viernes, 27 de junio de 2025

No me consideres tu enemigo

 

 


Hay algo que me estremece de tal manera que lo eludo, no quiero pensar en ello: la cantidad de gente dispuesta a fusilar, no a quien sean sus enemigos, sino a quien consideren que son sus enemigos, y los más, que, no teniendo valor suficiente, desearían que alguien lo hiciese en su lugar. Era una idea que me asaltaba viendo el carácter y la actitud de determinadas personas, ahora lo veo como posibilidad. Cómo es posible, si no vivimos en una dictadura. Los modelos de mundo que rigen nuestra visión de la realidad se han reducido a estrechísimos márgenes en el campo de la confrontación política: amigos/enemigos. Llegado el caso, cómo no vas a hacerlo - fusilar - si tienes un jefe y formas parte de un pelotón voluntario.

 

Cuando hay un asunto divisivo, como la ley de amnistía, las opiniones se alinean en un campo magnético. Enseguida se detectan los patrones, la idea simple del alineamiento. Quien la asume y proyecta la suelta como si fuese suya, cuya veracidad - funcionalidad - no se pone en duda, como es verdad que el sol sale por las mañanas por el este y se oculta por la tarde en el oeste, aunque como casi todo el mundo sabe eso no es cierto. Si no asumes esa idea simple o la pones en cuestión eres enemigo.

 

No hay margen para las discrepancias, para las visiones intermedias que se aparten de la brújula que indica el norte en el modelo de mundo asumido. Por eso los flojos, los tibios merecen morir, quizá los primeros.

 

No es verdad que exista el pensamiento libre, somos esclavos encadenados con hilos invisibles. Nuestra libertad de pensamiento no va más allá de si Paul Newman era mejor que James Dean. Pero es peor que eso, peor que la aceptación sumisa - consciente o involuntaria - de la esclavitud mental, somos perros guardianes de nuestros amos: no tenemos otro que su modelo de mundo, realineado cada día de muchas maneras; no estamos dispuestos a mover un dedo por quien lo ponga en cuestión, creyendo que nos contradicen a nosotros mismos. Y algunos estarían dispuestos a coger el fusil si llega el momento.

 

Dialoga conmigo, discrepa, no me consideres tu enemigo.

 


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