lunes, 13 de enero de 2025

A Real Pain

 


En esta película todo gira en torno al protagonista que es decir en torno a Kieran Culkin. La trama es sencilla. Dos primos hacen un viaje a Polonia para visitar la casa de la abuela. Para ello se integran en un grupo que hace un tour por los lugares del Holocausto. Las visitas y los comentarios ocasionales sobre lo que sucedió son el contexto para la exposición del personaje y el lucimiento de Kieran Culkin como actor. Entre bromas y veras va apareciendo su personalidad dual: amable, empática e invasiva del espacio íntimo de los demás y al mismo tiempo irritable, huraña y misantrópica, con episodios de aislamiento y autodestrucción.


La concepción de la película por parte de Jesse Eisenberg, guionista, director y actor, es ingeniosa. Hay un paralelismo entre la memoria dolorosa de lo que ocurrió en Polonia en los años trágicos y lo que le sucede al personaje, con la clara conciencia de que el holocausto es inabordable. La película no entra en él, tan solo aparece como eco, como sombra, como destello sombrío, tal como nos mostró Claude Lanzmann en Shoah. El lado cómico de la película lo aportan los personajes que hacen el tour, desde sus circunstancia personal. 


Sin embargo, está el dolor de fondo, ahí se emparenta con el personaje de Culkin, condenado a hacer gracias, a mostrar su desesperación como extravagancia. Su abuela polaca supo de algún modo comprenderlo. El primo, Eisenberg, cree que reavivando el recuerdo de la abuela puede ayudarle a recuperarse. Ese es el motivo del viaje. Pero sabemos que no hay reparación posible, ni redención. Sucedió, fue brutal, poco más podemos hacer que recordar. El personaje de Culkin está condenado a vivir solo. Un dolor real, un dolor verdadero.


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