Si hemos de creer que El sobrino de Wittgenstein es un relato autobiográfico, semibiográfico o ambas cosas, Thomas Bernhard, el narrador, encontró por primera vez a Paul, el protagonista, en 1967. Ambos se sobreponían en distintos pabellones del hospital psiquiátrico de Steinhof, en Viena, uno en el pabellón Hermann, el otro en el pabellón Ludwig, a graves enfermedades: a la tuberculosis el narrador y a uno de sus intermitentes episodios de locura Paul. En los 12 años siguientes fueron amigos de modo más o menos regular. Se encontraban en los cafés vieneses y hablaban de música, de arte, de literatura.
"Los cafés de los literatos tienen una atmósfera maloliente, que irrita los nervios y mata el espíritu, y nunca he aprendido en ellos nada nuevo y solo me he visto siempre allí irritado y molestado y deprimido de la forma más absurda".
Paul pertenecía a una rama de la aristocrática familia de los Wittgenstein, famosa entonces por su mecenazgo y dinero y por sus dos grandes figuras, el filósofo Ludwig y el pianista de un solo brazo Paul. El sobrino del mismo nombre en realidad era primo segundo de los dos hermanos. El Paul del relato es Paul Wittgenstein (1908-1967) hijo de Rudolf Wittgenstein. Rudolf era hermano de Karl Wittgenstein, padre de los hermanos famosos y quien creó la fortuna familiar.
Según cuenta el narrador del relato, este Paul también era filósofo, aunque no dejó nada escrito, en todo caso nada publicado, pues la locura se lo impedía. El relato cuenta los doce años que transcurrieron desde el encuentro en el sanatorio hasta el empobrecimiento material y la agudización de la locura.
El autor lo recuerda dos años después de la muerte de su amigo, el filósofo loco. Habla de Paul como filósofo, aunque de filosofía, y de otras ramas de la cultura, solo aparecen nombres, no ideas o debates. No nos aclara en qué consistía la originalidad filosófica de Paul si es que tal cosa existía. Con melancolía, repasa la existencia de ambos, la de Paul y la propia. Paul, asegura, era uno de esos personajes, que se pueden contar con los dedos de una mano, que han hecho que nuestra vida sea mejor de lo que pudo haber sido.
Aunque, como los lectores de Thomas Bernhard saben, el autor más que contar historias da vueltas sobre la forma de contarlas. Tomando como base un sujeto o un tema, lo lleva a su terreno que es el del sarcasmo y la crítica ácida de todo lo que se le pone por delante, sea el gobierno de la ciudad, los premios literarios (en este caso, el Grillparzer), el estreno de obras (Partida de caza), la ciudad contra el campo o la calidad de los cafés, en especial los cafés de literatos, y sobre ellos elabora un estilo con leitmotivs que se repiten como cadencias musicales. Si el lector es receptivo a la música puede que le guste y si no quizá se harte. Ejemplos del estilo del autor:
"Y la verdad es que solo sentado en el coche , entre el lugar que acabo de dejar y el otro al que me dirijo, soy feliz , solo en el auto y en el viaje soy feliz, soy el más infeliz de los recién llegados que puede imaginarse, llegue a donde llegue, en cuanto llego, soy infeliz. Soy de esas personas que, en el fondo, no soportan ningún lugar del mundo y solo son felices entre los lugares de donde se marchan o a los que van".
" En cuanto he llegado a Nathal, me pregunto qué se me ha perdido en Nathal, en cuanto he llegado a Viena, me pregunto qué se me ha perdido en Viena. Como el noventa por ciento de los hombres, en el fondo quiero estar siempre donde no estoy, allá de donde acabo de huir".
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