viernes, 7 de marzo de 2025

2. Sri Maha Bodhi, el ficus sagrado




El budismo, en su versión Theravada (o liberación), es la religión mayoritaria de Sri Lanka. Supone el 70% de la población, casi todos los de etnia cingalesa. Los tamiles en general son hinduistas. Luego está la etnia mora, como ellos dicen, que son musulmanes. Y por fin hay una minoria de católicos, de cuando Portugal dominaba estás tierras, de ahí la gran devoción a San Antonio. He visto grandes procesiones en estas tierras, en mi anterior visita. Si descontamos algunos rituales y los nombres de dioses y santos, el aire ceremonioso y multitudinario, se parecen mucho la religiones practicadas aquí, todas impregnadas de los gustos y aromas de Oriente.




Los cíngaleses adoran a Buda. Dos santuarios o monasterios por encima de los demás: el que conserva la reliquia del dedo de Buda, en la ciudad de Kandy, y el que contiene el árbol sagrado, Sri Maha Bodhi, aquí en la provincia de Anuradhapura, considerado el más viejo del mundo, de más de 2000 años si se cuenta que proviene de una rama del ficus, en Benarés, en la India, bajo cuya sombra Buda durmió y encontró la iluminación. El ficus de Benarés ya no existe, pero este de Anaradhapura ha dado un brote a nueve lugares más, por tanto el recuerdo sagrado que atesora perdurará milenios más. 




Cientos de peregrinos vestidos de blanco, de la cabeza a los pies, acuden con bandejas llenas de flores: flor de loto y rosas y otras que depositan en unos pequeños altares, pues los dioses se nutren de los olores de las flores y de las frutas, nos cuenta Gelinde, normalmente ante una representación de Buda. Lo más llamativo es una caja bellamente envuelta en cuyo interior una campana de bronce invertida oculta frutas, pastelitos y otros alimentos. Un monje recoge las ofrendas o las cajas en un lateral del templo. En otra capilla se alterna la música con tambores y la lectura de textos sagrados. Buda, su doctrina y los monjes son los tres pilares del budismo Theravada, nos cuenta Galinde. 


Tras las ofrendas y rezos los peregrinos salen fuera y hacen cola para recibir gratuitamente un plato de arroz y un vaso de leche antes de volver a sus pueblos. Cuando nos ponemos a comer en un lugar parecido a un parque, un hombre, sin cesar de sonreír, se nos acerca para decir que estamos invitados. Le señalamos lo que estamos comiendo. Ha tardado en alejarse. Quizá hayamos sido descorteses. Nos apetecía el arroz, además nuestros delicados estómagos occidentales temen las sorpresas de la comida callejera.




Para entrar al recinto sagrado hay que ir cubierto con la cabeza despejada y descalzos. Te llaman la atención si incumples. Para entrar, pisas obligatoriamente una piedra semicircular, la Piedra de luna, que representa el ciclo vital. En semicírculos sucesivos a modo de arquivoltas aparecen: cuatro animales representando los cuatro peligros de la vida: nacer, pues nacer es sufrimiento, la enfermedad, la vejez y la muerte; la enredadera que es el ciclo vital, otros arco de flores de loto que representan al nirvana que se alcanza cuando uno renuncia a los deseos. La Piedra de Luna es como un felpudo para sacudirse el polvo del camino.


Junto a la Piedra de Luna en el lateral de los escalones, los Enanos Barrigudos protectores. Antes de construirse la casa, nos cuenta Galinde, hizo el ritual que implicaba a los Enanos Barrigudos, para protegerla.




Cuando por la tarde nos acercamos al Wilpattu National Park, nos espera otra sorpresa. Una buena parte de un carril de la carretera está cubierto por una alfombra de arroz. Los campesinos ponen el arroz a secar en el asfalto. Vemos las etapas del proceso, cómo lo tienden, lo amontonan luego y lo recogen en sacos. Los coches lo van sorteando. El parque tiene leopardos, pero no se dejan ver. Vemos ardillas, más grandes que las de España, bambis en abundancia, el gallo ceilandés de bonitos colores, un par de cocodrilos en una laguna, un varano y un par de osos hormigueros como atracción principal.




Hemos visto más cosas, demasiadas. Llega el momento en que desconectas y te olvidas de los nombres y de lo que has visto.

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