sábado, 21 de diciembre de 2024

Tal que un viernes prenavideño





Chispea. La noche ha caído pronto. Es uno de los días más cortos del año. Un puñado de padres con niños revolotea alrededor de las iluminadas atracciones navideñas. La cola se enrosca en las escaleras que bajan al auditorio de la biblioteca pública. Esperamos a que nos dejen pasar al anunciado concierto navideño. Una viola, un violín, un cello. El auditorio es pequeño, al abrir las puertas, la mitad o más ha de volverse a casa o probar en cualquiera otra de las actividades programadas para este viernes. Los músicos voluntariosos han adaptado piezas conocidas de Haendel, Bach y Corelli a su pequeño grupo. No suenan como debería, pero el público se lo agradece igualmente. No hay ninguno que esté por debajo de los 50, sobrepasan la edad en que ya van descontando uno a uno los días. A mi lado, una mujer no desconecta ni un segundo el móvil de sus manos, salta de una aplicación a otra, de un texto a una retahíla de imágenes. De vez en cuando levanta los ojos hacia los músicos y aplaude cuando toca. En la otra punta de la pequeña sala, otra, más mayor, alza el móvil sobre las cabezas para grabar cada pieza. La mujer no se ha dado cuenta de que tiene la linterna encendida. Los músicos, obsequiosos en justa correspondencia, no la señalan ni piden que apague la luz molesta, no desaparece la sonrisa de su cara. La cosa se anima un poco cuando hacen sonar una melodía que dicen haber extraído de las páginas del Cuento de Navidad de Dickens. Procuro abandonar el auditorio como un fantasma cinco minutos antes de que termine el concierto.

Llego a tiempo al salón de conferencias del MEH. El salón es grande pero demediado para la ocasión, con un público que combina, ahora sí, las edades. Me ha traído la promesa de una historia de las matemáticas: 'Episodios matemáticos. Un recorrido histórico'. Quien habla es una profesora cántabra con acento sevillano. Cómo amenizar una clase de matemáticas para chavales de la Eso con chascarrillos sobre matemáticos y matemáticas famosos, de eso va la charla. Cómo consiguió Dido su reino de Cartago. Qué pasó con el cráneo de Descartes, después de que muriese en Estocolmo, no por neumonía, sino envenenado por el cura que lo albergaba. O Cómo, la gran matemática francesa Sophie Germain tuvo que utilizar seudónimo masculino para cartearse con Lagrange o Gauss, aunque más tarde consiguió ser la primera en ser admitida en la Academia de Ciencias de París. El viernes se va entre fina lluvia y bostezos.

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