Durante 10 días, en compañía de Ani,
hice mi ruta deportiva anual en bici. Tiene sus riesgos, pero me lo paso de
coña. Rodamos por las empinadas cuestas de los Arribes del Duero, por caminos
en que la lluvia intensa de este año ha dejado su huella en forma de roderas y mala
hierba crecida, por zonas de asfalto, con el gran peligro de los coches
conducidos sin miramientos, subidas duras y bajadas vertiginosas. Seguimos
hasta Oporto, por el espectacular paisaje del Duero que avanza por laderas
profundas llenas de viñedos; después por la costa portuguesa hasta Galicia, por
largas pasarelas con la vista puesta en el océano, cruzamos el Miño en una
minúscula barca poco segura, la costa gallega, las pequeñas aldeas, las
ciudades más hermosas, como Baiona, hasta llegar a Santiago donde se podría
decir que todo el mundo confluye. Una experiencia gratificante que uno querría
repetir de forma incansable todos los meses.
No tuvimos ningún accidente, ni un
solo pinchazo, ni un día tuve que inflar las ruedas. Encontramos cobijo donde
quisimos, la lluvia nos amenazó, pero no sufrimos ninguna tormenta, ni siquiera
me quemé la piel. Después, ya en casa, he salido un par de días para poner a
prueba la potencia muscular entrenada. El primero por caminos con rodadas,
cubiertos de hierba alta con grandes pendientes. El segundo, a tres kms de
casa, por otro de esos caminos, el paso de una rodada alta y apelmazada al
centro del camino me jugó una mala pasada. La rueda delantera no pudo salir de
la rodada y me tiró. No caí sobre el hombro, las rodillas, el codo o la muñeca
como otras veces, sino sobre el costado. El golpe fue fuerte y seco, me costó
recuperarme, pero volví con dolor a casa. Fui s urgencias. Tenía una costilla
fracturada. El dolor es intenso y dura a pesar de los analgésicos. Entrar y salir
de la cama es un suplicio, del sofá o de una silla. Pocos saben el costo de un estornudo. No sé cuándo cesará el
dolor. Ahora comprendo a los que se encuentran en situaciones parecidas, a
quienes tienen dolores intensos y crónicos. ¿Se preguntarán cuándo cesará el
dolor? No hacen planes de futuro porque antes que nada piensan en el día que el
dolor desaparezca.
Cuesta comprender que somos entes que
vivimos en estructuras espaciotemporales. No hay nada estático, todo a nuestro
alrededor es dinámico, incluido nuestro cuerpo. La realidad que nos devuelven
las fotografías es una fantasía. No eres el que aparece en el espejo, y menos
en el selfi que te acabas de hacer. La fotografía como forma de representación
está desapareciendo como antes desaparecieron la escultura y la pintura; dentro
de poco solo quedarán fotogramas encadenados, pequeños vídeos, a lo que se
añadirá, en una fase posterior, la tridimensionalidad como mejor representación
de la realidad.
Como el retrato o la fotografía fija,
la identidad es otra fantasía. No somos el que fuimos ayer, ni siquiera el que
ha salido de casa hace unas horas. Somos un conjunto de pluriorganismos en
simbiosis que mantienen estructuras dinámicas con tendencia a la entropía. Un
conjunto espaciotemporalmente organizado con fecha de caducidad que se desplaza
en mutua interdependencia, prestando y absorbiendo de modo continuo materia y
energía con lo que nos rodea, sometido como cualquier cuerpo a las leyes de la
física y de la química. Unos cuantos memes en nuestras columnas corticales nos
hacen creer que este soy yo, un organismo con entidad propia, diferenciado y
único. ¿Qué seré cuando llegue la noche?
No hay comentarios:
Publicar un comentario