Ante tanta serie más que banal mala, un recurso de
estas tardes luminosamente largas es acudir a la lista de las películas más
valoradas de este mediado 2025. No quiero desengancharme de este tiempo. Aunque
revisito de tarde en tarde los clásicos, mi afán por conocer y estar al día me
lleva a perseguir las novedades.
El mayor valor de La acompañante, ahora en HBO,
es la sorpresa al poco de iniciarse la película. No voy a desvelar, por tanto,
en qué consiste. Tiene que ver con un futuro no demasiado lejano en que la
vertiginosa tecnología nos cambia la vida. Hasta cierto punto parece una
continuación de Her, la película de 2013 que nos tomamos a broma. Y, más
atrás, de Tamaño natural, 1974, aquella película francesa del
crepuscular Berlanga. Y también de Blade Runner, de 1984. Y muchas más,
pero no quiero hacer una lista.
La acompañante
se presenta en forma de comedia que va adquiriendo tonos negros, pero sin
cargar nunca las tintas. Hay amor, hay codicia y hay muertes, lo propio de las
películas de entretenimiento. La película no se pone reflexiva, pero deja en el
aire unas cuantas preguntas. La tecnología está llena de promesas, la que más
la de satisfacer el deseo inconstante de los hombres. Deseamos, queremos
satisfacer nuestro deseo, pero nos atemoriza.
Somos fruto de millones de años de evolución,
agregados de distintas ramas. Somos naturaleza. Constatamos el comportamiento
impredecible de los miembros de nuestra especie. Por principio, los objetos que
producimos deberían responder a un plan, a unas reglas: son obra nuestra. Sin
embargo, desde que Mary Shelley imaginó la criatura del doctor Frankenstein
anida en nosotros el temor.
No te informes sobre la película antes de verla.
Déjate llevar. Las reflexiones que te hagas después de verla serán más
interesantes que las que la propia película se hace, al fin y al cabo es una
comedia.
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