miércoles, 8 de enero de 2025

La bestia en la jungla. Henry James


 

 "-¿ Qué fue exactamente lo que le conté...?

-¿ Acerca de cómo me sentía? Bien, fue muy simple. Me dijo que desde muy joven había tenido la profundísima sensación de que el futuro le tenía reservado algo extraño e inusitado, algo posiblemente prodigioso y terrible que antes o después le sucedería; que lo presagiaba con absoluta convicción desde lo íntimo de su ser, y que acaso habría de destrozarle".


¿Qué temor atenazaba a Henry James cuando escribía La bestia en la jungla? ¿Qué miedos quería afrontar con impotencia Alice Munro cuando escribía cuentos sobre 'criaturas violadas, madres negligentes y rivalidades entre mujeres maduras y niñas por el amor de un hombre grosero? ¿Se puede separar la vida de un autor de su obra o por el contrario, debemos buscar en aquella las raíces de esta? Cuando Henry James escribía esta historia tenía 60 años y su vida sentimental era un vacío. (La publicó en una recopilación de once cuentos, en 1903, titulada The Better Sort). ¿Qué verdad quería descubrir al final de su relato? El lector acompaña al autor durante las casi 50 páginas (depende las ediciones. Yo manejo dos: la de Arena Libros, en la traducción de Vito Úbeda y un PDF que encuentro en la universidad de Veracruz, cuyo traductor desconozco, y que encabeza una cita de Borges). Trato de comprender qué le sucede al personaje, tan confuso como él en la lectura, alguien que aguarda secretamente el zarpazo de la bestia emboscada, un golpe del destino que no sabe en qué consistirá. El hombre está paralizado por el temor y carga sobre la conciencia de una amiga el peso de su miedo. ¿Qué teme?

La idea que paraliza al personaje, un evento catastrófico que afectará a su destino, un miedo indefinido que lo amenaza como bestia en la jungla, es personal, algo que le impide ser el mismo, tomar decisiones, casarse, realizarse. Es la idea que da cuerpo al relato. Como en la película, dos personajes se encuentran en tres épocas diferentes que se corresponden con tres periodos vitales, pero también con tres contextos sociales cambiantes. En el largo relato, una nouvelle, Henry James se sirve del diálogo entre el hombre, John Marcher, y la mujer, May Bartram, para dar pistas al lector sobre su extraña parálisis. La lectura avanza lentamente, el lector, apartando brumas y nieblas, trata de entender qué le sucede al personaje, algo que no comprenderá hasta la última página en forma de revelación.

'¿Qué es lo que le salva a usted?', le pregunta el uno al otro en el cuento de James, refiriéndose a qué le salvaba de aparecer como una variante del tipo humano común, de la vulgaridad de la vida en sociedad, de estar casado o casada con un hombre cualquiera. Henry James, sin duda una de las cumbres de la literatura, se estaba preguntando a si mismo, si su vida había merecido la pena. Escribió este libro cuando tenía 60 años. Nunca se casó y quizá nunca tuvo una experiencia sexual completa.




Henry James era consciente de su triunfo como creador y de su fracaso como persona (como nos hace ver David Lodge en Author, Author (2004)). Al final, casi de un plumazo resuelve James, encontrará el personaje la causa de su malestar cuando ya no tenga remedio su desdicha. Probablemente Henry James quedó satisfecho al salir de su laberinto, y el lector agradecido al terminar un relato de sentimientos tan complejos. Pero para el personaje, como bien muestran Bonello y y Chiha en sus películas (comentadas en sendos posts anteriores) no ha terminado su desesperación.

La idea era poderosa. ¿Qué sentido tiene una vida, no la estaremos malgastando? ¿Qué nos deparará el destino? ¿Pero no nos lleva a la apatía y a la infelicidad dar vueltas a ese pensamiento? No es extraño, por tanto, que tantos hayan vuelto sobre ella, que tengan como referencia el relato de Henry James, desde Silvia Plath, en un soneto póstumo (Ennui), hasta la reciente película The Beast o a la, unos meses anterior, de Patrick Chiha con el mismo título del relato.

Con el título de La Bête dans la jungle se estrenó la ópera de Arnaud Petit en la Ópera de Colonia el 14 de abril de 2023. Muchas más referencias y citas se encuentran en otras películas y novelas. Qué tiene el personaje de James que decirnos, por qué volvemos a él ahora con tal insistencia.

Comparó una vez Henry James la ficción con un edificio dotado de un número infinito de ventanas a las que se asoma el escritor, pero al que le hace falta una puerta callejera para liberarse y escribió sobre ello, el relato La esquina alegre. El protagonista imagina qué hubiera podido ser de él si se hubiese quedado en Nueva York en lugar de haber ido a Europa. Un personaje que parece trasunto del propio Henry James.

" Aquí empezaron sus sorpresas , y una vez que empezaron se multiplicaron; llegaron en torrente: fue como si, del modo más extraño del mundo, hubieran estado todas ocultas, sembradas en un apretado haz para el atardecer de la vida , la hora en lo que, para la mayoría de la gente, lo inesperado se ha extinguido".

"Cuando , por consiguiente , las posibilidades mismas habían envejecido , cuando el secreto de los dioses había languidecido , tal vez incluso se había evaporado , aquello y solo aquello era el fracaso. No hubiera sido fracaso estar arruinado , deshonrado , puesto en la picota o ahorcado; el fracaso era no ser nada".

"La terrible verdad era que había perdido, junto a lo demás, la capacidad de ser distinto; las cosas que veía no podían ser sino comunes, puesto que quién las miraba se había convertido en un ser común. Ahora era simplemente uno de ellos , estaba en el polvo , sin una excusa que marcara la diferencia".


En la versión teatral, existencialista, de Marguerite Duras, estrenada en octubre de 1962 y repuesta en 1981, ambas en París, el monstruo que acecha es el inexorable paso del tiempo. Los dos personajes aparecen en distanciados encuentros que comenzaron en 1903, siempre en el mismo lugar, el castillo de Weathend, envejeciendo paulatinamente en un escenario que se va degradando, con una Catherine - May- paciente a la espera de que John se decida a dar algún paso y este, sin embargo, egoísta y narcisista hasta el final. 

Lo que en el original de James es un fracaso personal, en la versión de Marguerite Duras es el destino común de cualquier hombre:

"- Catherine: John, lo que yo sé es únicamente esto, y es que su vida está envuelta de una gran indiferencia. La gente puede dejarse engañar por su dedicación al trabajo, al mantenimiento de su biblioteca, el mantenimiento de su jardín en el campo. Solo yo sé que eso es falso y que, de hecho, usted vive en una gran simulación. Viste una máscara mundana, yo conozco su verdadera mirada, como si, colgada de un hombro, mirase al mismo tiempo que usted a través de esa máscara".

- "Catherine: Sí. ¿Sabe?, lo que fomentan los dioses, a veces, no son destinos monstruosos, destinos extraños, elegidos, no son suerte de la fortuna que aplastan o inmortalizan, es simplemente la marca más banal de un sentido común. El misterio está ahí, reside ahí. En el destino común".


No hay un destino especial, diferenciado, sino que el monstruo que nos acecha es el destino común al que todos estamos condenados, un destino que únicamente podría ser afrontado, aunque temporalmente, por la declaración de amor que John Marche, por su anhedonia, es incapaz de hacer y que Catherine - May -Bertram anhela.



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