miércoles, 1 de enero de 2025

Año viejo, año nuevo

 

No sucede a menudo estar en familia alrededor del televisor, solo unas pocas veces al año; la tele, para algunos la única ventana al mundo. Qué nos devuelve la pantalla cuando la miramos fijamente. ¿Somos tan idiotas? Puedes ir saltando de cadena en cadena, antes y después de las uvas, aunque el momento más esperpéntico sea el de las uvas. La profunda vacuidad de las vidas. Vulgaridad y desprecio.

 

¿No hay otro modo de estar juntos? Como si cualquier inquietud fuese una ofensa, como si hubiese llegado la hora para la mayoría del no lugar para la sorpresa. ¿Lo inesperado se ha extinguido? Si nos abandonamos a la ignorancia, si renunciamos al conocimiento, algo o alguien ocupará nuestro lugar. ¿Acaso era cierto, era cierto que estamos al final, que el destino se ha cumplido?


La prueba irrefutable de que 'los años' son cuerpos vivos es que, cuando te despiertas, se van, se escapan, huyen de nosotros para instalarse en una tierra suya, jamás volveremos a verlos. (de Fernández Mallo. Madre de corazon atómico. He sustituido 'sueños' por 'años').

 

Quizá hayamos tocado fondo y el 2025 sea diferente. Eso espero.

 

No hay comentarios: