jueves, 22 de mayo de 2025

Soltar amarras

 



Busca un día tranquilo, sin demasiado viento, aunque es difícil en esta costa, con las aguas mansas a ser posible. Plántate en este punto, el 'promontorium sacrum' de los romanos, el largo farallón sabre el que baten las aguas y alcanza con tu vista el horizonte. Al contrario que la mente del pescador, tan concentrada, acotada al cuadrado de su existencia: la roca escarpada a la que llega con marea baja para ganarse el jornal del día, aguza la vista bajo la aplanada mano sobre la frente, como hizo el Príncipe, hijo tercero de Joan I. Es posible que, a solas, se te abra la mente como a él y pienses, qué hay más allá. 


Estás mirando desde aquí, desde el Cabo de San Vicente, cerca de Sagres, el saliente más occidental de Europa, el océano inabordable, y te preguntes, qué hay detrás de la línea donde parece acabarse el mundo. 




Solo un príncipe podía tener la mente tan libre como para pensar más allá de las cadenas de la tierra. Enrique el Navegante, a mediados del siglo XV. Enrique pensaba en una nave ligera que pudiese escapar de la línea de costa, que, ligera, la impulsase el viento. La carabela. Enrique pensó en hombres que supiesen de costas y portulanos, de cabotaje, en artesanos de la madera, constructores de barcos, en marineros de altura, buenos pilotos. Diogo Cão, Bartolomeu Dias, Vasco da Gama, Pedro Álvares Cabral.




Así comenzó la aventura portuguesa. Las Azores, Madeira, Ceuta, la costa africana hacia el sur, hacia el Cabo de las Tormentas y más allá, hacia el Oriente, hacia la India y las islas de las especias. La mente cerrada como una bola en un pinball, recluida en la Europa que estaba saliendo de la era cristiano-medieval encuentra un marco de libertad varias veces más grande en el océano y los nuevos continentes. 


La era de los descubrimientos fue primero la era de la libertad mental, aunque como siempre ha ocurrido no afectase a todos los hombres por igual, sino a unos pocos que como el príncipe Enrique el Navegante pudieron mirar hacia el océano preguntándose qué hay más allá.

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