El padre del
director les había dicho más de una vez que lo que habría que celebrar sería la
separación y no las uniones, las bodas. Así que el hijo recoge la broma, reúne
a sus compinches, la pareja que ha ido creciendo en el cine, Itsaso Arana y
Vito Sanz, y entre los tres montan el guion y hacen la película. Una película
sobre la idea de hacer una película, una película que se hace mientras se
discute cómo hacer una película, con la pareja de siempre en las películas de
Jonás Trueba, que ahora hace como que se separa dentro de la película y para
ello asumen la idea de celebrar una fiesta, anunciando, de paso, a los cuatro
vientos bidimensionales de la pantalla, que volverán, que les volveremos a ver
en esta historia que continuará, en la que el director pretende reflejar los
ritmos circadianos de su generación.
La película
es una comedia sobre el cine y la amistad, una excusa para atraer a los amigos
del trío, ponerles delante de la cámara y hacerles hablar sobre la broma del
padre, la película que se está haciendo y sobre el cine en general. Rizan el
rizo del cine dentro del cine cuando filman una escena, que se está rodando en
las calles de Madrid, de una serie que ahora mismo se pasa en Movistar, Los
años nuevos, en la que sale uno de sus amigos, Francisco Carril, que poco
después se incorporará a la película que Jonás Trueba rueda. En las escenas
centrales, en su núcleo, está el padre mismo. El propio Fernando Trueba en
bata, en su casa, con las arrugas de la edad y en primerísimo plano, dejando
constancia de que él está en el centro de todo. Discute su propia idea, la de
celebrar la separación, y habla de cine, ofreciendo dos recomendaciones: el
libro La repetición de Soren Kierkegaard y un par de libros más de
Stanley Cavell, en uno de los cuales se interroga sobre si El cine, ¿puede
hacernos mejores?
Es legítimo
preguntarse si con todo eso bastaba para montar una película. El hecho es que
sí, que Jonás Trueba la ha hecho. Tiene ritmo y se ve bien. El fondo es el de
siempre, Madrid y sus alrededores, los personajes los mismos. La comedia
agradable, para hacer que brote en ti un par de sonrisas, no más; llena de luz,
con ligerísimas sombras, en las antípodas del filósofo danés. Se nota que todo
el equipo se lo ha pasado bien haciendo la película. Me gustan las películas de
Jonás Trueba, aunque creo que esta no es la mejor. Sus personajes, como su
generación, no acaban de madurar, aunque lo harán. Y lo veremos. Volverán.
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