"Todos los hombres por naturaleza desean conocer". - Aristóteles, primera frase de La metafísica.
Algunos han pensado que la civilización, el progreso,
era una flecha. No lo es. Más bien es una línea sinuosa con continuos
sobresaltos. Una línea que en algún momento topará con un obstáculo insalvable.
Por otra parte, el progreso no siempre es civilización, China, por ejemplo,
progresa materialmente, pero sus nacionales no son libres, su vida vale bien
poco: un frigorífico lleno de chucherías y una pantalla llena de brillo en el
salón a cambio de obediencia y silencio. Menos vale una vida rusa, claro está,
y ¡tantos que admiran esa forma moderna de servidumbre!
La luz de la civilización se encendió en algún momento
en Oriente Próximo o en Egipto y como llama emprendió su vacilante jornada por las
orillas del Jónico y del Egeo. Como antorcha pasó de mano en mano iluminando
las costas del Mediterráneo. Varias veces estuvo a punto de apagarse. De los
que iban tomando el relevo algunos fueron condenados y otros se traicionaron a
sí mismos. En realidad, poca gente se ofrece a tomar el relevo y empuñar la
antorcha, la mayoría prefiere vivir entre sombras.
No sorprende que un viejo demente se haya hecho con el
poder del país más poderoso de la tierra, por el momento, tampoco que tanta
gente lo haya tomado en serio - como sucede, por cierto, en otros países que no
escogen a los mejores sino a los más dañinos- , tas haber alentado u golpe de
estado - ‘Asalta el Congreso’-, un viejo que se parapeta detrás de una mesa
presidencial llena de carpetas, con la pluma como si fuese el puño girando con
el pulgar hacia abajo, uno de aquellos locos emperadores romanos; sí sorprende
que hombres inteligentes que parecían capaces hayan aceptado puestos en su
administración y se hayan traicionado a sí mismos, afirmando lo contrario de lo
que decían hace bien poco.
El sexo trastorna y el poder corrompe, lo sabemos. Lo
vemos allí y aquí, hombres trastornados y corruptos, algunos por la codicia
insensata, otros simplemente por saberse poderosos, elevados desde su debilidad
constitutiva. Vance, Rubio, Bolaños.
Desde que la luz prendió hace unos pocos milenios, un
suspiro en la historia de la vida, no se ha apagado del todo, resiste cada vez
más fuerte. La humanidad ha desfallecido varias veces, pero unos pocos han
encontrado el modo de hacer la luz más resistente y perdurable, siempre unos
pocos quienes arrastran a la humanidad desde las sombras, venciendo
resistencias. Este momento pasará, los tiranos y los dementes serán barridos
como lo fueron Hitler y Stalin. La civilización seguirá su camino con un faro
cada vez más poderoso, hasta que la vida ya no sea posible sobre la tierra.
La especie, Homo Sapiens, es naturaleza, apareció y
desaparecerá siguiendo las reglas ciegas de la biología. La humanidad ha tomado
el destino en sus manos creando civilización mediante el sueño y la tecnología.
Creemos escapar de la muerte y como locos inventamos remedios ilusorios y promesas.
El hombre solo, el individuo, busca sentido: por qué merece la pena vivir,
haber vivido.
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