miércoles, 3 de septiembre de 2025

La buena letra

 



La posguerra. Una pareja, un matrimonio, vive con la abuela y una niña en un pueblo interior de Valencia. El duro trabajo: él sometido a un jefe autoritario; ella a las cosas de la casa, cosiendo ropa para otra gente. La película comienza con una idealización: el hijo, el hermano, que está en la cárcel. La pareja, Ana y Tomás, idea escribir una carta, con la dificultad de quien apenas sabe leer y escribir, para aliviar la pena de la madre, imaginándolo libre en Buenos Aires. El hermano vuelve, sale de la cárcel.


La película siendo ficción (está basada en una novela de Rafael Chirbes - no la he leído, no sé hasta que punto sigue su trama -) adopta la forma de documental no en blanco y negro, sino en los colores suaves, apagados, los ocres de los recuerdos lejanos, para reflejar aquellos días: el silencio, la escasez, la resignación. La película es lenta como la observación morosa de los detalles de un cuadro realista. A muchos les puede irritar la lentitud, pero cómo documentar aquello si no es de este modo, deshaciendo la idealización. La película refleja aquellos días, no estos, si no como contraste. El hombre, marido hijo padre hermano y trabajador obediente, esconde sus sentimientos bajo una capa de renuncia y miedo, se podría decir que vive dolorido y aterrorizado (Muchos hemos conocido testigos de aquella época que se negaban a recordar o, al menos, en voz alta). Ana arrastra un silencio secular, el de la mujer en casa. Ambos reprimen las emociones, incluso los pensamientos. Solo en la madre vieja y en la niña hay algo de alegría. El hermano que vuelve de la cárcel no se conforma. Se empareja con una mujer con aspiraciones. Toman decisiones y actitudes que agitan las aguas estancadas en las que vive la época: para prosperar imponen su egoísmo a los sentimientos familiares, lo que culmina en un doloroso trastorno.


La buena letra con ritmo sosegado, una planificación pictórica, una buena interpretación, intenta reflejar la atmósfera apagada y analfabeta de la posguerra. Un analfabetismo de la letra, pero sobre todo de los sentimientos. Después de la guerra hubo que volver a aprender a escribir también a expresarse y a comprender, es decir, a recuperar la dignidad que la guerra les había arrebatado, a hombres y mujeres, como hacen todas las guerras.


Al cabo de los años, con el pasado en perspectiva, tanto Tomás como Ana, los protagonistas, podrían haberse identificado con este poema de Cavafis.





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