda Guerra Mundial, inventó un dispositivo para medir los cambios en la respiración causados por los cambios en la presión arterial.

Se han escrito ocho novelas y obras de teatro. Doce libros de poesía, unas seis representaciones y obras de arte experimentales directamente sobre Wittgenstein o influidas por él. Y una película en 1993.



En Noruega, en Skjolden se le recuerda con la escultura de una mano que silva, Wittgenstein fue un virtuoso del silbido. Mientras estuvo en Noruega, ejecutaba a dúo con su amigo David Pinset – piano - obras de Bach, Brahms y Schubert.

Lo último que Wittgenstein dijo a Mrs. Bevan, su inquilina, justo antes de morir, para sus amigos: "Dígales que mi vida fue maravillosa".

La mejor biografía de Wittgenstein es la de Ray Monk: Ludwig Wittgenstein.


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