martes, 11 de febrero de 2025

Inteligencia más allá de la biológica

 

 


Todo es dinamismo en el cosmos. El universo se expande imparable. Surge la vida. La vida se organiza en células, en organismos pluricelulares, ¿has oído hablar de la granulación?, unas especies aparecen y otras desaparecen, surge la inteligencia. La inteligencia acelera la vida. Los genes se replican, la dinámica de la vida selecciona. Estamos en el punto en que la tecnología que surge del conocimiento y de la inteligencia lucha por independizarse de la azarosa y ciega replicación genética.

 

La inteligencia humana ha hecho que Homo Sapiens prospere y tenga éxito. En apenas dos centenares de miles de años, un instante en el tiempo geológico, hemos duplicado nuestra expectativa de vida, curado enfermedades y eliminado el hambre para la gran mayoría de los seres humanos. Vivimos más sanos, con más comodidades y trabajamos menos que nuestros predecesores. La tecnología y la ciencia permiten producir alimentos en abundancia, eliminar enfermedades y transportar bienes a donde más se necesitan.

 

También ha generado disfunciones. El principal el impacto ecológico. La replicación genética favorece a los más fuertes. Nuestra especie se ha impuesto a las demás. Hemos pasado de mil millones a más de 8.000 en poco tiempo. Estamos contaminando todos los rincones del planeta, provocando la extinción de especies, el desplazamiento masivo de poblaciones y creando tecnologías de doble uso: armas nucleares, edición de genes. ¿Llegará la Tierra a ser inhabitable? Sin embargo, la inteligencia sueña con un futuro sin extinción.


El destino de cualquier especie es la extinción, ha sucedido antes y sucederá después en la inmensidad del cosmos. Los dinosaurios vivieron en la tierra durante 160 millones de años. Nuestra especie lleva no más de 300.000 años, 2,8 millones de años si nos remontamos al primer Homo. Podemos modificar el ADN con la edición genética, editar el genoma para suprimir enfermedades, suprimir genes que conducen a personalidades patológicas; podemos soñar con cuerpos preparados para hacer viajes interplanetarios en condiciones sin gravedad. ¿Podemos, pese a todo, tomar el destino en nuestras manos?

 

Si nuestro neocórtex forja un modelo de mundo, si lo que creemos ver es una simulación en lugar del mundo real, es fácil deducir que podemos autoengañarnos, generar o aceptar ideas falsas sobre la realidad. Añadamos un cerebro antiguo que induce emociones y comportamientos negativos. Las mayores amenazas que penden sobre la humanidad las hemos generado nosotros. La nuclear o el cambio climático son recientes. Podemos añadir las asociadas a los malos usos de la tecnología. Si los dinosaurios vivieron durante 160 millones de años, pocos apostarían por un periodo semejante para el homo sapiens.

 

Mucho más especulativa y filosófica es la segunda parte del libro de Jeff Hawkins, Mil cerebros. Si, como muchos opinan, toda civilización tecnológica está condenada a desaparecer, qué hacer. Prolongar la vida es un sueño que bajo diferentes formas ha impulsado a la humanidad. Los tecnoutópicos, más allá de los avances de la medicina para prolongar la vida, contemplan dos posibilidades: volcar el cerebro en un ordenador o fusionarnos con una máquina. La primera opción parece poco realista, el cerebro volcado evolucionaría independiente de nosotros. La segunda es más verosímil. Aun así, nuestra supervivencia sería temporal. Qué hacer para dejar constancia de que estuvimos aquí.

 

Quizá haya una forma de preservar el conocimiento, la inteligencia y los productos de nuestra especie. Crear máquinas tan inteligentes como nosotros mismos. Por su constitución no biológica podrían sobrevivir más tiempo y viajar más allá del sistema solar. Si nos extinguiéramos ellas continuarían.

 


¿Pueden las máquinas ser inteligentes? ¿Pueden tener conciencia?

El pensamiento no es más que una activación secuencial de neuronas en el cerebro. Las neuronas unas veces representan nuestra experiencia presente y otras una experiencia o un pensamiento anterior. Esa capacidad de retroceder al pasado y volver al presente - estoy activo, pienso y hago cosas - es lo que nos da el sentido de presencia y consciencia. Las máquinas que funcionen con los mismos principios que el cerebro - neocórtex - serán conscientes, sostiene Hawkins. ¿Serán un peligro, una amenaza existencial para la humanidad? No si somos cautos, si no les introducimos los miedos y emociones propios del cerebro antiguo, además podríamos desenchufarlas si fuese necesario: la inteligencia genera modelos de mundo, el modelo resultante en sí mismo no tiene valores ni emociones ni propósitos.

 

Que sepamos, somos la única especie que sabe que el universo existe, que somos vida, que la vida es frágil. Podemos preservar nuestro conocimiento a la espera de que otros seres inteligentes lo descubran. En ese viaje hacia la supervivencia además se descubrirán cosas inimaginables.

 

Jeff Hawkins plantea una doble vía, dejar una huella tecnológica que contenga todo nuestro saber fuera del planeta, mediante satélites que orbiten alrededor del sol o construir máquinas inteligentes que se autorrepliquen, salgan de nuestro sistema solar y lleven nuestra experiencia y saber a las profundidades del universo con la esperanza de que seres inteligentes alguna vez, casi contra toda probabilidad, capten la señal.

 

La Vía Láctea tiene unos 13.000 millones de años. Puede que la inteligencia haya surgido en varias ocasiones. Cuántas veces podría coincidir una inteligencia tecnológica con otra. Una rarísima posibilidad. Cuánto puede durar la vida inteligente en cualquier lugar de la vía Láctea. Cuán frecuente es una vida tecnológicamente avanzada. Es probable que la vida inteligente haya evolucionado miles o millones de veces en nuestra galaxia, pero es poco probable que nos encontremos coexistiendo con otras especies inteligentes.

 

Vivimos en el momento y en una zona privilegiada. Dentro de millones de años las galaxias y sus estrellas estarán tan alejadas unas de otras que, si un observador existiese en una Tierra - un islote en medio de un océano deshabitado - le sería imposible observarlas, pensar incluso en su existencia.

 


¿Sucede algo parecido con el homo sapiens? La amenaza existencial de su extinción, a través de las armas nucleares o del cambio climático, no existía hace 100 años. Para la especie entonces la vida era más segura, aunque para sus individuos fuese más simple y precaria. Qué otras amenazas surgirán con el veloz cambio tecnológico al que asistimos, por su mal uso. Podemos crear cepas de virus más dañinas que el covid-19, que salió de un laboratorio chino, o bacterias que podrían matar a toda la humanidad. Ya hemos aprendido cómo modificar el ADN.

 

" Las acciones miopes del cerebro antiguo, cuando se combinan con las tecnologías del neocórtex, capaces de alterar el globo terráqueo, se han convertido en una amenaza existencial para la humanidad".

 

Este es un momento apasionante para estar vivo, conocemos más que nunca sobre el universo y la vida, pero ¿estamos condenados a la extinción? El neocórtex nos ha permitido convertirnos en una especie tecnológica, capaz de controlar la naturaleza de manera inimaginable hace un centenar de años. Pero seguimos siendo una especie biológica con un cerebro antiguo que nos hace comportarnos de manera perjudicial para la supervivencia a largo plazo de nuestra especie.

 


No hay comentarios: