Estaba fotografiando las figuras excavadas en la roca cuando se ha desatado el diluvio, sin aviso, de golpe, sorprendiendo a todos, desprevenidos, sin tiempo para desplegar los paraguas o para ponerse el chubasquero. No ha llovido en todo el día, ni antes ni después.
En cuanto hemos subido el autobús, calados hasta los huesos, ha parado. Estábamos advertidos, siempre que hay un templo, un altar o imágenes de Buda nunca hay que darle la espalda y nunca caminar con calzado en el recinto.
El día ha transcurrido en un ambiente caluroso, húmedo, tropical, pero seco. El tren que ayer nos ofrecía el paisaje de las montañas del té, hoy lo hemos visto pasar por un lugar donde giraba 90 grados, sobre un puente, en medio de la vegetación. Para llegar hemos pasado por un sendero de tierra prensada excavado en la espesura, con casitas de campesinos y arrozales inundados como paisaje. Otra inmersión en la naturaleza que tan fácilmente arrasa cualquier obra humana, bella pero terrible, como decían los románticos.
Después hemos subido a un lugar de actividades de naturaleza. Lo llaman el Mini pico de Adán. Para subir lo hemos hecho con tuk tuks - se atreven con todo - por otro sendero algo más ancho y bacheado que el anterior. El objetivo, lanzarse por una tirolina, no muy larga, pero emocionante por el entorno. Hemos comido en un restaurantes con la comida más rica hasta el momento, quizá porque Ella es uno de los lugares más turísticos, y los restaurantes y hoteles se han adaptado.
Después la gran cascada, tal como la recordaba, a pie de carretera. Un espectáculo al que coches, autobuses y camiones de paso paran para contemplarlo.
El final del día, antes de llegar al hotel, visitábamos las siete figuras excavadas en roca que recuerdan a las desaparecidas de Bamiyan, en Afganistán. Están en Budurawagala (la roca de las imágenes). Pertenecen a la escuela de pensamiento Mahayana, el budismo propio de China y Japón, lejano del Theravada cingalés. Se relacionan con un breve periodo de la historia de Ceilán - siglos VIII al X -, una época de cultos tántricos. En el centro una gran figura de Buda, de 16 m; a los lados dos tríos, con dos imágenes de Bodhisattva flanqueadas por dos asistentes; el de la derecha, el bodhisattva de la compasión; el de la izquierda el bodhisattva tibetano. Representan el estado de conocimiento total al que llega Buda. El bodisatva es el que se dirige hacia el estado de Buda, hacia la perfección. El lugar debió ser de oración para monjes eremitas.
El lugar es de una belleza que ha sido imposible disfrutar. Ni siquiera hemos podido fotografiar todas las imágenes. Buda ha descargado su malestar, su maldición ha comentado alguien, aunque no cabe en Buda, el ser más bondadoso que ha existido nunca, ninguna maldición.
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