Amanecemos con un varano en el canal que pasamos cuando vamos a desayunar. Hemos dudado si sería un cocodrilo hasta que 'Lens' nos ha secado del apuro: un varanus salvator.
Recorremos la costa sur de la isla entre Tangalle y Galle; zona de playas y de surf, de fuertes coloniales y centro de ciudades de la época holandesa que se conservan en relativo buen estado. La costa se ha ido llenando de hoteles, casaplones privados, restaurantes y chiringuitos, junto a humildes casuchas de madera y cañas o de cemento tosco, que los locales han podido de momento conservar.
Los negocios privados y las casas de los pudientes parecen fortalezas infranqueables, con altos muros y seguridad privada. Medio ocultos por los rincones se ven seguratas aburridos y somnolientos. En las zonas más despejadas, una breve franja de manglares separa la playa de la carretera.
Antes de llegar a Galle vemos los curiosos armazones de madera sobre los que se encaramaban los pescadores tradicionales para lanzar las cañas. Ahora son una atracción turística. Los vemos saltar cuando llegamos, listos para tomar posición y propina.
Galle es una bella ciudad colonial por donde pasaron sucesivamente portugueses, holandeses e ingleses. La patina colonial, el aire decadente, le confiere el mayor encanto. Una ciudad para turistas llena de tiendas de ropa, galerías de arte y objetos de adorno. Como en Ella, se ve al turista occidental paseando por lo alto de la larga muralla, por donde en otro tiempo hubo un adarve, tomando un café o probándose un vestido.
El fuerte con cañones y vistas al Océano Índico, en su mayor parte obra de los holandeses, es patrimonio de la Unesco. El paseo por la muralla puede comenzar en el Faro, Icono de la ciudad, rodeado de palmeras, y terminar en la Torre del Reloj, ambas con magníficas vistas sobre el océano y las callejuelas del interior de la ciudad.
Tres edificios merecen la visita, la Groote Kerk holandesa, la iglesia inglesa y la mezquita. También hay un Museo Naval, el mercado de pescado y las bonitas calles del centro para comprar o pasear.
La ciudad de Galle es una de las más antiguas de Asia. Se relaciona con el puerto bíblico de Tarsis, donde supuestamente el rey Salomón obtenía marfil y pavos reales. En el se intercambiaban especias, gemas y otros bienes entre Asia y Europa, de ahí las disputas por su posición entre las metrópolis europeas.
Los portugueses llegaron a Galle a principios del siglo XVI y construyeron un pequeño fuerte llamado Santa Cruz en 1589. Los holandeses tomaron la ciudad en 1640 y transformaron el fuerte en la imponente fortaleza que hoy vemos. Entonces era el principal puerto de Ceylán. Fueron los británicos en 1796 quienes hicieron de Colombo el puerto principal.
Galle es la ciudad más bonita de la isla, la más turística. Sufrió daños durante el tsunami de 2004, pero se ha repuesto. Las playas de los alrededores son espectaculares, largas y anchas, de arena dura, limpia, no se pega demasiado a la piel. La única pega es que los hoteles se las han apropiado y son para uso de sus clientes. De noche, de frente, a unas millas, se ve una línea continua de barcas de pescadores. Si uno pasea en la casi oscuridad, puede tropezar con pescadores solitarios, junto al rompiente de las olas, que no poseen otra cosa que sedal, anzuelo y algo de cebo.
1 comentario:
Ya veo. Recorriendo mundo. Gracias por tu relato y fotos. Es una manera de ir de viaje contigo
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