lunes, 23 de junio de 2025

¿En qué condiciones llegaré al final del día?

 

 


Durante 10 días, en compañía de Ani, hice mi ruta deportiva anual en bici. Tiene sus riesgos, pero me lo paso de coña. Rodamos por las empinadas cuestas de los Arribes del Duero, por caminos en que la lluvia intensa de este año ha dejado su huella en forma de roderas y mala hierba crecida, por zonas de asfalto, con el gran peligro de los coches conducidos sin miramientos, subidas duras y bajadas vertiginosas. Seguimos hasta Oporto, por el espectacular paisaje del Duero que avanza por laderas profundas llenas de viñedos; después por la costa portuguesa hasta Galicia, por largas pasarelas con la vista puesta en el océano, cruzamos el Miño en una minúscula barca poco segura, la costa gallega, las pequeñas aldeas, las ciudades más hermosas, como Baiona, hasta llegar a Santiago donde se podría decir que todo el mundo confluye. Una experiencia gratificante que uno querría repetir de forma incansable todos los meses. 

 

No tuvimos ningún accidente, ni un solo pinchazo, ni un día tuve que inflar las ruedas. Encontramos cobijo donde quisimos, la lluvia nos amenazó, pero no sufrimos ninguna tormenta, ni siquiera me quemé la piel. Después, ya en casa, he salido un par de días para poner a prueba la potencia muscular entrenada. El primero por caminos con rodadas, cubiertos de hierba alta con grandes pendientes. El segundo, a tres kms de casa, por otro de esos caminos, el paso de una rodada alta y apelmazada al centro del camino me jugó una mala pasada. La rueda delantera no pudo salir de la rodada y me tiró. No caí sobre el hombro, las rodillas, el codo o la muñeca como otras veces, sino sobre el costado. El golpe fue fuerte y seco, me costó recuperarme, pero volví con dolor a casa. Fui s urgencias. Tenía una costilla fracturada. El dolor es intenso y dura a pesar de los analgésicos. Entrar y salir de la cama es un suplicio, del sofá o de una silla. Pocos saben el costo de un estornudo. No sé cuándo cesará el dolor. Ahora comprendo a los que se encuentran en situaciones parecidas, a quienes tienen dolores intensos y crónicos. ¿Se preguntarán cuándo cesará el dolor? No hacen planes de futuro porque antes que nada piensan en el día que el dolor desaparezca.

 

Cuesta comprender que somos entes que vivimos en estructuras espaciotemporales. No hay nada estático, todo a nuestro alrededor es dinámico, incluido nuestro cuerpo. La realidad que nos devuelven las fotografías es una fantasía. No eres el que aparece en el espejo, y menos en el selfi que te acabas de hacer. La fotografía como forma de representación está desapareciendo como antes desaparecieron la escultura y la pintura; dentro de poco solo quedarán fotogramas encadenados, pequeños vídeos, a lo que se añadirá, en una fase posterior, la tridimensionalidad como mejor representación de la realidad.

 

Como el retrato o la fotografía fija, la identidad es otra fantasía. No somos el que fuimos ayer, ni siquiera el que ha salido de casa hace unas horas. Somos un conjunto de pluriorganismos en simbiosis que mantienen estructuras dinámicas con tendencia a la entropía. Un conjunto espaciotemporalmente organizado con fecha de caducidad que se desplaza en mutua interdependencia, prestando y absorbiendo de modo continuo materia y energía con lo que nos rodea, sometido como cualquier cuerpo a las leyes de la física y de la química. Unos cuantos memes en nuestras columnas corticales nos hacen creer que este soy yo, un organismo con entidad propia, diferenciado y único. ¿Qué seré cuando llegue la noche?

 


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