lunes, 30 de diciembre de 2024

La Virgen roja

 


Hildegart era una niña prodigio a quien su madre concibió, educó y orientó hacia la defensa y promoción del feminismo. ¿Se puede llevar a cabo tal proyecto Frankenstein, programando todos los pasos, desde la concepción hasta la formación adulta de una personalidad y cumplir el objetivo? La madre, Aurora Rodríguez, lo creyó y lo puso en práctica. No fue la única, también Mary Shelley o los creadores de la reciente Pobres criaturas lo creyeron posible. Paula Ortiz, la directora de esta película, redunda en ello. Debía ser el espíritu 'progresista' de la época: dame una criatura y la moldearé como la cera.

Hildegart fue hecha sin padre, salvo casual semilla. La madre la concibió como su obra, la mujer independiente y libre, modelo para las futuras mujeres, liberada de los hombres, también del amor y el sexo: obstáculos fantasiosos para la plena autonomía. Hildegart escribió libros, colaboró en periódicos, militó en el partido socialista y en el Partido Republicano Federal, con la intención de extender la participación en política y en la vida social al cincuenta por ciento de la población restante. Admiró a personajes de la época como Havelock Ellis, H. G. Wells, Marañón y Ortega y Gasset y fue admirada por ellos. Una mujer prodigio que no pudo desarrollar sus potencialidades porque, como en el caso de la criatura de doctor Frankenstein, su creadora truncó su vida a una edad tan temprana como los 18 años. Aurora no permitió que su hija fuese una criatura defectuosa, alguien que se enamora y besa, alguien con vida propia, independiente de la fantasía que la madre había creado.

Si Aurora Rodríguez vivió obsesionada con un solo objetivo, la directora de esta película nos muestra un fenómeno, con algunas pocas referencias contextuales. La protagonista no es tanto Hildegart como su madre. Un caso psicológico o como dicen en Hollywood un biopic. Con tan poca profundidad y una bella y fría estética que tiende hacia lo negro, el espectador, es decir yo, se va desconectando progresivamente. Lo mínimo que esperas de una película es que te produzca algún tipo de emoción. ¿Qué le falta a La Virgen roja para que no te resulte indiferente, más, por qué te produce bostezos?

 


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